martes, 3 de diciembre de 2019

LA COLMENA (1982), de Mario Camus



Los días pasan helados cuando el hambre y la necesidad aprietan. España triste, España gris. Un café puede ser recibido como un auténtico festín por aquellos que sólo tienen palabras para regalar. Y cuidadito con no pagar que la dueña te pone de patitas en la calle. Los árboles desnudos del Parque del Retiro parece que quieren anunciar que ya no hay refugios después de la guerra. El hombre que escribe unas pocas líneas y que tiene que dormir en un catre aún caliente de un prostíbulo de mala muerte. No, demasiado frío en la calle, demasiada soledad para los vencidos. Cualquiera es sospechoso para la policía. Caer enfermo de tisis es una maldición por mucho que el amor pueda ser el motor para la supervivencia. Y mientras tanto, la gente entra y sale del Café La Delicia. Sí, ése mismo que exhibe mesas que no son más que lápidas puestas boca abajo. Al menos, ahí dentro hay algo de calor y algún alma caritativa puede darse el lujo de invitar a un bollito o a un simple café con leche. España triste, España gris. Llena de abejas muertas de hambre que deambulan en busca de algo que es sólo una quimera. Se llama esperanza.
Ahí está el inventor de palabras que, en realidad, inventó más de una y más de dos. O el académico que repite una y otra vez el mismo discurso. O el chico que estudia para notaría…pero nunca tiene un libro delante. El padre que frecuenta la misma casa de sábanas alquiladas que la hija, el contrabandista de plumas Parker o de lo que se ponga por delante, la malhumorada dueña del café, las tertulias aburridas e interminables que tan sólo prolongan la estancia en un sitio calentito y algo recogido, el incauto que siempre pica ante el timo vigilante, el padre de familia que no se habla con el cuñado porque, tal vez, cada uno era de un bando distinto…Enterrar el odio es tan difícil que, aunque no exista, siempre quedan rescoldos que siguen abrasando por la vergüenza y la terquedad. Fue época de comer un mendrugo de pan con un vaso de agua y no importaba  que la colmena rebosara de actividad, sin descanso en sus puertas giratorias y en su leche aguada, sin más anhelo que llegar a la noche vivo y con algo en el estómago.
Mario Camus hizo un ejercicio de estilo extraordinario con esta película, tratando de ofrecer realidades individuales que, juntas, conforman un mosaico de la España triste, de la España gris que tocó vivir en una gran ciudad después de una guerra. Viendo esta película se siente el frío, la impotencia, el rugir de las tripas, el consuelo de una taza de leche, el cielo azul ante la perspectiva de una compañía. El estraperlo funcionaba como el mejor negocio y los sentimientos, sencillamente, eran una mochila pesada que se abandonaba en cualquier rincón si sobrevivir un día más era posible. El reparto, uno de los mejores que ha tenido nunca el cine español, da lo mejor de sí a través de escenas cortas y mesuradas, con personajes que entran y salen y, lo que es aún mejor, se quedan. Ya aquellos días dieron buena cuenta de la cultura en este santo país de café y pandereta. Arrasaron con el ánimo para que ya nadie tuviera inquietudes sobre el qué, el por qué y el cómo. Diluyeron con ganas cualquier instinto de rebelión porque había necesidades mucho, mucho más acuciantes. Y la dignidad se arrastró, pobre, humillada, perdida, congelada en los durísimos días del invierno, como el azúcar que se racionaba para endulzar, aunque fuera un poco, esa achicoria que ya ni siquiera tenía rastro alguno de vida.

7 comentarios:

dexterzgz dijo...

Sin duda, una grandísima película algo eclipsada por el éxito de Camus en "Los santos inocentes". Y a mí no me parece ni mejor ni peor. Ambas están a un nivel altísimo y forman parte de lo mejor de nuestro cine.

