miércoles, 14 de julio de 2010

BRIGADA HOMICIDA (1968), de Don Siegel


Una pistola se ha perdido. Un buen policía se dedica a seguir la pista. Un comisario cree que la ética debe de estar, sin ninguna otra consideración, por encima de cualquier desviación. Un ayudante debe pecar para conseguir que su hijo no pague. Y así, poco a poco, nos vamos sumergiendo en las profundidades de una ciudad que parece un océano de perturbaciones y suciedades. El color del asfalto tiñe todo de un gris que parece ahogar a aquellos que siguen con sus conciencias tranquilas y sólo hay sitio para quien quiera corromper cada una de las piedras que, testigos mudos, miran esa lucha de fieras en una jungla hecha de ruido y grito.
Así, las frustraciones personales interfieren en las investigaciones y los bandazos de la vida, a veces, duelen más que los disparos soltados en busca de sangre con la que regar esas calles asoladas por el calor y la basura. Las simpatías se equivocan y la supuesta violencia empleada es la hoja en negro de un historial de servicio y de entrega. Detrás, en diez minutos para cambiarse de ropa, o en una noche de corto sueño reparador, también hay entrega en esas mujeres que esperan, que tienen la mirada fija en un vacío acompañado del aburrido tic-tac de un reloj que no siente los golpes del minuto. Hay mucho valor en esa espera y no importa que haya un anillo en sus dedos porque la unión con sus maridos policías va mucho más allá, va allí mismo donde la herida se abre y el trabajo irrumpe con su maldita idea de obsesionar por encima de la obligación.
Don Siegel comienza a repartir unas señas de identidad que culminarían, muy pocos años después, con Harry el sucio y hace moverse por la escena a un Henry Fonda que parece la misma honestidad no exenta de un cinismo que, por escondido, resulta hasta conmovedor. A su lado, Richard Widmark patea las calles con convicción, corriendo, saltando, llegando, apretando el gatillo que no tiene, intentando reparar la falta que ha cometido cuando le roban una pistola en una distracción comprensible. Un poco más abajo, donde uno se pone la placa, James Whitmore es el sabio y desviado amigo del Comisario Jefe, ése que pone a prueba una apariencia, un convencimiento, una justificación, una honradez que se lleva aunque quede traicionada por luchar por lo que más se quiere. No todo es blanco. No todo es negro. Puede que sea homicida.
El calor se siente en el olor que desprende la calzada, un aroma a cansancio, a catre demasiado usado, a horas demasiado perdidas, a tela desgastada de tanto andar en busca de la escurridiza justicia. Las mujeres derramarán lágrimas de soledad. Los hombres dispararán sus armas para distinguir el humeante rastro de su esfuerzo. Los jefes discutirán sobre dónde se hallan las fronteras de lo permitido. Mientras tanto, el peligro se asoma tras la esquina, con ganas de aniquilar sin un pestañeo a unos hombres anónimos que se dedican a salvaguardar un rincón de decencia, apenas nada. Todo un mundo.

4 comentarios:

Carpet dijo...

Recién llegado de mis descansos repaso lo que no vi y veo que está cerrado por vacaciones y reformas todo junto y a la vez, en cualquier caso y como los recuerdos son lo que son y a mi esta peli me los despierta, escribo un par de cosillas por aquello de no callármelo.

