miércoles, 8 de septiembre de 2010

CUERPO Y ALMA (1947), de Robert Rossen


Nunca está el alma en venta si antes no se ha puesto el cuerpo en rebajas. Es como una especie de escudo que, si cae, hace caer todo el interior que nos hace hombres, nos modela y nos hace crecer como personas. Todo esto puede que no sean más que palabras si nunca hemos encajado un directo en la mandíbula, o un gancho en el estómago. Sólo los que enrollan los brazos en las cuerdas para no caer saben lo que es el cuerpo y el alma heridos pero lo más importante de todo es que no estamos ante un cuento de guantes y lona, sino ante una historia de verdadero interés humano, un sólido e inolvidable drama que a más de uno puede dejar fuera de combate. Los tintes negros del relato se desparraman por el suelo hasta la cuenta de diez y la victoria del buen cine es proclamada por evidente superioridad. Para ello, todo el universo en el que se mueve el protagonista (extraordinario John Garfield) está rodeado de amigos, familia, jugadores de ventaja, criminales y mujeres que intentan la rendición incondicional de un hombre que pega fuerte pero sin perder ese rincón de honestidad que le hace recordar que aún hay algo dentro de él que merece la pena.
Por supuesto, habrá tentaciones que tendrá que evitar con un hábil movimiento de cintura por mucho que el poder y el dinero luchen por inmovilizarle. En la banqueta de su descanso habrá algunos toques de dulzura, una madre fascinante de caras variadas y el siniestro rostro de la turbiedad de gángsters sin escrúpulos que sólo pretenden llenar las manos de dinero mientras, poco a poco, le van quitando los guantes del éxito al púgil del combate de fondo.
Todo ello, estará bañado por una extraña y maravillosa luz que acentúa los blancos y tilda los negros debido a uno de esos directores míticos del cine como James Wong Howe que sabía manejar esos colores como el lienzo donde trazar el estilo de la corrupción y el camino a la gloria. Al final, habrá un terrible y violento enfrentamiento en el que la moral será el verdadero campeonato que se ponga en juego. Ahora bien, no nos equivoquemos: Cuerpo y alma es el origen y la referencia obligada para otras películas mucho más cercanas como Rocky o Toro salvaje y ahí reside gran parte de su mérito. Es inicio y reunión de un grupo de cineastas que todos fueron despojados de gran parte de sus derechos por la “caza de brujas” y dentro de ella están los nombres, no sólo de Garfield, uno de los casos más tristes de tan deleznable episodio; sino también de Robert Rossen o de Abraham Polonsky. En pocas ocasiones se puede ver cómo unos cuantos servidores del arte demostraron tanta coherencia con lo que contaban. Ésta es una buena oportunidad para saberlo.
Así que, después del siguiente derechazo, es hora de echar una mirada a nuestra moral, de cerrar esas cejas reventadas y coser de urgencia alguna brecha en la que se nos escapó la definición de lo justo. No nos gustarán algunas cosas pero tal vez haya algo de cuerpo y algo de alma en todo lo que hacemos. Ustedes son los jueces.

5 comentarios:

Carpet dijo...

