miércoles, 11 de octubre de 2017

SUEÑOS DE SEDUCTOR (1972), de Herbert Ross

Mañana, día 12, debido a la festividad del día del Pilar, no habrá artículo de estrenos, pero sí que lo tendremos el viernes, atentos, que no se pierda como lágrimas en la lluvia.

-. Puede que hoy no te arrepientas, ni mañana, pero sí muy pronto…y para toda la vida.
¿Quién no hubiera dado un brazo para poder decir esa frase a la mujer que se ama en un sacrificio supremo al estilo de Humphrey Bogart? Hombres así ya no se hacen. Confundimos calidad con cantidad y, claro, nos movemos entre espejismos fútiles que impiden ese gran momento en el que das una medida excepcional como hombre. Sí, como hombre, porque, no nos engañemos, lo que esconde esa frase de valentía y arrojo sentimental es al mayor pringado que uno se haya podido echar en cara. Al fin y al cabo, el gesto será muy bonito, será hasta hermoso, será la reoca en verso asonante…pero la chica de tus sueños se va con otro. Y eso tiene un nombre, mal que nos pese. Pero empecemos por el principio.

La soledad siempre es algo contra lo que hay que luchar. Se puede convivir con ella durante un tiempo pero, al final, siempre atosiga, te habla al oído y te dice muy quedamente que se va a quedar para los restos. Y a ti te entra el pánico, muchacho. Porque la vida te ha hecho tirar de aquí y de allá y te vas olvidando de esa compañera silenciosa, indudablemente cómoda, pero arrebatadoramente temible que hace que, pasado un tiempo, te encuentres más solo que Rick Blaine en Casablanca. Y entonces te arrojas en los brazos de una, en los brazos de otra, en los brazos de la de más allá, intentando buscar consuelo y cariño…y no, te das cuenta de que eso no funciona. Más que nada porque la chica que verdaderamente te gusta, la chica que te tiene sorbido el seso y que te parece más atractiva que ninguna…es la mujer de tu mejor amigo que, de vez en cuando, vienen a reírse un poco contigo y a ofrecerte alguna que otra cita a ciegas. Y, mira por donde, hay una noche, una noche eterna, mágica, una de esas noches que no se olvidan porque es donde eres más tú que nunca y ella es más ella que nunca donde se plantea el dilema. ¿Traiciono a mi mejor amigo y me quedo con ella? ¿O la dejo ir, digo la frase que siempre he querido decir, y quedo como un señor…un señor pringado…pero un señor al fin y al cabo? Pues eso, para salir de dudas, hay que dejar de soñar como un seductor, dejar de oír esa voz de Pepito Grillo ronca de tanto alcohol y tantos cigarrillos, dejar de hablar con Bogart y encontrarse uno a sí mismo. Tal vez… ¿quién sabe? Ese sacrificio no lo sea tanto…porque sabes que lo que has hecho realmente es lo correcto. Como hizo Rick Blaine en Casablanca. 

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