Ser adulto. ¡Vaya cosa! Abandonar las estrellas que brillan a través de la imaginación para agarrarse a la tierra llena de problemas, de prisas y de olvidos y miradas rápidas. Creer que lo lógico es lo mejor. Pues no. No, no, no y mil veces no. Quizá lo mejor sea soñar que se es un pirata en alguna bahía tranquila rodeada de nombres legendarios. O que hay una pequeña hada de caderas anchas que esparce polvos mágicos por donde pasa. O que un paraguas es una espada para retar al mismísimo mal en un duelo a muerte con un tablón al fondo. O que un cocodrilo busca a su presa con un interminable tic-tac en su interior que hace que, además de fiera, sea gracioso. Si ser adulto significa renunciar a todo eso…mejor quedarse niño.
Y es que de niño se puede dominar a la Tierra entera desde una nube, se puede desafiar a la ley de la gravedad flotando mientras se canta, se puede intuir el amor sin llegar a agarrarlo porque, en el momento en que lo posees, te puede hacer daño. Y un niño no está hecho para sufrir daño. Está hecho para soñar, para creer que todo es posible en la larga noche bañada de luna llena. Un niño es el capitán de todas las naves, el malvado de risa imparable, el ayudante de buen corazón que, en el fondo, solo es villano por inercia. Es también el conquistador inalcanzable, diestro con la espada o con el puñal, hábil de inteligencia, ingenuo en el jugar. Y todo eso se olvida con los años. Se queda un pequeño resquicio, una nada apenada que no se suele recordar porque duele tener la certeza de que, de niño se era capaz de todo, y de adulto solo hay tiempo para el grito, para la premura y para las cosas propias de los negocios irritantes de mayores.
Todos hemos querido ser Peter Pan ¿no? Todos hemos deseado guiar a chicas de sonrisa tierna por en medio de los árboles, o rescatar princesas en el último minuto, o desafiar al Capitán Garfio en un ensoñador duelo en lo alto del palo mayor. Todos hemos querido ser el centro de las miradas porque eso es lo que quiere un niño aunque luego se le pase. Y aún así, con la barba creciéndonos por la cara, con las manos salpicadas de venas que ya se notan a través de la piel y con los ojos mucho, mucho más desengañados, sabemos que Nunca Jamás existe y que, de vez en cuando, todavía huimos hacia allí, llevados por las ganas de revivir la ilusión de ser niño, aupados por la memoria de volver a hacer todo lo que hacíamos porque éramos capaces de cualquier cosa. El reloj sigue y, algún día, la vejez aparecerá para hacernos temer la brevedad del futuro pero en nuestras arrugas, en alguno de los pliegues de nuestra piel ya marchita, estará escrito el mapa del viaje de nuestra infancia, con sus juegos, sus fantasías, sus historias increíbles, sus metales al viento y sus velas envainadas…Fuimos capaces de volar…y aún lo somos. Basta con que recordemos el espíritu de nuestras aventuras y creamos en la libertad de la mente de un niño.
5 comentarios:
Cuando yo era más niño que ahora, leía repetidamente (antes se leían las cosas muchas veces) dos cuentos ilustrados de películas de Disney: "101 dálmatas" y "Peter Pan", no porque me gustasen más que otros sino porque eran los que tenía (tiempos de escasez).
Obviamente me identificaba con el pequeño paje mucho más que los perros con manchas, por un tema de especie más que por otra cosa.
En realidad, la vida de aquel muchacho se asemejaba mucho a la mía, su pasión por la aventura y por los cuentos, era como la mía aunque yo no tuviera una Wendy para contármelos y tuviera que emplearme en leerlos directamente. Tampoco yo podía volar pero eran diferencias en realidad insignificantes.
Si J.M. Barrie consiguió crear un personaje universal, digno de dar nombre a un complejo y todo, Disney lo convirtió en imagen. Captó la esencia del relato, nos iluminó poniendo caras, color y luz a los personajes, volviéndolos inconfundibles, reconocibles y profundamente entrañables.
Hay, además de Peter, dos personajes míticos de la Disney: el Capitán Garfio un malo casi encantador y Campanilla, emblema de la compañía, una buena con muy mala actitud (un hada muy humana). Hay que pensar que según el relato original, Campanilla es casi la madre de Peter Pan, pues le encontró siendo bebé en un parque y se lo llevó a Nunca jamás, y por otro lado la lucha de Garfio y Peter por Wendy se debe a que ambos quieren tenerla (¿como madre?) para que les cuente cuentos.