"Cuerpo y alma" es una gran peli, recuerdo que en su día me pareció un fallo muy grande que cuando Garfield recuerda sus primeros tiempos de amateur se notara mucho que la edad del actor no se correspondía con época juvenil del boxeador. Esos pequeños y simples detalles que de niños nos parecen importantes. Recuerdo que era una película algo amarga pero con cierto sentido redentor, pero debo revisarla para comentarla mejor.
De todas formas la ocasión la pintan calva y hace mucho que no había transversal que echarme a la cara, así que...Además de las comentadas por ti “Rocky” y “Toro salvaje” podemos encontrar más cosas.
El boxeo es uno de los deportes más cinematográficos de la historia. En general hay muchos deportes y deportistas que han sido llevados al cine (baseball, baloncesto, futbol americano, etc ). Pero el boxeo casi supone un género en si mismo. La virilidad, la fuerza, la violencia de los contendientes los convertía en verdaderos machos que durante una época del siglo pasado suponía un fuerte atractivo, algo que gustaba a los hombres y erotizaba a no pocas mujeres. Supongo que la lucha sigue siendo algo atrayente para muchas personas, pero el boxeo ha perdido un poco el halo de romanticismo que llegó a tener en el pasado, porque no nos engañemos el boxeador es la viva imagen del perdedor, y los perdedores son el alimento perfecto de no pocas ficciones cinematográficas. Además, el boxeo daba ocasión no sólo de contar la historia más o menos deportiva del protagonista sino para denunciar corrupciones, mafias, amaños, ambiciones y otros ejemplos de poca deportividad cuando no para contar pasiones humanas utilizando la lona como escenario.
Película maravillosa que nos muestra la falta de escrúpulos de los que manejan este deporte es “Más dura será la caída” donde el púgil, un pobre e ingenuo Toro Moreno es utilizado por todos para ganar dinero sin tenerle ninguna consideración, el cínico y desgastado es aquí Humphrey Bogart (¿en su última peli?) como agente de prensa del púgil y la representación del perdedor.
Otra que aprovecha para contarnos algo sobre la condición humana utilizando el boxeo es “El ídolo de barro” aunque en esta ocasión retrate a Kirk Douglas víctima de una ambición sin limites. El boxeo es el vehículo para contarnos lo fácil que es sucumbir al dinero y al poder.
Para contar historias de perdedores nadie mejor que John Huston y era evidente que el boxeo era su deporte preferido, así que unamos ambos y nos encontramos con una película demoledora, porque aquí la derrota no tiene un poco de belleza romántica sino el callo de la amargura cotidiana, la vida sin adornos, la miseria de la realidad, era “Fat City, ciudad dorada”.
La redención a través del boxeo y la dicotomía entre el deporte que tiene sus reglas y la violencia real que no respeta ninguna se reflejan en “The Boxer”, los perdedores son los sectarios, los intolerantes, los incapaces de mirar a los demás bajo un prisma distinto a su propio prejuicio.

Carpet dijo...

Raoul Walsh también se acercó a este deporte para filmar la magnifica e inolvidable “Gentleman Jim”, en realidad un biopic del primer campeón del mundo de los pesados ( con las normas Queensberry), pero Walsh y Flynn nos regalan una película que va mucho más allá que la biografía cinematográfica de un deportista.
Otro director que también nos ha regalado un buen número de perdedores y que los coloca en situaciones que suponen un dilema moral es Clint Eastwood y se sirve del boxeo para abordar muchos temas, las segundas oportunidades, el amor que ayuda a morir, la eutanasia, la vida como un combate, es “Million Dollar Baby”, a veces hay que tirar la toalla si ves que si tu pupilo sigue combatiendo va a sufrir innecesariamente.
También ha habido humor en el boxeo, desde Charlot con “El campeón” aunque el trasfondo sea bastante negro, hasta el cine patrio que utilizó este deporte para contar una comedia casi costumbrista muy de la época “El tigre de Chamberí”. Por no mencionar lo de Roque III que es casi de vergüenza ajena.
Habrá bastantes más…en todo caso, un placer.
Abrazos.

Nota: Hube de partir porque me había extendido demasiado

César Bardés dijo...

