Un tren parece que quiere devorar a la noche mientras avanza por los raíles del sueño. La luz cegadora de la máquina aterroriza como una enorme boca blanca que quiere engullir a los que van sin rumbo y una mujer se halla perdida, totalmente ignorante de haber comprado un billete, de haber cogido el tren y de tener un destino pensado. La policía interviene y averiguan sus orígenes. El marido ya fue herido porque ella le había disparado. Solo que no se acuerda de nada. No es que tenga amnesia. Es que, últimamente, tiene episodios traumáticos que son borrados instantáneamente de su memoria. Es como si las tinieblas se cernieran sobre ella, amenazantes, y luego se disiparan sin dejar rastro de lo que ha ocurrido entre medias. Ella es rica.
El hilo comienza a ser desmadejado cuando un extraño comienza a sentirse irremediablemente atraído. El entrometido de turno, vaya. Una boda china para relajar el ambiente y una sospecha que flota en el aire. Un extraño hombre que dice ser un psiquiatra y que se esconde detrás de unas gafas gruesas de concha y que aparece y desaparece. Todo es tan confuso. Todo es mitad sueño, mitad realidad. El marido. El chocolate. El dinero. El extraño. Los chinos. La amiga cotilla. La amante pérfida. Todo se confabula para que la confusión se agrande. El pacto entre sueños. El acuerdo entre realidades. Nunca la verdad. Es la noche que sigue estando ahí, inquietante para quien no sabe si es la entrada al mundo de los muertos.
Douglas Sirk dirigió esta película que es una rareza dentro de su filmografía. Muy lejos del melodrama, Sirk dio muestras de un particular estilismo en blanco y negro, con planos muy lejanos, intentando narrar los rincones de la noche como una selva llena de trampas que parecen aún más peligrosas teniendo en cuenta que se juega en los territorios de la hipnosis y de las drogas. Claudette Colbert es la dama confundida, que no sabe lo que ocurre y que ni siquiera llega a saberlo cuando todo el entuerto se deshace. Don Ameche es el marido encantador, algo distante pero endiabladamente listo. Ese tipo que siempre se adelanta cuando el contrario intenta una jugada astuta. Y el encanto, la exquisita educación es una de sus armas. Solo flaquea cuando alguien con melena larga y largas piernas pide resultados inmediatos. Y eso es difícil de asumir cuando se cree que la inteligencia es imbatible. Robert Cummings es el entrometido y aventurero que se enamora de una mujer que no puede poseer. Tiene humor pero también perseverancia. Y no le falta valor. Sobre todo, para moverse entre tinieblas. Más que nada porque todos sus años en países exóticos le han servido de campo de entrenamiento. Ya no hay más jungla que los caminos abiertos por el asfalto en la gran ciudad, pero las personas son las mismas, los misterios son idénticos y la nada está a la vuelta de la esquina igual que a la vuelta de un árbol. Son los que firmaron el pacto tenebroso para que la comodidad sea un medio y no un fin. Sirk lo sabía. Por eso se disfrazó, durante unos instantes, de Hitchcock.
3 comentarios:
Un director en el que me encantaría sumergirme... pero que nunca he sacado un rato para hacerlo.
No he visto nada suyo. Y mira que me parece sugerente.
¿Alguna sugerencia de por donde empezar?
Bueno, Sirk, sin duda, es el maestro absoluto del melodrama. En cuanto a sus mejores películas para mí hay tres que no tienen por qué ser necesariamente las mejores pero que a mí me maravillan cada vez que las veo: Una es "Ángeles sin brillo", basada en una novela de Faulkner con Rock Hudson, Robert Stack y Dorothy Malone. Otra es "Escrito sobre el viento", soberbia, con el mismo trío protagonista (enorme la Malone) y una más, la mejor en mi opinión que hizo nunca, que es "Tiempo de amar, tiempo de morir" con John Gavin y Lilo Pulver (la secretaria de James Cagney en "Uno, dos, tres") en plan grandísima actriz. Luego ya están sus melodramones un tanto ya pasaditos de rosca como "Obsesión", "Solo el cielo lo sabe" o "Imitación a la vida", con Jane Wyman y Lana Turner como musas. Son buenos, pero no tanto como los tres primeros que te he dicho. Creo que con esas seis películas tienes una visión bastante completa de lo que es Sirk. Si para completar, y a modo de curiosidad, quieres ver ésta "Pacto tenebroso" y otra también en plan un poco más gótico pero con mucho misterio, está "El asesino poeta". Ambas con obras de encargo antes de que Sirk encontrara su verdadero estilo en medio de las lágrimas.
Abrazos variados. No llores demasiado.
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