viernes, 24 de abril de 2020

EL HOMBRE DE LA MANCHA (1972), de Arthur Hiller


Soñar con aquello que es imposible, luchar contra el enemigo invencible, alcanzar la estrella más alta hasta que el día se vea reducido a unos pocos gloriosos instantes… credo de loco que alcanza la lucidez en su insania mientras unos presos intentan matar el tiempo en una mazmorra maloliente y sucia. En realidad, el mundo es el que está loco y cuerdo es aquel que quiere guardar armas en un patio, que ve a la más bella de las princesas en medio del fango de la lujuria, que consigue creer que un trapo harapiento y medio podrido es la más fina de las sedas. Don Quijote era el otro lado del espejo de Cervantes y, sin duda, un tipo mucho más feliz. Más vale moverse en el idealismo que ya no existe que en la existencia que asesina las ideas. Y la farsa se monta entre canciones, entre frases entresacadas del inmortal clásico, entre sensaciones parecidas a las que narró el complutense en su libro contra el tiempo. No, esto no es una transposición de las letras irrepetibles, ni siquiera se acerca, es sólo un reflejo en forma de melodía.
Don Miguel de Cervantes y Saavedra, perseguido por la mala suerte, por hallarse siempre en el lugar equivocado, con la recomendación menos adecuada, en el oficio más despreciable y negado para la poesía porque es un don que Dios no le concedió. Don Alonso Quijano, hidalgo de lanza en astillero, de frágil salud e imaginación enfermiza, que cree ver castillos donde sólo hay ventas; y gigantes donde sólo hay molinos. Quizá es más dulce vivir, pervivir y sobrevivir entre las fauces de la fantasía que entre la cruel realidad que obliga a escribir con sangre y firmar con miedo. La realidad empuja hacia la evasión y, por eso, un puñado de presos se aviene a representar fragmentos que no son y pasajes transformados. Demasiada decepción en una vida en la que ganarse un mendrugo de pan es tarea para héroes de mano ligera y pies envueltos en harapos. El hombre de La Mancha sólo es uno y utiliza la pluma como adarga y el seso como rocín.
A pesar del éxito que obtuvo como obra de teatro musical y del cuidadísimo reparto con el que contó Arthur Hiller para su adaptación al cine, El hombre de La Mancha fue un sonoro fracaso porque a nadie interesó demasiado la espectacularidad de la escena en un cine lleno de trampas. Peter O´Toole y Sophia Loren realizan un trabajo esforzado, como actores que cantan y no como cantantes que actúan, y hay emoción en sus miradas, aunque, sin duda, la puesta en escena puede ser algo más discutible. Al fin y al cabo, aprehender el espíritu del ingenioso hidalgo y de su escritor es muy complicado, por no decir imposible y, de ahí, que no haya ninguna versión definitiva en cine sobre el clásico. Más aún si estamos hablando de un musical al uso, con su partitura saltando del buen humor hacia el romanticismo de la aventura que nunca tuvo el caballero andante y que tanto gastó su creador. Quizá el fracaso pueda explicarse, precisamente, porque muchos son los andantes y muy pocos los caballeros.  

2 comentarios:

Alí Reyes dijo...

Tremendo elenco actoral...Y no lo ha visto. Pendiente.
Así que Cervantes se quejó de no tener madera como poeta...¡!
Muy a propósito esta entrada, siendo que estamos en maitrines del día de su muerte y del día del Libro

César Bardés dijo...

Cervantes se quejó tal y como lo he transcrito (en el mismo Quijote hay algún que otro poema y a fe mía que también tenía talento para ello). Aviso,por si acaso,es un musical. Muy atípico pero muy interesante por estructura e intenciones. Espero que te guste.