jueves, 3 de septiembre de 2020

TENET (2020), de Christopher Nolan



En definitiva, puede que, en ocasiones, queramos que las cosas sean invertidas para tener la oportunidad de atraparlas al vuelo. O, quizá, de disfrutar de esa amistad que se sabe especial aunque no haya habido oportunidad de vivirla. O, incluso, de saborear esa sensación de proteger a alguien más allá del deber sólo porque es justo. La realidad va en una sola dirección y la fantasía es posible que también exista en algún lugar yendo en sentido contrario. Y lo que es evidente es que, en el ocaso, ya no hay amigos.
Palíndromo de la imagen y de la narración, con vueltas e idas que sólo claman por una salvación con el código de conducta inquebrantable, Tenet da vueltas y vueltas sobre la realidad que se puede cambiar. Tal vez, el hielo queme y el fuego hiele, o lo que es correcto está equivocado, o lo que es amor, es seguridad. Lo cierto es cada uno percibe esa realidad de una manera diferente y somos lo que hemos sido. Nada, ni siquiera la inversión de todas las sensaciones, podrá arrebatar esa verdad que, se lea como se lea, significa siempre lo mismo. El oxígeno se retira y la imaginación se desborda en unos tiempos en los que cualquiera desearía dar marcha atrás y volver al punto de error. La acción es el denominador y, en eso, la película ofrece lo mejor. Y la conclusión es que vivimos tiempos demasiado crepusculares.
Christopher Nolan no ha hecho su mejor película con Tenet. Está por debajo de Dunquerque, de Origen e, incluso, de Interstellar, pero, aceptando que no todo el mundo podrá paladearla con propiedad, es una estupenda historia en la que, parece, es fácil colar alguna que otra incoherencia por la velocidad y complejidad de la trama, pero que, si se reduce a su esqueleto, todo es mucho más sencillo de lo que, a primera vista, se nos presenta. Al fin y al cabo, la realidad es la que es y sólo hay que mirarla al revés para darnos cuenta de la importancia de nuestros actos, de nuestros aciertos y, también, de nuestros fallos.
John David Washington, en el papel principal, comienza a profundizar en sus personajes con cierta sabiduría, consiguiendo alturas infinitamente mejores que las mostradas en Infiltrado en el Klan, de Spike Lee. La música, es cierto, acaba por aturdir y se nota la ausencia del habitual Hans Zimmer, pero Nolan teje con paciencia y alteración de la entropía una trama que llega a ser apasionante. Y nadie, ni siquiera los habituales ahogadores de la brillantez, puede negar que es un cineasta que trata de dar un paso más, que está haciendo evidentes sus obsesiones y que visualmente está muy por encima de la media habitual.
En definitiva, puede que, al vuelo, queramos que las ocasiones sean invertidas para tener una oportunidad de atraparlas. O, quizá, de vivir la oportunidad de un disfrute basado en una amistad que se sabe especial. O, incluso, de proteger más allá del deber a alguien que saborea una sensación porque es justa. La fantasía va en una sola dirección y la realidad es posible que también exista en algún sentido del lugar contrario. Y lo que es evidente es que, en el ocaso, ya no hay amigos. Sólo el asiento de atrás de algún coche que nunca debió aparcar en medio de ninguna parte y la percepción de que la realidad se escapa por el agujero de una bala que hay que asimilar como parte de la vida.

6 comentarios:

carpet_wally@gmail.com dijo...

Pues me da mucha pereza este Nolan, un cineasta que acepto como interesante y diferente, un creador en definitiva, pero que me suele sacar más que meter en sus historias.

No obstante como sabes que me parece que tu criterio es muy a tener en cuenta, puede que intente acercarme por fin a una sala de cine, que desde el inicio de este nuevo mundo no la he probado ni de cerca.

Por cierto, mis mejores deseos para Miguel Rellán, que supe por la prensa que estuvo pachucho por el maldito virus y entiendo que ya completamente recuperado.

Y un abrazo y gracias por volver a poner, de nuevo, en marcha este blog que sigue siendo parada obligada diaria.

Abrazos en el tiempo

César Bardés dijo...

No te gustó "Dunquerque" con su fragmentación narrativa. No, no vayas. Vas a odiarla mucho.
A mí Nolan sí me parece un director a tener muy en cuenta. La espectacularidad de sus imágenes es innegable y hace un uso increíble del sonido y de ese concepto que parece que le obsesiona y que no es otro que el "tiempo", con sus minutos y sus segundos. De lo nuevo, me parece, sencillamente, de lo mejor.
En cuanto a Miguel, si todo va bien, lo veré el domingo. Le trasladaré tus buenos deseos. Le ha ido cerca porque estuvo muy mal (estuve en todo momento informado porque él se esforzaba en mandarme mensajes, lo cual, qué queréis que os diga, dentro de que lo estás pasando mal porque es un amigo muy enfermo, me sentí muy privilegiado por su atención). Afortunadamente, parece que está muy recuperado y estrena el martes en el Español una obra bajo su dirección (ésa es la excusa para vernos el domingo ya que me invita al ensayo general).
Gracias a ti por ser tan fiel y pasarte incluso en tiempos tan adversos.
Abrazos palindrómicos.

Chus dijo...

Estoy seguro de que me hago mayor. Este es el tipo de películas que cuando uno tenía 18 años salía del cine emocionado y cargado de velocidad hormonal, comentando las maravillas de los requiebros del juego en el tiempo y las frikadas de los lazos temporales...

Hoy, casi 30 años mas tarde... le reconozco la originalidad al asunto, pero poco mas. La película ha habido momentos que me ha aburrido sacándome totalmente del metraje (la batalla a lo Starship Tropers de los últimos 30 minutos casi me quedo dormido) y las interpretaciones me parecen planitas planitas en unos casos ( Elizabeth Debicki está metida con calzador) y algo pasaditas en otras (con lo buen actor que es Kenneth... en esta película me sabe a malo de peli bond algo sobreactuado).

Pues eso, querido César... que me hago viejo y creo que cada vez conecto menos con lo que propone Nolan.

Abrazos de taca taca.

César Bardés dijo...

A mí ya te digo que no me ha disgustado. Veo que hay mucha originalidad y que él retuerce al tiempo como si pudiera ser algo que pueda hacerse. El problema con Branagh es que, en películas ajenas, casi nunca convence. Creo que su mejor director es él mismo. Y, sí, es verdad, tengo que darte la razón con que, si hubiésemos visto esta película con dieciocho años, estaríamos dándole salvas y hurras y ahora...quizá hayamos visto demasiado cine. Sin embargo, si se piensa un poco en todo el asunto, tiene todo el sentido del mundo. Nolan nunca se lo deja fácil al espectador, hay que componer las piezas y darse cuenta de que el tiempo es el gran enemigo que, incluso, es capaz de asesinar a las mismas amistades. Y que, irremediablemente, mientras no lo dominemos, vamos directos al sumidero.
Todo un placer verte por aquí, Chus, se te echa de menos muchísimo.
Un abrazo bien sincero.

Anónimo dijo...

Tenet fué una experiencia fracasada en mi caso. No disfruté ni un minuto.
Para mí Nolan fracasa estrepitosamente en querer ser moderno. Aburre. Hastía.
Origen y Dunkerque sí me gustaron.

César Bardés dijo...

Para mí, uno de los cineastas más interesantes de la actualidad.
Gracias por tu opinión, en cualquier caso.