jueves, 11 de julio de 2024

UN PAR DE SEDUCTORES (1988), de Frank Oz

Con este artículo, ya vamos a cerrar el blog hasta el martes 3 de septiembre. Es una película que invita a las vacaciones por la elegancia y el gusto. Así que no dejéis de ir al cine. Es posible que ahí, en la pantalla, se hallen las mejores vacaciones. Un abrazo a todos. 

Enseñar a un sinvergüenza es una tarea harto complicada cuando el interfecto es un tipo con menos clase que una cucaracha en un plato. Es casi imposible enseñarle modales elegantes, gustos refinados y sonrisas encantadoras cuando es un individuo que no sabe más que meter mano en las carteras ajenas de forma bastante burda. Y los engaños necesitan su tiempo, su maduración, como un buen vino de añada notable. Hay que servir, fijarse en los contornos del líquido, olerlo con parsimonia, saborear y emitir un veredicto. Y ese repentino competidor que le ha salido al inglés elegante sabe menos de vinos que de tipos de hierba cultivable.

Así que, de momento, una alianza. Lamentablemente, el papel que se le asigna, dado que es un negado en las artes seductoras, es el de pariente discapacitado. Y no está muy de acuerdo. Él también quiere disfrutar de las ventajas que ofrece un lugar tan cosmopolita como Beaumont-sur-mer y codearse con grandes fortunas para urdir un buen timo, uno de esos que te puede retirar durante un buen tiempo. Y la oportunidad parece surgir cuando la heredera del imperio Colgate aparece por la Costa Azul.

De repente, la alianza se resquebraja y los dos timadores deben competir. E, incluso, en la más desternillante de las pruebas, hay que comprobar si ese militar inválido aún guarda algo de sensibilidad en sus inútiles piernas. Lágrimas van a salir de ahí. Y, desde luego, algún que otro gusto se va a dar el prestigioso doctor alemán de vacaciones. Poco a poco, la arena de la playa se vuelve más oscura y todo comienza a ser truco tras truco tras truco tras truco….y ya paro que se trunca el artículo.

Divertida, elegante, con clase y con una puesta en escena muy agradable, Frank Oz dirigió a Michael Caine y a Steve Martin en esta puesta al día de Dos seductores, que en los sesenta interpretaron David Niven y Marlon Brando bajo la dirección de Ralph Nelson, prácticamente con la misma premisa, pero acentuando el aspecto cómico de dos tipos que, en el fondo, son seres solitarios que quieren convencerse a sí mismos que viven mejor que nadie. Las risas se aseguran con varias secuencias memorables, aunque una en particular es descacharrante, y los intérpretes ofrecen una lección de oportunidad y tiempo en un registro particularmente cómico y descarado.

Así que no olviden pedir el mejor champagne, asegurarse la propiedad de un coche que atraiga todas las miradas y vestir con cierto estilo. En Beaumont-sur-mer se dan cita muchos millonarios y millonarias dispuestos a donar su dinero a buenas obras. Sólo hay que mostrárselas con claridad diáfana y poner la mano para que su corazón no se vaya más que con la alegría de haber colaborado en una buena obra. ¿Quién lo iba a decir cuando empezaron sus vacaciones en ese paraíso de luz y agua que es el sur de Francia? El ocio dio paso a la caridad y a las acciones de conciencia. Es perfecto. No obstante, tengan cuidado. Si se les presenta alguien deseando hablar con ustedes o forzando un encuentro casual, desconfíen. Seguro que es alguien que se presenta como un australiano que está metido en el negocio del petróleo y sus intenciones son mucho más oscuras que su producto. No como esta película que, en realidad, es pura luz de buen humor.

2 comentarios:

Juan Gonzalez dijo...

Hay una versión anterior a la de Brandon y Niven, pero no recuerdo los actores. ¿La conoces?

César Bardés dijo...

Pues no me consta. Sé que hay una versión posterior en clave femenina, con Anne Hathaway y REbel Wilson,pero no recuerdo ninguna versión anterior a la de Niven y Brando. Intentaré buscarla.
Gracias y un saludo.