Puedes partir cuanto quieras, Carpet. Sabes que tus comentarios, y tus magníficos transversales son siempre bienvenidos. En efecto, "Más dura será la caída" es la última película de Bogart y no sólo eso, sino que la rodó sabiendo que se iba irremediablemente para el otro barrio con su cáncer de esófago.
En cuanto a películas de boxeo, tengo que estar de acuerdo en que ha sido un caldo de cultivo perfecto para el cine en un género que ha tocado el deporte, sí, pero que ha bordeado casi siempre y de forma muy útil el género negro. Ahí tenemos esa extraordinaria película (una de las mejores que he visto sobre este deporte) que es "Nadie puede vencerme" (película que, por otra parte, recomiendo encarecidamente), de Robert Wise, con un Robert Ryan afrontando un último combate con el fin de alcanzar una victoria, sólo una victoria con la que despedirse. También tenemos al famoso Danny Kaye que, en "El asombro de Brooklyn", lanzaba directos en forma de vals. O ahí está la esplendorosa interpretación de Will Smith en "Alí", una película que no me gustó tanto como la actuación del mencionado salvo en una escena en la que Michael Mann, en un acierto indudable, mete música al famoso baile que Muhammad Alí era capaz de marcarse encima de la lona. Hablando de lonas, también tenemos la descripción de la subida al estrellato de los púgiles con "Piso de lona", una más que aceptable película de Elvis Presley, así como la maravillosa actuación de Denzel Washington en "Huracán Carter", de Norman Jewison. Por supuesto, tenemos mucha coña en "Combate de fondo", con Barbra Streisand propinando directos a la mandíbula de Ryan O´Neal en una película que, de mediocre, nadie recuerda. También está por ahí la biografía de Rocky Graziano en el que fue el salto al estrellato de nuestro querido Paul Newman en "Marcado por el odio" y también tenemos a Wallace Beery en los años treinta y a Jon Voight en los setenta intentando salvaguardar a un niño en la melosa historia de "Campeón" (lo siento, pero a Zeffirelli, no). Seguro que hay más, desde luego, como por ejemplo esa rareza de Alfred Hitchcock tocando el terreno del melodrama con un boxeador enamorado hasta los guantes en "The ring", etapa muda del genio británico.
Y, desde luego, seguro que hay más. Es un género muy rico el boxeo que, lastimosamente, ha caído en una cierta desidia.
El placer, amigo Carpet, ten por seguro que es mío.

Unknown dijo...

Acabo de terminar de ver esta maravilla, y como de costumbre he de agradecerte César que me la hayas descubierto.

Conocía algo del cine de Robert Rossen ("El buscavidas" y "El político"), pero viendo la película creo haber identificado el fuerte estilo visual de Robert Aldrich en muchísimos momentos.

Me encanta ese toque negro que tiene la película, con escenas maravillosas con silencios atronadores que son llenados por una maravillosa banda sonora de Jazz.

Es precioso ver como las idas y venidas de los personajes son muy bien llevados por la presencia del orden y desorden, de la limpieza y la suciedad, de la luz y la oscuridad, de la arquitectura cara y la barata, del barrio rico y del barrio pobre... Maravillosa recreación de los ambientes, acompañada por un excelente guión y con unos secundarios de aupa.

Todos estos ingredientes están excelentemente combinados con un montaje que creo que es de lo mejor que se puede ver en la época, con momentos de un ritmo frenético y con lo difícil que se me hace mezclar momentos deportivos con momentos dramáticos y de cine negro. (Se me vienen a la cabeza los 20 interminables minutos de Invictus con los partidos de rugby).

Gracias por añadir a mi cultura visual otra obra de arte.

César Bardés dijo...

Creo que Robert Rossen es un realizador muy interesante. De hecho, viendo "Cuerpo y alma" creo que has visto su tríptico más importante aunque puedes completarlo con una rareza como "Lilith" que fue notablemente perjudicado por Warren Beatty o, incluso, con la versión que hizo de "Alejandro el Magno" en la que se preocupaba más del hombre que habitaba dentro del mito que del mito en sí mismo.
En cualquier caso, sí es muy gratificante ver su imaginería con esas luces nocturnas, esa fotografía tan sumamente especial que retrata todo el espíritu de una ciudad y, sobre todo, ese argumento de vencedores y vencidos y, sobre todo, que no todos los vencedores lo son siempre.
En lo que no estoy de acuerdo es en la valoración que haces de "Invictus" porque yo, a pesar de todo, la sigo defendiendo como una excelente adaptación del libro de John Carlin y que, además, me parece que sus últimos veinte minutos se asemejan mucho a la "Evasión o victoria" que nos regaló John Huston. Y vuelvo a decir que el hecho de no saber una papa de rugby no me estorbó para nada (aunque algo sí sé) y que no le chirrió a mi acompañante.
En cualquier caso son dos películas que persiguen dos objetivos muy diferentes. En cuanto a "Cuerpo y alma" prácticamente es obligatorio meterla dentro del género negro. "Invictus" es un retrato de una historia que, por improbable, fue verdad, con todos sus defectos y sus virtudes.
Me alegro de seguir siendo fuente de descubrimientos. Espero seguir siéndolo.
Un abrazo.