El cine, tal y como se conoce, nace de esta película. La acción paralela es parte del lenguaje cinematográfico y el uso de recursos como el primer plano, la luz intensa o la yuxtaposición de imágenes son sinónimos del nombre de David Wark Griffith. Como decía Alfred Hitchcock: “Cada vez que vayan al cine y se diviertan, de alguna manera indirecta, pero bien clara, eso es fruto de la labor de David Wark Griffith”. Más que al nacimiento de una nación, con este título, se asiste al origen de un arte.
Las posibilidades creativas del montaje que luego influyeron enormemente en cineastas fundamentales como Sergei Mihailovich Eisenstein o Vsevolod Pudovkin dan lugar a un nuevo realismo en la actuación. La narrativa lenta y de figuración se convierte en sello de estilo de este director que hizo que el cine se hiciera mayor de edad y fue el primero de los cineastas que jugó a ser Dios. Bien es verdad que Dios es falible y que la vergüenza de una guerra civil descrita como una hoguera de destrucción de amistades y de familia tiene mucho que reprochar a esa nación cuyo nacimiento se describe con más épica que acierto.
Es preferible, dentro de la filmografía de un hombre tan imprescindible para la historia del cine, una película como Intolerancia, nacida como reacción a ésta, a la que le cayeron críticas, a menudo bastante justas, sobre el racismo que destilan muchas de sus imágenes. Ello la convierte en un caso excepcional porque El nacimiento de una nación tiene más valor como lienzo donde se exhiben las más innovadoras técnicas narrativas de la época que como historia en sí misma. Y es que su punto de vista, la opinión que el director vierte en la trama, es turbadora, algo bizarra y prescindible y, probablemente, nacida desde la inconsciencia del creador.
La maestría de Griffith se hace evidente en las escenas de masas, espléndidamente rodadas, con movimientos de cámara muy difíciles para la época (y con fallos tan evidentes como dejar las huellas del carro donde está subida la cámara ante el desfile a caballo del Ku-Klux Klan). Por supuesto, la consideración tiene que ser indulgente ante una película que pronto va a cumplir un siglo de existencia pero que revolucionó una forma de hacer y de entender el arte de narrar una historia en imágenes. El mensaje moral, sin duda, es altamente reprochable, pero los fotogramas de la inmortalidad comienzan a abrirse paso entre la certeza de que una nación siempre se ha construido con el derramamiento de sangre y, demasiado a menudo, de sangre inocente. Al fin y al cabo, el fascismo disfrazado de liberalismo es una trampa en la que todos, alguna vez, hemos caído. El melodrama azucarado que también destila la película es algo propio de la época y muy enraizado en el cine que, hasta entonces, había realizado Griffith. Algo así como el final de su vida, que también fue un castigo para quien lanzó ideas que debería haberse guardado para convertirse en una leyenda incontestable cuando sólo fue un director que revolucionó la forma de contar historias. Griffith es cine. Su historia es política de palo y callejón.
10 comentarios:
Estoo, y hablando de cine mudo, lo de "The artist" pa cuándo es?
Otro que tal. Hasta el jueves, nada. Que al final me van a llamar al orden como me salte la norma. Cu´s voy a dar...
Venga...no pongamos en aprietos al bueno del lobo, propongamos un transversal si acaso...por ejemplo pelis del siglo XXI mudas...
Uys que suspicaz, Wolf...si no se te ocurre otra...
Bueno venga, liberemosle de la presión, porque no acercarnos a aquellas películas que han intentado recrear la épica de un momento histórico, es qui´za un transversal recurrente porque ya tratamos aquí algunos biopics que podrían incluirse en esta categoria, pero aquí trtaremos de tratar aquellos que sean momentos históricvos concretos ( con mayor o menor repercusión) veamos que nos sale.