Se podría decir que su banda sonora no es tan notable como en otras obras de la Disney, aunque al menos en la versión en español yo disfruto de una de las canciones de la película como un enano, en la escena del campamento indio “Porque tú dices Au”. Me encanta esa canción tan simplota, pero tan divertida : “…es más fácil decir au, que decir cómo has estau..”. Además aunque el “Volarás, volarás” tampoco sea una gran composición acompaña a otra de las escenas míticas de toda la filmografía Disney, ese vuelo por los tejados de Londres y el posado como pajaritos en las agujas del Big Ben son momentos fantásticos. Según parece los animadores de la época decían que dibujar el vuelo o el flotar en el aire de los personajes era francamente difícil, aunque parece que como modelo tomaron los movimientos de una afamada bailarina que bailó para ellos simulando flotar.
Tengo que decir que si alguna vez vais o habéis ido a Disneyland, al menos al de París (viaje que aconsejo sin duda, mejor con niños a partir de 8 años o sin ellos, pero no mucho más pequeños) una de las atracciones más mágicas del parque es precisamente la de Peter Pan, que simula de una forma maravillosa ese vuelo de Peter, Wendy, John y Michael.
Finalmente cuando papá Darling cree reconocer el barco entre las brumas nocturnas de Londres, nos estamos viendo a nosotros mismos, cuando responsablemente reprendemos a algún niño de un juego inadecuado, una mirada inconsciente por nuestra ventana al pasado nos recuerda que también nosotros fuimos un niño perdido.
Abrazos creciditos
Yo leí a JM Barrie ya crecidito y el libro es cruel, cruel, sobre todo para los que llegábamos a él via Disney (fue lo mismo que llegar a Lewis Carroll a través de Walt, que el shock, claro era tremendo).
Si Barrie fue capaz de inspirar una película maravillosa e incluso un complejo y todo, el propio clásico de Disney dio a pie a toda una serie de películas. Prescindiendo de los clásicos más o menos acertados de la obra (el de Hogan tenía un pase) yo creo que sí había algo de magia disneyana en la maravillosa "Descubriendo nunca jamás". Si sería mágica que hasta Johnny Deep estaba brillante. Y esa escena última de la Winslet adentrándose en el jardín a mí me parece magistral.
Y claro, hablando de Peter no nos podemos olvidar de Spielberg, aunque hay más del espíritu del personaje en cualquiera de sus películas que en la fallida "Hook". Eso sí, yo recuerdo la sesión de estreno de la película desde el anfiteatro con el cine a rebosar como algo mágico. Las películas de Steven tienen estas cosas.
Abrazos creyendo en las hadas
A mi "Hook" no me parece tan mala, creo que Robin williams está pelín sobreactuado (raro en él, jeje), pero la peli tiene un algo que me gusta.
En cuanto a las versiónes carne y hueso, yo creo que la de Hogan no sólo tenía un pase sino que era tremendamente bella. A mi hija, a mi señora y a mi nos dejó un recuerdo fantástico, mi chico no logró encontrar la magia y no sólo eso sino que se desespera cuando por hacerle rabiar empezamos los tres a gritar aquello de "yo creo, si creo, yo creo en las hadas". Si tengo que ponerle un pero, es a Ludivine Sagnier como Campanilla, con momentos algo aborrecibles. Sin embargo me parece un acierto eso de que papá Darling y Garfio sean la misma persona, mal que me pese como papá.
Abrazos ganchudos, que lo olvidé
Estoy totalmente de acuerdo en que la versión escrita de Barrie es mucho más oscura que la que Disney quiso hacer llegar. No he visto la versión de Hogan (me cuesta mucho ver la revisión de cuentos clásicos en imagen real y, además, moderna).
También estoy de acuerdo en que "Hook" es una película parcialmente fallida, en mi opinión, demasiado dependiente del super-decorado que se hizo del barco de Garfio y con algunos tópicos que eran un poco de juzgado de guardia (el personaje de Rufio era un estereotipo muy, muy discutible).
También estoy de acuerdo en que "Descubriendo Nunca Jamás" tiene una mirada de Disney aunque hay que decir que no es del todo real pero, vamos, que es totalmente lícito adecuar la historia a lo que se quiere contar.
En cuanto a la coincidencia de Papá Darling con Garfio es algo que ya se apuntaba en la versión teatral que se hizo antes de la película de Disney y causó estupor en la época. Ya he dicho que no he visto la película y que no puedo opinar con propiedad si es un acierto o no.
Abrazos con polvos mágicos (mal pensados).
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