El dinero suele ser una bestia imparable que solo quiere más. No hay ninguna otra palabra para definir sus motivaciones, sus virtudes y, por supuesto, sus defectos. Lo peor de todo es que siempre se arrastra a personas con los mismos objetivos. Víctimas propiciatorias de su propia ambición que depositan todas sus miras en la felicidad que solo el mismo dinero puede proporcionar. Y están muy equivocados. Tanto es así que no son capaces de ver que la miseria está a muy poca distancia del lujo.
Así pues tenemos un mundo de nuevos ricos, millonarios con tendencia a la horterada más impensable, no demasiado inteligentes, que se mueven siempre por negocio y nunca por motivaciones personales. Su mundo es sencillo, sin más reglas que rodearse de una increíble serie de placeres superfluos que lo único que hacen es evidenciar el mal gusto de sus propietarios.
Por otro lado, tenemos a un hombre que también tiene dinero, aunque no tanto, y, sin embargo, ambiciona vivir como un hortera de lujo. Es inteligente, es apuesto, tiene una cierta elegancia y buen gusto. Su mundo es más complejo, está lleno de reglas de compromiso, de éticas basadas en los sentimientos personales que, naturalmente, son palmeras en un desierto de brutalidades. Y ese tipejo, que tiene más clase que todos los facinerosos del mundo, resulta que quiere vivir como ellos.
La confrontación sería aceptable si no fuera porque todas y cada una de las escenas en las que hay más dos líneas de diálogo están llenas de circunloquios y pensamientos filosóficos sobre ambos mundos y sus supuestas incompatibilidades. No se pueden aplicar las soluciones de un mundo a otro y viceversa y ya estamos liados. Tenemos una prolija serie de explicaciones que lo único que pretenden es hacer de cada escena un momento álgido y lo que realmente consigue es una sensación cargante, bastante pesada, rodeada de sudores de mal olor y vueltas sobre el mismo asunto.
El culpable, más que el director Ridley Scott, es el guionista y escritor Cormac McCarthy porque ha creído que se pueden aplicar las reglas de la novela a una narración cinematográfica. Como no tiene párrafos en los que se puedan describir motivaciones, conductas y consecuencias, lo vuelca todo sobre el diálogo y llega un momento en que lo que puedan decir los personajes del embrollo, importa más bien poco.
En cuanto a las interpretaciones, Michael Fassbender está correcto aunque muy, muy diluido en la parte final. Penélope Cruz no aporta demasiada intensidad a las escenas y es un rol que, aunque secundario, tiene su importancia. A Javier Bardem alguien debería decirle que no hace falta caracterizar tantísimo a los personajes que interpreta porque está al borde del exceso y, en alguna ocasión, coquetea descaradamente con él. Brad Pitt está muy bien porque es, quizá, el papel más coherente, más conjuntado y más lúcido de todo el entramado. Y la que se lleva la función por encima de todos ellos es Cameron Díaz, peligrosa hasta sentada en un coche, que come con la mirada y devora con los gestos y que tiene que luchar con una trama que se empeña en dejarla atrás porque no acaba de fijar el foco de atención en lo realmente interesante del asunto.
Y es que hay que pensárselo bien antes de tomar la decisión de progresar y tomar parte en las decisiones. Más que nada porque eso conlleva ciertas responsabilidades que, de alguna forma un tanto misteriosa, pueden salpicar en virtud de la casualidad. En ese mundo de coches llamativos, de piscinas, de mujeres exuberantes y de gafas de sol sacadas de los años setenta, no hay lugar para las casualidades. Solo así se entiende que sea tan fácil rebanar el pescuezo a los trabajadores de la droga. Todo lo demás no son más que intentos de hacer que los filósofos giren en torno al caballo.
7 comentarios:
Pues mira, ayer justamente hablaba con un amigo y me decía lo mismo que tú. En cuanto al variopinto reparto que la mejor es ¡¡¡Cameron Diaz" que manda huevos, que Javi sigue teniendo problemas con su peluquero en Hollywood, que Pe está de florero y en fin que Fasbender es un animal cinematográfico que tiene mucho mérito al estar labrándose una carrerita con personajes muy al límite (acuérdate de "Shame" y ojo que la semana que viene ya tengo ganas de verle de negrero cabrón en "12 años de esclavitud" por la que dicen podría ganar fácilmente este año el Oscar de secundario).
Me dijo mi amigo vete a verla aunque solo sea para que veas cómo NO escribir un guión cinematográfico. Que McCormack no conoce las leyes del guión, que lo vuelca todo en el diálogo y le sale una cosa estática y sosa. Y chico, yo no sé si res que el tío es muy lerdo o no se ha mirado antes el abc de esto. Esta semana mismo se estrena "Le Weekend" con guión de Kureishi y al tipo le sale una cosa maja y amena. Vamos que ya no te voy a los Scott Fitzgerald, Steinbeck o incluso el Inving de "Las normas de la casa de la sidra". Que un escritor que se supone leído debería dominar más estas cosas.
