martes, 7 de junio de 2016

EL COLECCIONISTA (1965), de William Wyler

Si tenéis ganas de escuchar lo que dijimos en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla acerca de "De aquí a la eternidad", de Fred Zinnemann, podéis hacerlo aquí

Una mariposa en un bichario es la misma expresión de la soledad. Se le clava un alfiler aún estando viva y se deja ahí, al otro lado de un cristal que es la misma cárcel. Pero se puede seguir estando vivo y estar solo, abrumadoramente solo, arrebatadoramente solo. Por eso, es fácil deducir que, para conquistar a una mujer atractiva, basta con agarrarla, encerrarla detrás de un cristal que puede ser una cárcel y clavarle un alfiler hasta que deje de batir sus alas. La soledad, al fin y al cabo, es una enfermedad que puede ser terriblemente poderosa porque deja que el pensamiento campe a sus anchas por los vericuetos inasibles de la imaginación. Se puede imaginar lo que se quiere y asumirlo como algo perfectamente normal. ¿Por qué no se puede ir con una furgoneta, raptar a una chica y que ella se enamore poco a poco de ti? Es posible. Todo es posible si no hay elementos que perturben el proyecto. Al principio se rebelará (¿qué mujer no lo hace?) pero acabará aceptando la situación porque la misma sensación de soledad y aislamiento la empujará a hacerlo. Habrá que lavarla, cuidarla, darle lo mejor en comida, alguna que otra lectura como El guardián entre el centeno, ese manual sobre la inmadurez para ver si entra en razón y dejará de batir sus alas y estará ahí, hermosa e inalcanzable, petrificada y sin futuro, pero será de su propietario porque así son las cosas y así es como deben ser.
No hay nada como disponer de una buena cantidad de dinero como para llevar adelante tus sueños. Porque, en realidad, la chica no curará la enfermedad de la soledad. Solo habrá una sensación interior que parecerá que lo hace, como una voz que repetirá una y otra vez que se está acompañado, que la mariposa está ahí y que, con su belleza, seguirá adornando una existencia vacía de contenido, sin ningún mañana diferente al hoy, sin nada que lleve a pensar que un minuto será distinto a otro. Solo ahí, presa, incólume, ligeramente insatisfecha. Falta un verbo por conjugar y es el de compartir porque ése es el verdadero antónimo de la soledad. No es suficiente con estar acompañado, es necesario compartir experiencias, conversaciones, inquietudes, banalidades, trascendencias, decisiones, complicidades…vida, en suma y no secuestro en resta. No se trata de coleccionar sencillamente pero eso es algo tan complicado de asimilar que los choques emocionales se evitan, se continúa con el engaño y se diseca el ejemplar. Lo siguiente será una vuelta a empezar porque una de las ventajas de la soledad más completa es que nadie repara en ti, ni siquiera la verdad.

William Wyler dirigió a Terence Stamp y Samantha Eggar en una película de profunda turbiedad moral que llega a inquietar el espíritu y a agitar el ánimo porque no se sabe nunca dónde puede estar el coleccionista que empaquete nuestros sentimientos y nos deje morir ahí, al otro lado del cristal. Y Wyler nos lo contó con sabiduría. Y Wyler nos lo contó con intensidad.

11 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Es muy curioso lo que esta película ha envejecido, y no me refiero a estéticamente que también, sino a su puro concepto.

Hace 60 años esta película narraba en clave terrorífica la historia de un ser extraño, un monstruo relativo pues era capaz de hacer una monstruosidad pero le aplicábamos una especie de visión comprensiva, la soledad, problemas psicológicos, etc. Si, el film nos angustiaba, pero lo veíamos casi como una película de Frankenstein, del hombre-lobo...algo que sólo podía suceder en la ficción.

Ahora nos saturan con esos monstruos terrenales, sabemos que existen, que secuestran y torturan, que están ahí al lado, lo aberrante se ha convertido en cotidiano, psico-killers, pederastas, bestias reales.. Existe Natasha Kampusch, existen casos como el que nos muestra "La habitación", existen series como "Mentes criminales" cuyo filón es este tipo de comportamientos anormales. El secuestro y el aislamiento ya es el pan nuestro de cada día, para que realmente alguien sienta algo distinto hay que convertir al captor en un caníbal, en un sádico que va desmembrando poco a poco a sus victimas...lo que nos contaba Wyler hace 60 años hoy sería visto por el nuevo público como un Estrenos Tv de antena 3, muy, muy blandito.

