miércoles, 16 de diciembre de 2009

LA CALUMNIA (1961), de William Wyler


Hay ocasiones en que parece que la vida se empeña en hacer que resbalemos como un caracol por el filo de un cuchillo que parte el pecho, las entrañas y la vida en dos... Martha Dobie (Shirley McLaine) es como ese caracol...y cuando ya no puede aguantar más, cuando el peso de algo que sabe injusto puede con ella...sus pedazos maltrechos caen por los laterales del cuchillo golpeando dolorosamente en lo que más quiere, haciendo trizas su destino y dejando sólo una línea recta por la que tiene que caminar su compañera Karen Wright (Audrey Hepburn).
La calumnia, de William Wyler...habla de la maledicencia en la terrible hora de los niños, de la infantilidad de unos adultos que sólo alcanzan ver la huida y el daño fácil en su arrebato de egoísmo febril y de falsa moralidad, de la soledad de dos mujeres que pierden todo por lo que han luchado, de la comodidad de volver la cara cuando el apuro, el verdadero apuro, viene para sacudir fuerte...de la cobardía, del amor que no vive porque no confía...de la confianza que no vive porque no ama...sí...todo eso es verdad...todo eso se va clavando sutilmente en nuestro corazón de espectadores...y dentro de nosotros...todo se rebela...todo llama al motín contra el prejuicio...contra la falacia...contra el vacío creado alrededor de algo que, aún siendo mentira, debería ser aceptado y asumido, escrito y aprobado por todas nuestras almas de seres humanos indignados y enrabietados...
Pero también habla del daño innecesario que Martha infringe a Karen porque, al fin y al cabo, cuando ella confiesa que sus sentimientos son cercanos a la mentira que las ha destruido...no está pensando en su amiga...en esa amiga sin la cual ella se va a encontrar en la total oscuridad del aislamiento...No, en su corazón de mujer extraordinaria no late el consuelo de permanecer al lado de Karen porque ante todo ella es su amiga...no...la fuerza de su amor la impulsa a decírselo sin pensar en que esa nueva vuelta de tuerca arrasa a Karen...la rompe...la hace añicos...y por algo más que por el hecho de que esa mentira tenga algo de verdad...sino que Karen, de alguna manera, sabe que esa amistad cómplice y casi perfecta y repleta de ternura, se desmorona sin remedio, se destruye con el barreno de lo equivocado...de lo que puede que sean sinceros sentimientos...pero que también puede que sea la confusión de una mujer que hace tiempo que perdió el rumbo y que el único muelle al que puede amarrar sus frustraciones y sus sueños sea el de su amiga del alma...que lo es...aunque no de la manera en que ella desearía...o cree desear...porque muchas veces lo que creemos, lo que deseamos que sea verdad, no es más que un engaño que trazamos a nuestra medida para no hacer frente a lo que realmente nos atormenta y nos paraliza. Es la grieta de la que nos agarramos para no caer en un vacío que, tal vez, ni siquiera exista...pues lo único que existe...es nuestra propia cobardía. Tal vez, lo único que existe, es un cine tan grande como el de hoy.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabes cuánto me gusta esta película. Y creo que también sabes que cuando algo me gusta mucho, las palabras no me fluyen. Tu comentario sobre ella está lleno de ternura, comprensión. NO te pones del lado de Martha ni del lado de Karen porque las comprendes a las dos.
La amistad como punto de partida de una historia cruel.
Y, por la amistad que nos une te diré también que hay cosas que nunca podré comprender.
Lo dejamos ahí. Había escrito algo más pero acabo de borrarlo.

Un beso.

Gema

César Bardés dijo...

Yo también tengo cosas que nunca podré llegar a comprender. Supongo que es el misterio de la vida que se afana en esperarnos a la vuelta de cualquier esquina. Quizá todos necesitamos un poco más de comprensión y ser un poco más comprensivos.
Besos.

Anónimo dijo...

Como decían en La extraña pasajera,no pidamos la luna...Quizá me falte comprensión, no te lo discuto.

Por cierto, lo de " el misterio de la vida" lo dicen también em mi Príncipe de las mareas. Aquello de " pero es el misterio de la vida lo que me sostiene ahora y, mientras miro al norte pienso que debería haber dos vidas para cada hombre y, para cada mujer."

Más besos.

dexter dijo...

