viernes, 12 de junio de 2009

COCÓ, DE LA REBELDÍA A LA LEYENDA DE CHANEL (2009), de Anne Fontaine

Desde luego hay que reconocer que los franceses son fantásticos. Cogen a uno de sus grandes iconos culturales, una mujer que supo adelantarse a su tiempo, que rompió el mundo de la moda introduciéndose en lo que, hasta entonces, era territorio masculino; que supo que era diferente y convirtió esa distinción en una rebeldía hacia lo convencional y lo presentan como la heroína ideal, ésa que llega al éxito a través del amor, aquélla que hace nacer el arte a medida que van creciendo sus sensaciones...y lo que es mejor de todo. No hay ni una sola sombra en medio de tanta luz inundada de estilo.
Por supuesto, nuestros vecinos del norte se quedan justo en el instante en que Cocó se convierte en Chanel y prefieren no contar su polémico colaboracionismo con los nazis y su relación más que discutible con un oficial de las SS durante más de cuatro años. Ellos prefieren vestir la historia con la aguja del amor desgarrado y el hilo de la pasión desatada. De hecho, la película es más una historia de amor que la narración del nacimiento de un mito cuya dedicación a la alta costura es casi una anécdota en medio de tanto tormento ante la imposibilidad de realizarse en la orografía de los sentimientos.
Anne Fontaine, veterana actriz y directora y responsable de esta especie de hagiografía, dirige sin estilo, con una sobriedad de rígido orfanato y muestra una torpeza considerable en las secuencias de amor, algo que no pasaría de ser un pecado menor si no fuera por la elección absolutamente equivocada de contar la ascensión sin caída de una mujer que rompió barreras en el mundo de la moda.
Para ello cuenta con una actriz como Audrey Tatou, demasiado pizpireta para el papel, una mujer de rostro simpático que intenta por todos los medios dibujar los trazos expresivos de antipatía de la auténtica Cocó Chanel y que se queda a medio camino, no remata los volantes y, por si fuera poco, deja los bajos algo sueltos. Para acompañarla en los caminos del pespunte hay un Alessandro Nivola que se esfuerza una y otra vez en parecerse a Clark Gable y evidencia lo que es un hombre cuando intenta tener algo de estilo y una sonrisa perfecta y lo que muestra es el escaso estilo de una expresión inmutable y una sonrisa con menos personalidad que un piano desafinado.
Y el caso es que el arranque de la película tiene su encanto pero pronto se pierde cualquier intento de elegancia, de profundidad en unas motivaciones que parecen salidas de la pura observación y de un instinto de rebeldía como medio para cambiar el comportamiento de la aristocracia. La historia se estanca peligrosamente al centrarse en el consabido “me voy pero ahora vengo que te voy a llevar conmigo pero de eso nada, monada” y la protagonista da igual que se llame Gabrielle Chanel, la verdad, podría llamarse Restituta Cochambres que daría exactamente igual.
Eso sí, habrá algunas espectadoras que saldrán encantadas con el vestuario, con la calificación pretendida de “vida tormentosa” del genio creador cuando resulta que vivió de un hombre rico durante el suficiente tiempo como para hacerse un sitio en la belleza de la creación. Pero es una pena que lo que podría haber sido un retrato muy hermoso sobre las experiencias del talento y su crecimiento y, lo que es más, su influencia en las generaciones posteriores, se haya quedado en una película simplona, pobre de formas y carente de fondos, deudora de la realidad y a muchos pasos de las razones de la fantasía.
Así pues, y en contra de muchas opiniones, hay que reconocer que este Chanel se queda a muchas, muchas aspiraciones del Número Cinco. Apenas llega al Uno. Es lo que ocurre cuando uno se decide a contar la vida de alguien y sólo es capaz de describir la bondad de un personaje que iba más allá de la máquina de coser.

41 comentarios:

M.I. dijo...

Anda que no te ha cambiado a ti el estilo en las críticas de estreno...Cada vez te pareces más a mí en la concisión; y, por ese motivo, cada vez me gustas más. Aunque empiezo a sospechar que lo de la concisión es algo inherente a escribir en prensa, por el tema del espacio limitado. Muy bueno el artículo, te doy un 9,5.
El 0,5 que te falta es por haber puesto el "arranque"; que no dudo de que ése sea el término correcto: "el arranque", pero habiendo tantos sinónimos en la lengua castella, no me decantaría yo nunca por éste. Además, eso del "arranque" me recuerda al tontucho ése del cine-forum.

Fdo.- M.I. Tornero.
El dueño del blog no se hace responsable de los comentarios vertidos por sus invitados.

M.I. dijo...

Veeeeeenga, te doy un 9,7.
Este tipo de crítica es tan de mi estilo, que te perdono lo del "arranque" del motor de 3 cilindros.
El 0,3 que te falta es por decir que "alguna" saldrá del cine fascinada por el vestuario y la historia de amor. Hay "algunas" también que, lejos de fijarnos en el vestuario y en la historia de amor, sabemos analizar guiones y nos derrite el estilo de según qué direcciones.....

dexter dijo...

Uy pues si ya me tiraba p´atras ver la peli antes de leerle después de hacerlo ya ni le cuento. El personaje no me motiva, y el hecho de que el poster de la película nos la muestre en pijama - qué menos que un salto de cama por Dios- aún menos. A mi la Tatou no me pone nada, la culpó en buena parte de que Amelie me pareciera tan aburrida y empalagosa, tan francesa en el peor sentido de la palabra, vaya. En El código da Vinci no me pegaba nada con la Sophie que había imaginado durante la lectura del libro.

M.I. dijo...

Otra cosa, que me pierdo yo en la biografía de esta mujer.
Primero estuvo de querindanga de un aristócrata que la dejó. El amigo del aristócrata se enamora de ella y es el que la financia.
¿Qué historia de amor es la que se relata con tanta pasión?
¿o es que luego se lió con más estando con el rico?

