jueves, 30 de septiembre de 2010

COME, REZA, AMA (2010), de Ryan Murphy

¿Saben cuál es el problema que tengo con esta película? Que soy un hombre. A veces, me avergüenzo de serlo, lo reconozco, pero es que estamos ante una historia que, probablemente, sólo puede ser degustada por mujeres. Y si afinamos un poco más el sentido, diría que por mujeres más o menos de mediana edad que tienen un cierto miedo a mirar a su alrededor porque pueden caer en la frustración de no haber dejado huella, de haberse dejado llevar, de haber sido simples instrumentos para realizar la felicidad de los demás pero no la suya propia.
Para mí no es más que una vuelta algo obsesiva hacia algo mil veces visto. Una mujer en crisis que decide tomarse un año sabático para encontrarse a sí misma y, claro, decide pasarlo sin límite de gastos en Italia (come), India (reza) y Bali (ama). En cada uno de esos lugares conoce a hombres y mujeres estupendos, de profesiones liberales, tan frustrados o más que ella pero que hacen de la vida un sitio confortable. Quizá ella va en busca del encanto de las pequeñas cosas que siempre le ha sido negado. La sencillez de un rato para ella misma. La intrínseca simplicidad de una filosofía que desconoce. La maravillosa complicidad entre el alma y el corazón cuando se sonríe sinceramente. Lo cierto es que la película tiene ratos de cierto agrado, redundancia a raudales, complejidad femenina en algunos pasajes, aburrimiento solemne en otros y es larga, muy larga. Demasiado para contar una búsqueda interior que para cualquiera que haya vivido un poco más allá de los treinta y cinco resulta ya más que sabida.
Por supuesto, el centro de todo esta representado por Julia Roberts, que luce esa sonrisa parecida a un buzón allá por donde pasa. Y en cada escena resulta agradable entregarse al dolce far niente con ella. Lo que pasa es que es una actriz que actúa mucho más con los ojos que con la boca y ahí sí que llega a hacerse puro encanto para quien la mira. Por lo demás, Ryan Murphy, el director, intenta fotografiarla siempre desde el lado más adecuado, procurando no mostrar esa barriguita casi cincuentona que ya luce y haciendo que sea la mujer más adorable que haya pasado por delante del objetivo de una cámara. Eso sí, en su planificación hay dos o tres secuencias que son demasiado absurdas, innecesarias y terriblemente torpes como para volver a recordarlas.
En cuanto a Javier Bardem, no se engañen. Sale poco y es un papel demasiado fácil para lo que él nos tiene acostumbrados. El prototipo de galán que vive como quiere, acomodado, con camisas carísimas al vuelo y gafas de sol de marca en un fondo paradisíaco, etcétera, etcétera. Tengo ganas de que alguien, un día, decida mostrar el viaje interior de una fregona que se encuentra con un picapedrero y viven una historia de amor apasionada e irrepetible en un suburbio cualquiera de una gran ciudad y aún así consiguen encontrar la fórmula para hacer de su casa, un rincón perfecto.
El que sí emociona, embarga, encanta y asume un papel de cierta dificultad es Richard Jenkins como ese arquitecto que ella encuentra en su retiro espiritual de la India y que derrocha clase y lágrimas en una corta escena de redención e intento. En ese personaje es donde los hombres de mediana edad que tratamos de no mirar a nuestro alrededor para evitar caer en la profunda insatisfacción de comprobar en lo que nos hemos convertido podemos sentirnos identificados y más cercanos a la historia. El resto, para nosotros, es tragar en lugar de comer. Es implorar en vez de rezar. Es odiar para no descubrir que hemos sido incapaces de amar. Las mujeres saben mucho más de lo demás. Dentro del cine, al fin y al cabo, son ellas las que ríen, gozan y viajan dentro del personaje de Julia Roberts, lo cual no hace sino despertar en mí una profunda admiración por ese corazón que tienen, por ese espíritu que lucen y por ese estómago que esconden. Va por ellas. 

12 comentarios:

dexter dijo...

