jueves, 19 de enero de 2017

LA CIUDAD DE LAS ESTRELLAS - LA LA LAND (2016), de Damian Chazelle

Las luces parecen brillar algo más en las noches de Los Ángeles. Es como si esa ciudad de infinitos carriles para el tráfico, cemento transparente y oscuridad herida cursara una invitación para que los sueños salgan de su escondrijo y  se conviertan en melodías que se disgregan en desvíos imposibles, en vidas que deberían haber sido y no son, en éxitos que son cimas inalcanzables pagadas a precios desorbitados. Es una novia para las estrellas a las que, tal vez, no deja brillar en toda su intensidad.
La oscuridad deja paso a un río de luz en medio de algún club nocturno donde el humo parece  la música que todos desearíamos escuchar. Los dedos resbalan por las teclas de un piano que grita por la improvisación y aprisiona por lo esperado. La mirada del intérprete se clava en ese muestrario de blancas y negras que lanzan continuos mensajes al aire esperando a ser descifrados y todo parece que se detiene, como una íntima sucesión de notas al borde de la pasión. Quizá, en algún lugar del pensamiento, haya un sitio ideal donde ese aparente desorden melódico tenga cabida, donde, de nuevo, se establezca el espíritu de Charlie Parker con su saxofón, o el de Lionel Hampton con su vibráfono, o el de Harry James con su trompeta, o, incluso, el de Joe Pass con su guitarra. Es un lugar que habita en los sueños del pianista, náufrago en esa ciudad de cielos azules en la que siempre es verano aunque no lo sea para los sentimientos. En esa última nota en sostenido yace la idea de que la rendición no debe existir, al igual que tampoco debe persistir la corrupción por la música más fácil, más vendible, más sencilla. Porque si se permite esa corrupción, entonces el sueño se va evaporando y deja su sitio a la comodidad. El sueño es como el amor, necesita alimentarse, necesita bailar de vez en cuando, necesita un poquito de magia para seguir respirando.

La ansiedad es el factor dominante cuando la humillación del silencio se repite una y otra vez. No es fácil intentar triunfar en el mundo de la actuación dramática. El arte de la interpretación escénica, al fin y al cabo, radica en el gesto adecuado en el momento oportuno y hace falta tener ese momento cuando unos desconocidos te permiten una audición para hacerte con un papel. Es como estrellarse contra un muro una y otra vez y levantarse como si nada hubiera pasado, es como arrojarse a un río y cantar con una sonrisa que todos estos insensatos son los que, al final, nos otorgan ratos inolvidables en un teatro o en una sala de cine. Pero nuevamente el sueño se presenta y el precio es alto. Tal vez porque las cosas nunca fueron como debieron ser. Tal vez porque, alguien, en algún lugar, ha entendido cuál es el espíritu del musical y ha dejado que la cámara y la inspiración fluyan en una película, dejándonos con un inconfundible sabor a gloria en la derrota y asegurándonos un buen rato de talento con la química de los protagonistas, la intensidad en los temas musicales, el aroma de viejos años con Noches en la ciudad, de Bob Fosse; Melodías de Broadway, de Vincente Minnelli; El apartamento, de Billy Wilder y Cantando bajo la lluvia, de Gene Kelly y Stanley Donen, en la memoria. Y así, a pesar de todo, a pesar de que hemos pagado el precio de la emoción, de la tristeza, del fracaso y de la renuncia, la sonrisa no nos abandona al salir del cine y algo inasible y maravilloso salta en el interior de nuestro corazón. Como un brindis por los insensatos que hacen que la vida sea un poco más hermosa. 

6 comentarios:

dexterzgz dijo...

Vi la película el día del estreno en la primera sesión que había en versión original. Tenía muchas ganas. Mi intención era acercarme ayer al cine para volver a disfrutarla, pero el frío reinante me echó para atrás. Puede que en la película haya un día soleado tras otro, pero lo que es aquí. En este sentido, es un musical nada realista.

El caso es que yo creo que es una película que no sólo invita a soñar como reza la publicidad sino a verla una y otra vez. Y verla en pantalla grande, así que hay que aprovechar el tiempo que esté en cartel. Con esos logos de "Cinemascope" Y "The end" (¿esto es spoiler?) te sientes en las estrellas y en el cielo.

Y empieza la película. Y estás en un atasco, en una ciudad masificada, pero es un día soleado y no pasa nada, nos ponemos a bailar. Yeahh, ese es el espíritu del musical. Pedazo de comienzo sin duda.

