martes, 4 de julio de 2017

INFIERNO (1953), de Roy Ward Baker

Si queréis escuchar lo que hablamos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla acerca de "Taxi Driver", de Martin Scorsese, lo podéis hacer aquí.

El polvo en suspensión del desierto te agarra la garganta y va construyendo lentamente su carretera de lija seca. Una pierna rota es un inconveniente y hay que hacer todo lo posible por sobrevivir. Y no es fácil cuando a tu alrededor has tenido a una mujer tan hermosa que llega a doler y a un supuesto amigo que quiere quedarse con tu dolor. Un día de caza, un accidente inoportuno, te abandonan y dicen que van a buscar ayuda. Y esa ayuda no viene nunca. El agua es escasa. El alimento aún más. El sol es implacable. Y el desierto, con sus rocas que miran como columnas de tiempo y su arena pegajosa, puede ser tu tumba adornada con buitres. La imaginación se pone a trabajar y hay que salir de allí con el ingenio como la mejor arma. Descender un pequeño barranco es una tarea de titanes para quien tiene una pierna rota. Cuero en las manos heridas, una pistola con cuatro balas mal contadas y el sol, maldita esfera ardiente, que no deja de golpear y de insistir para que sepas que él está allí, con su enorme ojo amarillo, esperando tu muerte.
Esto debe ser algo muy parecido al infierno por mucho que una mina abandonada sirva para darte algo de madera a modo de muleta. Se trata de escapar del diablo y llegar a la civilización y entonces dar su merecido a esa chica que arrebata los sentidos y a ese guaperas fracasado que se frota las manos al tener a su alcance la belleza y el dinero. Ah, sí, ése es un pequeño detalle. Eres millonario y por eso nadie te quiere. Solo fingen. Solo esperan. Como tú en ese promontorio de rocas impasibles que a cada minuto te espetan en la cara que no tienes nada que hacer. La carretera está lejos. Las nubes ni siquiera existen. El agua se va acabando a no ser que utilices el cerebro. Te arrastras para llegar a ninguna parte porque lo que se ve desde ahí es que estás justo en medio de la amplitud más desoladora. Incluso tienes que esconderte cuando te buscan porque sabes que vienen al remate, a asegurarse de que no quede nada de ti, ni siquiera tus huesos.

Robert Ryan luchó contra el destino en esta película que habla sobre el deseo de vivir y la ambición. Concebida como una película rodada en tres dimensiones, la voluntad de ese millonario que incorpora Ryan se erige en auténtica protagonista sin más decorado que un brutal y silencioso desierto. Y tal vez todo acabe en una hoguera de vanidades sin realizar y en un castigo de indiferencia. Algo que duele más que abandonar a alguien herido en medio del desierto.

No hay comentarios: