La intensidad de los focos puede llegar a cegar los ojos hechos con el azul del cielo. Pero, también, solo una piel de porcelana hace brillar como una estrella a una chica cercada por las inseguridad, sitiada por los complejos, adulada por las falsedades. En el mundo de la ficción ya no se sabe cuál es la realidad, ni siquiera cuando pasa por su lado. En el mundo de la realidad, nadie deja que una ficción dure más de una caricia.
Querida Marilyn:
Es difícil poseer el equilibrio cuando todas las miradas están demasiado pendientes de ti, de tus andares, de tu cuerpo exuberante, de tu sonrisa que invita a la lujuria, de tu gesto que hace soñar. Los genios que poseen el talento querrán saber qué es lo que hace que emanes tanta luz y lo intentarán buscar en las oscuridades que rodean tu imagen. El rubio de tu pelo pasa por ser una selva de deseos inalcanzables para cualquier hombre. Y tú no has estado nunca rodeada de hombres porque siempre crees que no has sido más que un objeto de deseo. Del deseo de la presunción, del deseo de la sexualidad, del deseo de la vanidad, del deseo de la destrucción. Y ambos sabemos que lo que tú realmente has querido es un poco de comprensión, unas gotas de compañía, un espectador que asienta y mire cómo la fama te devora. Así, Marilyn, tú piensas que no te sentirás tan sola y estás equivocada. Continuamente estás rodeada de gente, estrella de piel de porcelana y engarces de platino, y no dejas de saborear la amargura de la más tremenda de las soledades. Y no sabes enfrentarte a ella.
Eres el centro de todas las miradas. Todas quieren ser tú. Todos quieren tenerte. Y tú quieres tener a alguien pero la cámara te llama con su enorme boca de cristal negro e incluso los que dicen cuidarte no tienen más objetivo en la vida que querer ser parte importante de tus movimientos, de tus gestos y de todas esas inolvidables sensaciones que eres capaz de transmitir a través de la pantalla. Marilyn, querida...¿es que todavía no te has dado cuenta de que la porcelana es frágil y que, poco a poco, te estás rompiendo en mil pedazos de blancura y ruido? Tu sonrisa es pura indecisión, tu anonimato es algo perdido en la memoria, tu felicidad no reside en el éxito pero el éxito es una droga de la que es muy difícil desengancharse. En el fondo, la mujer más deseada también era la más débil, también era la más desesperada, también era la más derrotada. No importa que trabajes con uno de los mejores actores de la historia. Tampoco importa que todo el mundo te tratara como una copa de cristal transparente, delicada, impoluta. Ni siquiera importa la fascinación que un chico lleno de ilusiones siente por ti o tu matrimonio con un intelectual de la verdad y de la huida como Arthur Miller. Lo que importa es que tu rostro tiene algo que refulge, que hipnotiza, que llama y que apresa. El público se enamora cada vez que te ve. Y tú desconoces lo que significa la palabra “enamorarse”. Puede haber otros muchos verbos cercanos a ése, pero ése lo desconoces por completo.
De vez en cuando, Marilyn, habrá una actriz como Michelle Williams que intente recrear tus gestos y, a lo mejor, contratarán a un tipo llamado Kenneth Branagh para que dé vida a Laurence Olivier. Ninguno de los dos se parecen a los imitados pero ambos harán un trabajo basado en la verdad de las personalidades que será notable. Es lo que tiene ser un mito. Podrá haber algo parecido pero nunca habrá el hallazgo de lo auténtico. Por lo demás, Marilyn, recuerda que hay muchos por aquí que te siguen queriendo, a los que sigues fascinando, a los que sigues enamorando con tu pícara ingenuidad. También hay otros que bucean en los rincones de tu vida para saber cómo, con todo para triunfar, solo conseguiste abrirte paso hacia la muerte. Seguro que algún día me podrás decir cómo lo hiciste.
Un beso, chica de porcelana. El crítico vuelve a mí y el sueño se acaba y tú ni siquiera pudiste vivirlo. Aún así, todos deberíamos darte las gracias por algo que brotaba de ti espontáneamente. Se llamaba magia.
2 comentarios:
Qué bonita carta. Me la guardo. En cuanto a la película me parece un film bastante digno, más que nada porque Michelle Williams se encarga de dignificar mucho al personaje - algo menos Brannagh. Creo que Michelle Williams es mejor actriz que Marilyn- aunque tiene mucho que demostrar- pero acercarse al brillo incandescente del mito sin quemarse es dificilísimo. Michelle lo consigue - para mí una de las actrices jóvenes más interesantes junto a Carey Mulligan. La película es, como tu post, una carta de amor a Marilyn. Poco me importa que la anécdota que la sustenta sea verdad o mentira, sea verosimil o no, porque funciona muy bien para explicarnos quién fue de verdad Marilyn y quién se escondía detrás de ella.
Cuánto tiene que aprender Robin Wright- algo menos Jude Law- de Judi Dench. Con un par de escenas y apenas unos minutos, esta señora deslumbra.
Abrazos con gotitas de Channel nº 5
Me encanta que te encante, es lo menos que se merece un personaje tan encantador. Michelle Williams es mejor actriz que Marilyn, sí, es posible, pero Marilyn tenía ese no sé qué que deslumbraba, que la hacía única. Ella, Michelle, está muy bien, hay momentos en que consigue imitar todos los gestos de Marilyn con seguridad y paciencia. Pero hay algo que juega en su contra. Michelle es más bien un retaquín y Marilyn era mucho más mujerona, más voluptuosa y más rotunda. Eso era parte de su encanto (y no estoy hablando precisamente de sus atributos) sino de su presencia.
Quizá me es un poquito más interesante Carey que Michelle, pero sí, es muy posible que estemos hablando de dos grandes damas de la interpretación en un futuro no tan lejano.
En cuanto a Kenneth, alejadísimo del físico de Larry, yo le reconozco algo de mérito por dos razones: clava algunos gestos y la voz, amigo. La vi en V.O y es que imita la voz de Larry a la perfección. Esa voz profunda y metálica, no bonita pero sí incisiva. Yo creo que su nominación parte de ahí porque ni siquiera su cuerpo se parece al más bien enjuto Larry.
También estoy de acuerdo con lo de Judi Dench. Es más, si hay que ponerle un gran pero a la película es que no salga más, que al principio parezca algo importante en su labor secundaria y luego desaparezca hasta un instante al final.
Abrazos con lavanda inglesa.
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