jueves, 29 de diciembre de 2011

EL TOPO (2011), de Tomas Alfredson

Con esta excelente película, quisiera dar un abrazo a todos los que entráis habitualmente por aquí para desearos un feliz Año Nuevo. Que el cine sea una válvula de escape que nunca traiciona en unos días que se adivinan muy, muy amargos. Y procurad cumplir la mayoría de vuestros deseos. Eso, amigos, es la vida.

La confianza es una palabra demasiado extraña en el mundo del espionaje. Nadie está a salvo de la sospecha. Ni en la negligencia, ni en caso de infiltraciones. La guerra fría está en su apogeo y los héroes no existen. Sólo vidas atormentadas, trayectorias destrozadas, decepciones aseguradas y encontronazos continuos con la nada. La indiferencia aparente llega a ser una herida que supura rencores y desprecia amistades. El fracaso está servido. Sólo queda atrapar al que habla más de la cuenta.
Un papel que no debería estar en una cartera es un movimiento decisivo en una partida de ajedrez en el que la dama parece sostener los hilos. Los agentes manejados como marionetas que son eliminados del servicio en cuanto se rompe la lógica. Las miradas se suceden y la lata de gusanos sólo puede abrirse desde fuera. Dentro hay demasiadas ratas merodeando en los más bajos instintos, en los más sucios secretos, en la determinación de esconder sin ser descubierto. Espías que hurgan en las cloacas para saber dónde hay fugas. Pero el hedor de la traición no deja de saturar el aire viciado que se forma cuando nadie dice la verdad.
Para lograr los propósitos de la infamia, no se duda en sacrificar vidas, en dejar a su suerte a enviados especiales, en pagarse favores con magnánimos desprecios. Lo confidencial comienza a convertirse en algo tan prescindible que la evidencia resulta un mero disfraz. Los gestos amargos se confunden de continuo con el rostro de la impasibilidad y nadie se acuerda ya de huir de la quema. Sólo de seguir quemando.
Saludes rotas. Matrimonios en proceso de destrucción. La vida privada es el servicio y la obsesión. Los ojos hablan pero las arrugas se acentúan. Dentro de cada fanático hay una debilidad. Y las debilidades se explotan para acabar con el más fuerte. El gris del día parece fusionarse en las gabardinas con los bolsillos repletos de la desolación. Trabajar para los servicios secretos no es ninguna ganga. Es una condena, amigo.
Dentro del apasionante realismo que John Le Carré supo imprimir a cada una de sus novelas de espionaje, nos encontramos ante una película que no tiene un ápice de acción más que en el recurso del raciocinio. El espectador tiene que estar dentro de la trama para comprender todas las motivaciones y todas las reacciones. Si no, el resultado será un jeroglífico cifrado que nadie va a resolver. La dirección es precisa y centrada en transmitir la ambientación de una época en la que no había ni sofisticación, ni encanto. Sólo decisiones en una mesa codiciada. Sólo dedos apuntados en lugar de armas cargadas. En medio de todo ello, hay una interpretación excepcional con el rostro de Gary Oldman. Comedido en sus expresiones y, sin embargo, transmitiendo todos y cada uno de los mensajes que pasan por el pensamiento de un hombre que ya está de vuelta de todo, incluso de las trampas de la salvaje ambición. La banda sonora de Alberto Iglesias, adecuada y certera, oscila entre la inquietud y la derrota permanente que destilan estos encargados de formar redes, de construir sospechas, de aniquilar esperanzas, de morder bajo la piel, de acabar con el espíritu y de controlar el ansia. Y aún así, todo es tan agrio como la hiel, tan ácido como difícil, tan odioso como comprensible. Más allá de los muros grises que guardan los secretos más reservados, hay una hoguera de indeseables donde sobrevive el más fuerte y el que más sabe.
A pesar del esfuerzo, la sensación al salir del cine es el haber asistido a una gran historia, a unos desencajes que rozan la rendición pero que, no obstante, llegan a la ruptura con la fantasía y te dejan con los pies bien clavados en la tierra. La política es el arte de hacer que otros limpien las inmundicias de un alcantarillado construido con tanta imprudencia como ignorancia. Es el destino de los países que mandan.

8 comentarios:

Carpet dijo...

Mis mejores deseos para este 2012, que te sea mejor aun que el 2011 si es posible.
Veremos a ver si es posible acercarnos a ver a Oldman (impasible el ademan) controlando todos sus excesos gestuales y disfrutando (no sé si esa es una palabra adecuada para Smiley y LeCarré) de esta película.

Que la aventura editorial del próximo año te sea benigna y que nosotros lo gocemos, (como lectores, claro...aunque se acpeta que nos invites a un gin-tonic con los petrodolares obtenidos).

Abrazos positivos.

César Bardés dijo...

Muchas gracias por tus deseos. Acércate porque es una película que merece la pena de verse aunque sea un poco como bajar a las cloacas.
Espero que la aventura editorial merezca la pena y que se mantengan los planes porque en los días que corremos todo pende de un alambre. En todo caso, el gin-tonic se hace efectivo en cuanto tengáis una oportunidad, que bien os lo tenéis merecido.
Abrazos protónicos.

dexter dijo...