Bueno, Wolf, no te averguences de ser un hombre aunque como le decia Jack Lemmon a Tony Curtis en Some like it hot sean esos seres feroces, peludos y llenos de manos. Y desde luego, como le decia el propio Tony a Marilyn no se te ocurra llorar por ninguno porque ninguno lo vale.
Dicen que el libro en el que se inspira la pelicula es bastante mas jugoso que la cinta, lo cual me lleva a deducir que si yo fuera director de cine no se me ocurria contratar al guionista que ha hecho esto ni harto de vino.
Tu estas esperando a que te saquen una historia de amor entre una fregadora y un picapedrero (hay peliculas de amor maravillosas protagonizadas por gente sencilla y por hay estara el de los trasversales para corroborarlo) Yo estoy esperando una pelicula de esas de viajes interiores para encontrarse a si mismo que la protagonice un tio. Y no por nada, es que parece que los chicos no tengamos nada de mundo interior y no necesitamos tomarnos años sabaticos para encontrarnos a nosotros mismos. Solo ellas, los chicos a un lado. Complejo quiza?

Permiteme por ultimo hacerte una rectificacion. Julia tiene 42. Con lo de barriguita casi cincuentona te has pasao un poco, chacho.

César Bardés dijo...

Sí, por supuesto, podríamos hablar de "El séptimo cielo", él pocero y ella modistilla. Sin duda. Pero hace mucho, mucho tiempo que no se detienen en alguien de profesión humilde (lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que inculta) tal vez porque estamos viviendo una época en la que los humildes no cuentan, no interesan y no son carne de historia y sí de cañón.
También tienes tu parte de razón al exigir alguna historia en la que nos pongan a los hombres iniciando algún viaje interior y pensando por nosotros mismos, pero sospecho que eso es políticamente incorrecto porque no dudes de que tacharían automáticamente a la película de machista ( y hago notar que en ningún momento he dicho en mi crítica la palabra feminista).
En cuanto a la cincuentena de la Roberts, tienes toda la razón, pero es que he querido ser muy irónico en el comentario, más que nada porque no se lee más que lo bonita que está, etcétera, etcétera y a mí no me lo parece tanto. Creo que, cada vez que se la ve en pantalla, su fotografía es más difícil, parece como desmejorada y el tópico comentario de "parece que el embarazo le ha sentado muy bien", pues no, no me lo parece. Es muy evidente en la planificación de la película, casi siempre tomada en plano medio, rara vez de cuerpo entero y, cuando se la toma de cuerpo entero canta la traviata y la boheme juntas que su tipito ya no es el que era. Ha sido pura ironía, quizá poco afortunada, de hecho y con ganas de meterme con ella, paradigma de las mujeres insatisfechas y blablabla. De todas formas es que el mes de septiembre a mí no me sienta nada bien, pero nada bien y no levanto cabeza hasta bien metidos en octubre.
Y a nosotros viajes interiores...ja. Ahí tienes "Resacón en Las Vegas" o "Jacuzzi al pasado" y no podemos decir esta boca es mía.

dexter dijo...

A mí Jacuzzi al pasado me parece una de las peliculas más divertidas de los últimos tiempos. No sabes lo que me reí cuando el gachó le pregunta de qué color es la piel de Michael Jackson para cerciorarse de en qué decada se encuentra realmente.

Perdón por no captar la ironía de la Roberts. Yo al contrario que tú soy burro y estoy espeso 12 meses al año.

César Bardés dijo...

Demasiado humor facilón para mí en una cosa que, en manos de Jardiel, hubiera sido una obra maestra. Recordemos que, no tan lejos en el tiempo, se halla "Pegado a ti", con Greg Kinnear y Matt Damon, con dirección de los hermanos Farrelly (saludados como los "grandes genios de la comedia" después de "Algo pasa con Mary) y que parte exactamente de la misma premisa de la obra de Jardiel "Tú y yo somos tres".
No te preocupes por lo de la ironía, lo más probable es que no haya estado yo de lo más brillante poniéndola.
Gracias, amigo.

Carpet dijo...

