martes, 27 de febrero de 2024

MELODÍA DE SEDUCCIÓN (1989), de Harold Becker

 

De repente, el abismo tiene forma de mujer. El crimen es terrible y ella puede estar involucrada y, sin embargo, Frank Keller, veterano detective de la policía, se ve irremediablemente atraído hacia ella. Es como si navegara en un mar de amor en el que no se distingue la espuma del agua, en el que no se sabe cuál es la ola buena y cuál es la que te va a arrastrar hacia las profundidades. Es una fuerza de la Naturaleza que hace que él esté asomándose al peligro continuo representado por las curvas inevitables de una mujer que, sólo con la mirada, parece advertir de la nada que se adivina después. La ambigüedad parece insinuarse en sus inacabables líneas de piel y sexo. Quizá las largas noches de soledad han influido en Keller y él quiera caer en el pozo más oscuro que se dibuja en esa forma que ella tiene de lanzar el cebo. Ella puede ser la asesina y, si siente que Keller está demasiado sobre la pista, puede repetir. La pregunta es si al policía le importa mucho lo que haga ella…Helen…sólo Helen.

La intensa psicología del drama policial es un personaje más dentro de esta trama bien dirigida por Harold Becker y espléndidamente interpretada por Al Pacino, Ellen Barkin y el fantástico John Goodman como el compañero de Frank Keller, esa especie de Pepito Grillo de buen humor que le susurra al oído lo que no debe hacer. La música también es una sospechosa y todo está orientado para que el espectador no sepa nunca nada más de lo que sabe el propio Frank Keller, así la inquietud también se instala en el público. Y no sabemos si importa demasiado tampoco porque Helen…sólo Helen…es como un canto de sirena del que no se puede apartar la vista.

Manhattan esboza sus líneas en la noche en un desolador panorama de soledad, de alienación y de asesinato. No es esa parte de ciudad encantadora a la que tanto nos hemos acostumbrado sino una serie de sombras tenebrosas que profieren una amenaza con un rugido de motores y de luces. Puede que ese mar de amor que ofrece Helen…sólo Helen…no sea tan agradable, ni esté demasiado en calma porque en ese bosque de cemento y penumbra se mueven almas corrompidas sedientas de sangre melódica. Incluso es posible que Helen…sólo Helen…sea un puente para llegar a la verdad. Ella, al fin y al cabo, es una dama de la noche, tentadora como el infierno, vulnerable como el deseo, sospechosa como la muerte. No puede haber una interlocutora mejor con ese mundo de secretos y crímenes aunque sea verosímil que no guarde ningún secreto y no haya cometido ningún crimen. Eso tendrá que desvelarlo el detective inspector Frank Keller, un tipo solitario que deambulaba por los bordillos de las aceras de Nueva York y que, de improviso, se encontró con una chica comprando en un supermercado. A partir de ahí, la electricidad subió intensamente, la complicidad erigió dos caras y el misterio quedó encerrado justo debajo de la cintura. Para los dos.

2 comentarios:

dexterzgz dijo...

Curiosamente era una de esas que tienes pendiente siempre y por lo que sea nunca acabas de hincarle el diente. Hace poco lo hice. Y bueno, bien, con esos aires de thriller típicamente ochentero, con alto voltaje erótico festivo un par de años del cruce de piernas de la Stone, y con giros de guión que un poco te ves venir. Pero la película tiene un envoltorio vistoso y unos intérpretes solventes. Mucho se habla de la química electrizante en este film entre Pacino y Barkin, pero a mí me parece todavía mucho más electrizante (y no es nada sexual) es la que tienen Pacino y Goodman como los clásicos "fellas" de peli de los ochentas.

Abrazos en verso

César Bardés dijo...

Sí, estoy de acuerdo. Es una película que está ligeramente por encima de la media. Recuerdo que en su momento se justificó un poco diciendo que fue el regreso de Al Pacino después de una larga cura de desintoxicación de tres años y que quiso empezar con una película como ésta, sencilla, sin demasiadas complicaciones a pesar de la turbiedad que desprende el argumento y que le ayudara a sentirse cómodo de nuevo entre las cámaras. Yo creo que es una película más que aceptable y que merece la pena. Y tienes mucha razón con la química que desprenden Pacino y Goodman. Es que Goodman es un actorazo, le pese a quien le pese (no es un chiste).
Abrazos seduciendo.