Ser un pistolero a sueldo sólo quiere decir que la única fortuna que se tiene es la de seis balas descansando en el tambor del revólver. No hay raíces que conservar. No hay futuro hacia el que mirar. Sólo el alquiler es el presente. Tal vez, de ahí nace mucho desencanto y la única salida sea defender algo como si fuera tuyo. Por mucho humo aplastado en la palma de la mano que protege el percutor que golpea a ritmo de muerte, por más que se quiera encontrar sentido en segar vidas ajenas, por tanto que el amor sea sólo una quimera apartada de la imaginación para evitar ser un blanco fácil y decidir sobre la vida o la muerte de los demás en un inútil intento de existir tomando el cañón de tu arma como guía, como aguja de brújula que marca siempre, siempre, el rumbo equivocado…
Matar no es fácil pero puede ser sencillo para los profesionales del disparo. Los ojos del otro no son más que agujeros donde hundir el proyectil mercenario. No hay sentimientos allí donde se hincan las balas. Sólo, quizá, cuatro cruces en lo alto de una colina para recordar que, como siempre, los perdedores son quienes manejan las armas. Y el heroísmo, además, no es saber manejar una y escupir fuego para causar muerte. El heroísmo es arrancar de la tierra lo necesario para comer. Es limpiar el maíz y amasar el pan. Es levantarse día tras día para conseguir una victoria sobre la vida que apenas dure veinticuatro horas. Pero, claro, eso, en las siempre infantiles mentes humanas, carece de fascinación y provoca sufrimiento en forma de grandes gotas de sudor ingrato, molesto, escurridizo e incesante.
Morir sí es fácil si la vida no deja de golpear con paladas de cal en la piel. Y, sin embargo, no lo es tanto si tras de ti no dejas rastro. Nada cumplido. Nada planeado. Nada luchado. Sólo unos billetes en el bolsillo ganados a sangre y fuego. Por eso, quizá, un puñal en el adobe, o un último acto noble para salvar a unos niños, o un rescate inesperado en el momento necesario por pura amistad, o un lamento de cobardía de cara a un muro en una vida de valentía cobrada. Cuatro cruces. Siete magníficos.
Tal vez por eso, de cuando en cuando, ante una proposición imposible hay que decir que sí. Para no olvidarnos de lo que somos realmente, Para no dejar que el corazón se seque al olor de la pólvora que disparamos en cualquiera de sus acepciones porque no dejamos de ser pistoleros a sueldo todos los días en los que intentamos un camino más corto para llegar a lo que siempre nos hemos propuesto. Y eso no es más que un pedregoso atajo hacia el infierno…
Matar no es fácil pero puede ser sencillo para los profesionales del disparo. Los ojos del otro no son más que agujeros donde hundir el proyectil mercenario. No hay sentimientos allí donde se hincan las balas. Sólo, quizá, cuatro cruces en lo alto de una colina para recordar que, como siempre, los perdedores son quienes manejan las armas. Y el heroísmo, además, no es saber manejar una y escupir fuego para causar muerte. El heroísmo es arrancar de la tierra lo necesario para comer. Es limpiar el maíz y amasar el pan. Es levantarse día tras día para conseguir una victoria sobre la vida que apenas dure veinticuatro horas. Pero, claro, eso, en las siempre infantiles mentes humanas, carece de fascinación y provoca sufrimiento en forma de grandes gotas de sudor ingrato, molesto, escurridizo e incesante.
Morir sí es fácil si la vida no deja de golpear con paladas de cal en la piel. Y, sin embargo, no lo es tanto si tras de ti no dejas rastro. Nada cumplido. Nada planeado. Nada luchado. Sólo unos billetes en el bolsillo ganados a sangre y fuego. Por eso, quizá, un puñal en el adobe, o un último acto noble para salvar a unos niños, o un rescate inesperado en el momento necesario por pura amistad, o un lamento de cobardía de cara a un muro en una vida de valentía cobrada. Cuatro cruces. Siete magníficos.
