jueves, 20 de mayo de 2010

ROBIN HOOD (2010), de Ridley Scott


Hace mucho tiempo que Ridley Scott dejó de interesar como cineasta para ser considerado un viajante del entretenimiento, un vendedor colosal con muy poco que ofrecer. De hecho, así es como se forjan las leyendas y no puede caber la menor duda de que, para las generaciones venideras de cinéfilos, será un director de culto, todo un mito del cine de acción y reacción, el maestro de la cámara en el blanco
Todo esto sería más que evidente para cualquiera que haya visto un par de millares de películas y haya llegado a diferenciar lo pasable de la tomadura de pelo. En esta ocasión, el director intenta colocarnos un arco y unas flechas de rico envoltorio, con algún que otro movimiento de cámara tan elegante que hasta parece recordar a aquel extraordinario creador que hizo obras tan estimables como Los duelistas, Alien y Blade Runner y rellena los agujeros con efectismos tan innecesarios como irritantes y con torpezas propias de principiante. Como ejemplo de ello, recrea un hipotético desembarco de los franceses en las rocas de Dover como si fuera, y esto no es broma, la batalla de la playa de Omaha que tan soberbiamente supo rodar Steven Spielberg en Salvar al soldado Ryan. Con dos narices. Y a tragar agua salada y sustituir las balas por flechas. Y no sólo no se le cae la cara de vergüenza al amigo Ridley sino que consigue embaucar a buena parte de la ansiosa audiencia.
Pero aún hay más. La película, mil veces versionada, plantea lo que podríamos llamar una precuela de las afamadas aventuras del arquero de Sherwood pero, eso sí, coge elementos del después, los pone en el antes, falsea la historia (lo cual es perfectamente lícito), se inventa una nueva y además pone al frente de un pelotón de niños a Lady Marian, como si fuera un guerrero más. Para más recochineo se introduce la redacción de la Carta Magna como un elemento clave en la condición de forajido de Robin y el batiburrillo se salda con un lejano recuerdo hacia la intensa flojera de El reino de los cielos y con referencias a sí mismo y a lo bueno que es en Gladiator.
Para perpetrar todo este rollo que no es más que una aventura que se podría haber llamado tranquilamente Joe Smith (que traducido al castellano sería más o menos Pepito Pérez), Scott cuenta con la colaboración inestimable de Russell Crowe, un actor que busca en todos y cada uno de los papeles que interpreta la magnificencia o, en todo caso, la impresión de que sus papeles son más grandes que la vida. A veces, acierta (siempre recordaré su excepcional trabajo en El dilema, de Michael Mann) y otras, no es más que otro tipo poniendo rostro más o menos tenso a un rol que podría haber interpretado el vecino de enfrente con la misma eficacia.
Por supuesto, la película encandilará al público adolescente y a todo aquel que no se pare a pensar en el argumento más de dos segundos y diez centésimas y que aplaude en su nervioso interior las luchas a espada (mal coreografiadas, peor ejecutadas y falseadas hasta el extremo) y que es incapaz de parpadear cada vez que el bueno de Robin se decide a coger una flecha y apuntar con el arco para hacer el tiro imposible con parábola mágica. Y Ridley Scott (que debería haberse visto unas cuantas veces el Espartaco de Kubrick para aprender cómo se coloca una cámara en las batallas) habrá conseguido su pretensión, es decir, colocarnos un saldo a precio de una prenda de firma.
Es verdad que debo decir que él consigue que piquemos el anzuelo por encima de lo que es habitual en el cine de hoy. Pero esto es lo que tenemos. El espectáculo cogido con alfileres en la cuerda de una colada más limpia que la conciencia del héroe. Y así será hasta que nos alcemos, una y otra vez, haciendo que los corderos se vuelvan leones.

4 comentarios:

Carpet dijo...