Si Wyler llega mucho más, porque es mucho mejor, pero eso sólo si eres capaz de empatizar...a estas alturas los nuevos espectadores necesitan impresiones directas y rápidas, les costaría entrar en una película tan...antigua. Aunque en su momento nos pareciera modernísima.


Abrazos cautivos

César Bardés dijo...

Bueno, también lo podríamos decir de "Átame", de Almodóvar aunque, quizá, ahí el protagonista nos sonase mucho más cercano que este Terence Stamp que, en realidad, es un monstruo moral arrastrado por la soledad que padece. En realidad es muy posible que el niño que fue Stamp en la película viviese recluido en esa gran mansión con un abuelo o una abuela que, al morir, le deja la mansión y una buena cantidad de pasta y él decide acabar con la soledad por las buenas.
Perdona, me voy por las ramas. No te falta razón en lo que dices. Han proliferado ya este tipo de monstruos que apenas nos puede asustar la visión de Wyler sobre un inadaptado patológico que intenta solucionar las cosas al igual que su caza de mariposas y, desde luego, con el inicio de un bichario. ¿Sabes por qué es tan antigua? Porque en realidad no es una película de acción. Es una película en la que se pone en batalla la fortaleza psicológica de cada uno (Samantha Eggar prueba un par de jugadas en ese sentido para minar la fortaleza moral de Stamp) y se trata de ver quién es el que aguanta más. Y, sobre todo, y eso es lo que me parece más difícil, es una película que se adentra en las motivaciones psicológicas y personales del monstruo en si mismos porque una tendencia del cine y la televisión actual es mostrarlo todo del lado de la víctima cuando es realmente previsible. Con eso no quiero decir que una película como "Room" sea mala, ni mucho menos. Me parece más que aceptable pero también me falta la visión del monstruo que los tiene ahí encerrados y me falta también una visión quizá algo más completa de su interacción psicológica y ahí es donde Wyler gana de largo. Sí, es cierto, está anticuada. Pero todo lo resumes tú en una sola frase que está cargada de razón: "Wyler llega mucho más porque es mucho mejor". Y quizá no se trata tanto de empatizar con el "malo" sino de ver cuáles son las fascinantes (aunque, sin duda, condenables, reprochables y todo adjetivo que se nos ocurra) razones para que un cabrón con pintas se porte así.
Abrazos con un alfiler.

dexterzgz dijo...

Bien, en primer lugar lamentaré el fallecimiento de Peter Shaffer, el autor entre otras de la obra en la que se inspiró Milos Forman para "Amadeus", una de nuestras pelis de cabecera. Descanse en paz.

En cuanto a "El coleccionista", hace tiempo que no la repaso y no estoy en condiciones de confirmar si se halla obsoleta o no. En cualquier caso, si lo decís vosotros.. y si sigue siendo uno de los títulos de referencia del género por algo será. Lo importante que es que no haya caído en el olvido sino que siga presente como un clásico. Puede ser que la figura del psicópata esté un tanto desvirtuada por culpa de las nuevas modas. El cine de terror ha derivado en otra cosa, creo yo, y el suspense piscológico se ha dejado en un segundo plano. Los 60 supusieron una vuelta de tuerca en ese tipo de dramas psicológicos que de puro turbios resultaban realmente inquietantes. Me estoy acordando a bote pronto de "El otro" de Mulligan o "A las nueve cada noche". No todos los títulos del cine moderno pueden presumir de tanta coherencia. Me acuerdo a bote pronto de "Funny games" de Haneke o de "Tesis" de Amenábar, dos de las pelis por cierto que más me han acojonado en mi vida.

Lo de Almodóvar es otra historia. No lo veo tanto un remake, aunque es evidente que parten de la misma premisa argumental. Pero Pedro hace de su capa un sayo y se lleva la peli a su terreno para hablar de lo irracional del deseo, uno de sus temas favoritos.

Abrazos atados

CARPET_WALLY dijo...

Por eso digo que está anticuada aunque sea mejor que mucho de lo que vemos hoy día, más reales y menos "indirectas".

Una diferencia fundamental es como bien dices el juego psicológico, lo que la convierte en una especie de ajedrez como si fuera "La huella", el ratón y el gato. Aunque represente al mal, el captor es un personaje más y en la lucha de inteligencias interesa su punto de vista porque eso propone a Samantha Edgar como una heroína que lucha por ser más lista que su guardián, aprovechar sus puntos débiles y lograr escapar. Es interesante pero quizá bastante irreal. Ahora se hace hincapié en el sufrimiento de la victima, el captor está deshumanizado, a veces ni se le muestra entero, como en "La habitación", no importa el monstruo sino como la víctima lucha por su supervivencia, es directamente la heroína y el captor forma parte de las circunstancias de su prisión.,En general, la única manera de sobrevivir es la sumisión (eso es más real también) para evitar males y sufrimientos mayores y aprovechar la relajación del monstruo convencido de haber domesticado a su perrito. Eso es más real y seguramente más humano.