Tal vez por eso, de cuando en cuando, ante una proposición imposible hay que decir que sí. Para no olvidarnos de lo que somos realmente, Para no dejar que el corazón se seque al olor de la pólvora que disparamos en cualquiera de sus acepciones porque no dejamos de ser pistoleros a sueldo todos los días en los que intentamos un camino más corto para llegar a lo que siempre nos hemos propuesto. Y eso no es más que un pedregoso atajo hacia el infierno…
8 comentarios:
Hablabamos hace poco de Sturgess y comentabas que, salvo "McQ" con John Wayne imitando a Harry el sucio, todo lo de este director era bueno. Yo estoy de acuerdo y esta es una de mis preferidas.
Mucha gente tiene en poca estima esta cinta por comparación con el original "Los siete samurais" de la que se basa. Y a decir verdad, creo que se trata no sólo de una de las mejores revisione sde los filmes originales, sino que esta es especialmente eso una "revision", una nueva forma de ver la historia, una nueva forma de realizarla, una nueva manera de contar lo mismo pero incidiendo en cosas distintas.
La película de Kurosawa es una obra maestra sin discusión, pero la inmesidad de Mifune eclipsa bastante al resto de los samurais. Son siete pero Mifune acapara mucho más que la septima parte de la atención tal vez esa porción es la que deja a los otros 6 (al menos asi lo recuerdo yo).
La película de Sturgess resulta más coral, en general las películas del Oeste hablan de la camaradería, del compañerismo, del juego en equipo. Eso es lo que vemos en esta peli, un equipo de galacticos que van a jugar un torneo contra un equipo de monstruos. ¿ No os recuerda a "Space Jam"? ¿Estoy desvariando?.
Todos los pistoleros son buenos, son de lo mejor, pero ,...ah, amigo todos han caido en el abismo, todos están ya muertos, el borracho, el aburrido de vivir (y de matar), el codicioso sin un duro, el que ya no siente nada...y claro, el joven que quiere ser como ellos.
Ellos que ya no quieren ser. Por eso aceptan la misión. Porque muchas veces les ofrecieron mucho, pero nunca les ofrecieron todo. Es su redención, es el clavo ardiendo, su última oportunidad.
Si en la de Kurosawa, Mifune destacaba, en está peli Steve Mcqueen se come a Yul Bryner en todas y cada una de las escenas. A veces mientras Bryner habla, Mcqueen sólo está a su lado mirando, sin embargo, estás pendiente de cada uno de sus gestos y te olvidas de que el que habla es el otro.
Mcqueen cuenta dos anecdotas -chistes durante la peli. El tipo que se tiro de un rascacielos y que cuando estaba cayendo contestaba a quien le preguntaba como estaba, "por ahora bien"; otro es de un hombre que cabalgaba por el desierto, bajó de su caballo, se desnudó y se lanzó contra un cactus. Cuando los demás le preguntaban porque habia hecho semejante barbaridad, el contestaba "Entonces, me pareció una buena idea"....
Las dos frases, las dos respuestas forman parte de mi particular lenguaje y las repito de vez en cuando ante preguntas que las admiten.
Alguna otra escena como cuando Coburn (grandisimo en este film, habría que hablar más de él) dispara a larguisima distancia y mata a uno de los bandidos en un disparo casi imposible y ante el asombro de Horst Buchold responde "Fallé, apuntaba al caballo", ha sido imitada cientos de veces. O esos niños fans de Bronson ( no de los mejores papeles de un actor que nunca termino de gustarme).
En fin, tengo que irme ya...esta película da para decir tantas cosas....
Abrazos, Carpet.
De hecho, cuenta la leyenda que Akira Kurosawa, impresionado con la película "Conspiración de silencio", le pidió a John Sturges que fuera su asesor para conseguir el mismo tipo de ambiente para su película "Yojimbo" a lo que Sturges accedió pero a cambio de que dejara los derechos de "Los siete samurais" más baratitos para poder su adaptación, a lo que Kurosawa accedió. Alrededor de un año y medio después, Kurosawa vio "Los siete magníficos" y exclamó: "¡Nunca imaginé que mi película pudiera llegar a ser un western...y un western tan bueno!".
En cuanto a "Los siete samurais" creo que el papel que desempeña Takashi Shimura (el equivalente al de Yul Brynner) es también extraordinario y quizá en la película de Kurosawa haya una fisicidad casi brutal frente a la de Sturges.