Pues fíjate que anoche iba a ver esta peli, pero al final opté por darme una vuelta en el asiento de copiloto con Ryan Gosling. Ya te contaré la semana que viene, aunque ya te adelanto que lo que más me gustó fue ver al propio Ryan con un mono manchado de grasa, uff, en fin, cosas mías. La del calderero, el sastre y el espía, la dejo para el año que viene, que me va a gustar, y mira que la anterior del Alfredson, esa de los vampiros suecos, le debió gustar a todo el mundo menos a mí.

Propósitos, buenos deseos para el año entrante. Yo os deseo a todos los que leéis esto lo que ya os han deseado estos dos, pero multiplicado por diez.

Abrazos limpios de grasa

César Bardés dijo...

Lo de "Drive" me toca esta noche, que voy con un ligero retraso por culpa de las fiestas y de tanta zarandaja navideña. Sigo recomendando "El topo", sobre todo si estáis dispuestos a meteros en la trama y seguirla cual perro olisqueante (confieso que yo tenía algo de ventaja porque había leído la novela previamente).
Abrazos para ti también, Dex. Sin tuercas ni dobles vueltas.

Anónimo dijo...

La película es notable alto.
El montaje me ha encantado. La fotografía cojonuda y certera para-con la peli.
Cuando ruedas y tiras planos, lo suyo es que dejes colas para montar. Entiendo que se ha hecho así en esta peli, logicamente. Aquí el montaje parece una muy leve expresión del de "A bout de souffle", en cuanto a montaje se refiere. Eso si, montando de puta madre y haciendo mas desasosegante si cabe el filme.

César Bardés dijo...

Estoy de acuerdo en que el montaje es vital en esta película pero no estoy tan de acuerdo en que el montaje sea tan "libre" como el que utilizó Godard para "Al final de la escapada". Creo que aquí se manejan los tiempos con excepcional brillantez y que los continuas "flashbacks" y "flashforwards" son pequeñas películas insertadas con una enorme precisión que carece del montaje un tanto anárquico del que hizo gala Godard. Eso sí, la fotografía de grano grueso es magnífica para expresar la densidad de un ambiente que se puede llegar a mascar. En todo caso, bienvenido por estos lares y feliz año nuevo.

dexter dijo...

Sabes qué me pasa con este tipo de pelis y de novelas, Bardés? Que me pierdo. Sus argumentos son siempre tan enrevesados - no recuerdo haberme aburrido tanto en la vida como viendo a Richard Burton en "El espía que surgió del frío"-y uno a la vez es tan cortito... De todas formas,ésta dentro de lo que cabe no se sigue del todo mal. De todas maneras, creo que olvidaré los pequeños detalles de la trama dentro de nada. Me quedaré con una ambientación excelente, una atmósfera insuperable a la que contribuuye de manera notable la envolvente partitura de Alberto Iglesias o esa fotografía granulosa y en neblina que le da a la cosa cierto aire a serial de la BBC. Me quedaré con unas interpretaciones sublimes de todo el elenco, pero especialmente de un Gary Oldman, inmens, un Colin Firth sobrio, al que se agradece que el Oscar no se le haya subido a la cabeza y no le dé por tartamudear ni hacer aspavientos, o un gran Toby Jones, ¿el mejor Capote del cine? En fin, que me ha gustado, no obstante mi Le Carré favorito siempre será el de "El jardinero fiel" (por cierto que no me di cuenta hasta hoy, pero Iglesias repite con Le Carré).

Abrazos nebulosos

César Bardés dijo...

Es muy fácil perderse, desde luego. De todas formas, lo difícil es no perderse dentro de un argumento firmado por John Le Carré. Yo, la verdad, es que estuve muy metido dentro de la trama y seguí perfectamente sus ramificaciones y disgregaciones y salí verdaderamente un poco acongojado de esas vidas grises hasta la tristeza más burda. En cuanto a los Le Carrés favoritos...bueno, me gusta mucho "El jardinero fiel", sin duda, y yo aún diría que es un Le Carré bastante atípico, más perteneciente a su última época. A mí me gusta mucho el Le Carré de "Llamada para un muerto" y Sidney Lumet lo hace extraordinariamente bien. Lo cierto es que, habiendo leído la novela, es genial la adaptación de un tocho de más de 400 páginas, muchísimo más enrevesado y que se haga de forma comprensible dejando sólo el esqueleto de lo que apunta el original literario. El reparto, también, me parece de lo más acertado, pero mención de honor sin duda para Gary Oldman y, ojo, a mí me sigue gustando mucho Mark Strong, un tipo que me parece extremadamente competente y que, sin embargo, no le dan demasiados papeles para su lucimiento y que aquí sí que brilla bastante. En cuanto a que Toby Jones es el mejor Capote del cine, no sé si estar de acuerdo, lo hace muy bien y lo que se plasma en "Historia de un crimen" no me lo acabo de creer del todo aunque es una dignísima película y que tuvo la desgracia de nacer al mismo tiempo que el "Capote", de Seymour Hoffman, quizá más complejo dramáticamente.
Abrazos en susurros.