Y comienza la historia. Chico conoce a chica, y que bonito sería si tú nos pudiéramos enamorarnos pero oh, qué pena, no podemos. Pero mira, qué maravillosa puesta de sol, vamos a ponernos a bailar. Momentazo.

Y así todo. Aunque llega un momento en el que yo noto cierto bajón de ritmo. Desaparece el espíritu de musical y la película se torna melodrama. A secas. Vaya, por Dios, con lo bonito que era cantar y bailar. Hasta en "Grease" en ese momento de "bajón" Olivia se marcaba el "Hopessly devoted to you" que hacía que la magia y el espíritu no decayesen. Aquí para mí sí hay ese bajón, aunque desde luego la remontada es ESPECTACULAR y el apoteosis final MÍTICO.

Supongo que esto dará que hablar. De momento abro el baile.

Abrazos de colorines

César Bardés dijo...

Bueno, digamos que en todos los musicales hay determinado momento en el que se para la diversión y viene la parte más "explicativa" podríamos decir. Quizá una excepción a esa regla sea "Cantando bajo la lluvia". En cualquier caso, ese cierto bajón de ritmo tiene para mí una enorme virtud y es que hace que nadie se canse de las canciones, uno de los caballos de batalla de los musicales, especialmente modernos. Una canción tras otra sin apenas nada de acción entre medias...creo que la vocación de esta película está en intentar llegar a todo el mundo. Que los amantes de las historias de amor se queden prendados. Que a los que nos gusta las coreografías bien ensayadas, se queden boquiabiertos. Que a los que les priva el musical cantado, se queden pegados. Que a los que les maravilla la factura visual, puedan soñar. En ese sentido, creo que la película llega sobradamente a su objetivo. Evidentemente, considerar a este musical como algo falto de realismo, es una solemne tontería y es no tener ni idea de lo que se ha ido a ver pero opiniones hay para todos los gustos y, en los tiempos que corren, nada, todo el mundo está cualificado para opinar.
Es cierto que otras voces más autorizadas que yo también se quedan agarrados a ese supuesto defecto que es el giro al melodrama que da al final (cierto es que se perdona por ese subidón final) aunque yo creo que es acertado. Más que nada porque, sin dejar de ser un musical amable en todo momento, no es feliz y eso hace que el público salga con una sonrisa a pesar de todo. Para mí, todavía tengo que ver al resto de candidatas en una maratón que me espera en el mes de febrero (lo de reducir el tiempo para ver las nominadas en un mes es de juzgado de guardia) pero, por supuesto, me parece una de las favoritas indiscutibles, candidata a todos los premios y a barrer de largo.
Abrazos bajo la farola.

CARPET_WALLY dijo...

Se puede bailar en las estrellas, se puede estar de bajón y que tus amigas a base de ritmo y colores te animen a ir de fiesta, se puede salir de un atasco matutino a base de cantar, bailar y dar saltos imposible. Se puede, si se puede, Yes, we can. Yo lo hice.

Era el musical de toda la vida, aquel con en el que Gene, Debbie y Donald me daban los buenos días, ese en el que Fred y Ginger bailaban cheek to cheek, o el mismo Fred animaba a Audrey en una plaza de París, o...

Si, el musical de siempre...¿de siempre?...no, no tanto. esa coreografiara coral del inicio en exteriores y en casi plano secuencia ...esa cámara sumergida que emerge para que apreciemos los bailarines y sigamos con la música. No, no es el musical de siempre, porque de pronto, en media hora, ya tenemos a la chica con el chico y eso antes sólo sucedía al final y tenía que haber un equivoco e irse enamorando despacito...

Y ya no es un musical simple y superficial y ahora parece un melodrama porque la música apenas se ve, porque las danzas parecen paradas...pero no, siguen ahí, lo que pasa es que están tan integradas en la historia que apenas las ves y se marcan un numerazo en un concierto y no lo ves como musical y sigues y la historia de amor ya no es la de un musical.

Y de pronto nace una canción, nace una actriz y el mundo da un vuelco y la película sube y sube y sube...y ya nada es lo que parece y pone The End....

Y sales del cine y coges a tu hija y te pones a bailar bajo las estrellas y sabes que si lucha por sus sueños bailará donde quiera. Y los colores siguen vivos y la emoción no se pasa y en cuanto suenan unas notas el mundo se para y pasan cosas a tu alrededor pero tu eres ya otro.

Qué maravilla, que película. Que grande Chazelle...

Sigamos hablando

Abrazos sin echar tierra

dexterzgz dijo...