Poco voy a comentar sobre esta película que no he visto y que tampoco me motiva demasiado, salvo que mis percepciones coinciden demasiado con tu crítica como para obligarme a replantear mis prejuicios.
La similitud ( vía trailer, en mi caso) entre este Robin y el Máximo de "Gladiator" es tan evidente como el rol interpretativo de Rusell Crowe en ambos films. Lejos queda el "L.A. Confidential" que me hizo pensar en mayores cualidades, aunque allí ya fuera superado por un ¿perdido? Guy Pearce y literalmente barrido por Kevin Spacey y su sonrisa Rollo Tomassi.
Scott engañó mucho en la sobrevaloradísima "Gladiator" convirtiendo aquella cosa en película cabecera de muchos jóvenes y no pocos adultos. A mí, gravísimos errores históricos o fallos de lógica aparte, me parece una peli mal contada, mal dirigida y hasta mal montada (la rebelión final de los gladiadores mientras Máximo escapa es casi insultante).
Pero, en fin, a lo que iba, Robin Hood es en sí mismo un transversal, que abría que comenzar, que duda cabe con el “Robin de los Bosques” de Michael Curtiz, aunque existiera una versión anterior con el mismo título de Douglas Fairbanks que no he tenido el gusto de ver, pero para mi generación no hay duda de que el arquero de Sherwood es Errol Flynn en blanco y negro, de sonrisa socarrona y broma canalla, tanto para el tonteo con una Marian, menos angelical que lo que acostumbraba Olivia de Havilland, como para las osadas afrentas a Claude Reims. Tiempo después, en mala hora, decidieron ponerle color a la cosa y aun he pillado a destiempo y entre teletiendas esa copia coloreada del clásico.
No lejos en la memoria y el cariño aparece la versión Disney, el bueno de Errol convertido en zorro y la propia Marian en ¡¡zorrita!!, sin embargo, los niños no nos damos cuenta de nada y disfrutamos con una película muy divertida. ( por cierto tanto el Principe Juan como el Sheriif de Nottingham son un león y una serpiente, en un paralelismo con el “Libro de la Selva” donde los malos son el felino poderosos Shere Khan y la traicionera pitón Kaa).
Imposible olvidar el “Robin y Marian” de Richard Lester, del que ya comentamos en este blog no pocas virtudes y que a muchos nos transmite cariño, encanto y buen gusto.
En el 91, por esa “coincidencias comerciales” nos vinieron de la mano el “Robin Hood, príncipe de los ladrones” de Costner, mucho espectáculo y buena acción, pero la función la dominaba un fantástico Morgan Freeman y un disparado Allan Rickman, amen que no había demasiada química entre Costner y la Mastrantonio y que Slater parecía que sólo pasaba por allí; y por otro lado un pobretón “Robin Hood, el magnífico” que salió perdiendo más por comparación que por propios defectos aunque tampoco abundara en virtudes, pero es como colocar una zirconita al lado de un anillo de rubíes, no hay color.
Alguna película menor hay más, incluso conozco una revisión en época actual del arquero en un colegio de élite defendiendo a los pobres de los estudiantes adinerados, y hasta Mel Brooks “defecó” una astracanada sobre el bueno de Robin, ”Las locas aventuras de Robin Hood” de infausto nombre en español, pero peor aun en inglés original “Robin Hood, Men in tights” ( Robin Hood, Hombres en leotardos).
En fin, mítico y legendario, repleto de versiones a veces claras y otras algo más difuminadas, ¿ No habríamos de considerar así, tal vez, a la maravillosa “El halcón y la flecha”?, y no menos grato es recordarlo como personaje secundario de algunas películas como “Ivanhoe” o del mismísimo “Sreck” siendo soberanamente apalizado por una sorprendente princesa Fiona.
Un gusto en cualquier caso. Abrazos.

Carpet dijo...

ufff...hay un abría de abrir, donde tendría que haber un habría de haber que hace daño a la vista y al estomago...perdonen la errata. Una más.

