Si tenéis ganas de escuchar lo que hablamos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla a propósito de esa enorme película de Richard Brooks que es "Los profesionales", podéis hacerlo aquí.
Niños que se creen
hombres y que, ya adultos, aún creen que lo tienen todo. Niños que ejercieron
la violencia más brutal solamente para tener un sentimiento de superioridad
sobre los demás. Niños que jugaron con el peligro de la corrupción para
convertirse en hombres que olvidaron su alma. Ésa es la auténtica profanación
del espíritu y el Inspector Morck, en su tormenta interior, lo sabe muy bien.
Por eso, rescata lo que nunca debió de ser enterrado y trata de esclarecer algo
que tiene una misteriosa conexión con la actualidad. Al fin y al cabo, ningún
policía se va a molestar demasiado por el suicidio de un antiguo policía. Y
menos aún si las pistas conducen a las mentes pudientes de la perversidad más
lujosa. La cuestión es sórdida. Más que nada porque, cuantas más altas están,
más huelen las escorias.
Y el peligro ronda,
precisamente, a lo más bajo. La élite también tiene sus parias a los que
abandona sin ninguna compasión. Sólo el fuego purificará lo que está podrido
desde su nacimiento. Y el recuerdo, brutal y terrible, golpeará siempre los
rincones de la locura, como si fueran puñetazos en el mismo vientre, para
ahogar cualquier grito de esperanza en plena desorientación. Y en la inmaculada
Dinamarca todo parece en perfecto orden, con su pulcritud, su limpieza
exterior, sus días nublados y fríos y sus mentes retorcidas, caídas hacia el
mal, como una tentación a la que es muy difícil escapar.
En todo crimen, hay
todo un rompecabezas de actitudes humanas que hay que resolver. Tal vez el
móvil más antiguo de todos sea la codicia, pero también está el mantenimiento
de las apariencias cuando éstas se transforman en algo más importante que la
vida de cualquier otro. En un sótano, dos policías trabajan para resolver
crímenes que fueron olvidados por la burocracia y el tiempo. Y sufren porque,
aquellas personas que fueron víctimas, hoy están perdidas en una existencia que
no eligieron, a la deriva, sin más agarraderos que sus propias fuerzas. A
menudo, no es suficiente. Ni siquiera los millones de lágrimas derramadas son
suficientes. Hace falta vengarse para dar descanso al alma. Y, tal vez, acabar
con todo. El Inspector Morck sabe todo eso y lucha hasta la extenuación para
que no ocurra a pesar de que su alma está caminando por el borde del abismo.
Excelente segunda parte
de los casos de este peculiar departamento de policía en la que se nos muestra
la corrupción de las clases más altas, sumergidas en la creencia de que pueden
hacer cualquier cosa sin que la ley les haga el más mínimo envite. Buenas
interpretaciones, argumento apasionante, personajes bien trazados, dirección de
cierta altura…quizá estamos hablando de una saga que aparecerá como un clásico
europeo dentro de algunos años y, desde luego, de una de las mejores adaptaciones
al cine del género policial escandinavo. Y, en ese momento, cuando pasen
décadas, tal vez haya un departamento Q dispuesto a desenterrar grandes
películas que permanecieron desconocidas para la mayoría.
2 comentarios:
Pues, efectivamente otra muestra más de que las segundas partes no sólo pueden ser buenas sino que incluso pueden ser mucho mejores.
En esta la amargura de Morck puede ser la misma, pero se ve como se implica más emocionalmente. Los personajes principales ya no necesitan tanta presentación y así el ritmo es más rápido. Los flashback son duros pero bien llevados y oportunos (en otras películas son tan innecesarios). Los personajes son potentes y entre la sordidez del mundo oculto tras fachadas de perfección y las miserias de personas enfermas de poder vislumbras momentos para la esperanza y sobre todo una tensión creciente que te lleva en volandas toda la peli.
Abrazos con uniforme de colegial
La evolución del personaje de Morck llega a ser fascinante aunque no encuentra demasiada salida salvo esa obsesión por resolver casos del pasado, para que no haya gente que sufra tanto como él sí lo hace.
Es cierto que esta segunda parte refrenda el buen hacer de la primera. El altísimo nivel de esta saga de película sigue dejándome sorprendido (al igual que me sorprende que haya mucha gente que ni siquiera haya oído hablar de las películas) pero, como tú bien dices, todos los elementos que se ponen en juego están bien ponderados. Lo que te narra puede ser muy sórdido, pero todo está hábilmente contrastado con una dirección sobria, nada estridente, muy contenida y eso es una virtud más de toda la saga.
También habría que destacar que Fares Fares en esta ocasión resulta mucho más comprensivo, comienza a entender a Morck aunque no comparta para nada su latente sociopatía. Y, desde luego, destacar también la aparición de Rosse, la chica de la oficina que, poco a poco, irá ganando en protagonismo.
Abrazos fogosos.
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