Yo creo que hay que hablar de la impresionante química también que despliegan Gosling y Stone. Pero, en efecto, por encima de todo, el verdadero héroe se llama Chazelle. Es posible que ese bajón que muchos vemos le de todavía mucho más realce a ese maravilloso final. Y por encima de los aspectos técnicos que son destacadísimos (fotografía, vestuario...) y los artísticos (lo de Enma y Gosling repito es impresionante) está Chazelle que se propone llevarte al lugar donde quiere en todo momento. Cierto es que la grandeza es que siendo un musical que no tiene el clásico happy end (¿acaso esto no es realista?) la gente sale muy contenta del cine. Yo no salí flotando a dos palmos como aquí el amigo pero a uno y medio a lo mejor sí. Hay un par de detalles que me encantan, pero no sé si será un spoiler para quien nos lea como cuando Emma pasa con su coche por el Rialto o estamos bailando en la escena del mirador con mucho swing y de repente suena algo. Uff, qué difícil es hacer spoilers sin spoilers.

Abrazos desde el observatorio (guiño a Emma)

CARPET_WALLY dijo...

Spoiler o no, he de decir algo o reviento.

El martes, pasados ya 4 días de haber visto la pelicula nos encontrabamos mi hija y yo en la cocina y recordando la peli busqué y encontre el "Mia and sebastian Theme" (que es un temazo). En ese momento le dije: ¿Sabes cual es mi momento preferido de todos los preferidos?.
Ella contestó: Di tu el tuyo y yo te diré el mio.
Comencé: La audición....
Y ella gritó: ¡¡¡En sombras chinescas!!!.
¡¡¡Siiii!!!, gritamos los dos emocionados...que maravilla de momento, que fácil, que genial.

Es una película que hay que ver más de una vez, no porque vayas a descubrir nada nuevo, no porque pienses que no va a resistir una revisión (a veces les pasa a los musicales), sino porque es una película para disfrutar muchas veces.

Y con respecto a lo que decis del "bajón" ( yo no lo considero así) y para confirmar lo que dice Bardés de gustar a todos. Mi mujer dice que ella entró en la película verdaderamente cuando bajó el pistón de canciones y números musicales, que hasta ese momento le estaba pareciendo una cosa muy simple y demasiado ligera e incluso empezaba a aburrirle. Pero esa vuelta de tuerca y ponerla en el suelo tras ese inicio le hizo engancharse.

Luego comentábamos si Gosling y la Stone merecían Oscar, ella decía que a ella le gustó mucho más Amy Adams en "la llegada" y yo argumentaba dos cosas: La primera es que a mi me parece que un papel dramático esbastante más facil si eres una buena actriz o actor y logras enganchar al personaje. es más intenso, pero con recursos se "ve" la capacidad de la actriz 8 o el actor). sin embargo en algo más ligero parece que no hay esfuerzo, que todo es cómodo y sale natural y eso es mucho más difícil. Además hay que sumarle que Amy sólo actúa (y muy bien), pero Emma actúa, canta y baila (un plus a valorar) y finalmente si a la Hatthaway se lo dieron por el momento "I dreamed a dream", lo de "auditión" no se queda muy atrás.

Todo lo dicho con la Stone, vale para Gosling otro que actúa a base de miradas (caídas de ojos para Boyero) y una media sonrisa, pero que utiliza maravillosamente para hacernos comprender cada momento del personaje.

Abrazos en un concierto mirando y diciéndolo todo en medio de la vorágine

César Bardés dijo...

Pues es cierto que el trabajo de Stone y Gosling es maravilloso (esta vez la Stone sí me llega, sí que tiene mimbres, sí que me hace concebir esperanzas) y que la realización de Chazelle es espectacular y entendiendo en todo momento las reglas del musical clásico, casi en una sola toma, de cuerpo entero, coreografía de verdad, curro, en suma (¿comparamos con otros musicales modernos? No, no, que no quiero hacer sangre). Y también estoy de acuerdo que el momento de la audición es uno de los mejores momentos de la película y que Stone, solamente por esa escena, merece ya el Oscar (a la espera de lo que ha hecho la Portman en "Jackie"). Es más, el título de este artículo ha sido "Un brindis por los insensatos" que es una frase que dice ella en esa audición. Un momento álgido.
En cuanto a Gosling, a mí me parece un actorazo desde hace ya tiempo y, desde luego, es otro que merece el Oscar igual que Leo merecía el suyo. Yo tampoco salí con dos palmos sobre el suelo pero salí contento, feliz, limpio, encantado y con ganas de bailar.
Abrazos desde el atasco.