viernes, 9 de abril de 2021

NOMADLAND (2020), de Chloé Zhao

 

En tiempos de crueldad no cabe duda de que es posible que haya gente que se vea empujada a vivir en la carretera, confinados en sus furgonetas o caravanas, sin raíces en ningún sitio, haciendo de la temporalidad un estilo de vida. Sin embargo, también hay algunos que lo eligen voluntariamente porque hacen que esa guarida de estrechez y privación sea un refugio, una forma de no volver a pasar dolor, una puerta a la supervivencia con sus inconvenientes, pero con muchas seguridades al margen de la pena, del permanente afán de la planificación futura, del reproche, del pasado que persigue siempre a los más débiles.

Fern es una mujer que lo ha perdido todo y, sin embargo, mira hacia adelante. No quiere volver a tejer lazos de cariño que no le permitan abandonarlo todo en un minuto y hacer kilómetros. Su errante peregrinaje no debe tener fin porque ya ha vivido como los demás y ha sufrido demasiado. No quiere más lágrimas, ni más nostalgias. Sólo vivir el día, el momento, el nuevo amanecer, el paseo en soledad, sin huir de la camaradería que pueda surgir en el instante. Desea ser nómada para que, al fin y al cabo, el horizonte sea la montaña, o el desierto, o la verdad desnuda. El mundo no va a hacer ningún esfuerzo por acordarse de ella y eso es lo que va a hacer ella misma con el mundo. El siguiente paso es lo único que le preocupa.

No cabe duda de que el trabajo de Frances McDormand es uno de los alicientes más importantes a la hora de ver esta película. Por su rostro, pasan todos los sentimientos sin llegar a asirlos, todos los pensamientos sin conseguir asentarlos, todos los razonamientos sin obtener demasiadas respuestas. En su expresión, tenemos la certeza de que lo importante no es el destino en absoluto, sino el viaje. Ahí está la pasión, la comprobación evidente de que las buenas personas existen, de que la esperanza hay que vivirla sólo que de otra manera. Ella ayuda y es ayudada. Es luz y recibe claridad. Al fondo, la dirección de Chloe Zhao es nítida y comprensible, quizá con algún que otro amanecer de más y alguna escena demasiado subrayada, pero, sin duda, llena de sobriedad y de distancia, tratando de implicarse tan poco como lo hace la protagonista. La banda sonora de Ludovico Einaudi parece convertirse en los pasos hacia ninguna parte que llevan a esta historia que, en el fondo, habla de una superación, de un instinto y de una partida que nunca acaba.

Y es que la vida golpea tan duramente que, en ocasiones, se desea que ella se olvide de ti, que pase de largo y haga como que no existes porque, tal vez, sea el único modo de disfrutarla sin pensar en futuros que cada vez se presentan como más inciertos y engañosos. No hay días siguientes, sólo próximos minutos y los que viven así, también son dignos de la mayor admiración porque sobreviven dentro de un estilo de vida agobiante, lleno de deudas, sometido a la muerte y con la seguridad de que la felicidad llega y se evaporará sin avisar. Para ello, puede que sea mejor rebajar las expectativas y darse cuenta de que las cosas pequeñas también son rastros de buenos momentos con vocación de mayor permanencia. Es una lección muy difícil de aprender porque no hay que sacar conclusiones, hay que prohibirse los juicios ajenos, hay que dejar que las horas se deslicen sin preguntarse los porqués. La soledad espera, sí…pero tal vez sea una soledad que merezca mucho la pena siempre que no se pierda la ilusión, la alegría del instante, la luz que todos llevamos dentro, como los faros de una furgoneta que anuncia que un hogar se pone en movimiento. 

4 comentarios:

dexterzgz dijo...

Después de varios meses sin pisar un cine por fin me decidí con "Nomadland" (en mi caso es más problema de desplazamiento que de miedo al bicho). La experiencia fue gratificante y muy emotiva, y la película me parece que acompañó. Debo decir que no me parece una grandísima película ni la obra maestra que muchos quieren ver, pero sí un trabajo muy apreciable. Alguien de mi entorno se quejaba de que no es un retrato fiel de la América profunda, en el sentido de que no hay indios, ni negros, ni violencia. Creo que la película no juega a eso, y en base a lo que nos cuentan, sí a reflejar un determinado tipo de vida que las circunstancias están imponiendo.

Me gusta que la película no sea la típica crítica al sistema y no vaya a degüello sino que lo haga en un tono muy sutil (la tipa está deseando volver a trabajar para Amazon porque "pagan bien"). Es una película que requiere dejarse llevar, una experiencia bastante zen, que te ayuda a ampliar horizontes. Y que de alguna manera te reconcilia con la solidaridad y el género humano en unos tiempos en los que ante una pandemia MUNDIAL algunos se dedican a especular con tal de ganar unas cuantas perras o unos cuantos votos.

Perdona, Lobo, que te tengo muy descuidado últimamente. Este blog también ayuda a ampliar horizontes.

Abrazos mirando amanecer

César Bardés dijo...

