jueves, 27 de abril de 2017

LA ALTA SOCIEDAD (2017), de Bruno Dumont

No suelo contar escenas de las películas que veo, pero esta vez voy a hacer una excepción para que ustedes se hagan una idea. Imagínense un ágape en un jardín. La casa, de motivos egipcios, se halla enclavada en lo alto de una colina desde la que se divisa una vista preciosa según los personajes de la película aunque a mí me parece un paisaje de fango y viento. Se celebra la medio resolución de un caso de desaparición por parte de un comisario de policía que tiene más kilos que un elefante africano y que recuerda lejanamente a Oliver Hardy. Hay discursos pomposos de agradecimiento y copas en las manos de todos los asistentes. El comisario flota. Sí, flota. En el aire. Como un globo. Solo le sujeta a la tierra una exigua soga que sostiene su ayudante, una especie de Stan Laurel metrosexual. De repente, el ayudante suelta la cuerda y el comisario se ve arrastrado por el aire hacia el mar. Todos corren aterrorizados tratando de alcanzar la cuerda para agarrar de nuevo al comisario. Franceses, no cabe duda. André Gide debe de estar riéndose en su tumba.
Bueno, pues esto es una escena tras otra. El surrealismo más absurdo se da cita en esta pseudohistoria sobre desapariciones en unas marismas, con una familia de la alta sociedad en la que el incesto es de lo más normal por un lado y otra de pescadores mejilloneros que se ponen las botas de comer carne humana. No, no me he vuelto loco. A una escena absurda, le sigue otra más absurda. El espectador comienza a cansarse de tanta tomadura de pelo. Varios se salen de la sala. Se escuchan comentarios en voz alta expresando verdadera indignación. Por ahí se ve a Fabrice Luchini andando de una forma tan extraña que se antoja un candidato perfecto para un centro de turutas. Juliette Binoche, habitualmente tan comedida, es una dama grotesca, de gestos exagerados y fingidos, irritante hasta el guantazo. Valeria Bruni Tedeschi levita (sí, otra que flota) y la burla se establece como lenguaje. Posiblemente, a los franceses esto les parecerá el colmo de la originalidad y de la hilaridad (la película atesora nada menos que nueve nominaciones a los Premios César), pero a un espectador normal, de formación media, se le descoloca la mirada y el humor comienza a torcerse peligrosamente hacia la psicopatía.
Y todo para contar una parábola, torpe, despreciable y mediocre, sobre la estupidez humana con el mensaje más bien insultante de que el pobre es estúpido por falta de medios y el rico es un estúpido hecho a sí mismo. Sin orden, ni concierto, las escenas se suceden con tal falta de sentido que hay que hacer acopio de razón y pensar que, para apreciar algo bueno, de vez en cuando, también hay que ver cosas como ésta. Para desgracia de los que creen que el cine español es malo, les invito a que se acerquen hasta esta película y cambiarán radicalmente de opinión. Palabrita del niño Jesús.

Los demás, no pierdan el tiempo. Váyanse a un soleado parque y disfruten de la tarde. Aprovechen para cenar en algún sitio que realmente les guste. Cultiven el arte de la conversación con los amigos más cercanos o, si verdaderamente quieren ver algo de cine, agarren algún clásico de toda la vida y véanlo por enésima vez. Estoy seguro de que cualquier comentario que hagan, por serio que sea, será mil veces más gracioso que esta cosa sin nombre, de la que no se van a acordar porque la memoria es sabia y olvida lo malo con mucha facilidad. Afortunadamente, por supuesto. 

5 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

pufff, que poco sensible te veo... te adjunto por si no lo has leído la critica de El Periódico de Cataluña.

"Es un filme sobre la diferencia de clases, en 1910, planteado con un también extraordinario sarcasmo en todos los sentidos. No es el menor de ellos que los representantes de la clase burguesa estén encarnados por actores profesionales y bien conocidos que llevan sus personajes al límite de lo ridículo y lo estridente (Juliette Binoche, Fabrice Luchini y, en menor medida, ya que es la más contenida, Valerina Bruni Tedeschi), mientras que los miembros de la clase obrera son actores no profesionales. La dialéctica de clases desde la dialéctica del 'casting'.