Por aquí anda el de los transversales para corroborar lo que queráis, pero antes a modo de anécdota comentaré que en el episodio de ayer de la serie de Tv "Castle", los policías entran en el apartamento de la reciente víctima de un homicidio, rápidamente se convencen de que el tipo tenía una relación femenina que vivía o pasaba temporadas con él (cepillo de dientes, compresas, etc.), el protagonista juega a Sherlock Holmes y etiqueta a la mujer como de mediana edad, algo insatisfecha y perdidamente romántica, sus compañeros le inquieren por sus deducciones y él muestra un libro : "Comer, rezar, amar" no iréis a decirme que era el libro que estaba leyendo la víctima, ¿no?.
Sarcasmos aparte suena mucho al fondo del post de Wolf, una película, un libro, especialmente diseñado para mujeres, incluso para un determinado tipo de mujeres, tal vez no tenga el mismo éxito en Fuenlabrada que en La Moraleja, por poner dos lugares socialmente muy distintos dentro del mismo Madrid.
Lo de la fregadora y el picapedrero daría para un transversal, si. Se me ocurren a bote pronto, la camarera y el cocinero de “Frankie y Johnny” o el fotógrafo y el ama de casa de “Los puentes de Madison”, lo que pasa es que el glamur de los personajes o de su historia nos puede hacer olvidar su humilde estrato. En cuanto a los viajes interiores masculinos, tampoco son tan extraños, “Un buen año” es casi una revisión masculina de “Bajo el sol de la Toscana”. Lo cierto es que cada época tiene su aquel y el mundo femenino, fundamentalmente urbano y con cierta capacidad de independencia se ha convertido en un filón comercial, si os fijáis han proliferado por doquier las películas sobre profesionales femeninas de alto nivel y ejecutivas con poder, si Hillary Swank llegó a ser “Karate Kid” porqué no un día Shia Lebouf de “Pretty man”.

Abrazos.

César Bardés dijo...

Aceptamos "Frankie y Johnny" pero no creo que los personajes de "Los puentes de Madison" se ajusten a los estereotipos de fregona y picapedrero, quizá sí en el caso de ella (aunque no tanto) y no rotundo en el caso de él porque la profesión de fotógrafo de National Geographic es liberal y vocacional y además le permite viajar y cómodamente y etcétera, etcétera. Quizá mi comentario, por otra parte, iba más dirigido a esas personas, que también pasan por crisis personales y que, a lo mejor, no pueden tomarse un año sabático como hace el personaje de Julia Roberts, pasando 4 meses en Italia, otros 4 en India y otros 4 en Bali en una casa de ensueño. A lo más que pueden ir es al bar de la esquina. Sería interesante explorar esos rincones de forma más cercana, porque es algo que podría pasar al vecino de enfrente y no a la "escritora que vive que te pasas con una profesión que para sí quisieran los más optimistas". Es más, cualquier super-héroe tiene más crisis personales que las que tienen las personas normales, de todos los días y que tan poco se ha ocupado de ellas el cine (y tan injustamente). De todas formas, los ejemplos, como siempre, están bien puestos y con mucho, mucho criterio.
Todos queremos más.

dexter dijo...

Claro , eso es como cuando en Hannah y sus hermanas Mia Farrow le pregunta a Woody Allen ¿oye, tu madre tenia depresiones? y el le contesta algo asi como que la pobre estaba demasiado ocupada tratando de sacar adelante a sus tropecientos hijos.
Hombre, yo creo que el paradigma de las grandes historias de amor entre gente sencilla es Breve encuentro A mi tambien hay una peli francesa con Juliette Binoche que se llama Los amantes de Point Neuf, una historia de amor entre dos pobres y marginados sociales que me parece fascinante. Mas antiglamour imposible ¿no?

César Bardés dijo...

De acuerdo con "Los amantes de Pont Neuf" aunque no tanto con "Breve encuentro". Ella está bastante bien acomodada, creo recordar. De él se sabe bien poco porque la historia está narrada primordialmente desde el punto de vista de ella y, por lo que se ve, vive con bastante ocio en su vida. Ahora, exijo el beneficio de la duda porque hace bastante que no la reviso, prometo reparar ese magno error en breve.

Carpet dijo...

Tras un concienzudo repaso por mi memoria (tampoco hay tanto donde rascar) no he encontrado muchas relaciones de esas de fregona y fontanero (salvo en algunos títulos X que excuso comentar por no dármelas de erudito) y en aquellas que se me ocurren en las que algún personaje puede dar la talla (y no hablo ahora del cine X) el partenaire no lo da. Así, coincido con Wolf en "Los puentes de Madison" válido para Francesca pero no para Kincaid.

Incluso en los casos escasos (valga la redundancia sonora) en que pudiera darse el nivel humilde de los trabajos o clase de vida de los personajes (ejemplo “Corazón indomable” con Christian Slater y Marisa Tomei), la historia mata esa condición de modo que no es posible identificarse con la situación o decir aquello de “esto me puede pasar a mi” o “esto es lo que me pasa a mi”.

Lo mismo puede ocurrir con el desencanto vital del protagonista, salvo con una ilustre excepción (una según mi memoria que tal vez haya más), Pedro Almodovar en “Que he hecho yo para merecer esto” mete a una ama de casa asistenta por horas (su marido taxista, aunque no hay una historia de amor sino todo lo contrario) en plena crisis existencial, el paisaje humano tan almodovariano y disparatado puede despistar un poco, pero en el fondo es la versión realista y humilde del viaje emocional de la Roberts.