M.I. dijo...

A mí me gusta mucho la actriz. Hay una comedia romántica deliciosa, que se llama "Un engaño de lujo", en la que ella está fenomenal. Y físicamente no desentona con la Cocó verdadera en sus tiempos mozos. Quizás sí en lo que César apunta, en la expresividad natural que tiene la actriz.
Por otra parte, sin saber mucho del personaje, sí que hay una frase que me llega al alma:
"Siempre quitar, nunca poner".
Ideal para mí, que soy tan sencilla vistiendo, que no me gustan los complementos ni las tonterías que me hagan parecer un árbol de Navidad.

César Bardés dijo...

Ya sabes que opino que el lector de críticas de estreno no espera lo mismo que el lector de las críticas de clasicos y, por eso, el estilo tiene que ser ciertamente diferente. Para muestra ahí tienes los botones que van a salir los días 14 y 15 de junio en el periódico que, lástima, son de dos películas que ya he comentado por aquí.
No cabe duda, de todas formas, que mientras los títulos de los clásicos que me encomiendan, en su mayoría, son de una calidad más que apreciable, al ver una película de estreno puedo perfectamente apreciar mala calidad, mala realización o mala interpretación.
En cuanto a lo de "alguna saldrá del cine..." lo digo más que nada por el comentario que hicieron las dos mujeres que había detrás de mí en el cine. En ningún modo generalizo. Sé que hay personas, hombres y mujeres, que les gusta ir al cine sólo para ver, y hay otros que van a ver y a degustar. Sin duda, ésta es una historia para mujeres, con la vista puesta en las mujeres y con la dirección de una mujer (a pesar de que Christopher Hampton metiera mano en el guión que se queda en apenas nada).
Dex, yo creo que todo el mundo nos imaginábamos más a Sophie Marceau en ese papel que a nadie más. La Tatou no es mala, sencillamente es incapaz de aportar algo de dramatismo. Y es demasiado guapa por una mujer de rasgos claramente antipáticos (que no feos) como era Cocó Chanel.
La rabia que entra es que, bien llevada y con unas mínimas dosis de inteligencia, esta película podría haber sido muy aceptable y un retrato femenino de independencia y rebeldía ejemplar. Así se queda en ná de ná. Lo mismo me equivoco porque por ahí la han puesto por las nubes. Quí lo sá?

César Bardés dijo...

El aristócrata que la financia es precisamente esa "gran historia de amor" que nunca llega a realizarse. Digamos que es un modo de pedirla perdón porque él, a la vez que está enamorado de ella, se casa con una rica heredera y, claro, la reacción de ella es encoger los morritos y decir: "Pues ahora no me caso, y no me casaré nunca, hala, os jodéis". Cual Sherlock Holmes moderno, igualito.

M.I. dijo...

Ya sé que no generalizas, es una broma. Y entiendo perfectamente la rabia que da ver una historia que daba para mucho y que queda en ná de ná. Ahí es donde yo intervengo y doy consejos a los responsables: "tenían que haber hecho esto, como hizo tal director en tal película". Ya ves, atrevida que es la ignorancia de quien nunca se puso tras una cámara.

César Bardés dijo...

Atrevida pero hay que reconocer una cierta valentía en todo eso. Aunque está claro que no hay que dar lecciones sino soluciones alternativas. En mi caso, no me creo capacitado para ello salvo en algunas ocasiones que me resultan muy evidentes. De hecho, de haberme dedicado al cine yo no hubiera querido ser nunca director, sino guionista. Raro que es uno.

Anónimo dijo...

Me encantó la película La vie en rose y tenía mucha ilusión puesta en Cocó. Imagino que por aquello de que las dos eran francesas quise ver alguna similitud entre las películas. Cuando me enteré que el papel era para Audrey Tatou pensé que me hubiera gustado más que se lo hubieran dado a la Cotillard. Me encandiló esta mujer interpretando a la Piaf. Y bueno, imagino que yo hubiera sido de las que salen entusiasmadas con el vestuario y con la "vida tormentosa" que llevó esta mujer sobre todo en su infancia. Hace tiempo leí una biografía suya que así la describía. Visto lo visto ya no sé si quiera si iré a verla o esperaré a que alguna de mis hijas me la baje y la vea en casa cualquier día de eso que no hay nada mejor que hacer.

Gema

César Bardés dijo...

Desde luego, la Cotillard hubiera estado mucho mejor encajada que la Tatou. No estoy seguro de que la película llegara a gustarte, ni siquiera tiene emoción en la supuesta historia de amor desgarradora. Cocó no tiene defectos, es independiente, sabe lo que quiere, es insolente, es perfecta. Los franceses, muchas veces, caen en ese tremendo error. En el caso de la Piaf su vida era un enorme coladero por donde se le escapaba todo el amor que tenía dentro y ya eso da para toda una historia. En este caso, para mí, la historia está estancada desde el minuto dos. Creo que es mejor que la veas cuando no tengas nada mejor que hacer pero ya te digo que puedo estar equivocado visto lo que están diciendo de la pelí por ahí.

M.I. dijo...

"Cocó no tiene defectos, es independiente, sabe lo que quiere, es insolente, es perfecta".

Qué diferencia entre cómo muestra el cine francés a sus mitos (tú mismo dices cómo se omite su relación con un oficial de las S.S.), y cómo los retrata el cine español. Es que me viene a la cabeza la mierda que hizo Hernández sobre Lola Flores, en la que todo fue puterío y golfería.

César Bardés dijo...

