Así que Levinson coge algo que le pasó realmente al productor Art Linson (uno de los talentos más reconocidos de la industria con éxitos de la talla de Los intocables, Dick Tracy, Heat o El club de la lucha), lo adapta al rostro de Robert de Niro, que con su habitual minuciosidad consigue hasta parecerse físicamente a Linson, y nos cuenta, una vez más, una historia que nos dice a la cara que la industria del cine está compuesta por seres sin piedad, por oportunistas indeseables, por aprensivos enfermizos, por directores de pretendida vena artística cuando por las venas les corre otro tipo de sustancia y, con una cierta falta de mordacidad, nos muestra a los tipos que tienen que decir sí cuando deben decir no y que no se note mucho. Esos mismos a los que muchas veces se ha despreciado por ser los fulanos que ponen el dinero cuando, en incontables ocasiones, han sido los responsables de salvar o hundir una película y, en el fondo, son profundos conocedores del gusto de quien paga por un entretenimiento tan tonto como éste de contar historias con imágenes.
Pero Levinson, a pesar de la evidente flojera en algunos pasajes, deja algunos rincones reservados a la inteligencia como lo es el hecho de que el éxito o el fracaso de una película se base en la muerte de un perro de un disparo mostrada sin tapujos y que el público rechaza de manera frontal pero que, sin embargo, no pestañean cuando el protagonista es acribillado a balazos bañados de bestialidad. Más allá de eso, también consigue ser cáustico describiendo los caprichos de las estrellas con la excusa de la creación física de un personaje basándose en su barba cual Moisés moderno. La falsedad está a la orden del día y, mientras tanto, de Niro, como siempre, nos hace un repaso por todos los estados de ánimo posibles y pasa de la desesperación a la cortesía, de la tentación irresistible a la negociación sin aristas, de la decepción del fracaso a la resbaladiza búsqueda del éxito debajo de las piedras. Al final, es posible que, confinado en un rincón del poder, tenga una pequeña victoria en el rodaje de su propia vida privada pero eso es la concesión pactada de una derrota de la que parece responsable.
En todo caso, a la historia de Art Linson le falta mordacidad, un punto de agresividad y quizá dos de humor más ingenioso y menos evidente. No cabe duda de que, al contrario que Altman, Levinson es un hombre plenamente integrado en la industria y que ha regalado joyas que merecen un lugar destacado en el cine contemporáneo como son El mejor, Avalon, La cortina de humo o, incluso, El secreto de la pirámide pero también fórmulas tan vulgares como Rain man, Toys, Bugsy o Jimmy Hollywood. Tal vez, también tuvo que claudicar en algún instante del montaje tras una moviola observada por los traidores aunque eso es patrimonio exclusivo de los que tienen colgada en la cabeza la pluma que les identifica como autores con ambición. Y que no olvidemos que pueden estar tan equivocados como el productor más recalcitrante, el actor más estresante, el agente más cobarde o el matrimonio más errado. Aparte de todo ello, uno ve la película y sabe perfectamente que eso no le ocurrirá a él porque lo más cerca que hemos estado de una cámara fue en aquella grabación familiar que fue un éxito porque pillamos a papá con dos copas de más y diciendo un arrastrado “os quiero mucho” que se convirtió en nuestro no cuando quisimos decir sí.
9 comentarios:
Hace poco comentábamos a propósito de El mejor las luces y las sombras - más sombras que luces- en el cine de Levinson. Y esta es una película para mí 100 por 100 Levinson. Una película con un planteamiento muy interesante que no llega a cuajar por culpa de un desarrollo muy plano. Tanto es así, que la propuesta no llega a cuajar, tan tibia es, que se puede enfocar desde tu punto de vista, irrepochablemenete expuesto, o darle la vuelta y verlo desde la perspectiva opuesta. Y es que la película parte de una premisa digamos metacinematográfica algo tramposa, De Niro que interpreta a un productor al borde del ataque de nervios es uno de los productores del film. Con eso sólo puedes esperar cierta actitud de autoindulgencia. El productor, pobrecito mío, está ahí para templar gaitas, emparedado entre los caprichos y veleidades de la estrella de turno y los delirios de grandeza del director que se cree poco menos que la reencarnacion de Orson Welles y el elegido de los dioses para revolucionar el séptimo arte.
Yo al menos salí de ver esta película preguntándome cuántas buenas ideas, cuántos buenos finales se han quedado no ya en un cajón sino en una sala de montaje durmiendo el sueño de los justos. Y si por ende la crisis actual de ideas se debe no tanto a la ineptitud de directores y guionistas como a la cobardía de algunos productores, más empeñados en cuadrar la caja de sus peluquerías o sus negocios de tintorería que en la evolución y en el desarrollo del arte.
