miércoles, 24 de septiembre de 2025

TREN DE NOCHE A LISBOA (2013), de Billie August

 

Tú nunca eliges un libro. Normalmente es el libro el que te elige a ti. No se sabe hasta qué punto puede cambiar una vida la lectura de ese volumen que has encontrado por casualidad a la venta en una tienda, abandonado en una estación de tren u olvidado por cualquier lector despistado en una mesa. Quizá, te intrigue tanto saber de dónde viene el autor y qué le impulsó a escribir aquello que lo dejes todo. Tu aburrida vida de profesor o de oficinista, o de albañil, o de entrenador de fútbol no es suficiente y partas en busca del origen de esas frases que te han transportado a la orfebrería del lenguaje y de las sensaciones. Llegas a una ciudad vieja, pero en la que es muy fácil perderse en sus ensoñaciones y en sus calles en cuesta, empedradas y que te dicen a cada paso que te tomes un café. Visitas los lugares en los que vivió ese escritor, conoces a las personas que compartieron su vida, te das cuenta de que el tiempo pasa de forma irremediable y que nadie es ya quien quiso ser. Sólo ese hombre que se puso delante del desafío del papel en blanco y construyó la magia de la comunicación, la verdadera función que aspira a desempeñar cualquier escritor, el hechizo de las palabras.

Mientras tanto, con asombro, vas descubriendo que el escritor formó parte de, por ejemplo, una célula resistente a la dictadura de Salazar. Que el amor movió su vida y la agitó como una tormenta en ese río que parece un mar y que baña Lisboa. Que hubo mucho dolor y mucha valentía en todo lo que hizo desde su profesión de médico. Y que, incluso, llegó a experimentar el dilema moral de tener que curar a su propio enemigo porque, ante todo, era alguien que deseaba salvar vidas y no terminar con ellas. Quería un futuro para él y para su país. Quería escribir un libro.

Sentido homenaje a la profesión de escritor que realiza Billie August dentro de las intrincadas calles de la capital portuguesa, dejando que el protagonista, Jeremy Irons, haga un viaje menos improvisado de lo que parece, hacia su propio corazón, acolchado y adormecido de profesor universitario, intentando despertar de un letargo al que le ha sumido la rutina y el aburrimiento. Lisboa está espléndidamente fotografiada y Irons parece amar cada uno de los pasos que siguen el rastro del escritor que busca, interpretado siempre de forma bastante limitada por Jack Huston, y que resulta más interesante en los testimonios de las personas que lo han conocido, como una adusta Charlotte Rampling, o un amigo loco por el tabaco como Tom Courtenay. Todo ello le da la oportunidad a Billie August de construir un mosaico en el que falla, precisamente, su afán por mostrarlo todo, cuando bastaría, quizá, con el relato de los testigos que tanto trabajo le cuesta a ese profesor que, como Ulises, trata de encontrar el camino de regreso a sus sentimientos.

Así que es una de esas películas que se dejan ver con suavidad en los dedos, con la certeza de que no se va a asistir a ningún gran espectáculo, con la seguridad de que, en el fondo, también es un viaje al fondo de nuestras palabras. Vean si les parece interesante y, si no, esperen la próxima estación.

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