Hay que reconocer que nosotros no hemos sabido nunca retratar en cine a nuestros "supuestos" mitos. Nos ha dado miedo o hemos optado por la idea brillante de meterlos en un mundo de fantasía, o en un misterio inventado, o en un surrealismo de cochambre. Está claro que no es un género que se nos dé bien. Con tantos escritores y pintores y artistas que hemos tenido...nada. Como si no hubieran tenido vida. Sin ir más lejos, creo que la vida de Quevedo hubiera dado para tres películas (pero si fue hasta espía) pero nada, no. Nos quedamos plantados delante del nombre y nos da miedo escalarlo. Eso es así.

Anónimo dijo...

La elección del vestuario y el acierto a la hora de conectar con los sentimientos del espectador, forman parte también del "cuerpo" de una obra cinematográfica y, no sólo son apreciables desde un punto de vista estético o emocional, sino que también son suceptibles de un análisis, digamos, más técnico. Lo que ocurre es que, para ello, hay que tener, por lo menos, buen gusto y cierta sensibilidad.

Yo no he visto la película y no sé en qué cosas me fijaría más. Pero eso sí, como mujer me encantan los trapitos y me encanta llorar con las historias de amor, cuánto más desgarradas mejor. Y, a su vez, me encanta admirarme de estructuras narrativas, planos, travellings laterales, giros argumentales, elipsis y un sinfín (o sin fin?) de palabritas.

Creo que sesgar siempre compromete la visión del conjunto, limitándola y conviertiéndola en parcial y mucho más si lo que se pretende es abordar un análisis crítico de cualquier obra de expresión artística.

Y que, ni entiendo que deba estar reñida una cosa con la otra, ni me da la gana de intentar encajar en los estereotipos de frívola-sentimentaloide-mona-pero-tonta o trascendente-intelectual-pero-sosa-y-más-fea-que-picio. Que no.

Disculpe que me haya ido un poco por las ramas, Señor Bardés, aunque no suelo dejar comentarios, no dejo de leerle, su formada opinión es siempre, para mí, una referencia a tener en cuenta. Pero eso ya lo sabe usted.

Un saludo
Mul

César Bardés dijo...

Bueno, Mul, encajo con creces su interesante comentario y lo tomo como un pequeño tirón de orejas. Por supuesto que el vestuario, la dirección artística de la película y demás son aspectos estéticos que pueden ser analizados desde un punto de vista técnico. Pero, desde una humilde opinión, en esta película ni siquiera eso es salvable. Por supuesto, hay modelos de Chanel que viste la propia Tatou, pero no lucen. La dirección artística pretende ser destacable pero es una mera repetición de escenarios alrededor de un palacete. Cuando se sale de ahí, se opta por una sencillez casi desnuda y sólo al final, cuando Chanel se convierte en leyenda, hay un desfile en el que las modelos pasean no se sabe muy por dónde. La supuesta vida tormentosa no está bien trasladada. La historia del orfanato le interesa más bien poco a la directora de la película, apenas ocupa tres minutos. Y eso sí hay una cierta obsesión por retratar al personaje de espaldas en un marco de desolación. Yo no dudo que hay personas, entre las cuales la incluyo señorita Mul, capaces de apreciar no sólo los aspectos sentimentales de una historia sino también los cimientos sobre los que se construye esa historia y cómo se elevan hacia el purgatorio de la mediocridad o hacia el cielo de la invención (esto lo he copiado de Shakespeare). No es mi intención en ningún momento englobar al género femenino dentro de la frivolidad puesto que bien sabe usted que las mujeres sois intelectualmente superiores e infinitamente más fuertes. Ahora bien, no cabe duda de que, igual que hay hombres patosos, carentes de mayor sensibilidad que la de un balón de fútbol, también hay mujeres superficiales, que no van mucho más allá que lo que pasa por delante de sus ojos y son incapaces de interiorizar un puñado de imágenes que les acaban de ser ofrecidas.
Sea usted bienvenida siempre, señorita Mul, sus comentarios son un soplo de aire fresco.

Anónimo dijo...

Lamento la confusión pero no iba dirigido a usted, señor Bardés, sino a un comentario de M.I.

Todas las opiniones son respetables, desde luego, pero considero impropio de un crítico la no contemplación de aspectos quizá no tan relevantes pero, desde luego, para nada desdeñables.

Por un instante he llegado a creer que había metido la pata (un poquito sí...no tengo remedio), pero luego me he alegrado porque he podido saber algo que no se aprecia facilmente entre tantas y tan exquisitas palabras. Es usted un gran encajador, le felicito una vez más.

Un saludo
Mul

César Bardés dijo...

Por supuesto que un crítico, si lo es de verdad, ha de fijarse en esos extremos. Y hay que saber que el director artístico es el hombre que siempre sabe un poco más que cualquier otro en el rodaje y que está en permanente discusión con el director de fotografía. En ellos se tiene que aunar la arquitectura, la decoración, la fantasía, la ambientación, la mirada y la sensación. Por otro lado, el vestuario tiene que situar, con cierto estilo, la época en la que transcurre toda la acción y ambos son aspectos cruciales en cualquier película. Sin ir más lejos, ahí tenemos a Gil Parrondo, probablemente el mejor director artístico del mundo, o a Alexandre Trauner, el hombre que hizo de la perspectiva un arte. En el vestuario qué decir: desde Milena Canonero hasta Patrizia Von Brandenstein pasando por Franca Squarciapino o las históricas Edith Head o Irene Sharaff. Son responsables de que nos sintiéramos en medio de épocas y ambientes, partes fundamentales en la realización de los sueños.
Este comentario tómese como una afirmación que se coloca justo al lado de la suya, señorita Mul, apoyándo y dando la razón a un comentario que es certero y además singularmente brillante.

M.I. dijo...

Pues eso será, señor Bardés, que yo no soy un crítico de verdad. Y me alegro por los críticos de verdad, la verdad. Porque si yo, sin ser crítico de verdad, tengo ofertas (que pospongo por asuntos personales); me imagino que los críticos de verdad tendréis que estar nadando en oro.

