jueves, 27 de mayo de 2010

BAARÍA (2009), de Giuseppe Tornatore


Un niño corre. Corre por las calles de su pueblo siciliano. Corre como el viento antes de que la vida pase. Corre hasta que se olvida del aliento en alguna esquina pronunciada. Corre hacia el futuro que no es más que el sueño del pasado. Corre por la dignidad de hacer algo antes de que se seque un escupitajo en la calzada. Corre, niño, corre. Tal vez, te cruces con un niño que es tu padre huyendo de un tiempo que aún está por venir.
En ese castigo que es la vida imaginada, pasamos por las turbulencias de una época que corrompió a los políticos, se izaron banderas rojas pensando en revoluciones que nunca se ganaron, se dejan pasar los años que van trazando los destinos en aras de enamoramientos, partos, desgracias, costumbres, juegos, suertes y bandazos. En medio de todo, un hombre que intentó hacer mucho por los demás e hizo muy poco por aquellos que lo rodeaban. Quizás estuvo muy poco convincente. La vida debería ser entusiasmo y no decepción acentuada con algunas gracias propias de la buena gente criada en una calle que pasó del polvo al asfalto en un amén, en un periquete, en el tiempo que tarda un niño en ir corriendo al estanco a por una cajetilla de tabaco a cambio de veinte liras. El premio de la miseria.
Giuseppe Tornatore me transportó a otro mundo, lleno de emoción y ternura en Cinema Paradiso, me dejó alucinado con las disquisiciones burocráticas de un cuento casi religioso en Pura formalidad, me arrastró hacia la precisión con Malena, me endulzó hasta la saciedad con Están todos bien, me decepcionó profundamente con El hombre de las estrellas y con esta película...simplemente me deja indiferente. Y lo hace porque intenta abarcar demasiados capítulos de tres generaciones con un resultado que se antoja deslavazado, bienintencionado y vulgar. Sabe dar en la diana con unas cuantas pinceladas de costumbrismo y juega a su favor con una baza realmente ganadora como es la extraordinaria partitura de Ennio Morricone que compone una sinfonía impresionista de colorido y belleza que no deja de sonar en las dos horas y veinte minutos que dura la película. Más allá de eso, quiere parecerse demasiado al Bertolucci de Novecento y no es ni la mitad de incisivo, ni un tercio de militante. Se limita a retratar episodios, más o menos graciosos, pero que no pasan de ser ejercicios de grandeza que evidencian una mediocridad bien hecha.
No cabe duda de que habría que destacar el trabajo de Ángela Molina, que consigue adaptarse al repetitivo papel que adopta la mujer dentro de toda la historia que no es otro que el de sufrida esposa, de cocinera de aroma y pueblo y que, ante todo, es madre. Mientras tanto, Tornatore nos va haciendo desfilar ante tantas secuencias protagonizadas por tal número de personajes que ninguno de ellos está bien retratado, son marionetas con bastidores de producción lujosa y, eso sí, sigue teniendo un particular buen gusto a la hora de elegir los emplazamientos de cámara, con unos movimientos llenos de clase y dentro de la más absoluta y elogiable de las sobriedades.
Así que los años del destino van cambiando las fachadas de los comercios, las ropas de las gentes, llenando de coches las calles y vaciando de vacas las casas mientras llega un punto en el que podemos darnos cuenta de que puede que no corriéramos lo suficiente, que no estuviéramos prestos a la despedida, que no diéramos talla de hombres y que nos quedáramos en ignorancia con cultura predicada. Así llegan a lo más alto algunos políticos que, siendo corruptos, prefieren que se hable de ellos aunque sea mal porque es uno de los pasos para el futuro. Y el futuro es algo que forma parte de nosotros igual que el pasado, o igual que unas botas lustrosas, o igual que aquel beso que se quedó en el aire a medio camino entre mis labios y tu cuello.

5 comentarios:

dexter dijo...

Te hablaba yo ayer de una de las películas de mi vida y mira tú por dónde hoy me hablas de otra que por motivos muy diferentes también lo es. Has de saber, amigo Bardes, que lo primero que ven estos ojitos cuando se abren por la mañana es la pícara sonrisa de Toto y la dulce y la mirada dulce de Alfredo que vigilan mis sueños y mis desvelos desde el poster que cuelga en la pared de mis dormitorios. Varias veces he intentado juntar unas letras sobre Cinema paradiso y no he podido hacerlo. Tal vez porque a Cinema paraiso hay que acercarse desde el sentimiento y la emotividad puras y ese estilo análitico y frío del que me cuesta desprenderme al escribir no casa demasiado con eso. En cualquier caso esta debe ser forzosamente una película importante y necesaria en la vida de cualquiera que se llame a si mismo cinéfilo. Porque aborda el amor al cine desde todas las perspectivas posibles; del que ha hecho del cine su profesión, del que se dedica a poner las películas sembrando ilusiones en las vidas de los demás- qué importante es eso- y también por último aunque no por ello es la menos importante- desde el punto de vista del que acude y utiliza el cine como un mero instrumento de evasión que a fin de cuentas, no nos engañemos, eso es lo que es. Esta es una película especial para quienes de una u otra forma hemos hecho que el cine dé sentido a nuestra vida (yo la incluyo en una "trilogía" n la que también están La noche americana y La rosa púrpura de El Cairo)

Y después de Cinema la trayectoria de Tornatore pues sí hay que reconocer que ha sido un tanto irregular. No he visto Pura formalidad pero tendré que ponerme a ello un día de estos, que no es la primera vez que te leo hablar bien de ella. Estan todos bien pues como su nombre indica está bien pero nada más (con un monstruo llamado Marcello dentro así cualquiera). La idea de El hombre de las estrellas era brillante pero me agotó, la del pianista en el océano me aburrió directa y mortalmente. Y ahora esta, para la que dicen Tornatore lleva preparándose desde casi el éxito de Cinema. Antes de leerte ya tenía mis dudas, me tiraban para atrás sobre todo esos 145 minutos de metraje. Ahora me lo voy a pensar todavía más.