De lo que no cabe duda es que ahí, en contar una historia de amor o de crisis existencial entre personajes sin mucho glamur y bien cercanos, podría haber filón. El problema fundamental es dar con la tecla que no convierta la historia en un dramón cutre o en un alocado disparate. Además existe algo que conviene no olvidar, mucha gente va al cine a evadirse de sus propias vidas, no es cuestión de mostrarles su existencia como en un espejo. Y otra fundamental, “cuando el problema es que el dinero apenas llega a fin de mes, que la lavadora se ha estropeado precisamente ahora y el técnico ha dicho que hay que cambiarla precisamente ahora, que han llamado del colegio porque el crio ha hecho novillos tres días seguidos y uno teme que siga yendo con esos muchachos que no traen nada bueno, …” cuando ocurre todo eso o algo similar, las crisis existenciales son lujos que una/uno no se puede permitir…¿o si?

Abrazos

César Bardés dijo...

Efectivamente, títulos de esos hay pocos. Y te diré cuál sería la tecla que haría que eso fuera válido y tragable por un espectador medio acuciado por los mismos problemas (con lo cual, en teoría, estaríamos metiéndonos de lleno en algo parecido al cine de Rossellini aunque "Te querré siempre" no sea precisamente un ejemplo de lo que buscamos). Sería, bajo mi muy particular y discutible punto de vista, la capacidad de emocionar. Al fin y al cabo, los verdaderos héroes son esos: los que se levantan a horas impensables y se ponen a picar piedra, a limpiar pozos o a intentar dar sentido a una vida que parece hecha para trabajarla y no para vivirla. Lo fácil es mostrar lo sórdidas que pueden llegar a ser esas vidas y, sin duda, pueden serlo (lo que pasa es que, cuidao, también pueden serlas las de los que se dedican a profesiones liberales o tienen una posición acomodada) pero estoy absolutamente convencido de que también hay personas que tienen esas profesiones ingratas, duras, mal retribuidas en las que tienen que hacer puños de encaje para llegar a fin de mes, y aún así tener una historia de amor que pueda llegar a tocar los corazones del público. Y hacerlo además con la suficiente cercanía como para hacer que el público se sintiera mejor porque, vuelvo a decir, son los verdaderos héroes, los que tienen que luchar a brazo partido con el día a día y los que, quizá sin saberlo, tienen que guardar una íntima satisfacción por sacar adelante todo lo que aman.
No sería para nada partidario de hacer un dramón cutre, eso es lo que amarga al público. Tampoco de hacer un alocado disparate, eso es demasiado fácil. Lo difícil es demostrar el talento suficiente como para tener los cojones y las ganas de mostrar una historia de amor real, una búsqueda existencial real, un hombre y una mujer que, por casualidad, se encuentran y tienen que luchar para mantener su amor y, a la vez, ser felices dentro de que tienen profesiones que un personaje como el de la Julia Roberts no tocaría ni con pinzas.
Por supuesto, puede haber crisis existenciales y, además, crisis existenciales más profundas que el hecho de decir (como hace con demasiada frecuencia cierto tipo de cine) las cosas con un susurro desesperado: "Tengo una mierda de vida, un trabajo que da asco, me quiero rendir, quiero tener un golpe de suerte". No, no, no. Eso es lo que no quiere ver el público. Yo creo que el secreto estaría en mostrar que también hay personas que han sido y que son felices y que han buscado la manera de serlo (que es de lo que se trata) luchando contra un montón de cosas en contra e intentando cambiar los resortes que mueven su existencia. Si hablamos de un obrero...¿por qué no puede ser un premio de narices el hecho de que le asciendas de albañil de primera a cementero? Esto es poner un ejemplo, nada más. Podríamos extrapolarlo a cualquier profesión. No, aquí los triunfadores están muy definidos. Escribes, tienes éxito y, sin embargo, cachis, te falta estabilidad emocional. ¿No podría ser al revés? ¿Un tipo con estabilidad emocional que se dedique a reponer en un supermercado con un fracaso profesional de aquí te espero? No sólo es que no interese. Es que ni siquiera se sabe cómo hacerlo.
Un abrazo y excelente debate con esos títulos rascados de la memoria.

Carpet dijo...