Por otra parte, el comentario de Mul, vaya a quien vaya dirigido, me parece un sinsentido (o se dice "sin sentido"?).

A mí, pongo lo de A MÍ con mayúsculas para que quede constancia que es la opinión de un crítico de mentirijillas, A MÍ (como digo) me interesan los aspectos técnicos, demostrables y palpables de una película, los objetivamente analizables.
Y lo siento, pero el "me ha llegado" no está entre esos aspectos que me interesan. Y eso lo sabe cualquier crítico. No existe el guionista que tenga la fórmula para "llegar", y mucho menos el sastre que hace los trajes de la película. Lo que a muchos "les llega" a otros les parecerá una solemne gilipollez, y viceversa. Por otra parte, un vestuario exquisito no es suficiente para salvar una película. Tendrá mención especial en ese apartado. Nada más.

Me despido con una excepción, Sr. Crítico Bardés. La de María Antonieta de la Sra. Coppola. Usted y yo nos escandalizamos al ver aquellas deportivas fuera de época, impropias de quien había diseñado el vestuario de Barry Lyndon. Sin embargo ¡qué genialidad! porque el detalle estaba en consonancia con la idea que la directora quería llevar a la pantalla. Tuvo un oscar, de ésos que no significan nada, claro.

César Bardés dijo...

Pues que yo sepa, señorita M.I, nadie aquí ha dicho que usted no sea crítica de verdad. Y usted bien sabe de sobra que las ofertas para los críticos de verdad no llueven precisamente y menos en estos momentos pues convencidos estamos de que, cuando falta dinero, lo primero que se sacrifica es la cultura.
Por otro lado, una dirección artística y un vestuario, por sí solos, no salvan una película, ejemplos los hay a millares. Y tampoco veo que esté reñido el apreciar algunos de los aspectos técnicos de la película con el hecho de que te haya entretenido, te haya llegado o te haya horrorizado. De hecho, el mismo Orson Welles decía que "si un espectador se fija sólo en los aspectos técnicos de mis películas, me pongo muy triste porque sé que no he realizado bien mi trabajo". Ni soy una maravilla, ni nada del otro jueves, pero es evidente que hay películas cuyo vestuario merece ser destacado, hay otras en las que lo merece la dirección artística, hay otras en que el guión es un perfecto mecanismo de relojería y hay otras que simplemente forman parte de nuestra galería particular de gustos porque han conseguido que soñemos, nos "llegue" o nos emocionemos. Y eso es una realidad.

dexter dijo...

Vaya, toda una vida viendo cine y creyendo que las historias que nos contaban estaban destinadas a ganarnos el corazón y a emocionarnos y ahora resulta que no, que los guionistas solo están al servicio de la mecánica y de los aspectos técnicos y objetivamente analizables de las películas. Qué decepción. Toda la vida emocionándome con una película como En el estanque dorado y resulta que todo se reduce a una cuestión de si está bien hecho el plano contraplano y de si en la escena encaja mejor un travelling o un contrapicado.
El comentario anterior me recuerda a un glorioso gag de Faemino y Cansado. En el sé ve a este último con una cartulina negra cubriéndole los ojos para no poder ser reconocido diciendo algo así como "hola, soy crítico de cine, y me gustan las películas que le gustan a la gente".

M.I. dijo...

Es normal que Orson Welles dijera eso. Ten en cuenta que hay un antes y un después en la técnica cinematográfica antes de que él apareciera. Luego... es normal que la crítica estuviera fascinada por esa técnica y que sólo se fijara en ella. Y es normal que él estuviera cansado de innovar con otros aspectos (excelente, excelente, excelente guionista) que pudieran pasar desapercibidos -o menos valorados- en su día.
Los comentarios no son atemporales, Sr. Bardés. Siempre hay que valorarlos dentro de su época.

Evidentemente, un análisis ÚNICAMENTE técnico, exhaustivo, palpable, demostrable con sus puntos de baremación correspondientes (que existen) y objetivos (lo que se hace a diario en las escuelas de cine, que ocupa a los futuros cineastas 40, 50 ó 60 folios), es una práctica apasionante, de la que se aprende MUCHÍSIMO, pero NO es una crítica de cine. No está destinada al público en general. Los profanos (es decir, los que sabemos lo que es un encuadre porque lo hemos leído, pero no porque lo hayamos hecho) no lo podemos entender al 100%.

Peeeeeero, nos vamos a las antípodas: una opinión que cuenta que "la película se le ha hecho pesada", o "que le ha gustado mucho".... o "que le evoca guantes de encaje de seda".... POR SUPUESTO QUE NO ES UNA CRÍTICA DE CINE. Es una opinión que llegará a quien llegue, que puede resultar irrelevante a muchísimas personas; una memez a otras muchas, y que a mí no me interesa.

Dicho de otra manera, y éste es un gusto personal, una opinión tan (in)válida como la de cualquiera de vosotros y, por supuesto, tan respetable como la que más:

-Que una persona me diga lo que una película le ha hecho sentir... pues muy bien. Lo compartiré o no.
-Peeeero que se me analice una determinada secuencia (por quien sepa, claro, no me valen los aficionados al cine-forum), a mí me llena muchísimo más.


Por otra parte, César, has explicado muy bien lo que yo siempre he sintetizado con una frase:
"Cada nueva película es un mundo por descubrir y, como no hay dos películas iguales, no puede haber dos críticas iguales".
Desdeño las críticas-plantilla y a los críticos que sólo saben hablar del a), del b) y de punto c) de una película en un artículo. Lo desdeño porque el apartado b) no siempre es mencionable; el a) puede ocupar toda la crítica y puede que el c) ni exista.
Claro que a cada película se le entra por un lugar diferente (y hay películas a las que no hay por dónde entrarles), y claro que "un crítico de verdad" se fija en TODO. Pero dentro de ese TODO cada crítico tiene sus predilecciones, y las mías no van destinadas al vestuario ni al maquillaje, ni a la bonita historia de amor que acabo de ver. Ése era mi comentario.