No cabe duda, Dexter, que tienes mucha razón en lo que dices. Por supuesto, estoy más de parte de Altman y el retrato que hace de los productores en "El juego de Hollywood" que con este mediocre producto de Levinson. Tampoco me cabe duda de que es posible de que los productores sean el freno de algunos creadores a los que les desborda un producto que se creen que es el sumun del cine. Esto era muy corriente cuando existía el sistema del "studio system" porque los productores era gente que venía de muy abajo y sabían, con cierta certeza, cuál era el gusto del espectador. Hoy, el productor es una escala más intermedia. Es el tipo que pone el dinero y que controla el proceso si se está al lado de un director que no es un autor. Lo cierto es que en el ejemplo que pone la película y bajo mi gusto personal, el final de "Fiercely" es mucho mejor el modificado que el original y la crítica al espectador embrutecido, por mucho que vaya de etiqueta, es algo inherente. El perro es horrible que lo maten. A Sean Penn les da exactamente igual. Sin duda, también me creo que el productor sea el encargado de templar gaitas con la estrella caprichosa de turno porque tiene derecho a que un tipo que trabaja para él haga exactamente lo que se le pide.
De lo que no cabe duda es que el argumento no funciona en su desarrollo y, por supuesto, hay crisis de guionistas y de directores "creadores" pero los productores dan lo que se pide y lo que se pide es basura. Ahí tienes adaptaciones de videojuegos para captar al espectador medio, que es predominantemente joven y bajando hasta los trece años. Ahí tienes efectos especiales a mogollón porque el espectador medio se ha críado en una era visual y lo que se diga en una película le trae al fresco. Y el productor quiere hacer caja. Punto pelota. Es su oficio. Es el que arriesga su pasta. Siempre que hablo de esto me acuerdo de un comentario que hizo un productor de la Warner con motivo del estreno de "La chaqueta metálica", de Kubrick.
"Si pudiera, me gustaría que Stanley Kubrick hiciera una película cada dos años. Me entrega una cada siete u ocho y yo la saludo con gozo porque, por una vez, hay algo de arte en este negocio".
Descriptivo de cómo son sus síes cuando lo que quieren decir es nones.
Salgo por la tangente, en este caso no para un transversal que vendría al caso pues no he visto la película y esa es razón de más para no hablar de ella.
La tangente la aprovecho en la respuesta de Dex, que acusa y hace bien a tantos productores que modificaron buenas ideas y mejores finales en unos cuantos miles de pelis y nos privaron de grandes cosas. Eso es cierto y ha sido denunciado mas de muchas veces convirtiéndose casi en tópico, pero...
¿Cuántas películas deben su gloria precisamente a los productores que no aceptaron los alardes autorales de los egocéntricos directores de turno?.
Estoy leyendo ahora el libro de Guillermo del Toro sobre Hitchcock y comenta sobre “El enemigo de las rubias” y “El hombre que sabía demasiado”(etapa inglesa), que los finales de ambas películas fueron modificados por el productor de turno y que en ambos casos fueron un acierto pues la que proponía inicialmente Hitch hubiera sido pobre y simplona. No puedo asegurarlo porque no dispongo de datos, de hecho no he visto la primera de esas pelis, pero en general creo que es una reflexión válida. Tanto que, precisamente muchas veces añoramos aquellos dorados años de Hollywood donde abundaban los directores a sueldo de los grandes estudios, y que realizaban las películas como artesanos sin demasiadas concesiones a su vena autoral. Eran tiempos donde las películas tenían el sello del productor tan identificable como el del director.
Abrazos Carpet.
Sin duda, de acuerdo contigo, Carpet. Como ejemplo contrario podríamos citar el final que le obligaron a poner a Eastwood en "Ejecución inminente" pues él quería que el periodista no llegara a tiempo y los productores le dijeron que de ninguna manera, que el negro se salvaba y de ahí esa secuencia final, espantosa, en la que se encuentran haciendo regalos de Navidad. Pero tienes razón en el sello de la producción, tan identificable como lo que han querido dejar los directores en aquellos años de cine clásico y películas mucho mejores.
En cuanto a transversales, también podríamos citar "Cautivos del mal", maravillosa película de Minnelli con un Kirk Douglas mostrándonos al productor que la jode y la arregla con sus múltiples caras. O "Dos semanas en otra ciudad", con un director como Edward G. Robinson celoso de su instinto creador y aprovechado hasta el límite. O, sin duda el más realista, de "La noche americana", donde el productor controla, el director dirige y lo que sale al final es algo muy comercial, con todas sus dificultades y mareos.
