viernes, 18 de diciembre de 2020

EL TRUENO AZUL (1983), de John Badham

 

Las novedades tecnológicas siempre son acogidas con curiosidad y algunas dosis de entusiasmo. En esta ocasión, el cacharro no está nada mal. Es un helicóptero pensado para controlar cualquier tipo de agitación callejera. Está armado hasta los dientes y tiene un sistema informático que hace que no tengas que fijar la atención por dónde se vuela. Todo va como la seda y hay pocos hombres capacitados para pilotar en fase pruebas un aparato de esas características como Frank Murphy, veterano del Vietnam que lo sabe todo sobre helicópteros. Es muy tentador estar a los mandos de un trueno azul.

Sin embargo, hay algo que no cuadra demasiado con la visión de un helicóptero policial. El fascismo, ya se sabe, planea siempre por detrás de cualquier rotor y, tal vez, esté diseñado para algo más que para disolver algaradas callejeras. Hay muchos intereses creados en la industria armamentística y ese pájaro tiene aspas muy alargadas. Mal utilizado puede ser letal. Murphy se da cuenta de ello muy pronto. Puede que también sea porque hay un viejo enemigo al frente del proyecto y no es precisamente policía. El duelo allá arriba tendrá altura, mucha altura. Y se pondrá a prueba la capacidad del trueno azul, incluso en contra de las leyes de la aerodinámica.

No cabe duda de que John Badham hizo un puñado de buenas películas a mediados de los ochenta aunque algunas de ellas han quedado ligeramente anticuadas. Una de ellas, sin duda, fue Juegos de guerra, aún excelente si se obvian los gráficos pasados de moda. Otra, por supuesto, es ésta en la que el avance tecnológico que supone un helicóptero de estas características ha sido ampliamente superado a través de los años. La trama no deja de ser algo típica y tópica, pero aún funciona como espectáculo de acción, con un reparto competente en el que destacan Roy Scheider y Warren Oates como el cínico y desencantado comisario de policía que sabe quién vale dentro del departamento. Más allá de eso, hay situaciones de cierta originalidad y un innegable acierto en la coreografía aérea. El entretenimiento, en esta ocasión, está en el aire.

El miedo de la época a la vigilancia continua por parte de las oscuras fuerzas que operan al otro lado de la legalidad bajo una apariencia de protección era algo más que una predicción. El silencio roto sólo por el movimiento del aire no deja de ser una advertencia sobre la certeza de que alguien nos está observando a todos. A usted, a mí, a ellos. Y es algo que llega a provocar escalofríos. Más aún cuando el entramado se disfraza de las fuerzas del orden. El complot no va a ser fácil de descubrir. Al fin y al cabo, las armas son tentadoras para cualquiera que se acerque a los cheques con muchos ceros. Y en esta ocasión, ese pájaro tiene todas las papeletas para ser un arma de un futuro que, hoy en día, ha pasado a ser verdad. No todo vale con la excusa de prevenir el crimen. Ni siquiera una lluvia de pollos asados.

2 comentarios:

carpet_wally@gmail.com dijo...

Hace mucho que colgaste este post y no he encontrado hasta ahora un rato para comentarlo.

Es cierto que Badham hizo alguna película con cierto tino en los ochenta, aunque casi nadie le recuerde como el director de aquel boom que supuso "Fiebre del sábado noche". A mi me gusta mucho "Procedimiento ilegal" con Richard Dreyfuss y la Stowe en plenitud, pero no puedo con "Cortocircuito" que aunque exitosa comercialmente me pareció una de las mayores memeces de la década (como poco).

Pero recuerdo con nitidez esta película. En mi grupo teníamos un amigo bastante entendido y apasionado de la tecnología, tenía un avión teledirigido que se había construido él mismo, hacía fotos, las revelaba, hacía composiciones cuando no existía ni remotamente el photoshop....Pues este amigo fue a ver el film y nos contaba con una ilusión contagiosa las maravillas aéreas que se mostraban en el film. Yo creo que no le importó lo que se contaba en ningún momento y que sólo disfrutaba de verdad cuando aparecían las virguerías voladoras del helicóptero.

El caso es que su entusiasmo nos condujo a morirnos de ganas de ver la película y allí fuimos. Creo que a mi me desilusionó como historia (algo tópica incluso), pero me gustó mucho Roy Scheider y, quizá por todo lo que nos había contado nuestro amigo, aluciné con el rodaje de las escenas aéreas, algunas como bien señalas son pura danza.

Era una época en que se empezaron a hacer cosas que estaban vedadas técnicamente poco tiempo antes y visualmente supusieron un antes y un después. Los ochenta no sólo trajeron un cine de consumo comercial muy masivo (Lucas, Spielberg...) también supusieron un cambio notable a la hora de utilizar nuevas tecnologias para dar más espctacularidad a algunas secuencias.

Quizá aquello se haya ido de madre y ahora muchas películas son escenas muy espectaculares a las que se envuelve en un guion, pero entonces eso no era del todo así...y si lo era nos pareció tan novedoso que nos impactó sobremanera.

Abrazos haciendo looping

César Bardés dijo...

No olvides también otra película que tenía su aquel (aunque se haya quedado algo antigua por el avance tecnológico) es "Juegos de guerra", que revisé no hace mucho y que aún funciona como película de suspense.
Cierto es que la historia es bastante tópica, pero no dejaba de tener un extraño atractivo. Funcionaba muy bien en la época como mensaje antifascista y con el debate, que ya suena demasiado repetido, de que cuidado con la mayor seguridad porque podemos irnos a posturas bastante antidemocráticas.
Las escenas aéreas eran estupendas, desde luego (y bastante imposibles, lo del bucle con helicóptero, aerodinámicamente, es imposible) y tenía algún momento como película de acción típica resuelto con cierta brillantez. Hoy, también, revisada esta película, se queda algo antigua porque, al fin y al cabo, se ha ido incorporando todo ese armamento al control de algaradas, al espionaje desde el aire. Todavía me acuerda esa psicosis que se generó porque a alguien se le ocurrió el bulo en plena cuarentena de que iban a soltar desde helicópteros de la policía desinfectante para combatir el virus y que era recomendable no estar al aire libre.
Sí, desde luego, se ha ido de madre. Ya el guión es lo que menos importa y se ha sumergido la acción en secuencias explosivas, espectaculares y con un guión cogido con alfileres. Es el precio que ahora se paga en la taquilla.
Abrazos volando en silencio.