jueves, 20 de mayo de 2010

RETORNO AL PASADO (1947), de Jacques Tourneur


Volver al pasado a veces es como dejar que la fiera que te sacó de él regresara para devorarte las entrañas. Hay mujeres que son así. O las amas o te matan. Dejar tu vida tranquila para hacer revivir el daño de quien te comió el corazón es una condena que sólo te espera en la paz que te puede dar la muerte. Jeff Bailey lo sabe. Fue detective privado y se enamoró de quien tenía que seguir. En la penumbra de un café de Acapulco ella posó su mirada sobre él y todo lo que tenía que estar en su sitio se descolocó como una bala girando en el tambor de un revólver. La amenaza es un beso. El descuido es la muerte. La muerte es segura. Escondido tras una gabardina que no deja ver cómo late su corazón, Bailey lucha para volver a ordenar los acontecimientos que han jalonado su ingrata vida allí donde deberían estar. Incluso olvidados. Por eso cuenta la verdad a la única persona que tiene oídos para escucharla. La bestia acabará con él y en el fondo lo sabe. Aunque ya no quede ni sombra de ese profundo amor que sintió por ella. Aunque los vapores del encantamiento se hayan disipado con la última ráfaga de viento. Él sólo quiere salirse fuera del pasado, porque el pasado le persigue, le come, le ansía, le mata…y eso, pesa mucho en el presente que, poco a poco, se va esfumando como el humo del cañón de una pistola. Al final, quien no puede hablar le hará un último favor porque sabe leer el pensamiento de un hombre que fue bueno y que supo luchar por una realidad que le fue siempre negada.
“Retorno al pasado”, de Jacques Tourneur, con Robert Mitchum, Kirk Douglas y una de las mayores malvadas del cine de todos los tiempos, Jane Greer. Y es que caer en las redes de quien sólo sabe cazar es un billete de ida sin vuelta a lomos de los sentidos que siempre engañan. Una de las mejores películas de cine negro, fotografiada con claroscuros matizados por ese genio que fue Nicholas Musuraca y que nos sumerge, con sus imágenes, en la sombra de la misma tiniebla para que el pasado termine atrapándonos sin ningún futuro.

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