Empezaría por decir que no sé si el momento histórico es legendario o la verdadera leyenda la creo la recreación histórica que hizo el cine, pero la batalla de litle big horn en "Murieron con las botas puestas" es un buen ejemplo del tema planteado.
También sería más que válido el recuerdo de "El alamo", tanto en la versión de Wayne como en "la última orden" que estuvo aquí hace muy poco rato.
Hay también momentos históricos dramatizados de nuestro terruño, uno le gustará quizá especialmente a Dexter, el que recreó Juan de Orduña en "agustina de Aragón" encarnada por Aurora Bautista, recuerdo verla emocionado de niño y repescarla hace un par de semanas en la tele y sentir casi vergüenza ajena...los tiempos.
Recreación histórica de primera, mucho más una clase de historia que una película comercial al uso fue "Waterloo" con esos espectaculares planos largos de desplazamientos de tropas que hacían complicado integrarse para un espectador al uso, quizá fuese esa la causa de su fracaso comercial y por contagio la negativa de los productores a que Kubrick rodase su gran proyectto sobre Napoleón.
Hay muchos más...os dejo abierta la puerta...me quedo mudo.
Abrazos.
Ufff, el trasversal es más ambiguo que el discurso de investidura de Rajoy, te diré. Pero, vamos a ver qué podemos hacer al respecto.
Es lo que tiene el cine, de querer reflejar y ser téstigo privilegiado de los principales hechos de la historia, desde los inicios en el periodo mudo hasta hoy. Ah, bueno, que se me olvidaba que hoy también se siguen haciendo pelis mudas.
El caso es que al respecto del transversal que plantea Carpet yo siempre me he planteado una pregunta. Cómo un cine como el de Hollywood y un país como EEUU que apenas tiene doscientos y pico años de vida se puede permitir el lujo de fantasear sobre siglos y siglos de Historia. Ya sé que la respuesta es de perogrullo, y se debe a que en sus ciento y pico de años de cine la norteamericana ha sido la industria más poderosa y la tentación de hacer cine histórico es muy grande. Sin embargo, este cine histórico se asienta sobre todo en el periodo clásico sobre las bases del cine espectáculo (y en cierto modo "El nacimiento de una nación" y no digamos "Intolerancia" responden a ese esquema). De lo que se trata no es de recrear la historia con rigor sino de recrear las batallitas con el máximo de espectacularidad posible sacrificando la veracidad de esos hechos históricos. O sea la "Cleopatra" de Mankiewicz qué pretendía ser ante todo, un relato veraz sobre la vida de la reina de Egipto o un castillo de fuegos artificiales. Y no deja de ser curioso que la mayoría de las nociones históricas que les han llegado algunos provengan del filtro tamizado- y falseado- de Hollywood. Quizá estos tíos tengan razones para recrear el magnicidio de Dallas -"JFK"- o el atentado contra Lincoln -"La conspiración", porque los vivieron, pero no sé hasta qué punto tenían "derecho" a contarnos lo que pasaba en el antiguo Egipto. Por no hablar de lo chusco que resulta oír hablar en inglés a Nefertiti y a Amenofis IV.
¿A qué os he dejado mudos?