No hay nada que perdonar. Si se puede, se comenta. Si no, no pasa absolutamente nada. La vida empuja mucho en varias direcciones y, a veces, soy consciente de que es imposible.
En cuanto a la película en sí, bueno, tampoco me parece una grandísima película. Tiene bastantes aciertos y algún que otro error. Yo creo que no es un retrato de la América profunda, sino del desamparo que ha sufrido esa clase media, que debido a las sucesivas crisis, ha pasado ser netamente baja.
Hay algo que me parece especialmente atractivo en el personaje de la McDormand y es que, lejos de intentar levantar compasión, es una mujer que elige lo que hace. Ella desea no tener ataduras con nada, ni con nadie porque ha sido tan golpeada por el dolor que no quiere volver a pasar por lo mismo. En el fondo,es una cobarde que no quiere más que el mundo la olvide. En el fondo, es una valiente que lucha por todos los medios por sobrevivir con nada. Ése, para mí,es el punto más fuerte de la película. Por otro lado, sí, es muy bonito comprobar cómo, en cierta manera, la película te dice que el ser humano es solidario por naturaleza, que ayudarnos los unos a los otros es a lo que empuja la existencia y no a lo contrario, que lo demás es el sistema, lo mal diseñado que está y lo fácilmente que se olvida de los más débiles. Por supuesto, es una historia que invita a pensar y que sales del cine dándole vueltas. Incluso, en algún momento, yo me he llegado a plantear si podría vivir así dado el caso. Nadie estamos a salvo de ello.
Abrazos recogiendo basuras.

carpet_wally@gmail.com dijo...

Bueno, no sé lo que mi regreso a los comentarios de este blog os puede parecer a vosotros, pero para mi que llevo casi un mes fuera de juego, me ha supuesto una alegría bastante importante. Un reencuentro con los amigos, como salir de un confinamiento y tomarme unas cañas bien acompañado, como volver a encontrarte cpon la familia tras un largo tiempo deambulando de camping en camping.

Y como en todo este tiempo no me he acercado al cine, pero he visto alguna película voy a empezar con esta que la tengo más fresca, la vi la semana pasada (en la tele, eso si)

Bueno, yo creo que como ha pasado con los Goya de este año, que estas películas hayan sido las triunfadoras es una mala noticia. Eso habla mal del nivel del cine de esta época pandémica. las dificultades eran muchas y la calidad se ha resentido.

Y no digo que "Nomadland" sea una mala película, ni mucho menos, pero tampoco me parece tan notable. Creo que es una película emocionalmente muy fría, tanto o más que el personaje de la Mcdormand. Es muy interesante desde el punto de vista antropológico, no tanto porque refleje la América profunda desde el punto de vista de la realidad social o cultural, sino porque lo hace desde el punto de vista económico y como el sistema afecta a la vida de los ciudadanos.

Y creo que no lo hace desde la crítica a un sistema fallido que se lleva por delante a la buena gente, eso hubiera sido fácil y quizá un error. Lo hace, al contrario, con una visión casi de cuento de libertad. Como dice el personaje principal elige vivir esa vida, deambula por el país pero siempre encuentra algún trabajo (no se rechaza nada), gente buena y solidaria (ningún grupo de gamberros o malvados),..Y hace algo parecido con el paisaje, busca la belleza en la aridez, en horizontes de nada (preciosa la escena del gran dinosaurio en mitad de un paraje casi desértico).


Pero el resultado a mi me pareció demasiado frio, no hay casi ni una vivencia puramente emocional durante toda la película, somos espectadores que vemos pasar paisajes, fotografías, momentos de soledad o de compañía temporal. Nada mueve demasiado el gesto de la protagonista, ni el bebé, ni el reencuentro con la hermana, ni la visita a su pasado ahora fantasma...pasamos, lo vemos, miramos y nos vamos. Y así es el film, no nos genera demasiada emoción. Si ese era el objetivo de Zhao, misión cumplida.

Abrazos con la vajilla heredada

PD: Iré repasando más títulos que tengo pendientes.

César Bardés dijo...

Bueno, estoy bastante de acuerdo con lo que comentas. A pesar de que es una película, digamos, agradable de ver y que, de alguna manera, da bastante de lo que pides, sí que creo, como tú, que está bastante carente de emoción. No te conmueve, no te lleva a salir del cine como cuando sales de "Las normas de la casa de la sidra", por ejemplo y, tal vez, sí es una película que pida algo así. No es suficiente con ese plano un poco "Centauros del desierto" en el que ella abandona la casa en la que ha vivido y, de alguna manera, se dice que lo va a dejar todo atrás y que va a dejar que entre en su vida algo de humanidad, de ternura, de arraigo.
Lo que sí es cierto es que el nivel ha bajado muchísimo. Los Oscars, este año, han perdido muchísimo interés y la calidad se ha resentido más de la cuenta. Bien es cierto que la mayoría de los estrenos previstos para este año se han retrasado y, como lo que cuenta es la fecha de estreno, competirán en años venideros, lo cual, me parece, también traerá un cierto desequilibrio. Veremos cómo evoluciona la cosa.
Abrazos reparando en el taller.