Por todo eso, la película es muy buena pero como comentaba queda casi en el territorio de la ficción terrorífica, de algo que no puede pasar...o no así.

Abrazos en el sótano

César Bardés dijo...

Una gran pérdida para el teatro lo de Peter Shaffer que no solo hizo "Amadeus" (yo la ví en el teatro Nuevo Apolo de Madrid con José Sacristán y Roger Pera) sino también "Equus", la turbadora historia que dirigió Lumet con, si no recuerdo mal, la última nominación al Oscar para Richard Burton y también una desconocida pero maravillosa pieza teatral que se llamaba "Leticia", que yo vi en el Teatro Marquina con una impresionante (pero impresionante de verdad) Amparo Baró junto a Manolo Andrés. Me hizo pasar muy buenos ratos Peter Shaffer, me uno al recuerdo.
Tienes mucha razón en lo que dices, Dex. Supongo que la aparición de Norman Bates fue clave en ese sentido y a partir de ahí nacieron un buen montón de variantes con mejor o peor fortuna. Lo de Almodóvar, efectivamente, tiene otros objetivos. Se deja de terrores (aunque estoy convencido de que él lo podría hacer muy bien) y se mueve por los terrenos del deseo. El punto de partida es el mismo y el desenlace, si hacemos caso a lo que dice Carpet, tampoco es algo que pueda pasar así como así.
Es verdad de que puede que sean reales y menos indirectas este tipo de historias. Eso no quiere decir que sean necesariamente mejores. Una de las grandes virtudes del cine es la de sugerir y en eso "El coleccionista" supera a cualquier competidor que le pongas por delante. Dices que es más real y más humano una relación como la que se dibuja en "Room" que en ésta. Más real...sin duda (al menos, más real en cuanto a los tiempos que corren. Recordemos que el personaje de Stamp es un reprimido de narices), lo de más humano sí y no. Sí en cuanto a que, como películas que tratan de concienciar a la sociedad sobre un problema de desviación conductual y demás, consiguen su objetivo. Lo de más humano, no estoy tan de acuerdo. Yo creo que, humanamente, me hace ser más humano una película como "El coleccionista" que "Room" precisamente porque me sugiere más, no me deja todo a la visión de un solo lado consistente, de forma bastante invariable, en la sumisión de la víctima para evitar males mayores.
Puede que no llegue a pasar nunca así...en eso estoy de acuerdo. Pero quizá las conclusiones a las que se lleguen sean más efectivas, más completas y menos parciales (y con esto no quiero justificar a ninguna parte de la historia sino al propio cine).
Abrazos húmedos.

CARPET_WALLY dijo...

Tal y como yo lo veo "Tesis" si es coherente, pero no lo veo tanto en Haneke, o si, pero de otra forma. A ver, me explico, "Funny Games" es coherente dentro de su narrativa y tal vez lo sea, desgraciadamente, en cuanto a su concreción posible en la vida real (la deshumanización y la falta de empatía y escrúpulo es algo lamentablemente bastante cercano), pero la incoherencia viene que la motivación no existe o es una superficialidad. Posible y real, si...pero no me pone al mismo nivel a agresores y agredidos como parte del relato, unos tienen un comportamiento comprensible, pero los otros son frío sadismo luego su coherencia sólo existe a partir de hacer más terrible la peripecia de las victimas. Quizá es coherente pero a mi no me motiva.

Si lo hace "Tesis" por que la propuesta es muy distinta, lo primero porque la bestia es perseguida en tono de investigación, eso hace que sea sugerente pues te colocas en el mismo plano que Ana Torrent, no como victima sino como "detective", la duda sobre si el sospechoso es un angel o un demonio está muy bien contada y su postura es coherente pues se muestra humano en la relación social aunque esconda a un monstruo (coherente y real).

Y si estoy de acuerdo en que "Atame" trata otra cosa aunque su punto de partida sea similar al de Wyler, entre otras cosas porque la victima aquí si es débil aunque pueda parecer que no lo es. Su nivel de soledad es similar al de su captor, su necesidad de amor es pareja, uno es consciente y otro no, pero están e nu plano similar. Y así Pedrito se decanta, como dice Dex por el deseo, por sus vericuetos y sus incoherencias propias. también hace algo similar con "La piel que habito", pues escondido en la venganza, Banderas busca recuperar a quien perdió, una vez más la sumisión relaja a la bestia y es la oportunidad para la victima.

