martes, 21 de junio de 2016

STALINGRADO (1993), de Joseph Vilsmaier

Si queréis escuchar el debate que sostuvimos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla alrededor de "Mi querida señorita", de Jaime de Armiñán, podéis hacerlo aquí.

 El mar es cálido y la nieve es fría. De las costas de Italia al frente ruso con un par de condecoraciones y alguna que otra felicitación para que los soldados vayan con la moral alta y el ánimo dispuesto. Sin embargo, allí, en Stalingrado, es donde los sueños de grandeza de la gran Alemania se estrellan contra las duras balas del enemigo. El asediador se convierte en asediado y la vida humana es un valor absolutamente a la baja. Cuando no hay apoyo de los superiores más que para mandar a la muerte, cuando la comida escasea, cuando nadie se acuerda de los que disparan y mueren y el general Invierno hace su implacable aparición, la guerra se convierte en una simple cuestión de supervivencia.
No importa si la situación deriva hacia una batalla en la estepa más blanca horadada por los hoyos más negros, o hacia una deserción anunciada, o hacia un avión que despega y deja a la esperanza en tierra. Solo el siguiente latido es importante, la siguiente respiración, el siguiente refugio…o, tal vez, superar la siguiente maldad de unos mandos inútiles y ciegos que anteponen cosas tan trasnochadas como el honor, el deber o la injusticia antes que la propia vida. Quizá, de vez en cuando, haya que volver los cañones hacia las insignias brillantes enmarcadas por la cruz de hierro y disparar sin un pestañeo. Stalingrado fue la tumba de 250.000 soldados alemanes y fueron abandonados a su suerte sin ninguna piedad por sus propios dirigentes. Y aún Hitler bramaba en la radio que no pedía mucho. Debería haber sorbido todas y cada una de las lágrimas que derramaron unos cuantos hombres para saber hasta qué punto sus palabras sonaban a la oquedad del cemento destruido, del corazón deshecho y de la desesperación en alaridos.

Joseph Vilsmaier dirigió Stalingrado con más entusiasmo que acierto. Con un despliegue de medios realmente impresionante para una producción europea, la película no deja de ser algo plano, con muy poco interés por contarnos la carne de los protagonistas y mucho por ser lo más desgarrador posible. Quizá la sangre necesite algo menos de exhibición y algo más de dramatismo aunque, sin duda, hay secuencias de cierto mérito. A muchos kilómetros de El submarino, de Wolfgang Petersen, Vilsmaier quiere dejar bien claro que en la guerra no hay héroes, sino víctimas y que todos los alemanes, para descargo de su propia conciencia, no eran nazis. Salvo todos aquellos que votaron por Hitler en su ascenso al poder, claro. En cualquier caso, no deja de ser un retrato humano de hombres que mueren inútilmente, sin tener claro cuál es el objetivo de la batalla porque, en realidad, no es otro que seguir viviendo. Más allá de eso solo hay lugar para la crueldad gratuita, para el expolio más vil, para la certeza de que en la guerra lo único que está en primer lugar es la congelación de los sentimientos para poder matar sin hacerse preguntas después. Es así de fácil. Es así de simple.

6 comentarios:

Raúl Gallego dijo...

Muy bien escrito César.
Si es cierto que hay demasiado énfasis en ocasiones y que se quiere tocar la fibra de modo muy obvio, por ejemplo con las escenas de la mujer con el niño en brazos, o el lloro del soldado joven ante la barbarie que le rodea ...de todas maneras creo que es el mejor Stalingrado que se ha rodado, mejor que el del 59, Stalingrado batalla en el infierno del alemán también Wisbar, con las heridas aún más recientes y la sensación autoexculpatoria muy presente, y creo que también mejor que la más reciente del ruso Bondarchuk que ésta si que es sensacionalista y bestia según he leído porque no la he visto, y para mí tan buena como Enemigo a las puertas, con un Ed Harris excepcional. Me gusta de la versión de Vilsmaier el humanismo de esos soldados llevados a la muerte, y algunas secuencias muy bien rodadas como la del principio en la playa italiana, la del enfrentamiento contra los tanques con el blanco de la nieve espectacular, la de la muchcha rusa al final y su desencuentro-encuentro con el teniente, que recuerda con las distancias lógicas a alguna escena de La Cruz de hierro, de Peckinpah. La sangre y violencia en ocasiones muy notoria no creo que estén de más, seguro que fue mucho peor. Salud desde las ruinas de Stalingrado.

César Bardés dijo...