La película es tan crítica y cínica como humorística y evasiva, un muestrario ingenioso e inteligente del humor que viene desplegando Dumont mezclado con elementos procedentes del cine cómico mudo, caso del estilo salvaje de Mack Sennett o la estrafalaria pareja de policías que investigan una serie de desapariciones de turistas en el lugar, y que están inspirados en Stan Laurel y Oliver Hardy (el gordo y el flaco); o incluso de Jacques Tati en cuanto al retrato sarcástico de la bobalicona clase acomodada, ya presente en títulos como 'Mi tío'.

Dumont combina esta mezcla de humor e intriga dramática, de retrato de la lucha de clases y semidocumento de la zona de Calais (fusiona muy bien la ficción con el documental, aunque este sea tan iconoclasta) con una estilización refinada. Lejos de chocar con lo abrupto de sus personajes, esta estética confiere al filme uno de sus particulares encantos. La fotografía, el tratamiento de la luz y el empleo del color remiten a Gustave Courbert (su más conocido lienzo, 'El origen del mundo', que muestra el sexo femenino en su plenitud, ya estaba presente en una de las primeras películas del director, 'L’Humanité') tanto como a William Turner y sus instantáneas de cielos fundidos con mares y lagos.

De este modo, con momentos casi fantasmáticos como la imagen del barco grande, oxidado y varado en la playa cual Leviatán, otros descarnados (la comprobación de la descendencia incestuosa en la familia burguesa) y muchos terriblemente divertidos (el orondo policía que se estira en horizontal en el suelo pero luego es incapaz de levantarse por sí mismo), 'La alta sociedad' se ríe de un mundo perdido a la vez que lo respeta; lo enaltece y lo ridiculiza en un equilibrio narrativo en el que Dumont se está convirtiendo en un consumado especialista. "



Casi nada, Quim Casas y tu habéis tenido casi las mismas percepciones. Así las cosas te diré que me fió mucho más de tu criterio.

Abrazos flotantes.

César Bardés dijo...

La verdad es que no lo había leído. Es cierto que sabía que la película estaba teniendo muy buenas críticas y que voy contra corriente pero, chico, qué quieres que te diga, me parece una mierda muy grande. Contestemos pues:
¿Que la película trata sobre la diferencia de clases? Sí, eso ya lo sé. Ya lo apunto. Unos son estúpidos por obligación. Los otros son estúpidos por elección. Maravilloso mensaje. Ahora bien. Lo del sarcasmo (que lo tiene) no tiene mucho aquél porque una cosa es el sarcasmo y otra cosa es poner en ridículo a unos y a otros por igual (los ricos discuten por una pierna de cordero, los pobres por el sabor de unos pulgares de un pie recién cortaditos, también maravilloso). Y lo del casting, sinceramente, me parece una parida. Que sean profesionales unos y los otros, no, pues vale...¿qué me quieres decir con eso? Que iguala fondo y forma, pues eso, al espectador medio le toca las narices, bien tocadas. Todos son igual de estúpidos.
La película es crítica y cínica...lo de humorística...vale, será que yo no tengo sentido del humor y no sé apreciar una buena comedia. Una cosa es que el sentido del humor te parezca brillante y agudo y otra es una sarta de tonterías, una tras otra, supuestamente graciosas (ya sabemos cómo es el sentido del humor francés). El policía gordo a lo Oliver Hardy que va a bajar una ladera hacia la playa y dice: "Mire...como me voy a caer igual...voy a bajar rodando..." y cae rodando hasta la playa mientras grita el nombre de su ayudante para que le pare...de partirse la caja, vamos.
Lo de evasiva sí lo es, sí. Tan evasiva que la gente se salía del cine. Es más, al acabar la película, un señor de unos sesenta años, con una voz lo más potente posible como para que lo oyésemos todos, decía: "Posiblemente, es la peor película que he visto en mi vida". Está muy cerca, desde luego.
¿Humor e intriga dramática? Bastante le importa a Dumont el supuesto misterio policíaco (turistas que son asesinados para que los pobres se los coman...al final, ni siquiera se sabe qué ha ocurrido con ellos). ¿Estilo salvaje de Mack Sennett? Tú no has visto a Mack Sennett y a sus Keystone Cops, ni de lejos. A no ser que consideres que ir corriendo detrás de un tío que flota en el aire te parezca el colmo de las persecuciones más graciosas. Lo de la clase bobalicona que retrata Tati, de acuerdo...pero una cosa es ponerles de bobalicones y otra ponerles de desquiciados estúpidos que no dicen más que gilipolleces del dieciséis. Lo de la Binoche es para ponerla a ostias como un canasto. Hipersobresuperactuada, inútil, nada graciosa...con unas caras que son de clásico de Ciempozuelos. Horrible. Salir corriendo detrás de su hijo/hija (es que no se sabe muy bien lo que es) y que den un salto que para sí quisieran los de "Tigre y dragón"...genial. Gracioso a tope.

