Atormentada puede ser la secuela técnica más cercana a lo que Hitchcock consiguió con La soga. Estructurada en secuencias de una enorme duración, cuenta la leyenda que fue uno de los rodajes más difíciles para la actriz Ingrid Bergman pues el director, al querer rodarla en planos tan largos, tuvo que acondicionar la mansión con paredes móviles para que la cámara pudiera seguir captando la acción. Es decir, mientras ella interpretaba la escena, una pared entera se movía en silencio, los muebles se quitaban para abrir paso y ella, incapaz de concentrarse a su nivel habitual, a la mínima se ponía a llorar.
Por otro lado, no deja de ser paradójico el hecho de que sea una película que se pone decididamente más al lado del melodrama que del suspense, lo que la convierte en una rareza dentro de la filmografía del maestro británico y en un ejercicio de estilo digno de un equilibrista. Ingrid Bergman, como casi siempre, está soberbia y Joseph Cotten un adecuado y bienintencionado acompañante aunque ya, naturalmente, había dado lo mejor de sí a Hitchcock unos cuantos años antes con La sombra de una duda.
Por lo demás, pues sí. Está bien. Pero yo les voy a ser sinceros. Es una de las películas que menos me atraen del gran director. Tal vez porque hay una cierta rigidez en la historia para marcar los límites del melodrama, terreno, por otra parte, que Hitchcock dominó con singular maestría en una pequeña joya de su etapa británica titulada El ring. En cualquier caso, si aguantan un estilo basado en no cambiar de plano durante minutos, la película se introduce en la zarandeada alma de una mujer que apenas puede respirar bajo el corsé de las convenciones sociales de la época victoriana allende los mares y dentro de una mansión colonial que, por momentos, se convierte en una plantación de sentimientos y de equívocos morales en algún lugar por debajo del Trópico de Capricornio. El camino de la locura pasa por un hombre cruel y un ama de llaves que no deja lugar para respirar en medio de un diálogo que predomina sobre la acción. La aproximación al drama siempre es más trágica si se consigue ver a través de los ojos de una mujer cuya hermosura es un reflejo de su desgracia. Y no se pierdan todos estos reflejos en color, obra del gran director de fotografía Jack Cardiff.
Así que prepárense para limpiar su mente de malos pensamientos. Su pareja no es tan mala. Sólo así podremos liberarnos de la cárcel y del tormento que nosotros mismos nos hemos construido.
4 comentarios:
Destellos de melodrama había también en "Rebeca" y la verdad que al hombre no le salió nada mal. La historia además recuerda un poco, ama de llaves incluida. Tal vez el fracaso de la película que comentas se debe a que no aguanta la comparación, además de que la trama es bastante menos potente.
Y la Bergman, uff, muy dulce y delicada en pantalla, pero fuera de ella debía ser todo un caracter. No había oido de sus polémicas con Hitch, pero sí con Bergman, Ingmar en el rodaje de "Sonata de otoño" donde debió haber de todo.
Abrazos nada tormentosos
En cuanto a lo que comentas de Bergman, parece ser que era una actriz de una disciplina muy férrea y que le gustaba que todo estuviese muy en orden y muy quieto para estar concentrada en lo que hacía. Era extremadamente dulce con sus compañeros de reparto salvo en raras excepciones. Trabajaba todo lo que podía y más para darle al personaje todo lo que necesitaba. Lo que pasa es que llevaba muy mal los desprecios de Hitch con los actores, no acababa de entender que, necesitándolos, los despreciara de tal manera que sólo quisiera su cara sin matices.
Una de las grandes de la historia, desde luego. Y de hecho, en "Atormentada", se convierte en la mejor baza de la película. Ella es ella y sin nadie comparable.
Abrazos suecos.
Una de las grandes si, y tan bella, su hija Isabella ha heredado su rostro pero le falta su magnetismo.
Sin embargo, es muy curioso, porque la interpretación de estas mujeres, esa época, estaba sumida con una afectación tan poco natural que vistas hoy resultan cuando menos exageradas. Supongo que son reminiscencias del cine mudo en el que a falta de palabras había que remarcar los gestos, pero uno ve ahora a la Bergman o a Fontaine o a la Havilland o a Vivien leigth...y dices, tch tch...como ha cambiado el cuento.
Esa mano en la cabeza antes de los desmayos, esas manos en el pecho para demostrar su pasión, ese puño mordido para transmitir su aflicción y su llanto...En una película actual ese tipo de recursos resultarían impensables...
Abrazos con miriñaque
Ah, para mí hay dos que no me parecen para nada afectadas y que son las mejores de las mejores entre las mejores. Una es Ingrid Bergman y la otra es Kate Hepburn. Y ¿qué quieres que te diga? Prefiero que actúen a que pongan esa carita con labios húmedos y ese desvaimiento con los ojos para fingir un desmayo, esa respiración afectada para fingir excitación (la pasión, como tal, ya no existe) y esas lágrimas de glicerina formando enormes goterones por debajo de las pestañas interiores con una mirada de no poder soportarlo más cual muchacha en edad de período sorpresivo.
No, desde luego, no hay comparación.
Abrazos con luces de discoteca.
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