Recuerdo esta película y recuerdo que el investigador interpretado por Richard Widmark tuvo una continuación en forma de serie televisiva con el título de "Madigan" e interpretado por el mismo Widmark. En España, la alternaban con otras series de policías que finalmente se hicieron míticos : "Mcmillan y su esposa" con Rock Hudson, "Colombo" con Peter Falk, "McCloud" con un tejano Dennis Weaver a caballo por la ciudad (remotamente basada en otra peli de Siegel interpretada por Eastwood, "La jungla humana" donde un sheriff de Arizona llega a Nueva York a recoger un detenido que escapa), Banacek con un George Peppard post-Tiffanis y pre Equipo A. "Madigan" tuvo menos suerte en España, probablemente la serie tampoco fue uyn gran exito en USA y no se compraron muchos episodios, el caso es que a mí me gustaba mucho, quizá el que más de los mencionados.
Lo cierto es que este “Madigan” a mí me recordaba mucho a los viejos tiempos del cine negro, policías que arrastran su cansancio y hartazgo por calles que sucumben a nuevos tiempos violentos y sin esperanza, pero ellos siguen firmes buscando, persiguiendo, luchando contra el delito. En aquellos tiempos o partir de ellos, se pone de moda otro tipo de policiaco, que incide más en el policía cotidiano, en su relación profesional, se empiezan a mostrar las comisarias, las pequeñas batallas cotidianas con la burocracia, con los compañeros, con los jefes maniáticos o pusilánimes. Es el tiempo del policía de calle, el de Popeye Doyle en la esplendida “French Conection” de Friedkin, o el de la también notable “French Conection II” de Frankenheimer. Más adelante incluso el cine se interesará por los policías de patrulla, por esos que se enfrentan con los pequeños delitos en un día a día tan falto de grandes casos como lleno de grandes peligros, “Distrito Apache” con Paul Newman es una magnífica muestra, “El turbulento distrito 87” con Burt Reynolds ya anticipaba ese tipo de films. Son el precedente de la estupenda “Colors” de Dennis Hopper o incluso de “Training Day” a mayor gloria de Denzel Washington. En España se hizo una película muy notable llamada “091 policía al habla” con un maravilloso Adolfo Marsillach, que suponía una visión global y coral del día a día de los policías españoles.
En fin, y volviendo a la película de referencia, es extraño pero yo recuerdo mucho más a Widmark que a Fonda en este film y ya me parece complicado eclipsar al bueno de Henry, el maravilloso héroe infeliz.
Abrazos para todos.

César Bardés dijo...

Bien, Carpet, me voy y haces un análisis transversal estupendo sobre ese cine policíaco de "realismo sucio" que imperó y que nos mostró a unos héroes cansados y de vuelta de todo, aunque de las que nombras siento una especial predilección por "French Connection", primera parte, por supuesto. Ese Gene Hackman capaz de saltarse todos los obstáculos de una ciudad con tal de cazar a toda una red de traficantes que, además, está perfectamente descrita, desde el escalón más bajo hasta quien verdaderamente se queda con el dinero. Incluso hay que decir, ya en el terreno personal, que la famosa secuencia de las puertas del Metro me toca bastante de cerca porque está calcada de una igual que vivió mi abuelo por parte de madre, miembro del Partido Comunista de forma clandestina en plena posguerra y al que seguían del mismo modo en que Popeye sigue a Alain Charnier.
Es cierto que, volviendo a la película, Widmark anda por encima de Fonda en lo que es, en realidad, una pirueta de guión puesto que la película está basada en una novela que se llamaba "The comissioner" y el personaje principal era realmente el de Fonda. Cuando Siegel entra en el proyecto, prefiere enfocar toda la historia hacia el personaje de Widmark que hacia el de Fonda, lo cual me parece un acierto. El resultado fue, claro, que Fonda se cogió un mosqueo de narices.
En cualquier caso, habría que citar a "Harry el sucio", también de Siegel, o una excelente película con Elliot Gould y Robert Blake y dirigida por Peter Hyams que es "Manos sucias sobre la ciudad".
En cualquier caso, gran comentario, Carpet, gracias por rellenar mis ausencias.

Carpet dijo...

Bienvenido Wolf, espero que hayas tenido unos buenos días de asueto y lo hayas pasado requetebien con la infancia.
Realismo sucio o no, es cierto que se empezó a ver a los polis de otra forma. La magnifica "Serpico" también entraría en ese grupo.
Y en la tele también se puso de moda el policia de calle, el mejor ejemplo George Kennedy alias Bumper, en aquella serie llamada "El caballero de azul".
También "SWAT" o incluso "Starsky y Hutch" son muestras de aquella época.
Un abrazo y un placer tenerte de nuevo.

César Bardés dijo...

No cabe duda de que "Serpico" entraría en ese grupo aunque, quizá, las pretensiones de la película de Lumet sean más profundas. En todo caso, te voy a hacer una puntualización. Es verdad que George Kennedy era "El caballero de azul" pero entró en sustitución del auténtico caballero de azul que fue William Holden y que, si no mal recuerdo, no nos llegó a España. De todas formas también hubo películas en el cine sobre la labor del policía de calle como "Los nuevos centuriones", de Richard Fleischer, o una película muy desconocida de Robert Aldrich llamada "La patrulla de los inmorales".
El placer es mío por volver a intercambiar opiniones de cine después de un mes de no pensar en nada sobre él salvo las muy recomendables lecturas de los libros "Bob Fosse: Vida y muerte", de Martin Gottlieb; "Paul Newman", de Shawn Levy (ésta sí) y "Jack Nicholson, la biografía", de Dennis McDougal. Tres libros que recomiendo y que he disfrutado como si fuera un amante del cine de verdad.
Un abrazo.