Hombre...yo, la verdad, prefiero que Hawks me hable de "Tierra de faraones" que no el rollo envuelto en pintas de "Faraón", de Jerzy Kawalerowicz, que eso pone a prueba la paciencia del más pintado. Pero el mudo, sin duda un ejercicio de intentar tergiversar la historia a través del espectáculo, ha dado muchísimas pruebas de que eso es lítico si los medios narrativos son los más adecuados. Ahí tenemos el "Napoleón", de Abel Gance, película de la que quería partir Kubrick y que me ha venido inmediatamente a la cabeza cuando Carpet ha mencionado el "Waterloo" de Bondarchuk con Rod Steiger. También podríamos hablar de "El acorazado Potemkin" que es un hecho histórico y que también cambia la historia del cine aunque se toma la libertad de unir la rebelión del acorazado ruso con la matanza de las escalinatas de Odessa a pesar de que no coincidieron ni en espacio, ni en tiempo. Podemos incluir en la lista muchísimas pues, precisamente, a partir de "El nacimiento de una nación", el cine comienza a ser considerado no sólo arte, sino también espectáculo, muy por encima del concepto hasta entonces imperante de "entretenimiento". Tenemos la Cleopatra de Claudette Colbert. Tenemos los "Trece días", de Roger Donaldson como complemento perfecto a "JFK". Tenemos la "Juana la Loca", de Vicente Aranda o la "Locura de amor", de Juan de Orduña, ambas malas. También tenemos recreaciones varias de batallas en las guerras modernas como "Fuego en la nieve", de Wellman, con los Bastardos Apaleados de Bastogne al fondo, o la misma "Salvar al soldado Ryan" que comienza con el sobrecogedor desembarco en Playa Omaha aunque ya había sido recreado con muchísimo rigor histórico en "El día más largo", así como otras epopeyas, también de largos nombres y aún más largos metrajes como "Un puente lejano" o "Arde París". Incluso por tener, tenemos muchas cuentas pendientes con nuestra propia historia porque el cine español aún es incapaz de mirar de frente a los hechos que pueden ser admirables como país o,incluso, reprochables. Simplemente el hecho de hacerlos y de hacerlos bien sería aceptar que somos un país y ahora es inaceptable esa idea. Si no que se lo digan a la terrible "Alba de América".
Películas mudas del siglo XXI...pero no hace mucho se hizo "La última locura", de Mel Brooks y, también, "Rantanplán", una deliciosa extravagancia de Maurizio Nichetti que vimos cuatro, mi hermano y yo.
Abrazos en silencio.
Evidentemente era una de mis reflexiones de todo a 100 que dirían los Gomaespuma y que además he expuesto con bastante torpeza. Y además has citado una película como "Tierra de faraones" que me encanta. Me has dejado literalmente sin palabras.
Y hombre, algo de nuestro glorioso pasado sí que hay por ahí, aunque algo nos lo hayan tenido que hacer los de fuera. No es el caso de la batalla del tercio de Flandes que se ve en "Alatriste". Sí, lo es en la recreación del 12 de octubre de 1492 que hicieron tanto Depardieu como Corraface. También, de una manera muy pobre, la batalla de Madrid,recreada en la infumable "Encontrarás dragones". Claro que puestos a airear nuestra leyenda negra, mejor que lo haga uno de fuera como Werner Herzog en "Aguirre, la cólera de Dios".
Abrazos desde el jardin (Du jardin en francés).
Bueno, bueno...veis como el tema daba para bastante. Desde la sesuda reflexión de Dexter (él ha sudado al hacerla) hasta la relación de hechos destacables destacados en los filmes...
Y bueno, yo creo que sobre lo que dice Dexter (aunque sea de todo a 100) hay una explicación y en sí mismo una consecuencia. Los USA en su mercantilismo más puro buscan y rebuscan cualquier objeto que pueda tener interés para un posible comprador o cliente. No llegan a la historia por amor a la cultura sino por interés comercial y eso tiene dos resultados principales. No importa tanto la veracidad como la comercialidad y el éxito de la venta consigue el interés por el conocimiento.
Son un país con poca historia, pero a la vez, como dice Wolf, un pueblo con sentimiento de nación, por ello bucean en sus acontecimientos menores y los convierten en fundamentales, en base de su ideal, en columna vertebral de su idiosincrasia. Algunos son positivos (el Mayflower, la guerra de la Independencia, la conquista del oeste, la II guerra mundial…), pero abundan sobre todo los negativos. Litle Big Horn o El Alamo son derrotas, Vietnam también, como Watergate o los magnicidios son versiones negativas de su propia historia, el Ku Kus Klan, el esclavismo, los serial killers (Ted Bundy se ha convertido en alguien tan famosos como aquí puede serlo Colón). Tienden a dotar de un contenido épico y espectacular a cualquier acontecimiento que pueda ser vendido como tal. Es su forma de hacer su historia.