Abrazos torturados

César Bardés dijo...

Claro..."Tesis" no muestra nada, tienes que rellenar los huecos que Amenábar te va dejando. Una vez dijimos aquí mismo, en este mismo espacio, que Haneke era innecesariamente cruel y en "Funny games" también lo veo a pesar de que no deja de ser coherente la reducción de los personajes a dos apasionados del sadismo. Es coherente narrativamente pero no tanto en cuanto a la interiorización de la historia por parte del espectador por muy "real" que pueda llegar a ser. Y ése es el inmenso valor que tiene "El coleccionista" (por cierto, el propio Wyler no estaba muy satisfecho con haber realizado la película porque creía que ello podría dar lugar a la aparición de muchos "coleccionistas"...más aún cuando el protagonista no sufre culpa ni castigo alguno).
De acuerdo en lo de "Átame" y es más, como bien dices, Carpet, resulta muy atractiva la forma en la que Almodóvar bucea en los personajes para igualar el sentimiento de soledad entre víctima y captor lo cual crea un vínculo en común que, en cualquier caso, no deja de ser bastante peligroso.
En lo de "La piel que habito" creo que la víctima paga un precio muy alto...ahora bien...si no nos creemos "El coleccionista" porque las cosas no pueden pasar así...no vayamos a creernos ahora "La piel que habito" que es la cosa más increíble del mundo.
Abrazos con estética.

CARPET_WALLY dijo...

Claro que no, "la piel que habito" es mucho más irreal que "El coleccionista" e infinitamente inferior también, claro.

Sólo aclarar una cosa, yo digo que la película de Wyler es genial, es sobre su credibilidad-realidad y su tratamiento cuando digo que está alejada de un público que concibe ese tipo de asuntos de un modo más descarnado y cercano, algo que no sucedía hace 60 años. No quita méritos al film que son muchos comos e ha comentado sino la diferencia de impacto de su estreno a esta época que vive ese tipo de horrores como algo, desgraciadamente, más cotidiano.

Por cierto que Logan también jugo al secuestro en "Bus Stop" aunque sus intenciones no tuvieran nada de terroríficas. Y una cosa más, yo no pondría Norman Bates como punto de inflexión en el tratamiento psicótico, yo creo que lo que realmente supone un antes y un después es "La matanza de Texas" porque ahí los asesinos ya están completamente deshumanizados, en el caso de "Psicosis" aun se intentaba entender el comportamiento del asesino.

Abrazos turbios

César Bardés dijo...

No dejas de tener razón pero fíjate que yo creo que es más una cuestión del público que de la misma creación (habida cuenta de que sí, de que indudablemente antes había censura y una cierta limitación moral en la imaginación de los cineastas, desde luego). Cuando se estrenó una película como "El coleccionista" o, pongamos por caso, como "Repulsión", de Polanski, la gente salía escandalizada y totalmente perturbada por lo que acababan de ver. Ahora esa perturbación al ver esas películas, sencillamente no existe porque, moralmente, se quedan en cenicientas más que superadas (estamos hablando de un público medio que no ahonda más en la oscuridad, por supuesto) y ahora hay que enseñar las cosas en toda su crudeza para que moralmente podamos tener una sacudida. ¿Más real? Sin duda. ¿Más humano? Ahí es donde pongo en cuestión lo que dices. Yo recuerdo películas en las que mis padres venían a casa (recordemos que nosotros éramos menores y no podíamos ir a ver todo lo que ponían) y con el rostro bastante demudado. Es más y sin ir más lejos. Mis padres me prohibieron durante un tiempo ver "Psicosis" porque para ellos era tremendamente perturbadora y ahora pones "Psicosis" a un niño de quince años y la ve como si fuera una de Disney. En cuanto a entender el comportamiento del asesino, si vamos a ello, en "Psicosis" se resolvía en la secuencia final con el psiquiatra (Simon Oakland) que daba una explicación de tercero de básica sobre el desdoblamiento de personalidad. Ahora, posiblemente, no nos den ninguna explicación porque eso no es perturbador (aunque siempre hay una raíz psíquica en todos y cada uno de los comportamientos violentos) pero eso sí, nadie nos ahorra el brazo cercenado o el cuchillo en el bajo vientre abriendo como un cerdo las vísceras. Es más...pongamos "Seven". Perturbadora a tope...pero no hay ni uno solo de los crímenes realizados delante de la cámara. El espectador es el que tiene que rellenar los huecos...y eso aún resulta muchísimo más perturbador.
Abrazos septentrionales.

