martes, 18 de enero de 2011

EL LADRÓN DE BAGDAD (1940), de Michael Powell y Ludwig Berger


Esta noche, estaremos rodeados de amigos en el programa Conversacines de Radiópolis Sevilla para hablar del libro "La imagen en el alma" mientras visitamos esa tierra de sueños llamada cine. Podréis seguir el encuentro en la página de http://www.conversacines.blogspot.com/ a las diez pinchando en el enlace de Radiópolis o bien en diferido cuando os parezca bien. Esperamos pasar un gran rato y quiero dar las gracias públicamente a Jesús de León, a Jesús Miguel Cabrero, a Juan Caso, a Raquel Jaén, a María Montero y a Claudio Crespo que, desinteresadamente, han querido estar presentes en el programa de una u otra manera. Estoy seguro de que será un gran rato para los que, de verdad, amamos el cine. Nos vemos en Sevilla.

Han pasado más de sesenta años desde que se realizó esta película y aún sigue siendo una sólida fantasía ensoñadora que hace que descubramos mil y una visiones dentro de mil y una noches. Muchas veces se ha intentado llevar al cine esta historia (incluso hay una versión muda, muy estimable, de Raoul Walsh del año 1924) pero nunca ha habido este nivel de imaginación, este color tan arábico que hace que nos transportemos a un mundo que nunca ha existido aunque nuestras ganas de soñar hace que deseemos en algún lugar de nuestro interior que todas estas cosas pasaran realmente en el sitio donde viven las leyendas.
Y exactamente eso, una especie de genio salido de una lámpara, es lo que era uno de los directores de esta maravilla visual, el gran Michael Powell. Responsable de un buen puñado de obras maestras de sobrecogedor impacto estético, Powell fundó un dueto con el guionista Emeric Pressburger y ambos fueron conocidos como “Los arqueros”, hombres que con las flechas de su imaginación hacían un cine de enorme originalidad y a los que debemos títulos tan excepcionales como Los invasores, El espía negro, La batalla del Río de la Plata, A vida o muerte, Coronel Blimp, Las zapatillas rojas y sobre todo esa obra maestra que es Narciso negro y, ya Powell por sí solo, la realización de la mítica El fotógrafo del pánico. El resultado más evidente es que su visión del cine ha influido notablemente en otros realizadores (Martin Scorsese, sin ir más lejos) y, aunque aquí Powell, con la ayuda de Ludwig Berger, se tiene que mover en los terrenos del cuento más puro, no cabe duda de que el rato será…pues sí…será como ir montado en el asiento delantero de una alfombra mágica.
El encanto está servido justo enfrente, ahí en la pantalla, para asistir a un combate a magia y hechizo entre el bien y el mal, entre el blanco y el negro con asistencia del color más hipnótico. Es una de las mejores fantasías que jamás se han hecho en el cine y  uno de esos históricos tesoros que se guardan esperando que alguien lo desempolve para que nuestros ojos, esos ojos anhelantes de niñez y esperanza, algo húmedos, algo ilusionados, algo olvidados, sean de nuevo las ventanas de una invención deseada.
Así que ajústense los turbantes, digan las fórmulas mágicas, que el hechizo se extienda ahí, justo en su salón, dejen que la música de Miklos Rozsa inunde las notas de una ilusión que ya no recordamos y, de repente, como por arte de magia, nos transportaremos a una tierra de genios, ladrones, malvados, princesas… y sentiremos que somos hijos de mil moscas. ¿Acaso no es lo que siempre hemos deseado secretamente? Al fin y al cabo, en el fondo de nuestros corazones, hemos querido probar mil y una aventuras…Ésta, ladrones y princesas, es una de ellas…

4 comentarios:

Eme soy dijo...

Aquí te estamos esperando César ....

Y un buen viaje.

María

César Bardés dijo...

Qué gran experiencia, María. Gracias por tu emocionante intervención. Hay momentos en que el cariño de la gente consigue poner los pelos como escarpias y yo estuve todo el programa con esa sensación, salí hecho una gallinita. Gracias, una vez más. A ti personalmente y a todos los demás también aunque ya pondré mañana un agradecimiento como es debido.
Un beso y toda mi gratitud.

Eme soy dijo...

Gracias a ti, César

Por ser así, ten en cuenta que uno suele recibir en la vida lo que da.
Y das mucho, la sensibilidad no se hace, se nace con ella y la honestidad la forjamos a fuego lento y con paciencia y aunque te alimentemos la vanidad...:-)), acéptala por que así esa humildad que te caracteriza se vestirá de gala.
El ritmo del tiempo fue para mi de vértigo, cosas que decir y que se quedaron en el tintero..., pero ya habrá más tiempo.

Fue divertido me lo pase muy bien.

Gracias.
María

César Bardés dijo...

Tu aportación, María, fue muy emocionante. Espero que tengamos la ocasión de coincidir en persona y de compartir conversación, tapas y unas buenas raciones de cariño.
Gracias por todo y un beso.