Bueno, tambien para añadir a ese transversal podemos contar con "Como conquistar Hollywood", en un tono de comedia que pinta muy bien pero tiene poco fondo, como las mujeres muy maquilladas que aparentan bellas. Falta chicha en esa peli, pero por deicr una más.
Carpet.
Me gustaría incluir en este transversal la injustamente denostada Un final made in Hollywood. También en tono de comedia, pero es que para poner en solfa los actuales parámetros de la industria de la Meca del Cine no es necesario irse a la acidez y a la mala baba de Altman, basta con la ironía y el gracejo de mi Woody (lo del director ciego y el cámara chino son dos hallazgos inmensos, pura metáfora). Una película que después se ha demostrado era autobiográfica, eso o que Woody fue consecuente y como el protagonista de su película también se marchó a Europa donde su obra era más reconocida. Y sí, se marchó para iniciar una etapa que luego le ha hecho más mal que bien, pero vaya, esa es otra historia. Me acordé mucho de Hollywood Ending viendo el otro día la peli de Levinson, especialmente en el momento en el Fiercely se estrena con éxito en Cannes. Quizá también como metáfora de que en Europa- aunque Cannes siempre fue un mercado global en el que cabe de todo- nos dejamos guíar por otro tipo de baremos a la hora de ver y catalogar el cine.
Y ya que estamos con el film de Levinson me gustaría también destacar su solvente reparto aunque no sea suficiente. Destacaría a Robert de Niro, mucho más comedido y acertado que en alguna de sus recientes apariciones- escondites, mensajeros y esas cosas- y a Robin Wright Penn, una maravillosa mujer y actriz que - y a mí en este aspecto me recuerda a Jacqueline Bisset- está sabiendo madurar estupendamente.
Pues fíjate, Carpet, que a mí "Cómo conquistar Hollywood" no me desagradó. Me hizo mucha gracia Travolta y su "Look at my eyes" cada vez que quería algo y lo exigía como un mafioso (metáfora clarísima).
En cuanto a "Un final made in Hollywood" siempre me ha parecido una buena película. Lo del fotógrafo chino no era una metáfora. Le pasó realmente a Woody con el fotógrafo que Zhang Yimou que trabajó para él en "La maldición del escorpión de jade", creo recordar. El fotógrafo era muy bueno pero no tenía ni idea del idioma y Woody no sabía cómo hacerle entender determinados planos. Lo de la ceguera sí que es una metáfora pura junto con el éxito crítico.
Con lo que no estoy de acuerdo es que "Fiercely" en la peli de Levinson sea recibida con agrado en Cannes. Hay abucheos y palmas. No va a ganar nada y eso el personaje de de Niro lo sabe al devolver el gesto positivo a Sean Penn. La han cagado y no va a haber ni las gracias y de ahí que la productora se largue en su avión. Quizá esté equivocado pero creo que es así.
De acuerdo con lo que dices de Robin Wright Penn aunque me sigue pareciendo un talento enormemente desaprovechado en Hollywood. Una actriz enorme, que va a tener una madurez espléndida y que, sin embargo, no es carne de éxito porque no le dan papeles de altura.
Sí, algo había oído de la anécdota que cuentas del fotografo chino pero bueno aún con todo no deja de ser algo chocante y un punto en consonancia con los supuestos de la peli ¿no crees?
Y en cuanto a lo del estreno en Cannes, bueno pues probablemente tengas razón, y la soledad de De Niro atestigua tu tesis. La verdad es una parte que me quedó bastante confusa, de todas formas, porque tampoco me pega demasiado que al final sea el director quien se salga con la suya.
El director se sale con la suya porque, obviamente, les engaña. No pega mucho porque hay una montadora que es la que está en la moviola y dudo mucho que se empaqueten por cuenta del director las latas ya montadas y se envíen a Cannes para su presentación sin pasar por producción. Creo que es una de las partes sin desarrollar de la película, es confusa (aunque hay que reconocer que la cara de de Niro en medio del desastre cuando ve que el montaje es el original merece mucho la pena) y es mala. Dudo mucho que una productora que va a presentar una película en Cannes coja el avión y se vaya justo después de la proyección. Mucho gasto para poca chicha. Y estoy seguro que hay alguien de producción en las ruedas de prensa posteriores. Total que sí, que no pega nada y ahí sí tienes razón. Ahora, la peli se pega un batacazo de aquí te espero.
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