La secuencia del llanto del soldado jovencito es de juzgado de guardia...no solo por lo obvio, sino también por que no es nada nuevo. Toda esa secuencia del asalto a la fábrica en ruinas es bastante desastrosa. Vilsmaier se empeña en retratar el drama humano y no tenemos ni idea de para qué se asalta, ni tampoco por dónde van, solo vemos ruinas y no hay ni un solo plano que sitúe espacialmente al espectador. Sin embargo, por contra, sí es verdad que el combate en la nieve es de lo mejorcito de la película. Siento disentir sobre tu comparación con "Enemigo a las puertas", me parece muchísimo mejor la película de Annaud para contar el sitio de Stalingrado. Claro, ésta digamos que se esfuerza por alargar la historia en el tiempo mientras que quizá "Enemigo a las puertas" sea más reducida en ese sentido pero me parece mil veces mejor dirigida. En cuanto a "Stalingrado" en sí misma a mí lo que me parece es un esfuerzo loable de producción, se notan los medios que se pusieron pero me parece que está dirigida por un hombre que se ha dedicado más a la televisión que al cine y que tiene la mala costumbre de reducir mucho el plano. Además la película, para mí, tiene un defecto de base. Quiere mostrarnos el lado humano de esos soldados que combaten y, sin embargo, no se esfuerza por darles encarnadura. Tenemos que empatizar con ellos simplemente por lo que sufren. Apenas sabemos nada de ellos más allá del combate. Sí, Rider tiene una madre que le manda pan de amapola (curioso...la amapola no creo que sea lo más sano del mundo para comer teniendo en cuenta que de ahí se saca el opio. Conocido es el caso del tipo que en España se hizo un té de amapolas y tuvieron que llevarle a urgencias porque estaba totalmente drogado), Rollo tiene una mujer que le abandona...¿por un francés que está en un campo de concentración? Seré muy cortito, pero no lo entiendo. El teniente viene de una familia de militares (al igual que ocurre con el teniente de la versión del 59) y viene dispuesto a cumplir las ordenanzas y tal (algo también bastante tópico) y, de repente, cambia de opinión con el incidente del hospital, así a bote pronto. Sin duda, pienso, que si se quiere hablar de la humanidad de los combatientes me cuenta muchísimo más "El submarino", de Petersen. Si se quiere hablar del sitio de Stalingrado, sigo pensando que "Enemigo a las puertas", a pesar del punto de vista soviético, me llega más. Y si se quiere hablar del sufrimiento del soldado alemán, como tú bien dices, Peckinpah lo hace con más maestría.
Lo de la sangre a mí no me molesta, como tampoco me molesta en "Salvar al soldado Ryan". Seguro, como bien dices, fue mucho peor.

Raúl Gallego dijo...

si es cierto además quizá se me hace larga, por otra parte es que las pelis bélicas suelen ser bastante largas, no olvidemos El día más largo... con algunas excepciones, la mejor de todas para mí Senderos de gloria que dura menos de una hora y media y ni falta que le hizo al portento Kubrick más tiempo para expresar más. A Stalingrado es que le tengo un cariño especial porque la vi en el cine en su momento, en el cine gana mucho, la pantalla grande te hace sentirte entre los muros destruidos de la ciudad llena de francotiradores, y después con esas imágenes en la nieve tan duras que siente uno el frío soviético. A pesar de sus carencias que las tiene claro, me parece una digna peli.

César Bardés dijo...

Lo de la largura tampoco me importa siempre que haya una cierta estabilidad en el tono. "Stalingrado" también adolece de secuencias estupendas de combate y otras que la narrativa cae estrepitosamente. Kubrick, es cierto, era Kubrick y ahí ya estamos en otra liga. En cuanto al cariño que puedas profesar a "Stalingrado" ahí ya no me meto. Yo también la vi en el cine (concretamente en el Palacio de la Música de Madrid, en una de mis excursiones solitarias) y reconozco que esa fotografía, en especial las secuencias de la nieve, es muy desoladora y muy espectacular. Lo cierto es que Marlon Brando decía que gran parte de las sensaciones que puede tener un espectador a la hora de ver una película reside en su propio estado de ánimo y en sus circunstancias en el momento de ver esa película. Creo que también tenía bastante razón.

CARPET_WALLY dijo...

Pues yo no he sido capaz de verla entera nunca, me ha parecido larga y, como bien decís, con personajes con poca encarnadura. Terminé el año pasado el libraco de Antony Beevor "Stalingrado" ( muy recomendable) y ahí si que sentías no sólo el padecimiento de los soldados (de ambos bandos), las ordenes contradictorias de los respectivos jefazos (Stalin y Hitler), las barbaridades de las SS alemanas o el NKVD de Beria para evitar que sus soldados dieran "un sólo paso atrás" (como decía la máxima), los errores estratégicos o de coordinación en ambos bandos, y mucho drama humano ( el libro se documenta con cartas de soldados y oficiales a sus familias así como algunas actas de reuniones del alto mando militar...
Un libro imprescindible para conocer una batalla brutal y terrible. la película te lo cuenta pero, a mi por lo menos, no me llegó de la misma forma.

Abrazos sobre blanco

César Bardés dijo...

Ése es un punto de vista interesante, el del libro de Antony Beevor. Desde luego en pocas películas se iguala la bestialidad de ambos bandos (los rusos no eran ningunos santitos) cosa que en la película no se ve. Creo que la película tiene varios problemas a la hora de tener empaque (que lo tiene en cuanto a producción pero no en cuanto a dirección). Comprendo que se te haga larga (aunque no lo es tanto) y habría que pensar que este es un proyecto que manejó Sergio Leone y que, estoy seguro, en sus manos habría sido otra cosa totalmente distinta. Hubiera quitado cosas y añadido otras para hacer más cercano el drama de esos soldados que no sabemos de dónde vienen, ni cuáles son sus sueños salvo el de sobrevivir como seres humanos. No podemos empatizar con ellos, sinceramente, porque no nos los presentan y así es muy difícil. Para mí la película se queda a medio camino. Muy bien intencionada y muy poco resultado.
Abrazos con minas.