Dexter, esto es como la feria de abril. Los que se quedan en la superficie son los que pasean por el callejón del infierno (¿se llama así?). Los que quieren más, aprenden a bailar sevillanas, y dejan de ver el cine como lo veían cuando tenían 15 años.

Y lo de Faemino y Cansado es un buen ejemplo para explicar justo lo que yo NO hago en una crítica.

César Bardés dijo...

¿Sabéis por qué el cine es el "séptimo arte"? Porque es un arte que engloba seis artes y que los utiliza para llegar a sus fines. Por supuesto, Dex, que una película como "En el estanque dorado" tiene su emoción, su "llegada", su "pegada", su sentimiento, su cercanía. Pero ahora imagínate una cosa. Cogemos el impecable guión que escribió Ernest Thompson y se lo damos a algún tuercebotas técnico, digamos un director tan sumamente equivocado en sus planteamientos por lo general, como Ken Russell (eso ha pasado muchísimas veces). ¿Tu crees que en las angulaciones imposibles, en los movimientos de cámara alocados y sin sentido, en el ritmo frenético de quien se ha fumado unos cuantos cigarrillos de LSD va a haber el mismo sentimiento que le puso a la película un director como Mark Rydell? Por supuesto, una historia interesa y yo, con su permiso, difiero de M.I. y también me interesan las críticas que se dedican a bucear en los sentimientos y en las sensaciones de la película pero para mí no hay ninguna duda de que una historia depende mucho en manos de quien caiga para que tenga esa capacidad de emoción que tu refieres en el maravilloso ejemplo de "En el estanque dorado". Quizá, para mí, un ejemplo muy preclaro es "Brokeback mountain" que cayó en manos totalmente equivocadas con Ang Lee cuando podría ser una de esas historias de amor que pueden llegar a ponerte los pelos como escarpias. Y ahí es donde, para mí, radica el error de esa película. Es incapaz de emocionar porque Ang Lee rueda (y con esto me pongo en contra de la opinión general) con cierta inercia mecánica. Rueda lo que pone el guión y no intenta poner énfasis en nada. Lubitsch decía que no había que poner énfasis en todas y cada una de las escenas, sino que había que aburrir al espectador para luego sacarle de su letargo y, en este caso, para mí es así. Conste que he dicho "Brokeback mountain" como podría haber citado cualquier otra como "...Y llegó el día de la venganza", de Fred Zinnemann, un hombre que me gusta pero que sin embargo abordó la venganza de un pueblo que no se quiere como el español de una manera muy lejana y muy fría. Ambas combinaciones, el sentimiento de una historia bien escrita y la técnica empleada para narrarla es lo que da como resultado el cine.
Otra cosa es que estemos de acuerdo en la manera de enfocar o de abordar una crítica. M.I. prefiere los aspectos técnicos, cosa que yo no comparto salvo raras excepciones si se escribe en un periódico, más que nada porque un periódico no cae siempre en manos cinéfilas, puede caer en el vecino de enfrente que tan sólo quiere saber si la película es buena o no y si lo que cuenta le puede interesar o no. Otra cosa es si la revista es especializada en cine, pues ahí se supone que el lector es avezado y, como tal, espera que le cuentes no sólo si está bien contado, sino si está bien hecho.
Yo también desdeño, por otra parte, al crítico-plantilla, que lo hay, que hacen veintiocho críticas iguales porque todas son abordadas de la misma manera. De todo esto que estoy diciendo, todo ambiguo y que puede discutido por los distintos puntos de vista, yo tengo algo muy claro: No escribas si te aburre escribir. Y yo conozco a muchos a los que les aburre escribir pero tienen unas ganas enormes de exhibirse y de imaginar a la gente quedándose boquiabierta ante los saberes demostrados. Y sé perfectamente que alguno que está leyendo esto está pensando: "Mira quién fue a hablar". Me la flojea con pernos desajustados. Me divierte escribir y mi afán nunca es el protagonismo. Sé y tengo plena conciencia de que a la hora de escribir, la estrella es la película que se comenta, o la trayectoria del personaje del que se escribe el monográfico, o la actualidad cinematográfica. Desde luego, el protagonista no es el crítico que no es más que un columnista de opinión que practica, con mayor o menor fortuna, el género epistolar puesto que las críticas no son más que cartas dirigidas al público.
Dicho esto, pues eso que los dos tenéis razón. Y Mul también. Y yo. Y hasta la madre que nos parió a todos tiene razón

dexter dijo...

Por supuesto que detrás de una gran historia debe haber alguien que sea capaz de contárnosla bien y de que la emoción que lleva implícita traspase la pantalla. Eso como en la mili se presupone. El contraejemplo de Brokeback Mountain - que conste que a mí me parece una película con muy bellos momentos pero con un excesivo metraje que descompensa el conjunto- me parece muy válido para subrayar que no siempre está detrás ese alguien. En cualquier caso, soy de los que piensan que los aspectos técnicos siempre han de estar al servicio de la historia y no al revés.

César Bardés dijo...

Por supuesto que los aspectos técnicos tienen que estar al servicio de la narración. Incluso estamos llegando a un punto en el que pasa justo lo contrario. La narración al servicio de los aspectos técnicos, así nace la estética del cómic en el cine y demás. Por eso digo que hay que valorarlo todo en su conjunto. Una película no es sólo lo que cuenta sino cómo lo cuenta. Ambos tenéis razón.

César Bardés dijo...

Y la crítica tiene que estar al servicio de la película y no al revés.

