Si tenéis ganas de saber todo lo que nos batimos para hablar sobre "Los siete samurais" en "La gran evasión", podéis hacerlo aquí. Todo un pueblo se levantó en armas.
No es fácil intentar rehacer una
vida después de demasiados traumas. Una niña que nace, un amor que es
imposible, una madre que lo acapara todo…Son elementos que se tornan gigantes
cuando solo quieres llevar una existencia normal, en algún sitio bonito de la
costa canadiense, intentando creer que es posible mirar hacia delante y que el
odio no es algo que deba concentrarse en el género humano. El mundo está lleno
de peligros y, con toda seguridad, a todos los padres nos gustaría resguardar a
nuestros hijos de cualquier turbación de la vida, de cualquier desviación del
camino…sin darnos cuenta de que nosotros mismos somos la razón de una nada que
se abre como un enorme abismo oscuro. Ante eso, solo queda la evasión, la huida
hacia otro lugar, aunque solo sea mentalmente. Así se da salida a todo lo que
queda reprimido, escondido, prohibido. El mundo es un lugar lleno de peligros
pero hay que enfrentarse a ellos, si no es imposible asumir las
responsabilidades y, aún peor, aceptarse tal y como se nos ha creado.
Las olas no dejan de llamar a la
puerta con novedades que alteran una calma que parece ideal. No es necesaria la
escuela porque lo que se aprende allí, se puede aprender entre los muros
elegantes y algo vetustos de una casa que parece hablar. Todo, menos las
habilidades sociales, la capacidad de relacionarse con los demás de una forma
normal, natural, sin apariencias, sin secretos rondando a la lengua que pugna
por soltarse y contar, por una vez, la verdad. Los fantasmas acechan y el desdoblamiento
de personalidad, por una vez, no ocurre solo en la mente. La luz se difumina en
los rincones más polvorientos de la locura. El regreso es solo un inconveniente
que hay que resolver. La libertad es pánico. Hay que quitar de en medio los
obstáculos que impiden que el cariño vuelva a fluir con naturalidad. Las voces
no callan. La crueldad aparece.
Fábula de terror psicológico, que
hurga con paciencia en las heridas que se levantan cuando nos empeñamos en
construir la vida de los demás a base de deseos no realizados, Robert Shaw,
profundo y perplejo, se adentra en la selva de una casa en la orilla del mar
para recuperar el tiempo perdido junto a su hija para encontrarse, como es
habitual, con la frialdad y el rechazo de una esposa de la que no se ha
divorciado a pesar de llevar muchos años separados y la conspiración continua
de una suegra que ha decidido reducir el mundo al olor a madera vieja, al
crujido continuo de unas escaleras quejosas, a la cerradura echada hacia un
mundo que no le interesa y del que no ha recibido más que decepción. Más allá
de eso, Sondra Locke es la víctima inocente, con la que no se ha dejado de
jugar y que hace de la locura su rutina. Una repetición constante que deja
fuera a todo elemento extraño que solo quiere hacerle daño para que se enfrente
a una realidad terrible y acongojante, austera y falsa, terrible en su verdad y
escalofriante en su mentira. Una película desconocida, de ritmo muy lento y
reacciones humanas que se arrojan desde lo alto de un acantilado de fondo de
espuma y viento.
2 comentarios:
Esta peli sí que tiene que ser difícil de localizar. Dudo mucho que esté editada en DVD. Para ser sincero, ni siquiera conozco al director.
Buscando un poco he visto que William A. Fraker también tiene una western semidesconocido con Lee Marvin, Jack Palance y Jeanne Moreau llamado "Monte Walsh". Tiene buena pinta. Una peli con Lee Marvin tiene ya el "seal of approval" garantizado.
Abrazos bajo una estrella errante
Santi
Pues sí está editada en DVD, en concreto con Sony Pictures, lo que ya no sé es si ya está descatalogada. Lo digo porque yo tengo una copia.
Es una película que debió de estar muy bien si no fuera porque se metió tijera hasta decir basta. Los temas que trata (sin desvelar nada) eran muy espinosos para la época y, aún así, no deja de ser inquietante en algunos pasajes, incluso teniendo en el reparto a una Sondra Locke que nunca ha sido santo de mi devoción.
En efecto, "Monte Walsh" con Lee Marvin, bueno, está bien. Se trató más que nada, de reeditar el éxito que Marvin tuvo con "La ingenua explosiva" haciendo de un vaquero borracho que se las sabe todas. Se intentó hacer algo muy parecido con algunas pequeñas variaciones. Recordemos que "La ingenua explosiva" es el único Oscar de Marvin.
En cuanto a Fraker, es que es mucho más conocido por su trabajo como director de fotografía que como director cinematográfico. Fue el responsable fotográfico de vuestra admirada "La leyenda de la ciudad sin nombre", como también de "La semilla del diablo", de Polanski, de "1941", de Spielberg, o de la mítica "Juegos de guerra", de John Badham, una película que siempre tendrá un grato recuerdo en mi corazoncito adolescente.
Abrazos temerosos.
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