Vaya, lamento interrumpir todo este buen rollito, pero es que no me podía reprimir de decir unas pocas palabras acerca de esta maravillosa película a la que por muchas razones, tengo un especial cariño. Existen películas que como hemos dicho muchas veces juegan en otra liga, pero, existe aún otro grupo muy especial de películas que parece que hayan sido escritas, rodadas y realizadas exclusivamente para ti. Para mí, La Calumnia es una de ellas. Esta película acudió en mi ayuda y rescate en una época muy importante de mi vida. Quizá lo que me terminó de cautivar definitivamente fue el tono sutil empleado por Wyler para describir la relación entre las dos protagonistas, un tono que no solo viene dado por la época en la que el film fue rodado -¡¡1.961¡¡-, un tono que se antoja necesario para contar lo que cuenta. Considero que esta es la película que se ha acercado con mayor sutileza al tema de la homosexualidad- fíjate si será sutil que ni te ha hecho falta nombrar esta palabra en tu artículo ni tampoco a Wyler que se las apañó para bordear el asunto con una historia en la que la materia prima fundamental son los sentimientos. Ha habido otras películas posteriores centrándose en otros aspectos que no han sido propiamente los sentimientos, y la efectividad no ha sido la misma.
Y La Calumnia sí, es una película tremendamente efectiva que se encarga de dejarle las cosas claritas a la sociedad- de ayer, de hoy de siempre- y decirles, señores, dejen su hipocresia, abadonen su doble moral, métanse en sus asuntos y no intenten vivir como propias las vidas ajenas, no se dan cuenta además, de lo triste y mezquino que es eso.

César Bardés dijo...

Es posible que tengas razón, Gema. Goethe ya lo decía: "Me quedan por hacer tantas cosas, escribir tantas cosas y pensar tantas cosas que Dios debería darme la oportunidad de vivir otra vez".
Lo más impresionante de todo, Dex, es que "La calumnia" está basada en la primera obra de teatro de Lillian Hellman, "La hora de los niños", que también he visto en teatro y que también aborda sin ningún resquemor y con tanta sutilidad como en la película el tema de la homosexualidad, con la salvedad de que la obra de teatro de Lillian Hellman es del año 1935. De hecho, Wyler ya rodó una primera versión en el 36, "Esos tres" pero totalmente transformada para que ni siquiera se diera a entender nada, con Merle Oberon, Miriam Hopkins y Joel McCrea de protagonistas. Wyler siempre deseó volver a rodar la obra de teatro tal y como la concibió Hellman (hay muy pocos cambios con respecto a la obra en "La calumnia")y se le presentó la oportunidad en 1961, época en la que, sorprendentemente, consiguió burlar la censura (recordemos que el Código Hays de censura se derogó en 1965) consiguiendo una película que, efectivamente, juega en otra liga en prácticamente el 100 por cien de sus aspectos. Su reparto, su dirección, el guión trabajado al máximo, la denuncia que bien describes, el cinismo que se ocupa de delatar...Para mí, es una obra maestra y una de las mejores películas de Wyler, ése que cuando quería sabía ser excepcionalmente duro como aquí, en "La loba", en "La carta", en "El coleccionista", en su última y poco reivindicada película "No se compra el silencio", en "Brigada 21" o en "Horas desesperadas" y que se contrapone al Wyler que me gusta bastante menos y que hizo "La gran prueba", "La señora Miniver", "Carrie" o "Funny girl", por muy estupenda que sea la interpretación y las canciones de Barbra Streisand.
A lo que íbamos, que se me va la olla. "La calumnia" es una película que denuncia con una elegancia impresionante la mezquindad de la habladuría y de cómo una simple frase puede coartar la libertad de los demás. No me cabe duda que ha sido una película muy importante para mucha gente y eso es algo que hace al cine un poco más grande.

Zabaltegi dijo...

Me siento como ese octavo pasajero que llega cuando no ha sido invitado y que sale de las tripas de John Hurt de manera abrupta y grosera en mitad de una suculenta comida. En este caso, Dexter es Ian Holm, aquel robot que era cómplice en su silencio. Gracias Dexter.

Muy interesantes las notas con referencia a "La calumnia" y los comentarios a dichas notas. En una película que vi hace muchos años y que no recuero con demasiada estima. Quizá la razón de mi, seguramente, injusta consideración, es que previamente había visto "Esos tres", la versión anterior y película que siempre me ha parcido muy superior.

Siempre he considerado a Wyler un realizador frío, distante, lejano, un artesano al servicio de los estudios. Eso sí, como artesano, uno de los más grandes. Todo esto no es malo per se, pero no es lo que a mí más me atrae de un cineasta. Sólo una película suya ha llegado a tocarme el corazón... solamente una me pone un nudo en la garganta cada vez que la veo...

Fredric March regresa a su hogar después de haber luchado en la II Guerra Mundial. Ya no es el mismo hombre que se fue. Entra a su casa a urtadillas. Sus hijos se alegran mucho de verlo pero él les pide que guarden silencio porque quiere sorprender a su esposa, que está en la cocina. Ella, Loretta Young, de repente nota algo extraño, una fuerza extraña e invisible le hace girar la cabeza y allí está su marido vestido de uniforme... Cada vez que veo esta secuencia, antes de que ese matrimonio se funda en un abrazo, una lágrima recorre mi mejilla. Los mejores años de nuestra vida.

Perdonad estas notas inconexas y gracias por dejarme participar.

