Vito Corleone llegó a
Estados Unidos huyendo. Desde muy pequeño supo lo que era el odio y la falta de
perdón. Intentó ganarse la vida como pudo y, siempre con la mente puesta en su
casa, en su mujer, en su hijo enfermo, en tener suficiente para vivir, comenzó
a hacer pequeños trabajos que se hallaban al margen de la ley. Conoció a
Clemenza, a Tessio, impuso respeto. América era un gran banco en el que muchos
pescaban y él no se lo pensó dos veces. Sin embargo, algo de ética había en él.
Se impuso algunas líneas rojas que no debía traspasar. Eso no quiso decir nunca
que no tuviera que utilizar la fuerza. No tenía ningún problema en emplearla.
Y, cuando lo hizo, fue frío e implacable. Nadie jugaba con sus parcelas de
poder. El nombre de Vito Corleone, nacido Andolini, comenzó a respetarse en el
barrio de Little Italy. Nadie podía reírse de él porque tenía un nombre y una
familia a la que proteger.
Una generación después,
su hijo, Michael Corleone, se ha escondido detrás de una máscara de impasibilidad
que hace imposible saber qué es lo que pasa por su mente. Tiene A su familia,
pero teme perderla. Está dispuesto a llegar allí donde no ha llegado nadie y,
sin embargo, el destino quiere que pague por todos. Tendrá que ser verdugo de
lo que más ha querido a pesar de que, en su aterradora frialdad, lucha hasta la
extenuación para conseguir que la familia Corleone, sin perder su posición,
goce de una situación legal. Michael no sabe que hay demasiados intereses a su
alrededor que impedirán cualquier iniciativa en ese sentido. Nunca dejarán que
los Corleone sea una familia adinerada cualquiera. Las conspiraciones se
suceden, las traiciones proliferan, el Gobierno aprieta las tuercas. Michael
tiene que salir huyendo de un refugio que cree seguro. Y, por supuesto, tendrá
que pagar un precio demasiado alto para sí mismo. El más terrible de todos.
Vito Corleone construye
su imperio sabiendo que el origen de todo ha sido la humildad. Y ha conseguido
que nadie le mire por encima del hombro. Incluso el despreciable casero de
Calabria se convierte en un manojo de nervios en su presencia. Vito hará todo
lo posible por seguir ascendiendo, y deberá quitarse de en medio a un par de
viejos camorristas que, bajo una fachada de respetabilidad, extorsionan a todo
aquel que ose iniciar la escalada. En el fondo, lo merecen. Vito no soporta el
cinismo, él no es un cínico que dice una cosa y hace otra. Él es un hombre que
respeta los límites. Y eso será algo que llevará a gala el resto de su vida.
Aunque sus hijos, quizá, no piensen lo mismo. Es lo que pasa cuando se piensa
demasiado en el futuro ajeno.
Michael Corleone
destruye lo que más ama. No le quedan salidas donde desahogar su verdadera
personalidad. Por eso, siempre está impasible y llega a desconfiar de los que
le quieren bien. A su alrededor, otros hombres de negocios se han sentido
decepcionados por su comportamiento que, más allá de la ética, le ha llevado a
conservar el patrimonio de la familia Corleone. No es nada personal, son sólo
negocios. Ya no queda nada de aquel joven idealista que se alistó el mismo día
del ataque a Pearl Harbor porque estaba agradecido de ser parte de los Estados
Unidos. Aquel chico murió desde el mismo momento en que decidió defender a su
familia. Y, tal vez, el precio no ha merecido mucho la pena. Michael, aún
siendo implacable, terrible, frío y calculador, nunca podrá parecerse a Vito,
por mucho que su íntimo deseo sea disfrutar de sus negocios desde una
perspectiva legal. Eso sólo está reservado a los grandes hombres y Michael no
es uno de ellos.
Es una obra maestra
indiscutible. El cine, aquí, también consiguió elevarse por encima del mismo
arte. Y ya sólo queda sentarse en un jardín repleto de hojarasca y reflexionar,
asimilar cualquiera de sus múltiples lecturas. En soledad.
3 comentarios:
Palabras mayores.
Hoy decían en la radio que han mandado una sonda al espacio interestelar con una caja del tiempo en la que se incluyen fotografías, grabaciones de sonidos de la naturaleza, la quinta sinfonía de Beethoven. Y me decía entre mí, y por qué no una película, un "Ciudadano Kane", un "2001", un " El padrino II?"
Al margen de que sea o no la mejor película de la historia del cine, sí merece un par de consideraciones. El padrino marca un antes y un después, y el comienzo del cine contemporáneo con todas sus consecuencias buenas y malas.
