viernes, 17 de julio de 2020

LA CARTA FINAL (84 Charing Cross Road) (1987), de David Jones

Con este artículo vamos a poner fin a la temporada hasta el 1 de septiembre. Ha sido un curso durísimo y espero que todos podáis descansar de una o de otra manera. En cualquier caso, todo mi cariño a los muchos que os acercáis por aquí y me dais vuestros ojos durante unos instantes. No dejéis de ir al cine, o de disfrutarlo en casa. Nada, ni nadie, os podrá quitar eso. Feliz verano.

La palabra escrita puede guardar muchos más sentimientos que cualquier frase emitida desde la garganta. Y así, poco a poco, se establece una relación entre una escritora y lectora empedernida y un librero. Los miles de kilómetros que los separan se transforman, gracias a esas palabras escritas, en apenas unos centímetros de cariño compartido. El amor por la Literatura los une y, sin querer, sus mentes y sus corazones se aproximan igual que un acento sobre la letra indicada. De repente, el olor del papel parece convertirse en el aroma de un hechizo, de una unión inexplicable que vive, piensa y siente a través de la escritura, de unos sentimientos que, al principio, asoman con timidez y que, paulatinamente, se muestran con la belleza propia de una relación que no puede ser, pero que es. La mirada se pierde, tratando de buscar en la caligrafía del otro esas compensaciones que la vida diaria se empeña en negar. La inteligencia vuela, embalada, saltando todo un océano de pensamientos y de seguridades y el sueño se vuelve tan real que sólo se disfruta. Y ahí, en esas misivas llenas de alma, se escribe una historia de amor tan intensa que sólo puede ser escrita y, por tanto, eterna.
En las páginas amarillas de los libros de segunda mano está toda la sabiduría de los sentimientos. Quizá es la única parte del interior del ser humano que sea capaz de volar, estar al lado de alguien que está lejos, en otra parte del mundo, y sentirse con toda la intensidad del momento único que se crea entre dos personas que tienen en común algo más que la pasión por los libros. La dirección es 84 Charing Cross Road, y los volúmenes, encuadernados en tela y en piel, ya guardan todo lo que se puede escribir, como la confesión de poner los sueños a los pies de quien se quiere y la advertencia de que pise con cuidado, porque está pisando todos los sueños.
Anthony Hopkins y Anne Bancroft hacen que todos queramos sentarnos y escribir eso tan inexplicable que hace latir nuestro sentimiento, buscando las palabras oportunas, la perfecta grafía del corazón que, rara vez, se consigue. Sin embargo, es posible que, en algún momento, salga la palabra justa, la frase adecuada, el acento oportuno sobre el verbo amar. Y es entonces cuando sabes que sin tierra, ni espacio, ni cercanía, ni tiempo, ni mirada, siempre estarás al lado de esa persona que supo leer el libro de tu interior.

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