Es verdad que es una película de sensaciones. Se siente hambre, frío y humillación viéndola y recordándola. Me vino el otro día a la cabeza viendo "La trinchera infinita" al evocar las penurias que tuvo que pasar esa generación, simplemente para sobrevivir.

El reparto es por supuesto eminente y de quitar el hipo, pero fíjate que la primera que me viene a la cabeza al recordarla es esa gran señora de nuestra escena llamada María Luisa Ponte.

Abrazos desde el café

César Bardés dijo...

Es que "La colmena", desde el punto de vista del director de cine, es casi imposible de dirigir. Fíjate la cantidad de historias que tiene que contar, con concisión, con rapidez, sin detenerse en los detalles y, al mismo tiempo, cogiendo al espectador de la mano y llevarle por donde quiere. A mí me parece una grandísima película y, sí, tienes razón, está a la misma altura que "Los santos inocentes", a un nivel altísimo y que lleva a nuestro cine a cotas increíblemente altas.
Por supuesto que hubo mucha humillación. Ya he contado varias veces que mi padre luchó por la República y fue condenado a muerte por la propia República. Mi madre, aunque apenas era una niña, pertenecía al bando de los perdedores (su padre, mi abuelo, era miembro activo del Partico Comunista en la posguerra) y dice que lo pasaron exactamente igual que se describe en la película. Así eran nuestros años cuarenta, llenos de hambre, frío y humillación. De hecho, mi madre ha visto "La colmena", le encanta, le parece una película soberbia...pero no quiere volver a verla.
María Luisa Ponte era una actriz superlativa. Aún tengo grabada en la memoria su aparición cuando ganó el Goya a la mejor secundaria por "Canción de cuna" y, ya metida de lleno en la demencia del Alzheimer", no hacía más que gritar "¡Garci! ¡Garci!".
Abrazos con un bollito.

carpet_wally@gmail.com dijo...

Un hueco encuentro apenas para comentar este peliculón (a ver si encuentro otro luego y comento sobre el fotógrafo sueco).

Si, "Los santos inocentes" es una película enorme, pero Camus no se quedó atrás a la hora de llevar la novela de Cela (de lejos a mi me parece lo mejor que el Nobel escribió nunca). Un reparto brutal, ¿quien no está?, los mejores principales del momento y los mejores secundarios también. Puede que Martín Marco-Sacristán sea el hilo conductor pero no deja de ser uno más en el enjambre de personajes todos perfectamente caracterizados, con sus motivaciones y sus reacciones claramente identificadas. No hay ningún personaje dibujado con trazo grueso. Es una maravilla. Y las interpretaciones son de altura como corresponde, desde Doña Visi, que grande Elvira Quintillá, y sus beaterias hasta, a sus ojos, la virtuosa hija Julita (Abril) en relaciones carnales con Ventura Aguado (Caba). Victorita (Ana Belén) prostituida por amor. La Velasco lo es de profesión y regalando calor al pobre Martín por puro altruismo, los tertulianos diletantes y esa Doña Rosita agarrada a su parcela de poder (enorme la Ponte).

Es una obra cumbre, coincido con vosotros. Prueba de que el cine español era mucho más que capaz, ahí hubo mucho dinero y se gastó bien. Oso de oro en Berlín que no es moco de pavo, lo que quiere decir que hasta allá afuera se podía entender lo que estaba tan bien contado. No lo debió considerar así la Academia de cine español, que mandó a competir a los oscares a otra película, "Volver a empezar". Ya me dirás...

Abrazos con un puchero de la Filo.

César Bardés dijo...