César Bardés dijo...

Retrato de la lucha de clases (qué fantástica frase, la tengo que meter algún día en un artículo), semidocumento de la zona de Calais (pero...si está ambientada en 1910...qué semidocumento) teniendo en cuenta que lo que sale es una cala en la que se pesca en el fango y unas aguas que sirven como excusa para que los pobres (aún teniendo barca) cogen a los ricos y les cruzan por el agua en brazos a cambio de unas monedas. Estilización...fotografía..."tratamiento de la luz" (otra expresión maravillosa, luego dicen que somos unos gafapastas), Courbert...sí...y por qué no nombras "El conejo ágil" de Picasso...en el que no había ningún conejo, ni mucho menos alguien ágil. Lo de Turner...en fin...no has visto a Turner, colega. Ni de lejos, ni de coña. A ver, ponte unas cuantas veces "Barry Lyndon" a ver si lo pillas.
Lo del barco grande, oxidado y varado en la playa...sí, yo podría decir también que remite a Bergman en "Como en un espejo" pero es que sale a consecuencia de que el protagonista, Luchini, decide darse una vuelta con un coche a vela del cual, naturalmente, pierde el control, se tropieza con un murete de piedra y del impacto sale despedido hasta la cubierta del barco. Los demás están viéndolo pero no se dan cuenta de que ha salido despedido (¿?) y como no lo encuentran porque está arriba, en la cubierta, dicen que es otra desaparición de la zona, hasta que aparece tan campante un par de minutos después después del pedazo ostión que se ha metido. Me escurro en la butaca de tanto reír.
Terriblemente divertido el orondo policía que se estira en horizontal en el suelo (menos mal que es en horizontal, si fuera en vertical...) pero luego es incapaz de levantarse...ya te digo yo que el sentido del humor lo tengo muy, muy oxidado, casi tanto como el barco que sale. Lo del equilibrio narrativo sería verdad si hubiera alguna narración, yo no fui capaz de encontrarla.
Crítica gafapasta de cojones. Casi indignante porque es un claro ejemplo de cómo los críticos quieren hacer pasar como algo más que notable algo que no pasa de ser una mierda como pantano.
No sé si dices lo de mi criterio en modo irónico. Después de leer esta crítica, yo también me fío más del mío. Estupideces a mansalva con excusas tontas y palabras grandilocuentes para demostrar lo que valgo. Una mierda. Así. Ya está hecha la crítica.
Abrazos desmesurados.

CARPET_WALLY dijo...

Nooooo...nada de ironía, me fío mucho más de ti de aquí a Lima, precisamente por eso te he puesto lo de Quim, que eso si que iba con recochineo, que son de esas críticas que las lees y piensas que el tipo se ha sentido el más culto que ha pisado la tierra y luego vas al cine y te das cuenta de que es un ganapanes y que lo hace engañando al personal con mucha tontería superflua vestida de intelectualismo insoportable.

Estamos en el mismo barco, amigo...bueno yo habré saltado por los aires hasta la cubierta, a lo mejor, que mis méritos no dan para el pasaje.

Abrazos enormes y buen finde.

César Bardés dijo...

Bueno, en todo caso, gracias por hacer que supere la altura de Quim Casas, eso también da moral para seguir adelante (estoy ahora mismo un poco así así). Sin duda, suscribo palabra por palabra todo lo que sacas de su artículo, creo que es una impresión muy acertada.
Y nada de saltar por los aires hasta la cubierta. Y tus méritos dan para un pasaje de ida y vuelta. Luego, eso sí, a mí se me cae el alma a los pies viendo que TCM confía en este tío para ir dando pinceladas de su, por ejemplo, adorado David Fincher.
Abrazos franceses y pásalo bien.