César Bardés dijo...

Bienvenido, Zabaltegui, para nada eres un intruso. Tu opinión es interesante y, por supuesto, es bien recibida.
Aunque disentimos en cuanto a la valoración de "La calumnia" y "Esos tres" no puedo estar más de acuerdo contigo en tu pareciación de William Wyler. Ha sido un artesano hábil, con cierta tendencia a la producción estupenda y dirigida con oficio pero le faltaba un punto también para llegar a ser un John Ford, un Alfred Hitchcock o un Joe Mankiewicz, por ejemplo. William Wyler a mí me parece el heredero natural de George Stevens y esa es una opinión que he mantenido a lo largo de los años y que me ha granjeado no pocas discusiones.
También tengo que estar de acuerdo contigo en "Los mejores años de nuestra vida" y en esa escena en la que ella presiente que el amor de su vida ha vuelto. Es una escena emocionante y que refleja, de manera muy acertada, algo que pasa en la vida real y es el presentimiento de que alguien que es único en tu vida está muy cerca y está ahí, que por fin vuelve, que por fín está.
No cabe duda de que "Los mejores años de nuestra vida" es una de las mejores películas de Wyler y en las tres historias que nos cuenta tengo que quedarme con la de Fredric March y Myrna Loy, sin desmerecer, por ejemplo, la escena en la que la novia de Harold Russell le desviste con toda la secuencia tomada de espaldas. Ahí hay una sensación de ternura contenida, de abandono y a la vez de cariño, de la comunión de dos almas que tendrán que ir juntas el resto de sus vidas que también llega a mi corazón de forma lacerante.
Bienvenido, Zalbaltegui. Esperamos que te sientas a gusto.

Anónimo dijo...

Lo malo y lo bueno de "La calumnia" es precisamente el motivo calumniante. Lo que podría ser ofensivo y criticable en 1935 cuando lo escribió Lilian Hellman, o en 1961 cuando lo dirigió Wyler difícilmente será motivo de animadversión dentro de unos años (si no se cambian las tornas).
Las películas que hablan de temas morales son esclavas de su tiempo por cuanto lo que entonces pareció escandaloso ahora puede parecernos pueril. Recuerdo, porque tengo un post de otro blog reciente, el Ibsen de "Casa de muñecas" y la rebelión de Nora contra su marido ( En España tal cosa era escandalosa hasta hace más bien poco también ).
Por eso, a mi me parece que el mérito de la obra, y por supuesto de la película, no es tanto la sutilidad que destaca Dexter, sino que el motivo real actúa a modo de Mcguffin de Hitchcock, porque la crítica real va más allá de si la actitud de Shirley o Audrey es condenable. El fondo de la denuncia es a esa sociedad que juzga, prejuzga, sojuzga y condena, sin pruebas, sin defensa, sin testimonios contrastados. Parece que últimamente me da por encontrar paralelismos cercanos en el tiempo y el espacio, pero ¿Recordáis el caso de la niña muerta en Canarias hace unos días? Médicos, prensa, policía, ciudadanos…todos condenamos al padrastro que llevó a la cría al hospital angustiado por salvarle la vida concediendo credibilidad a una primera impresión del personal de Urgencias. No hubo piedad y si se le hubiera dejado en medio de la calle habría sido linchado probablemente, recordad “Furia” de Fritz Lang.
Además la crueldad por la condena de la sociedad en el caso de “La calumnia” es aún más aborrecible puesto que lo que se censura son sentimientos privados y nobles, el amor, la amistad, el cariño.
En fin, para mi y como dice Dexter, “La calumnia” juega en otra liga.
Y…ufff…admitir a Zabaltegui en este blog puede traer consecuencias imprevisibles, lo mismo hasta positivas, Wolf, que no digas que no te avisé.
Abrazos. Carpet

César Bardés dijo...

Es evidente que el motivo calumniante, en muy poco tiempo, quedará anticuado y lo que pasará con esta película es que será testimonio de una sociedad que prestaba más oídos a la mentira que a la verdad, porque de lo que no cabe duda es que, tanto Wyler como Hellman, juegan a la difusa frontera que hay en una mentira que, en el fondo, tiene algo de verdad (al menos bajo el punto de vista de Martha) y ese, creo, que es el auténtico meollo de la película. Una mentira con un fondo de verdad que, además, no es demostrable. Y además de todo eso, es una mentira que, si fuera tomada por verdad, no tiene nada de condenable. Creo que es una historia que podría haber dirigido Max Ophüls perfectamente porque son una serie de acontecimientos encadenados que provocan, a través de la mentira, que caigan las máscaras de los bienpensantes y ellos sean realmente los que tienen que ser calumniados por su cinismo, su hipocresía, su indiscreción, su falacia en todos los aspectos de su vida.
Gran comentario, Carpet. Como los de Zabaltegi, Dexter y Gema. Queridos contertulios...