Hay lugares en la
Tierra en lo que se puede atisbar el precipicio del infierno. Uno de ellos es
este lugar, acostado sobre una abrupta montaña, en donde se ha instalado un
puesto de vigilancia alejado por completo del campamento base y que tiene todos
los billetes para cogerse el autobús hacia la tumba. Es un sitio aislado, sin
mayor visión que la que proporciona la árida cumbre que se erige en su
retaguardia, mientras que en vanguardia sólo se alcanza a ver el desierto
polvoriento de piedra y miedo. No importa el número de soldados que estén allí,
no importan los suministros que se puedan almacenar, da igual las
ametralladoras que se pueden apostar para repeler cualquier tipo de ataque. Los
hombres destinados allí tienen las cartas de la muerte en su mano y muchos de
ellos perderán la vida.
Es uno de esos puestos
de vigilancia a los que se les ha bautizado como “Campamento Custer” porque
nadie puede salir vivo de allí en caso de un ataque talibán. Y, efectivamente,
eso ocurre. Es un ataque basado más en el número que en la táctica y habrá que
defenderse con uñas y dientes, con vehículos, con munición, con la pólvora
flotando en el aire y conservando toda la sangre fría que no debe ser
derramada. Sin embargo, las cosas se ponen feas. Los talibanes ganan terreno y
los soldados se van replegando en una estrategia plenamente ensayada. Por el
camino, van cayendo los amigos, los buenos oficiales, los esforzados soldados
que combaten, sobre todo y ante todo, por el amigo que está al lado. Los
disparos silban rozando los oídos, las armas echan humo y aún así, el enemigo
sigue avanzando. No hay demasiadas esperanzas para ese puesto avanzado en medio
de ninguna parte. Está tan alejado de la base que el apoyo aéreo puede tardar
hasta dos horas. Genios militares.
No cabe duda de que esta película ha palidecido en comparación con otros retratos de guerras modernas y, sin embargo, es una buena película de supervivencia y aventuras. No cabe duda de que la guerra nunca es agradable, pero en esta ocasión se ven claras las referencias mezcladas a La patrulla perdida, de John Ford, y, sobre todo, a la estupenda Zulú, de Cy Endfield. Cambian las armas y los uniformes, desde luego, pero el espíritu de resistencia sigue ahí, atrincherado o parapetado tras cualquier barracón, buscando soluciones rápidas y eficaces ante un acoso en el que, muy probablemente, no querrán prisioneros. Quizá un suboficial tenga alguna idea sorprendente como dejar de resistir y tomar la iniciativa en un ataque que se antoja prácticamente imposible. O, tal vez, llegue a tiempo la caballería del aire. Nunca se sabe. Lo cierto es que, en esas situaciones, la sangre del de al lado es la sangre de mi hermano y hay que hacer todo lo posible para llegar vivos al final. Cueste lo que cueste. Aunque cualquier bala se lleve la juventud, las ilusiones o la camaradería que alguno puede llegar a sentir. Munición, por favor. Estamos secos.
2 comentarios:
Pues es verdad, es una más que buena película bélica y, como la mayoría, no deja de ser indirectamente antibélica, en este caso señalando lo poco que se valora la vida de los pobres soldados enviados a mantener una posición indefendible.
Es bastante angustiosa, sobre todo la primera media hora en la que eres consciente del agujero en que están y las dificultades de salir de ahí con un mínimo de garantías en un simple camión. Y cuando lempieza la acción, efectivamente recuerda a "Zulú", "La patrulla perdida", hasta "El Alamo" o "Black HawK derribado" y tantas otras de resistencia heroica frente a un enemigo con una aplastante superioridad numérica. Aquí los soldados están muchísimo mejor equipados y preparados que el enemigo, pero el problema no es solo el número, sino que la posición es una pura ratonera.
Es muy destacable el ritmo y la tensión de todo el film y la capacidad para dibujar bastante bien a los personajes alejándolos del simple esbozo o de su carácter de "carne de cañón fílmico" y por tanto poco interesantes por prescindibles. A eso ayuda también esa primera media hora de presentación de la situación.
Porque lo cierto es que cuando la acción comienza, no hay respiro.
Abrazos desde la zona oscura de la luna.
La pillé por casualidad en uno de esos canales perdidos de Dios y ya me enganchó que Rod Lurie estuviese tras las cámaras. Le conocía de aquella película de "Candidata al poder", con Joan Allen, que no estaba nada mal y, por curiosidad, me quedé a verla. Y fue una grata sorpresa. Una película agobiante, llena de acción, bélica pero antibelicista, con esa idea que planea durante toda la película de que hay que combatir hasta el final para salvar al otro. Es todo un tratado de solidaridad en una situación de absoluta emergencia. El planteamiento, además, como bien indicas es muy hábil porque te pone en situación, sobre todo, espacial, con respecto al problema que se va a plantear. Tiene muchos puntos en su haber esta película. Bien es verdad que, quizá, ha pasado un poco desapercibida por la proliferación de películas bélicas situadas en los distintos conflictos árabes, un poco una repetición continuada de la senda abierta por "Jarhead" o "En tierra hostil", pero esta película es lo suficientemente buena como para tener entidad propia y ser considerada una honrosa excepción.
Abrazos desde el vehículo blindado.
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