Abrazos fumados
Bueno, el problema de Cormac McCarthy (lo de McCormack mola como apócope) es añadido, yo creo que narrativamente ya es bastante cansino también en sus novelas. Demasiado insistente, demasiado repetitivo, al menos en "La carretera" que es la que he leído, una novela poco evolutiva para mi gusto, demasiado interesada en contar la relación padre-hijo (y lo hace bien) no termina de avanzar sino que se va convirtiendo en una repetición continua del entorno, de las situaciones, del paisaje vital. No sé si "No es país para viejos", no la he leído, tiene un ritmo similar, pero yo creo que los Coen sacan mucho jugo a la pausa y los silencios. Sin embargo "Todos los caballos bellos" fue duramente criticada porque se decía que Billy Bob Thornton la había hecho aburrida y que la trama no avanzaba...lo mismo la culpa la tenía el original literario.
No debe ser facil para un novelista escribir un guión, de hecho no hay tantos novelistas-guionistas como se podría pensar, menos aun ahora que lo de la autoria tiene una especie de plus. En los años dorados del cine había menos escrúpulos y los guiones daban dinero de forma más sencilla que las novelas, aunque te llamases Hammet o Chandler.
Abrazos dialogados
La película es un coñazo del quince. No es creíble. Sí lo es el punto de partida: un abogado quiere entrar en el negocio de la droga, simplemente porque quiere más. Lo que no lo es es que, a la mínima, se pongan los jefes de los cárteles y los capos de turno a filosofar sobre drogas, violencia, mujeres. Coño, si hasta hay una escena en la que Rubén Blades, jefe de los jefes de los cárteles mejicanos, le dice a Fassbender: "¿Conoces a Machado?" "Lo he oído nombrar" y le cuenta toda la historia de Machado, su romance con Leonor, etc, etc y termina con "Caminante no hay camino, se hace camino al andar..."....Amos, anda...Eso no se lo cree ni el potito. Aparte de que viene tanto a cuento como el maquillaje de Bardem el cual, erróneamente, quiere distanciarse tanto de sí mismo, con esa crema cetrina que le ponen en la piel para parecer más mejicano que español, que llega a ser ridículo. Fassbender lo hace muy bien, Pitt también (aunque también se marca unas peroratas de aúpa) y Díaz. El resto, ná de ná. Mucho hablar y nada de interpretar. Y será por falta de texto.
Yo creo que el error de McCarthy está en que quiere hacer una obra maestra de la dialéctica en cada escena. Todo momentos álgidos. Y lo que salen son todos momentos aburridos. Se olvida de esa máxima que ya he leído a través de varias personalidades del cine de articular todo en torno a una escena y hacer crecer la película por los bordes. Hitchcock lo sabía muy bien. Un guionista como William Goldman también lo sabe muy bien. En el caso de McCarthy, algo de arrogancia creo que también hay.
Yo sí he leído "No es país para viejos" y tiene poco que ver con los Coen porque McCarthy opta por una sequedad en el relato que no deja de ser chocante. Cuando hace un guión para el cine, se enrolla como las persianas. Cuando hace una novela resulta que es lo más escueto que te puedas imaginar. La verdad, da que pensar este fulanito.
Abrazos interminables.
Bueno, ahí tenemos el caso de Almodovar que intentó articular una peli a partir de la escena del karaoke/varieté en "Los amantes pasajeros" (a mi no hay quien me apee de esa opinión) y le salió por los bordes un truño del copón.
En cuanto a los capos cultos, no es un caso único, aun recuerdo a Andy Garcia soltando una charleta a proposito de Gaudí en la notable "8 millones de maneras de morir".
Abrazos desde los Campos de Castilla
Una cosa es una charleta, amigo Carpet, y otra es emplearlo como metáfora del asesinato y de la tortura, en una profundidad pocas veces vista en el cine. Es que no quiero contar mucho para no aguaros la fiesta si tenéis intención de ir a verla pero vamos...hasta hay una charleta también sobre la última novedad tecnológica sobre matar...que, por supuesto, acaba por ponerse en práctica.
Abrazos desde la soledad.
No, no, si no pienso ni acercarme...en un principio estuve tentado, epro visto lo visto...la fiesta está más que aguá. Me parece que toca cine español este finde, veremos si lo Inma Cuesta es para Goya o no.
En cuanto a la charleta de Andy, no era para compararla con la de Blades, sino porque en más de una ocasión el cine ha tratado al capo como hedonista que no obstante aprovecha su nivel económico para empaparse de cultura o parecerlo, sobre todo en comparación con sus zoquetes esbirros.
Abrazos eruditos
Yo me decantaré por la recomendación de Dex con "Le Week-End" y escribiré esta misma noche el artículo.
Sí, de acuerdo. El tipo es un nuevo rico que quiere, no solo serlo, sino también parecerlo, como si todos los ricos fueran cultos (un tópico que jamás entenderé). El resultado es ridículo cuando intentan serlo forzadamente pero en este caso, ni siquiera es forzadamente. Es como si todos los que estuvieran en el mundillo fueran versados como ninguno en cuitas literarias o, cuando menos, filosóficas.
Es más...Fassbender, único personaje que está justificado que sí sea culto, llega a pedir "cicuta" en una cafetería cuando se acerca la camarera...ahí queda eso. Y es su único rasgo culto.
Abrazos incrédulos.
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