CARPET_WALLY dijo...

Tienes mucha razón en lo que cuentas y en lo que dices. Efectivamente es el público el que ha cambiado, eso es lo lógico, en los 80 las películas de Boris karloff tampoco nos resultaban demasiado inquietantes, por ejemplo.
En todo caso, cuando yo hablaba de explicar el comportamiento de Norman Bates no me refería a que durante la película nos metiéramos en su mente, sino que al menos al final (aunque fuera de forma algo burda) se necesitaba explicar su conducta...era una forma de darle una salida al espectador, de buscarle un alivio, no valía el crimen porque sí...Esto ha cambiado radicalmente, no ya en la crudeza de las imágenes , que también ocurre la mayoría de las veces como bien señalas, sino en las motivaciones criminales. Por eso comentaba lo de que "La matanza de Texas" si me parece un verdadero cambio porque ya no hay descanso ni salvación para el espectador. se les presentan asesinos sin justificación ni explicación, ya no son personas a las que les pasa algo y por eso no siguen conductas "normales", ahora son monstruos directamente, de apariencia humana (o casi) pero sin ningún enganche, ningún asidero donde el espectador pueda repartir miradas incluso comprensivas, el espectador sólo puede ser una victima más. Luego ya vendrían otros desbarres macabros sin sentido, pero yo me refiero más al concepto narrativo en si mismo.

En cuanto a "Seven" también estás en lo cierto y lo comparto, no se trata de mostrar la crudeza, no es estrictamente necesario. Algo de eso hay también en "El silencio de los corderos" (otro secuestro de otro monstruo) que salvo en la escena de la huida no se muestra apenas una gota de sangre y sin embargo te aterroriza pensar en Hanibal Lecter. Muchas veces una presencia, incluso la no presencia como en el caso de la peli de Fincher, asusta más que la visión del asesino en plena acción.

En "Seven" también parece haber una parte en la que se intentan explicar los motivos de John Doe, pero finalmente no es así y por tanto eso nos angustia más, lo mismo ocurre con Lecter...¿se comporta así porque es un buen gourmet?...No, no es necesario contarnos su infancia traumatizaste o los abusos que sufrió, no importa, es el mal puro, sin alma. eso asusta más o al menos ahora asusta más.

Abrazos insistentes (disculpad)

Luego

César Bardés dijo...

De todas formas, estamos metiendo en el mismo plano a "La matanza de Texas" con "Seven" y "El silencio de los corderos". Estoy muy de acuerdo en todo lo que planteas ahora (es maravilloso poder llegar a una confluencia de opiniones después de aclarar con respeto lo que sentimos y pensamos). Disiento en algunos matices. Por ejemplo, en "Seven" creo que sí se nos dan algunos motivos para la rayadura de John Doe (Juan Nadie en traducción) y vienen, evidentemente, por la religión y la mayor parte de la perturbación que siente el público es en el hecho de que en ningún momento los buenos parecen llevar algo de ventaja. En todo momento él domina todos los actos, suyos y ajenos y asusta pensar que pueda haber alguien así en el mundo entre otras cosas porque el terror que plantea "Seven" es un terror posible (sí, ya sé que "La matanza de Texas" también). En cuanto a "El silencio de los corderos"...es que aquí hay una vuelta de tuerca más y es una especie de corriente de simpatía y terror bien conjugadas hacia Hannibal Lecter. Es un asesino, se rechaza, se abomina de él...y, sin embargo, (y en parte, gracias a la monstruosa interpretación de Hopkins) hay también un elemento de atracción sobre él, sobre un hombre tan extraordinariamente inteligente que puede dominar psicológicamente a cualquiera (recordemos que solo hablando consigue que Meeks "El Múltiple" se trague la lengua). Es cierto, por otro lado, que el personaje es tan absolutamente siniestro que el mero hecho de pasar una toalla a través del cajón del cristal se convierte en un elemento de miedo (yo recuerdo que llegué a pensar que sería mejor que Clarice no cogiera la toalla). Es cierto que, si nos atenemos estrictamente a la película, no hay ninguna razón que dé pistas al espectador de por qué se comporta así y tienes mucha razón al decir que eso perturba aún más porque, en el fondo, el espectador también se siente culpable al empatizar con un monstruo sin descargo alguno porque sí, porque hay algo irremediablemente atractivo en él.
Puedes insistir todo lo que quieras. Ha sido una conversación apasionante.
Abrazos persistentes.