César Bardés dijo...

Comparto contigo, Dex, esa admiración y adoración por "Cinema Paradiso", una película que, en la época del estreno, provocó una intensa polémica en Italia porque a Alberto Moravia se le ocurrió decir que era "un catálogo del provincianismo imperante en Italia", lo cual era, evidentemente, un error de apreciación y de visión del señor Moravia.
Es difícil escribir con imparcialidad de esa película y más si tienes tan cerca a personajes como Alfredo, Totó y hasta al entrañable loco del pueblo con "la plaza es mía". El otro día, cierto personaje famoso me decía cómo era que en España éramos incapaces de hacer una película como esa, que teniamos un sentido de la vergüenza tan alto que no sabíamos ni nos atrevíamos a realizarla.
En cualquier caso, en cuanto a "Baaría", pues eso, muchas nueces y poco ruido. En todo caso, hazte con la banda sonora de Morricone que es una auténtica gozada.

César Bardés dijo...

A ver, que contesto un poco más tranquilo que ayer no pude decir todo lo que quería.
Dex, si decides ver "Pura formalidad", aparte de que te vas a encontrar dos interpretaciones fascinantes de Gerard Depardieu y Roman Polanski...vas a encontrar a un Tornatore que no parece Tornatore. No tiene nada que ver con ninguna de sus películas y no podrás encajar ninguna pieza de las que te plantea la película hasta el final. A mí es un título que me sorprendió por el manejo de la cámara en un espacio interior (es una de las grandes virtudes de este director, tiene movimientos de cámara excepcionales), por su oscuridad, por el enigma que plantea y por ese final que te deja sorprendido y hasta aliviado.
El caso de "La leyenda del pianista del océano"...bueno, hay grandes admiradores de esta película por ahí y a mí me parece que es una especie de intento de realismo mágico fallido por mucho Tim Roth que haya dentro. Es ligeramente aburrida y no tiene mucha cabida tampoco dentro de la filmografía de Tornatore. Es verdad que, de alguna manera, junto con "Pura formalidad" se sale de lo que habitualmente hace. Y si nos fijamos en "Baaría" hay una acumulación de tópicos mil veces vista que hacen que la película se reduzca a un mero anecdotario con ínfulas incluso de cierta lucha política cansada en un país que, bien es cierto, estuvo inmerso en diversas revoluciones sociales y políticas de todo signo y condición y, quizá, lo mejor que hace Tornatore en esta película es retratar el paso del tiempo y sacar un partido enorme al que es el decorado principal de la película, la calle mayor de ese pueblo siciliano. Pero busca emocionar, y no lo consigue. Busca la risa y sólo hay esbozos de pintoresquismo bien retratado. Busca el drama y le falta una cierta pegada para dar el paso a la ya mencionada emoción. Es como si no tuviera esa fuerza, esa valentía que demostró en el manejo de las emociones de "Cinema Paradiso" que ya es un clásico y, por supuesto, también juega en otra liga.

Jotaeme dijo...

Holas:
Entre perezas acumuladas y relojes reducidos, aparezco poco a escribir en los blogs (aunque me interesen tanto como este), pero "en-tocante" a "Cinema Paradiso" (aunque sea de rebote)... no puedo reprimir agitar las banderas.
Comparto tanto con Dexter como con César todo lo bueno que habeis dejado escrito sobre esa recreación del cine en el cine. No sabría sino añadir más comentarios o calificativos elogiosos, y me permitiré tan solo uno: "UNA MARAVILLA".
Y de paso un añadido personal, de algo que -también- en mi parecer es arte en el arte del cine, es la trama argumental de "Good Morning, Babylon" en el que pasamos de los artesanos-artistas de las catedrales a los artesanos-neoartistas de los decorados del naciente cine.
Y, por último, comentar que, por lo leido, no me atrae de momento el ver "Baaria", pero tras haber visto hace casi tropecientos años "Pura formalidad", esos comentarios de César me han puesto en la pista de disfrutar de una delicatessen que no supe apreciar en su momento. Cataré.

César Bardés dijo...

Bienvenido al club de los que consideran que "Cinema Paradiso" es una maravilla con mayúsculas, Jotaeme. Y sí, te recomiendo una segunda visión de "Pura formalidad" porque además es de esas películas que, ya sabiendo lo que va a ocurrir, te permite apreciar bastantes matices que te pueden haber pasado desapercibidos en un primer visionado, todo ello asumiendo, naturalmente, de que es una película que no se parece en nada al cine que habitualmente suele hace Giuseppe Tornatore. Si la vuelves a ver, cuéntanos, será interesante contar con una segunda opinión.
Abrazos.