M.I. dijo...

Me alegra llevar razón en todo aquello en lo que difieres conmigo. Pocas veces me han halagado tanto, jajajajaja.

La única verdad que yo veo (con la que difiere César...¡¡faltaría más!!) es que en Cine no hay verdades absolutas.
A Lubitsch (siguiendo tu ejemplo) le fue bien su técnica. A Eastwood le va muy bien la suya: "rueda todas y cada de las escenas como si fueran las más importantes de la película", y eso se nota, pocas veces te aletargas con él.
Pon tú ahora los ejemplos de genios y otros genios con técnicas radicalmente opuestas (¿te vale Wilder y Godard?) que funcionaron.

Y no se puede generalizar, Dexter. La técnica ha de estar al servicio de la historia en según qué películas. Ahí tienes la Odisea de Kubrick, donde no hay compensación entre técnica e historia, y yo no me atrevería a "entrarle" con ese axioma.

M.I. dijo...

Y está la crítica más difícil, César, que es la "visión del director".
Difícil porque, o ha montado él mismo la película o es su propia productora, o a saber lo que te ha llegado a ti.
Ayuda lo que el director dice de la peli; en muchos casos no para acercarte a ella, sino para meterle tralla en la crítica, jajajaja.

César Bardés dijo...

Lo que dice el director sobre su película, en mi opinión no deja de ser un hecho meramente anecdótica. Siguiendo con ejemplos tenemos a John Ford que odiaba profundamente una película tan extraordinariamente buena como "Dos cabalgan juntos" o el caso contrario, que entonces abre el campo a la crítica más fácil. El director está muy orgulloso de su película (un ejemplo "im personam" puede ser Michael Caton-Jones que me llegó a decir que "Rob Roy" era una película buenísima) y sin embargo es un tostón de cuidado.
Por supuesto, las técnicas para contar historias son de lo más diversas. A mí no me gusta Godard porque creo que la historia le importa muy poco (eso sí, es famosa la anécdota, muy ilustrativa, de cómo le pidió de rodillas y llorando a Truffaut que le diese a él el guión de "Al final de la escapada" porque en principio el propio Truffaut quería dirigirla) y su técnica vanguardista para mí consiste en un uso y abuso del primer plano de cogotes con lo que los actores se pasan la película hablando de espaldas al público, como un concierto de Miles Davis, más o menos. O el cine conceptual de Antonioni que no tenía ningún pudor en afirmar: "Hago películas aburridas para expresar el aburrimiento". Si eso es que te importe la historia, pues vale, será que yo ahora no estoy escribiendo en un blog, sino que estoy haciendo literatura.
En el caso de Wilder ya es distinto, para él la historia era fundamental, única, intocable y prioritaria. Y además tenía un instinto único para colocar la cámara en el sitio apropiado. Sus argumentos eran tan brillantes que muchas veces uno se deja arrastar y no cae en la absoluta genialidad de una técnica que era mucho más complicada de lo que parece.
En el caso de Kubrick y la Odisea, bueno, siempre ha sido considerada una película de arte y ensayo y, en mi muy humilde parecer, hay una historia de una profundidad poquísimas veces igualada contada con una técnica absolutamente perfecta. Probablemente, en cuanto a técnica se refiere, Stanley Kubrick era el mejor pero esto no es ninguna verdad absoluta. De esto hay múltiples anécdotas, desde el hecho comprobado de que en algunas Escuelas Superiores de Ingenieros Aeronáuticos se proyecta la Odisea para enseñar diseños de ingeniería aeroespacial que son totalmente viables, hasta la risible anécdota de que, sin haber estado nunca en el Pentágono, Kubrick recreó fielmente la sala de mapas que aparece en "Teléfono rojo". Resultado: la CIA se presentó en su casa y le estuvieron interrogando durante algunas horas para que dijera de dónde había sacado los diseños. La respuesta de Kubrick no variaba: "La sala de mapas del Pentágono no podía ser de otra manera".
Yo creo que la técnica nunca está reñida con la narración en el caso de Kubrick, aunque, por supuesto, haya quien piense que "La naranja mecánica" es una tontería. Son los críticos al servicio de la película, je.

M.I. dijo...

Jajajajaja, qué buena la definición del cine de Godard, jajajaja.
A ver, César, a ti (o a mí, o a quien sea), te puede gustar o no un director; pero, con la perspectiva que da el tiempo, sabemos que hay directores que fueron encumbrados por algún sector de la crítica. Es el caso de Godard, aunque a ti no te guste.
Y mira, otro ejemplo en el que la técnica no está al servicio de la historia, jajajaja.

Y sigo diciendo que no se puede generalizar. Hay películas en las que es un error anteponer la técnica al guión... pero hay otras en las que es un acierto. Si hay de tó, si ya no quedan fórmulas perfectas.

Y no hablo de la obra de Kubrick. Hablo de una película determinada en la que la historia es un pretexto para un alarde técnico perfecto. No hay compensación, César.

Y discrepo contigo sobre Ang Lee... que lo sepas.

Anónimo dijo...

Reconozco que lo del sinsentido ha estado ingenioso, Scar. Touché.

Respecto a todo lo demás que has escrito, me hubiese gustado, al igual que he hecho con el señor Bardés, felicitarte por saber encajar un comentario contrario a tu opinión. Lamento no poder decir lo mismo.

Saludos a todos
Mul

César Bardés dijo...

