jueves, 23 de abril de 2009

LA SOMBRA DEL PODER (2008), de Kevin McDonald


Dejando aparte el hecho de que la palabra “trípode” debe de ser algo malsonante en el vocabulario del director Kevin MacDonald, de que el hecho de que Russell Crowe y Ben Affleck hayan sido compañeros de universidad no se lo cree ni George W. Bush atragantándose con una galleta viendo un partido de fútbol americano y que el argumento se parece peligrosamente a la novela de Raymond Chandler El largo adiós puede que, incluso, alguien piense que La sombra del poder es una película más que aceptable.
Y es que la búsqueda de los renglones de la verdad muy a menudo están manchados con la tinta roja de la sangre de otros, la honestidad en los días de ira y prensa es un concepto tan anticuado como un Saab del 91 y la verdad en la esfera política es sólo un baile de disfraces en el que la mentira se erige como invitado de honor. En todas esas aspas gira el helicóptero de esta historia basada en una miniserie de 6 capítulos de la BBC británica que Tim Bevan, a la sazón productor de varias de las películas de los Coen, se apresuró a adquirir para utilizar esos derechos en una película americana que tiene todo el estilo de una producción británica.
El caso es que lo que sale es una película de cine negro disfrazada de thriller policiaco (no es lo mismo) que peca de alguna información que, de repente, aparece por arte de magia, como los salvadores y siempre irritantes teléfonos móviles sin los cuales los protagonistas no se podrían mover. Y ahí el que mejor habla, se mueve y actúa es Russell Crowe que incorpora a todo un Philip Marlowe moderno, impulsado por la honradez del periodista al que interpreta y que, además, tiene los mejores diálogos de toda la enrevesada trama. La que mejor mira, profundiza e interpreta es ese talento de actriz que es Robin Wright Penn y que es uno de los mayores desperdicios del cine contemporáneo mientras se pierde en papeles secundarios como éste al que, sin embargo, sabe sacar un jugo no exento de belleza que ya se está poniendo amarilla por los bordes. La que mejor grita, se enfada, se vela y se rebela es Helen Mirren que aporta dos o tres escenas de veteranía y autoridad femenina que nos dejan ver brevemente lo gran actriz que ha sido siempre. Lo de Ben Affleck es de traca de feria y, ni de lejos, se acerca a su mejor papel que está en esa pequeñez que fue Al límite de la verdad. Por cierto, como sigamos asistiendo al retrato de congresistas de los Estados Unidos de tal juventud travestida de falacia vamos a tener que echarnos a temblar y refugiarnos en las trincheras de la nostalgia; y la pobre Rachel MacAdams tampoco da la talla en un rol que ofrece una cierta oportunidad de lucimiento pero que ella arroja por la ventana dando un recital de sosería disfrazada de flema.
No cabe duda de que en la estructura de un guión llevado con un cierto vigor tiene algo que ver Tony Gilroy, llamado a última hora porque estaban obligados a condensar en muy poco tiempo seis episodios de enorme éxito y consigue que se pase un rato entretenido, intentando vislumbrar lo que se teje tras la tupida oposición contra la privatización de la guerra (ya se sabe, la guerra es el mayor negocio del mundo, con miles de millones de dólares al año) y uno disfruta con las réplicas de Crowe y, de vez en cuando, hasta se dibuja una sonrisa bañada en ironía mientras uno se dice a sí mismo que le gustaría ser tan agudo en algunas ocasiones. Pero cuando pasa el rodillo de los títulos de crédito, yo no pude evitar tener la sensación de que lo que había visto ya lo pude leer en otra parte quitando ciertos ropajes de lujo y de altas esferas. Y es que intenté decir adiós, excepto a los políticos. No se ha inventado la manera de decirles adiós definitivamente...



2 comentarios:

dexter dijo...

Pues no puedo estar más de acuerdo en sus palabras Mr Devlin. Acudí a ver esta película -antes de que publicara incluso su post- seducido por las excelentes críticas de que venía precedida. Que yo creo que son más las ganas que otra cosa. Llevamos tanto tiempo sumidos en la rutina de thillers anodinos y hechos de cualquier manera que la llegada a salas de cualquier cosa que se salga de lo común se saluda como un acontecimiento. Pero tampoco es para tanto, en el pais de los ciegos el tuerto es el rey como se suele decir.
En efecto para empezar la química existente entre los dos protagonistas es cero. Nadie se puede creer que entre el aseadito Afleck y Crowe pudiera haber habido una amistad en algun momento de sus vidas. ¿Se puede justificar en el hecho de que Rusell fuese un pijo que escuchase a Roxy Music y después se asilvestrara? Siguiendo con las preguntas ¿tú crees que se duchó alguna vez durante los días que duró el rodaje? Con todo la actuación de Gladiator me parece lo mejor de la cinta. El tipo borda su personaje, aunque no deja de ser un arquetipo. ¿Porque siempre los chicos más listos de la clase tienen las ideas tan claras y en cambio descuidan tanto su aseo y su imagen personal?
Además, como bien dice, el reparto de secundarios esta bastante desaprovechado dejando que la pobre Helen Mirren se desahoge pegando cuatro gritos y Robin Wright Penn haga lo propio echando cuatro lloros. Hasta lo de Viola Davis - supongo que pre Doubt- parece más un cameo que otra cosa - ¿ la nominarán otra vez al Oscar?
Preguntas, y más preguntas las que nos deja esta sombra del poder. Kevin McDonald era un tipo al que se le podía conceder el beneficio de la duda gracias a El último rey de Escocia, pero esta vez... Y luego, lo de los dobles y hasta triples giros de tuerca hechos la mayoría de las veces deprisa y corriendo y sin más ni más que ya cansa un poco. Si estamos de acuerdo en que uno de los males endémicos del cine moderno está en la escritura de los guiones, estaremos también de acuerdo en que el trhiller es el género más damnificado por el particular.

César Bardés dijo...

Excelente análisis de la película y sus alrededores, Dex. El mal endémico es el poco curro de los guiones y una película de estas características tiene que estar forjada con argumentos de hierro y esta lo tiene de pvc de segunda mano. Hay poco que añadir a este comentario tan lleno de lucidez y tan bien expresado.