Hace poco, a propósito del limitado estreno de "Roma" pensaba yo en la suerte que tuvimos alguno de ver películas como esta en pantalla grande. No en la época de su estreno, sino en reposiciones posteriores. Es una experiencia digna de vivirse la de ver al menos una vez las dos películas en pantallón y dejarse llevar por la magistral fotografía de Gordon Willis que ya por si sola es una maravilla.
Siempre he pensado que el verdadero protagonista de El padrino es Michael Corleone, por encima de Vito. Si analizamos la saga como una tragedia shakespereana, como tiende a hacerse, el verdadero Hamlet de la historia es el personaje de Al Pacino, y eso por mucho que las actuaciones de Brando y De Niro estén por encima del bien y del mal. Es la tragedia de un hombre bueno que no quiere mancharse las manos y al final acaba convertido en lo peor. La saga es la historia de su ascenso, su apogeo, su caída y su redención (de ahí que yo sí le encuentro total sentido a la tercera entrega, en contra de muchos que la machacan, ya por el simple hecho de que no esté a la altura de sus dos predecesoras).
En fin, se podrían decir muchas cosas de esta obra de arte, pero me pilla súper liado. Siento no poder decir más cosas de ella, aunque puede que no haga falta. Hay que postrarse ante una de las grandes maravillas no ya solo del cine sino de la Humanidad.
Abrazos familiares
A mi esta película me parece impresionante.
No es fácil hablar de ella sin mencionar a su predecesora (tu lo has conseguido genialmente en el artículo) y tampoco es fácil evitar la comparación. A mi, como ya digo, esta segunda parte, excepción excepcional a la regla sobre que nunca fueron buenas, me parece mayúscula.
Los dos tiempos enfrentados, el joven Vito haciéndose un hueco a base de respeto y en plena ascensión, recolectando complicidades, mientras que Michael cae en una espiral de desconfianzas, de traiciones, de deslealtades y finalmente en un infierno particular, cada vez más podrida el alma.
También hay un paralelismo en las sociedades retratadas y la trayectoria personal de cada Corleone. Mientras Cuba representa al mito de la libertad conseguida frente a la dictadura (lo que se busca con esperanza y termina siendo igual o peor), la pequeña Italia refleja al Vito juvenil, efervescente, imperfecta, peligrosa pero repleta de posibilidades.
Esta película haría a Coppola imprescindible aunque no hubiese hecho ninguna mas, pero las hizo y alcanzó el Olimpo.
Abrazos yendo a pescar....¡Que sucesión de secuencias perfectas!
El problema de "El padrino III" es que existen las dos primeras. Es la diferencia que hay entre dos películas sublimes y una que es muy buena. El que espere lo mismo una y otra vez, no es más que un ingenuo. Es verdad que en la tercera se echa de menos la presencia de Robert Duvall (que, parece ser, pidió una ingente cantidad de pasta a Coppola por volver a interpretar a Tom Hagen) y eso hizo que Coppola tuviera que modificar una buena parte del guión porque Tom hubiera tenido un protagonismo bastante importante. Por otro lado, otro de sus problemas es la presencia de Mari Sofi en el reparto en detrimento de Wynona Ryder o de Bridget Fonda (no se entiende por parte de Francis el hecho de tener a Bridget y no utilizarla y preferir a esa chica que no aguanta un primer plano ni por casualidad y no es tan guapa como para hacer que Andy García pierda la cabeza por ella). En cualquier caso, estamos hablando de una trilogía impresionante. Aún recuerdo la crítica de Enrique Herreros cuando se estrenó la tercera y dijo: "Es una gran película, porque Coppola te sirve el mismo plato por tercera vez y te lo vuelves a comer" y como tú dices, Dex, es absolutamente necesaria para explicar la redención que, por fin y de manera terriblemente dolorosa, alcanza Michael.
Es verdad, el verdadero protagonista de la historia es Michael porque, a pesar de la podredumbre de su alma, como muy bien lo ha definido Carpet, es un personaje trágico al que llegas a entender (de una manera un tanto tortuosa) aunque para nada compartas sus medios y sus soluciones.
Carpet, a mi me gustan mucho las dos. Tanto la primera como la segunda, me parecen verdaderas obras de arte. Es verdad que el hecho de que dos actores mayúsculos como Brando y de Niro den vida a Vito Corleone en distintas etapas de su vida las ensalzan aún más, pero es que la realización es perfecta, la increíble fotografía de Gordon Willis (buenísima en la parte de Michael y superlativa en la parte de Vito) es legendaria y quizá una de las mejores de la historia del cine, el sentido lírico de la historia (que lo tiene), el trazo eminentemente shakespeariano, los distintos personajes que se van dibujando a lo largo de toda la saga, la impresionante ambientación de Dean Tavoularis, no importa la época. Raya la perfección y, como bien apuntáis los dos, son película que no deberían dejar de verse nunca, ni de hacer reflexionar nunca, ni dejar de disfrutarse nunca.
Abrazos con un Ave María.
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