Estoy absolutamente de acuerdo con todo lo que comentas, y por supuesto con la tecla que hay que tocar para que ese tema funcione, la emoción, la capacidad de emocionar. Pero eso querido amigo, es justamente lo complicado, lo difícil de conseguir sea cual sea el nivel social, laboral o económico de los personajes.
En "Los puentes..." tal y como hemos mencionado se logra dar con la tecla de la emoción y sus personajes no dejan de ser un ama de casa y un fotógrafo. Lo de la National le da un halo romántico y aventurero pero podría haber sido un humilde representante de motosierras, bien es verdad que sirve para que Francesca imagine una vida libre muy distinta del agobiante aburrimiento que le supone su matrimonio, pero con un cierto toque de buen gusto ( y Clint lo posee ) hubiera bastado con un mediocre vendedor a domicilio para contarnos la historia de ese tren que pasa a nuestro lado y nos pone en la disyuntiva de atraparlo o dejarlo pasar y recordarlo siempre.

La emoción es lo difícil de conseguir para contarnos la historia de amor de una peluquera de barrio de clase media y el carnicero del mercado.
Ella jovial y divertida, charlatana con las clientas y muy enterada de los chismes del corazón, está agobiada en su casa porque su hermana recién separada ha vuelto con un crio de pocos años y anda perseguida por el marido maltratador, el padre prejubilado se aburre y juega a las cartas en el bar de los soportales, la madre busca el reposo en las telenovelas que no le concede su marido acomodado que pide sin moverse del sofá ni su empleo de asistenta en casas ajenas.
Él, es el sobrino del carnicero, su tío le dio el trabajo cuando suspendió selectividad y no encontraba su lugar en la vida, cobra poco y trabaja mucho ahora que su tío ha comprobado que tiene maña con la carne y que es honrado y no va a sisarle en exceso. Juega al futbol en el equipo del barrio y se aburre mortalmente los fines de semana porque el botellón le cansa y sus amigos suelen desbarrar cuando beben. Se siente distinto a ellos, holgazanes casi profesionales, lleva trabajando mucho tiempo y su grado de responsabilidad y compromiso es muy distinto que el de sus compañeros de juergas.
Ella va a comprar un donut de chocolate todos las mañanas a la panadería del mercado, va acompañada de su amiga y compañera de la pelu, comprueba coqueta que el carnicero siempre las mira con cierto descaro y a ella le parece un tipo con cierto encanto y aspecto bondadoso…

Es un comienzo, pon que no sean muy jóvenes, tal vez treinta y bastantes. No tienen porque ser especialmente atractivos, la conquista algo torpe de quienes han visto unirse a muchos de sus contemporáneos y pensaban estar ya de vuelta de amoríos, aunque en el fondo los anhelasen….Eran infelices y ahora el otro es la ilusión, es la oportunidad que la vida les brinda…Si se trunca o no, es cuestión de jugar…de imaginar o de componer…
Que el público perciba una historia así y les transcienda la emoción es cuestión de talento.
Prueba Wolf, a ti te sobra.
Un abrazo.

César Bardés dijo...

Pues la verdad es que la idea es estupenda, Carpet. Deberíamos desarrollarla como es debido y tendríamos, intentar llegar a la emoción a través de la rutina y describir una historia de amor de todos los días. Maravilloso el tratamiento, desde luego. Estoy metido en ahora mismo en plena "sorpresa", que creo que os puedo decir ya porque las cosas van a caer y no quiero tampoco que tengáis ninguna prisa. Lógicamente, como más de uno habrá sospechado, la "sorpresa" y por lo que he estado trabajando durante tanto tiempo (desde septiembre del año pasado) es la edición de un libro. Adivinad el título...sí, efectivamente, "La imagen en el alma", saldrá editado por la Editorial Quadrivium con un extraordinario prólogo de Lorenzo Silva y, con toda probabilidad, presentaremos el día 3 de noviembre en Madrid. El sitio aún está por determinar aunque parece ser que tendrá lugar en algún rincón cerca de la estación de Atocha. La presentación en Albacete será a mediados de noviembre y, por supuesto, me desplazaré a Sevilla para intervenir en directo en el "Conversacines" correspondiente para hablar, siquiera de pasada, sobre él.
Pero, con tu permiso, Carpet, me voy a apuntar este desarrollo que has hecho. Nunca se sabe por dónde pueden tirar los folios y quizá pueda (o podamos, tú y yo), intercambiar ideas y escribir un guión con emoción y que tenga las narices suficientes como para contar esa historia.
Un abrazo y gracias por esta inmensa aportación.