Yo no puedo estar de acuerdo en que en "2001" hay una descompensación entre técnica e historia. Creo que es una historia que necesita de esa técnica. Muchos consideran que es un truño de narices. Yo prefiero ver el lado que esa misma historia, contada por cualquier otro, hubiera sido tomado como una sobrecarga de barbitúricos. Lo siento, no estoy de acuerdo. Kubrick prestaba atención a los detalles más ínfimos de las historias que hacía, incluido 2001. Si no, hubiera sido absurdo pedir a Arthur Clarke que colaborara con él en una historia que no abarca ni la mitad de lo que nos cuenta la novela original, titulada "El centinela". Kubrick cogía escritores de verdad para que colaboraran con él: Jim Thompson, Nabokov, Arthur Clarke, Michael Herr...Al igual que Wilder cogía a expertos en poner en palabras sus ideas. Es más, si algún pecado se le puede dar a Kubrick es su afán notorio por trascender con sus historias. Él no contaba tonterías ni superficialidades. Hacía auténticos estudios sobre temas determinados con una visión muy sombría de la vida y del mundo. De todas formas, es sólo una opinión. Quizá Godard o Antonioni decían mucho más con mucho menos.
Señorita Mul, aún así, espero seguir contando con sus ojos y que, cuando a usted le apetezca, haga el comentario que le venga bien. Faltaría más.

M.I. dijo...

Asistir a una escuela de cine debe de ser algo apasionante. En este sentido, me gustaría volver a tener 18 años para cursar estudios de cine.... o vivir en una ciudad en la que hubiera alguna para poder ir ahora. No es el caso, pero tengo un buen amigo que estudia en la escuela de cine de Barcelona. Un día, hablando de cine (es de lo único que hablamos), salió el tema de LA ODISEA, le di mi opinión de descompensación que existe en ella; y él me contesta que algo parecido se indicaba en esta escuela, concretamente que la técnica se antepone a la narración.
Algún tiempo después, en una kdada cinéfila, esta misma idea era secundada por un director madrileño, también amigo.
No te digo esto para demostrar que "tengo razón", sino para no sentirme un bicho raro; puesto que hay más gente que lo piensa, sin llegar a insinuar que el filme en cuestión sea ningún truño, todo lo contrario. Tú no ves descompensación, mucha más gente no la verá (seguro que conoces 7000 manifiestos), y posiblemente no la haya. La experiencia me dice que sueles tener razón. Pero.... !!!es que yo sí la veo¡¡¡.
También te digo que tengo apuntes (muchos apuntes) de esa escuela, en la que se analizan películas de Hitchcock, con los que no estoy de acuerdo. Cuando pongas una entrada de alguna de esas pelis, te hablo de ellos.

En el caso de Ang Lee, y de la película que comentas....
Para empezar, no se trata de un buen guión. Es, por el contrario, una patata caliente que se fue pasando de cajón a cajón, de despacho a despacho, de productora a productora durante DIEZ años, 10. Se le ofrece a varios directores, entre ellos a Pedro Almodóvar, y es sistemáticamente rechazada.

(No me cabe duda de que Almodóvar le habría puesto tanto sentimiento como morbo. Vamos, que se habrían dao por culo hasta saltar niebla).

Finalmente, cae en las manos de Ang Lee, que lo ejecuta fielmente. Te digo por qué César:
No hay sentimientos en el original literario (un relato corto más malo que la rehostia) .... porque no puede haberlos. Es una historia de amor clandestina, que se desarrolla en las más adversas condiciones, y donde no hay cabida para ese sentimentalismo, ni siquiera en la privacidad. Estamos hablando de un deseo prohibido, oculto, altamente pecaminoso, que hay que desterrar de cuerpos y corazones (famosa escena la que uno de ellos se enfada muchísimo ante las otras insinuaciones), pero que sobrepasa a los personajes. Sólo al final, cuando ya es demasiado tarde, surge ese sentimentalismo.
Yo veo que la idea es captada y mostrada con absoluto acierto. Es más, qué habría sido de esa ñoña historia sin Ang Lee....

Por otra parte, como dice Dexter, hay planos absolutamente memorables. Y conste que a mí, en su conjunto, no me convence la película; pero su gran mérito es ése: que no se podía contar de otra manera.

Fíjate, por ejemplo, en Sentido y Sensibilidad.... Aquí hace Ang Lee algo VALIOSÍSIMO (me recuerda a lo que hace Scorsese en La Edad de la Inocencia dos años antes), que es imprimir agilidad a tanto sentimentalismo de culebrón literario infumable. Ahí no es un mero ejecutor sin sangre, no es un soporífero James Ivory.

Sí, ya lo sé.... discrepas en TODO, jajajajaja.

M.I. dijo...

¿Se trataba de encajar, Mul?
Yo pensaba que la cosa iba de exponer argumentos con ingenio y rotundidad. Por eso seguí en tu línea.

César Bardés dijo...

Los grandes poetas casi siempre han sido malos recitadores. Me da igual que en la escuela de cine de Barcelona te hayan dicho lo que sea. El gran problema de los alumnos de las escuelas de cine es que todos quieren ser Stanley Kubrick y esto es una verdad como un templo. Si tu ves personalidad en lo que hace Ang Lee, enhorabuena. Su mejor película para mí es "La tormenta de hielo". Y, perdona, pero en "Sentido y sensibilidad" lo que hace es seguir a pie juntillas el guión de Emma Thompson el cual, además, está claramente influenciado por la "técnica" de Kenneth Branagh en su mejor época porque ahora ya no es nadie. Sólo tienes que ver ese final festivo que remite directamente a "Mucho ruido y pocas nueces". Yo, de verdad, no sé qué más se puede pedir a un hombre que se atreve a dirigir una historia que habla sobre el mono, la evolución del hombre, la existencia de un ser o energia suprema, el nacimiento del superhombre, la inclinación natural al asesinato para conseguir unos objetivos determinados, el amanecer del hombre y el infinito. Claramente descompensado.

M.I. dijo...