Sin embargo, en cuanto salen de sus fronteras se encuentran con un filón inagotable, la historia de Europa, Asia, África tienen miles de momentos que hacen palidecer al más grandioso de sus acontecimientos. Y así, los toman, los barnizan para que no se vea el polvo y lo ponen a la venta para que sus clientes ávidos de novedades y emociones los compren a la velocidad del rayo.
Porque creo que ahí está el quid de la cuestión, los americanos (no sólo ellos) necesitan emocionarse, su forma de vida no les da las satisfacciones suficientes y buscan emociones y están dispuestos a pagar por ellas. Por eso consumen cine, novelas, comics,….todo aquello que les cuente cosas que no viven.
En fin, es una opinión también de todo a 100, pero lo que quiero decir es que al final se retroalimenta y la búsqueda de producto hace que te interese mas producto y así han creado una inquietud cultural probablemente algo bastarda y manipulada pero efectiva.
Hay además que señalar también, que no en vano, los americanos son descendientes del imperio británico y los ingleses son muy dados a enaltecer sus derrotas o mementos pírricos. Así, han hecho poemas a “La carga de la caballería ligera” verdadero desastre militar en la guerra de Crimea, que Michael Curtiz llevó al cine con Errol Flynn y David Niven; también se han cantado las ¿glorias? de la expedición buscando el paso de noroeste de John Franklin (nombrado Sir para más inri) que desoyendo los consejos de expediciones anteriores sobre la forma de sobrevivir en el polo ( cazando focas y abrigándose con pieles de animales) decidieron que no podían comportarse como salvajes y fueron vestidos con sus uniformes militares y con latas de conserva que, como perece ser que ocurrió terminaron por envenenar a todos los expedicionarios ( no se salvo ni uno solo); y Scott también es una leyenda británica a pesar de que sus decisiones le llevaron al fracaso en su expedición al polo Sur y la muerte de todos sus hombres.
En fin, que me había desviado del tema, películas de momentos épicos que haberlas haylas y no sólo USA, que Europa también ha hecho cosas de interés como “Stalingrado” o “Amanecer Zulu” (crónica de otro fracaso británico). Incluso Australia nos mostró momentos importante como “Galipoli”.
Abrazos históricos.
Bueno, películas con el tema de trasfondo de la guerra civil ha habido múltiples en los acercamientos americanos a nuestro país. Claro está que algunos de sus conciudadanos sí que combatieron en las Brigadas Internacionales. Es el ejemplo de "Por quién doblan las campanas", tremendamente sobrevalorada en su tiempo, posiblemente, debido a su origen literario y que Billy Wilder ante su preáudiencia en el Comité de Actividades Antiamericanas no dudó en calificar como la película más roja que había visto (todo porque la dirigía un reconocido fascista como Sam Wood). O "Bloqueo", con Henry Fonda luchadno en el bando republicano, o "El ángel vestido de rojo", infumable película con Joseph Cotten, Ava Gardner y Dirk Bogarde. Todo ello, sin duda, consecuencia directa de lo que apunta Carpet. La historia de los demás es un filón para los americanos cuya única cultura es la propia cultura del espectáculo (basta con ver una ceremonia de graduación universitaria, que más bien parece una obra de teatro con números musicales y todo). Y no es que los americanos necesiten emocionarse, sino que consideran que, sin emoción, la vida no merece la pena precisamente porque han hecho de cocinar, un acontecimiento, de sacar unas buenas notas, un festival y de la jubilación, una ceremonia. Por supuesto que Europa también ha hecho cosas potables con el trasfondo histórico. Sin embargo, es muy interesante que el punto de vista europeo, a pesar de su indudable calidad, tiene un tinte marcadamente pesimista mientras que los americanos hacen