Dos solucionadores de
problemas. Pongamos por caso. Una persona, hombre o mujer, tiene un problema
inesperado. Esa persona es notoria, es decir, por una cosa u otra, es
suficientemente conocida como para que el problema se convierta en un
escándalo. La solución es llamar a uno de estos tipos para que borre todo
rastro de lo que ha pasado. Uno de ellos es un profesional, con muchos
recursos, bastante entregado a su trabajo. Casi se podría decir que le gusta.
El otro es más perezoso. Prefiere mirar. Sus soluciones son más caseras, aunque
igualmente efectivas. Se ven obligados a trabajar juntos porque, por una de
esas casualidades del destino, llaman a los dos para solucionar el mismo
problema. Eso da comienzo a una noche muy larga. Demasiado larga, incluso. Se
van descubriendo cosas que no cuadran demasiado en ese mundo de efectividad
rápida que ellos habitan. Puede que el hecho de coincidir no haya sido tan
casual. Puede que todo forme parte de un plan cuidadosamente urdido. Puede que
el muerto no esté muerto. Puede que…bah, es igual, ya lo solucionaremos.
Y así cabalgan a través
de la pradera de la noche, de un sitio a otro, tratando de deshacerse de las
pruebas y, sobre todo, de unos paquetitos bastante valiosos de droga que el
muerto, que no está muerto, debería haber entregado a un viejo conocido.
Demasiadas casualidades ¿no? Quizá todo termine en un empuje de valentía para
subrayar que estos dos tipos no se van a desligar del otro así como así. Y que
van a demostrar hasta qué punto son profesionales y hasta dónde llega su deber.
Con muchísimas
referencias a Dos hombres y un destino,
George Clooney y Brad Pitt se vuelven a juntar para ofrecer una de esas
películas en las que las miradas cómplices son las principales protagonistas.
El argumento en sí…bueno, eso ya lo solucionaremos porque hay algún agujero en
ese plan y más aún en la solución, pero claro, el director y guionista Jon
Watts tiene a Clooney y a Pitt y cuando tienes a dos actores de ese carisma, a
los que el público está deseando ver, poco importa. Ellos te van a sostener la
película con un simple arqueo de ceja, porque estás deseando que, dentro de un
argumento de suspense, te hagan sonreír de tal manera que te sientas cómplices
de sus andanzas en la jungla de asfalto. Está bien y ya, pero por ellos dos. Si
estos dos solucionadores son interpretados por otros cualquiera, la película se
caería bastante a pedazos.
No se preocupen. Con los contactos oportunos y necesarios, estos dos individuos podrán barrer, empaquetar, trasladar y deshacerse de cualquier prueba de una juerga que se fue de control y de las bebidas y otras sustancias que la causaron. Una cana al aire, al fin y al cabo, no debe acabar nunca mal, por muchas ganas que se tengan a una fiscal. Caramba, si hasta tienen a una chica que hace curas rápidas con respuestas cortantes. No hay nada como ir bien equipados y tener suficientes recursos. Por cierto, subir el cadáver al maletero de un hotel tiene su gracia. No se pierdan detalle. Es lo mejor de la película.

1 comentario:
Pues hace nada he comprobado que no siempre tenemos la misma forma de ver las cosas, lógicamente. Sin embargo, comparto todo lo que comentas sobre esta película. Mas peli, que película en realidad.
Es un film muy menor, con algún momento brillante (lo del cadáver y el portamaletas es buenísimo, coincido). Pero es cierto que no es más que un pequeño divertimento al que hacen parecer un poco más grande la presencia y complicidad de Clooney y Pitt, que actúan aquí como si estuvieran de vacaciones y jugaran a hacer un papelito en la peli de un amigo. Lo que pasa es que no es un papelito ni un film rodado con poco presupuesto. Hay muchos medios, una buena producción y seguro que la cuenta corriente de estos dos ha crecido mas que la mía en 4 décadas.
Poco más que una peli de colegas a la fuerza, mucha broma de miradas socarronas, de gestos sobreentendidos y un guion flojito salvo el planteamiento inicial. tampoco se necesita mucho más, Brad y George hacen el resto, que no es poco. Pero la ves y se te olvida bien pronto. Al menos no aburre.
Me alegro de coincidir esta vez, seremos colegas mirándonos de soslayo y tomando notas de lo bueno que es el otro...
En realidad, no. El que aprende aquí soy yo. Bastante tengo con que se me consienta, de vez en cuando, decir alguna tontería.
Abrazos de lobo solitario...o no.
Publicar un comentario