En cuanto a McQueen...bueno, Yul Brynner sabía muy bien que el advenedizo le estaba robando la película y, como participaba en la producción, le pidió a Sturges que sacara más planos de él mismo y acortara un poco las apariciones de "el chico ese". No sirvió de nada. Creo que todo el mundo recuerda más a McQueen que a Brynner, sin estar mal ninguno de los dos.
Estoy de acuerdo en la enorme personalidad del personaje de Coburn, aunque el artículo haya querido ser un poco más profundo y dejar de lado interpretaciones, fotografías y direcciones, es cierto que su personaje merece unas líneas y que, aunque sea someramente, no dejo de hacer mención sobre él con ese cuchillo en el adobe, símbolo y cruz de un hombre que muere con su carisma y su condena.
Siempre he dicho que los héroes en esta película son los campesinos, que son los que tienen que luchar todos los días y no los pistoleros, al fin y al cabo, mercenarios que buscan una redención que el destino ya ha decidido como imposible.
Muy buen comentario, Carpet, como siempre.
Siempre he oído decir que Los siete magníficos es el western más popular de la historia. Siempre me pareció observar en esta definición algo de retintín y que el término "popular" (¿equivalente a comercial?) se usaba con un sentido despectivo. Como si ser un icono del género no fuera suficientemente mérito por esto. ¿Y qué es comercial? Pues mira, también lo es ET y no por eso deja de ser una obra maestra. No se si esta peli es una obra maestra, a mí me parece muy entretenida y con momentos inolvidables (me encanta el episodio de Bronson y los críos ejerciendo de ángeles custodios). Lo dicho, un icono. Apuesto un millón de dólares a que mientras leíamos tu post, todos estábamos tararendo o reproduciendo mentalmente la partitura de Bernstein.
Pues sí, tanto "Los siete magníficos" como "La gran evasión" han sido menospreciadas una y mil veces tachándolas de comerciales. Y ya estoy pelín harto de preguntar al que lo dice: "¿Te gusta Billy Wilder?". Respuesta: "Sí". "¿Te gusta Stanley Kubrick?". Respuesta: Sí. "¿Te gusta Alfred Hitchcock?". Respuesta: "Sí". Invariablemente es así. Luego, cuando afirmo que los tres eran directores comerciales me dicen que de ninguna manera, que eran maestros, que hacían el cine que querían, que pasaban por encima de gustos si tenían algo que contar, bla, bla, bla. LOs tres hacían películas mirando a la taquilla y, cuanta más hacían, mejor porque eso les daba una mayor libertad a la hora de encarar su siguiente proyecto. Sturges, por lo general, era un director comercial...pero, de ninguna manera, era un director cualquiera sin personalidad. Hay una gran película suya que no forma parte del imaginario crítico y comercial que se llama "El caso O´Hara", con un fantástico Spencer Tracy, sobre un abogado con problemas de salud que se hace cargo de un caso bastante difícil. Me gustaría que, después de verla, me volvieran a decir que Sturges era comercial. Ésa película, hoy en día, no se haría ni llorando.
Y sí, Dex, Elmer Bernstein, sin duda, era el octavo magnífico. Tanto es así que yo mismo no hacía más que tararear su música mientras escribía el artículo. Ahora me está dando por "La gata negra", una gran banda sonora de Bernstein que apenas nadie conoce y que es una pasada, que decíamos en los ochenta.
Demasiado breve. Buenas palabras que se nos hacen cortas. Queremos más! Soy Cinéfila Literata y cada vez me gusta más cómo escribe. Saludos.
Hace años, en la Filmoteca de Barcelona,el gran Elmer Bernstein explicando como había compuesto sus principales BSO y el valor de los silencios, luego concierto en el que dirigió sus mejores piezas. Inolvidable.
Bienvenida Cinéfila Literata. Todo lo breve que me dejaban en la época, ya que este artículo salió publicado en prensa y el espacio que tenía era ése. En cualquier caso, creo que notas que intento darle intensidad porque, precisamente, tengo poco espacio. Gracias por tus palabras. Saludos.
Bienvenida Encarna. Debió de ser toda una experiencia y me pones los dientes muy largos. Elmer Bersntein creo que ha sido uno de los más grandes compositores de la historia del cine y, sin duda, cualquier aclaración suya tiene que ser apasionante. Gracias por la aportación.
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