(El verbo influenciar no existe, es influir).
A Ang Lee le llama la crítica americana "el cineasta del mundo". Se debe a su capacidad de traspolar historias y hacerlo con gran acierto. Estoy de acuerdo, aunque seguro que tú no.
(era otro punto para su defensa)
No es que me entusiasme el director ni sus películas -ninguna-Pero veo que lo que consigue hacer a partir de un guión más malo que el baladre, que nadie quiso y con razón, (Bruuuurjrrr Muntain), es una película que recibe un montón de premios, que está en boca de todiós, y es aclamada por la crítica de USA como "arte en estado puro". (no lo comparto, pero así se llamó).

Luego..... este tío hace algo importante con un buen guión (el de Emma), pero hace algo mucho más importante con un guión que es maaaaaaalo...
¿Mesentiende ahora?
Por otra parte, yo no he leído el guión de Emma, no sé si lo sigue o no a pies juntillas; pero en la dirección técnica, en el plano-contraplano... y en todas esas palabras que os sabéis tan bien, imprime una AGILIDAD que me agrada, y que son aspectos que no provienen necesariamente del guión.

Y no seas así, hombre. Un voto de confianza a los futuros cineastas españoles.

M.I. dijo...

Se le puede pedir que no haga elipsis tan largas pa los que somos cortos.

M.I. dijo...

Te lo voy a explicar con una frase de Wilder
(para que veas lo en serio que me tomo yo tu blog, que aún te quiero convencer).
Wilder decía (más o menos): "Se nos pide a los directores que seamos alquimistas, pero no se puede convertir la mierda en oro".

Estoy segura de que a Ang Lee le dan un oscar por eso, por convertir la mierda en oro.

Y QUE CONSTE: No soy fan de este director, pero soy objetiva y le reconozco ese mérito.

César Bardés dijo...

María Moliner. Diccionario de uso del Español. Tomo II pág. 55
INFLUENCIAR tr. Influir.
"Influenciar" e "influir" se consideran sinónimos pero "influenciar" suele emplearse referido a personas, mientras que "influir" se aplica a cosas, hechos o, también, personas. Por otra parte, "influir" puede ser intransitivo o transitivo, mientras que "influenciar" es siempre transitivo.
Es decir, "influenciado por..." es absolutamente correcto.
Para mí "Brokeback mountain" es un guión malo y una película que no es buena. Para mí no hace nada importante. Ni siquiera dignifica la condición homosexual. Según eso, Marlon Brando es un director excepcional porque hizo "El rostro impenetrable" después de que pasara por las manos de Sam Peckinpah y de Stanley Kubrick. La famosa "nouvelle vague", críticos de profesión y cineastas de vocación también afirmaban sin ningún rubor que el cine de John Ford era horrible. Hasta que François Truffaut dijo la famosa frase: "Hasta que no dirigí una pelicula no supe lo difícil que era hacer lo que Ford llegaba a hacer". Así que la opinión de la crítica, así, generalizada, es, como todo, relativa, al igual que lo es la mía.
Y te voy a contradecir un poquito más. Hay muchísimos guiones que tienen incorporado el "storyboard", es decir, cómo se tiene que planificar cada escena y qué plano es el que se debe utilizar. De ahí arranca la ancestral controversía entre guionistas y directores. Unos, quieren dirigir y son escritores. Los otros, quieren escribir y son directores.
Y lo de la elipsis...vale, acabas de eliminar la validez de la mayor elipsis de la historia del cine que está contenida en "2001". Creo que ahí sí te equivocas. Y si un director apela a la inteligencia del espectador, es por algo.

dexter dijo...

Yo la primera vez que vi 2.001 - ¿la Odisea no es de Homero? tendría 16 ó 17 años y no pillé ni papa. Visualmente eso sí me fascinó. Hoy por hoy creo que es quizá la película en la que mejor se observa la simbiosis entre fondo y forma. Es una película que te atrapa por su poderío visual y te adentra en una historia que no puede contarse de otra manera.
Por otra parte, a mi si un director no me gusta ya puede venir a encumbrarlo San Cucufato que seguirá sin gustarme. Y creo que la línea que debería seguir un buen crítico debería ser no dejar arrastrarse por convencionalismos generales. Entre otras cosas, porque no hay nada más divertido que desmitificar.
No sé, Mr Wins, si en su repaso a la obra de Lee ha olvidado la simpática El banquete de bodas o es que le inspira en general lo mismo que el resto de su filmografía. A mí me parece una película, eso, simpática, sin demasiadas pretensiones, desde luego mucho menos que las de BBM y que además dignifica muchisimo más la condición homosexual que ésta última.

M.I. dijo...

Toda mi vida temiendo el verbo influenciar porque estaba convencida de que era una copia francesa de influence, inexistente en castellano. No me preguntes qué estudié.

Me ratifico en Ang Lee. Y lo de hacer una elipsis menos largas para los que somos cortos, ERA UNA COÑA.
Lamento que, a estas alturas, el debate sea "estéril discusión". No te debato más.

A mí si un director no me gusta, no me gusta. Pero no dejo que mis gustos interfieran en una crítica. Si tiene un mérito, se le reconoce y punto.

César Bardés dijo...

Es que quizá "El banquete de bodas" sea su obra más personal aunque a mí también no me pase de la calificación de "simpática". Aún así, sigo prefiriendo, atendiendo a criterios exclusivamente cinematográficos, "La tormenta de hielo" en la que hace una radiografía absolutamente gris y perfecta de la aburrida sociedad americana de los setenta.
En cuanto a estéril debate...no me entiendas mal (estoy empezando ya a estar hasta el gorro de que todo el mundo coja las cosas por donde más quema). No quiero decir que lo que tu digas me parezca estéril. Quiero decir que es un poco estéril el discutir sobre el fondo y la forma cinematográfica, nada más. Allá cada cual con lo que entiende. Todas vuestras opiniones, sin excepción, son de todo menos estériles. A lo máximo que llegan es a ser discutibles.