Bueno, los dislates de la Academia de Cine son ya algo habitual. Muestra de ello es el reciente anuncio de las nominaciones a los Goya y no otorgan ni una sola nominación a "El Crack Cero", que no es que sea la obra maestra absoluto del mundo de Dios, pero que alguna sí merece. Lo que pasa es que, claro, Garci ya hace tiempo que se peleó con ellos y, desde entonces, no ha habido nada para él.
Centrándonos en la película a mí me parece un ejercicio de estilo espectacular, bien producida, increíblemente bien interpretada (hay que recordar, por ejemplo,lo bien que sujeta Camus a actores propensos al exceso como puede ser el maravilloso López Vázquez en la piel de ese estraperlista de plumas Parker falsas y se queda con un huevo de la patrona de vez en cuando). ¿Quién no está? Fácil. Landa. Me imagino que Camus no vio ningún papel para él en esta maraña de personajes que tanto nos roban el corazón se dediquen a lo que se dediquen. Sí, incluso esa Doña Rosita que, en el fondo, es una pobre mujer, por mucho que se comporte como una auténtica tirana.
Esta película es el cine español que deberíamos haber hecho siempre. Es cine y es verdad. Es arte y es realidad. Es una maravilla.
Abrazos con una auténtica pluma Parker.

carpet_wally@gmail.com dijo...

De lo de las nominaciones a los Goya de este año casi mejor ni comentar. hay algunos que chirrían pero mucho: Penelope mejor actriz (si aun fuera como secundaria), Sbaraglia (que está bien, pero si el otro nominado es Etxeandia, parece de broma, ¿no?) o Julieta Serrano, si quieres hazle un homenaje (merecido), pero nominarla...no sé. Del mismo modo, aunque me encante Nathalie Poza, en general, no creo que su minipapel en "mientras dure la guerra" sea para una nominación ...

A veces creo que equivocan el sentido de los premios, uno debería ser reconocer la calidad de los trabajos, el otro sería difundir el buen cine español. El problema es que cuando estrenan las vacas sagradas hay que darles tajada para pasarles la mano por el lomo...y está bien lo de mejor película, lo de mejor dirección ( si ambos lo merecen) pero acumular nominaciones porque si, no lo entiendo.

En fin, este es la colmena que nos toca ahora. Como decían el final de la película de Camus:
-¿Quienes son esos?
- Dos maricones y uno que escribe.

Abrazos del que escribe


César Bardés dijo...

Pues tienes toda la razón en todo lo que apuntas. Lo de la Cruz, de traca (por favor, si tiene más nominaciones a los Goya que minutos sale en la película de Almodóvar), lo de Sbaraglia, en comparación con Etxeandía es incluso hasta de mal gusto. Julieta Serrano merecería el Goya de honor, incluso (no pasa nada por dar dos en lugar de uno, en otros países lo hacen sin problema) y lo de Nathalie Poza...es una excelente actriz, de eso no me cabe la menor duda, pero nominarla por lo que hace en la de Amenábar...hombre...no parece muy serio.
También de acuerdo en lo del sentido de los premios y en cómo se está convirtiendo, en la mayoría de los casos, incluso en una cacicada o en un tira y afloja de los grandes clanes que se mueven en el negocio.
Maravilloso el final de tu comentario. He recordado la escena y no he podido dejar de reír por este país de circo.
Abrazos de uno de los maricones.

cautivodelmal dijo...

**** LA COLMENA
Si sumamos “Los santos inocentes” (1984), Mario Camus logra con estas dos películas la cima de una etapa del cine español. Se trata de un periodo que se inició en los primeros años de los setenta y que corrió paralelo al destape más socorrido y a las comedias menos afortunadas. Un cine de calidad, sobrio, muy centrado en un revisionismo latente pero, tal vez, que tiraba más hacia la amargura y la desazón.

“La colmena” es la radiografía de la posguerra a través de las múltiples personalidades de quienes se vieron obligados a sobrevivirla. Tal vez haya ausencias en esta representación. Sin embargo, hay un sensación de existencia conjunta que dibuja un danza en la cual podemos reconocer el pasado reciente de España. Una danza que todavía zumba alrededor si prestamos atención a nuestra manera de ser, a nuestras ilusiones frustradas o, simplemente, a esa cadena de contradicciones que nos iguala a todos.

https://cautivodelmal.wordpress.com/