de la derrota, una gloria. Salvo, quizá, muchas de las películas sobre Vietnam que se tiñen de la amargura e incluso de la locura a la que arrastra la verdadera guerra. "La reina Margot", es un ejemplo (a pesar de esa obsesión por mostrarse en pelota picada durante todo el tiempo). O, incluso, los británicos y su última moda de llevar al cine sus modelos históricos (en su opinión) más recientes como "The queen", "El discurso del rey" o "La dama de hierro", de próximo estreno, en las que nos intentan vender a personajes ejemplares que, cuando menos, son bastante discutibles (quizá con la única excepción de la película de Hooper). Aquí es rarísimo, en el cine post-dictadura, el enaltecimiento de alguno de nuestros hechos históricos, precisamente porque no exsitimos como nación, como concepto aglutinador de personas con idiomas e intereses comunes. Aún estoy esperando una película sobre el apasionante espionaje de don Francisco de Quevedo en la corte del Dux por encargo del Duque de Osuna, o sobre la gesta del héroe de Cascorro (que podría estar enmarcada perfectamente en el desastre de Cuba), o sobre nuestro particular "Senderos de gloria" sobre el regimiento republicano que reconquistó Teruel y después fue sometido a Consejo de Guerra por querer disfrutar de un permiso. No, no, eso no vende, ni es interesante y además descubre que algo, en algún lugar del tiempo, sí tuvimos en común.
Abrazos en cartón-piedra.
Sin embargo, en momentos en os que la patria era lo primero y más importante, épocas cercanas en el tiempo y tristes para bastantes, en pleno franquismo se hacía un cine de enaltecimiento del español, soldadito español soldadito de España, cuando Numancia era un referente, y ahí nos encontramos con una película que aun a pesar de su posicionamiento político y su aleccionamiento ideologico me parece bastante interesante "Los últimos de Filipinas" mucho más crítioca de lo que alguno hubiera querido aunque sólo fuera por lo estupido de la pretendida gesta heróica.
En cuanto a lo de abordar pasajes de nuestra historia, puedes tener razón en la parte que nos toca la ideologia, la guerra civil aun no está superada mal que nos pese. Pero hay intentos de llevar al cine otros momentos, tu mencionabas a la católica y a su hija, la televisión ha tratado a los comuneros e incluso a Viriato (luso, pero ibérico), se ha intentado con "Los Borgia", con más pena que gloria, o "La princesa de Eboli".
No obstante, me parece interesante lo que apuntas de temas que aun no han sido tratados convenientemente....¿nos ponemos a ello y montamos un guión entre los tres?...Lo mismo despues de tu biopic llegan los Coen y nos adaptan.
Abrazos emprendedores
Por supuesto, Carpet, sin duda. El régimen identificó tanto la historia con sus ideas que llevar a cabo esas ideas, no sólo ha provocado el olvido de cualquier momento de nuestra historia que nos identifique como nación y con una historia en común, sino que ha hecho que la Guerra Civil, por ejemplo, fuera una guerra de buenos contra malos cuando no fue así. Fue el reflejo del fracaso de una sociedad que, sencillamente no funcionaba. El terror de los bien pensados hace que no se pueda pensar que ninguno de los dos bandos tenía razón y el cine, una y otra vez, se ha empeñado en posicionarse en uno o en otro lado atendiendo a simplistas razones ideológicas. De ahí, como bien dices, el valor de "Los últimos de Filipinas". Tanto como "La princesa de Éboli" tenemos "La conjura de El Escorial", de Antonio del Real, muy honesta pero fallida debido a un reparto inadecuado y a una dirección de actores muy errada.
Si hay que escribir un guión, nos ponemos qué diablos. Y si nos adaptan los Coen, seguro que tiene gracia, de una manera o de otra.
Abrazos desde la trinchera.
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