César Bardés dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo en la sobrevaloración que ha experimentado "Gladiator" (comenzando porque se ha comentado muy poco que su argumento es asombrosamente parecido al de "La caída del Imperio Romano", de Anthony Mann), merced sobre todo a una cierta adoración juvenil hacia una cinta en la que, además, se reveló la torpeza de Crowe porque, y esto es verídico, pretendió los consejos de Antonio Banderas para enseñarle a hablar un inglés con acento español...¡con acento español! ¡Claro, es que Máximo Décimo Meridio era español! Y se quedó tan contento. A mí también me parece una película mal dirigida y mal contada, con algunas secuencias de juzgado de guardia.
En cuanto a las versiones de Robin Hood...ufff...yo me he visto hasta "El arquero de Sherwood", con Giuliano Gemma haciendo el papel de Robin. Y, por supuesto, de todas las que nombras, me quedo con "Robin y Marian" por gusto, por tema, porque se ajusta bastante a la verdad (hace algunos años salió un especial en "El Mundo" sobre la verdadera historia de Robin Hood que merecía muchísimo la pena y contaba, entre otras cosas, que Robin se llamaba Robin de Locksley -cosa que falsea Scott en esta versión- porque era el Conde de Locksley, se enamoró de Lady Marian Dubois que era pariente por vía materna de Ricardo Corazón de León -hago notar que fue un romance difícil más que nada porque ella era, como el rey, normanda, y él, sajón-, que el torneo nunca existió, que la verdadera fama de Robin no fue la de arquero sino la de auténtico experto con la espada y que las andanzas de él con Little John en el Castillo de Nottingham son totalmente ciertas porque el tal castillo, no era tal. Era una especie de castillete, más semejante a una gran mansión que a un castillo. Es cierto que Robin se fue a luchar durante veinte años a las Cruzadas al lado de Ricardo -cosa que se invierte de forma ilógica y casi delirante en la historia de Scott- y que cuando volvió tenía cuentas pendientes con el Sheriff de Nottingham, que le retó en un duelo de campeones a espada y que, debido a la destreza de Robin, ganó éste pero quedó gravemente herido en un costado. Lady Marian envenenó a Robin con su permiso por el sufrimiento que estaba padeciendo y luego se suicidó ella y es totalmente cierto que lo último que hizo fue lanzar la afamada flecha al cielo y decirle a Little John que les enterrara a los dos allí. Incluso se citaba el lugar donde cayó la flecha -y parece ser que fue un lugar bastante lejano al sitio desde donde disparó- pero mi memoria no quiso quedarse con el nombre. Ah, y el rey cruel y desalmado era Ricardo y no Juan, que ha pasado a la Historia como un desalmado y parece ser que tenía bastante mejor fondo).

César Bardés dijo...

Tengo que decir que "Robin de los bosques", en todo caso, cumplía su función, que era la de utilizar la leyenda para contar una trepidante película de aventuras. Yo sí he visto la versión de Douglas Fairbanks y, sin duda, es trepidante para el año en que se rodó y está casi más cerca de la maravillosa excentricidad que es "El halcón y la flecha" que de "Robin de los bosques".
También tengo que decir que, aunque me maravilló el guiño final, no me gustó nada "Robin Hood, el príncipe de los ladrones" (la introducción de Morgan Freeman hasta me parece torpe) y el corte realista de la versión del pobre de Patrick Bergin con una Lady Marian mucho más adecuada como Uma Thurman padecía de flojera cuando podría haber sido mucho más digna.
En cualquier caso, Scott sigue sin nada que ofrecer y, sin embargo, el tío sigue vendiendo y aún hay gente que le defiende a capa y flecha. Por cierto, para mayor situación histórica, habría que recomendar ver "El león en invierno" donde se desvela la auténtica relación entre Enrique II de Inglaterra (o de Plantagenet) con sus hijos, Ricardo Corazón de León, Juan Sin Tierra y Godofredo de Bretaña (por cierto, qué puñetera casualidad, el papel que interpreta Mark Strong aquí se llama Godfrey...sin apellido alguno) y, por supuesto, con su mujer Leonor de Aquitania que, cuando ocurre todo lo de Robin, estaba más muerta que mis zapatos. En fin, es lo típico, lo mismo que en "Gladiator", un batiburrillo algo estúpido y que engaña al público (durante dos horas y veinte que se me hicieron muuuuyyyy largas) y que se nos vende como la versión más realista e, incluso, he leído que la más fiel a la historia. ¿Scott fiel a la historia? ¿Desde cuando?
Gracias por el transversal, Carpet, se echaban de menos por aquí.