miércoles, 13 de marzo de 2013

ELENA Y LOS HOMBRES (1956), de Jean Renoir

Entre corpiños y uniformes, entre levitas impecablemente planchadas y reacciones de alta alcurnia se vive la gloria de la victoria con un general que tiene todo el apoyo popular, una condesa polaca que quiere ir en busca del amor y un caballero francés de imaginativas soluciones y mirada descreída. Ah, pero no, esto no es un folletín. Es una comedia. Porque está llena de reacciones inesperadas, de aglomeraciones de locos, de tramas secundarias como esa en la que la doncella se debate desesperadamente entre el criado que, en realidad, es más rico que el creso y el soldado de maneras ridículas y marcialidad forzada. Divertida en su estiramiento, jocosa en sus idas y venidas que recuerdan vagamente los dimes y diretes de La regla del juego, con sonrisa permanente y un tanto irónica, más que nada para burlarse de las rígidas convenciones sociales aderezadas convenientemente por las arteras mañas de los negocios. Al fin y al cabo, si se avecina una revolución, hay que calzar a las tropas de forma adecuada.
Y eso sí, el color…el color…ese color que tiene la película…tan cercano a Renoir padre, tan naturalmente puesto ahí aunque sea rematadamente falso, con esos rojos, esas pieles, esos vestidos…E Ingrid…bueno, es que Ingrid es algo especial. Mucho más arriba que sus compañeros Mel Ferrer y Jean Marais, mediocres hasta expresando pasión mientras ella se entrega para hacer de la comedia algo que merece tanto la pena como un beso furtivo al otro lado de una ventana observada por miles de ojos. Tronchante la situación en la que el general Rollan (Marais) intenta declarar su amor por Elena y por allí pululan el criado y la doncella intentando tener un espacio para el solaz, una soprano ensayando sus escalas para el consabido concierto después de la cena que provoca la estampida de cuantos caballeros se hallan fumando y bebiendo en el salón, el soldado que busca desesperadamente a la doncella porque quiere estar en el lugar del criado, el hombre de negocios que espera con ansiedad que se consuma el romance porque el futuro de su fortuna va en ello, un duelo a espada por el despecho que despierta el lance, la locura en estado francés, pura delicia de absurdos acumulados con tal de no llegar demasiado lejos ni desairar los viejos instintos de la carne. Renoir siendo maestro. Bergman dejando muy corta la palabra dama.
¿Y todo para qué? Pues para que la celebración del amor sea siempre un motivo de fiesta, para que los corazones secuestrados por la emoción sean capaces de articular chistes y correr desaforados hacia la consecución de sus sueños. Una posada será testigo de la evasión de un arresto, del inicio de una revolución ahogada por la pasión, de un repentino encaje de acontecimientos que incluyen peleas fuera de campo y observadas en posturas de expectante torsión. El amor y la guerra en una sola película. Lo que pasa es que, tal vez, Renoir, con su maestría, consigue que ambos intercambien los papeles.

10 comentarios:

Carpet dijo...

No conocía esta película, de hecho cuando ayer hablabamos de actores o actrices que no encajaban en algún género pensé precisamente en Ingrid para la comedia, auqnue mi repaso mental me dijo que nunca había hecho comedia pura, bueno no sólo es mi poca memoria sino también mi ignorancia. Y fijate que no me la imagino yo haciendo reir, que a priori no me parece que pueda estar dotada, auqnue claro Ingrid era una actriz superlativa y es probable que supiera hacer bien todo.

Abrazos sin hacerme el sueco.

César Bardés dijo...

Pues sí. La película arranca como una especie de leve comedia de salón y hay momentos en que se torna una comedia con elementos "screwball". Renoir era muy grande y era capaz de hacer que la Bergman fuera maravillosa en la comedia. Bueno, apelo a tu mala memoria más que a tu desconocimiento porque ahí tienes otra comedia de la Bergman, muy buena, que fue "Indiscreta", de Donen. Claro que el género de comedia romántica quizá sea más fácil para ella. Lo que sí está claro es que era superlativa, maravillosa, adorable y genial.
Abrazos a la francesa.

Anónimo dijo...

En "Flor de cactus" estaba maravillosa, la película a mí me pareció una delicia. Y la química con Mathau, por increible que parezca, era perfecta. Si me apuras hasta en "Asesinato en el Orient Express" su personaje tenía mucho de parodia.

Abrazos bergmanianos (de Ingrid)

César Bardés dijo...

Pues tienes toda la razón, Dex. "Flor de cactus" es toda una delicia. Hasta Goldie Hawn se hace soportable. Partiente la Bergman bailando el paso del dentista en la discoteca. Lo de "Asesinato en el Orient Express" tenía mucho de parodia en tanto que ella ha sido siempre muy criticada por su excesivo acento al hablar inglés. Era una mujer experta en los tonos de sus personajes. Nunca estaba fuera de sitio. Ni siquiera cuando lo estaba. Cogía el papel y se amoldaba a las necesidades con una facilidad asombrosa. Siempre ha sido una de las actrices más superlativas que ha tenido el cine. Y además era un caballo percherón de tía y sabía disimularlo con movimientos mucho más femeninos. Era una actriz para todo.
Abrazos renoirianos (de Jean)

Carpet dijo...

Si, si, pero la comedia romántica es otra cosa, efectivamente, que si es así hasta Olivia de Havilland es una cachonda.
Juer, es cierto que tengo muy mala memoria, ni "Indiscreta", ni "Flor de cactus", ni na. Bueno, lo de "Asesinato..." ya no me lo hacéis colar por mucho que ella hiciera un chiste privado.

Aiss, Ingrid, creo que estaba considerada la 4ª estrella de la historia del cine tras Kate Hepburn, Bette Davis (¿también hizo reir, Bette?, porque Nani Manzanas no vale que en esa salia para dar pena que los de las risas eran otros) y Audrey Hepburn.

Y que guapa era la jodía.

Abrazos mitómanos.

César Bardés dijo...

Es cierto que lo de "Asesinato en el Orient Express" no cuela, entre otras cosas, porque no es una comedia ni de lejos. Solo destacábamos el papel, un tanto autoparódico, que ella interpretaba.
Bette Davis en comedia...ufff, difícil lo pones. Tiene una comedia, más romántica que otra cosa aunque con pequeños elementos de comedia pura y dura, que se llamó "Una novia contrareembolso" al lado de James Cagney. Y no está mal aunque su papel es gracioso de puro mal humor. Y aprovechando su ancianidad hizo un horror de película que era una comedia bastante tonta y que, a la postre, fue su última película y se llamaba "La bruja de mi madre", lo que pasa es que ahí, cuando quería, se convertía en Barbara Carrera. Así cualquiera hace gracia.
Ingrid era guapa. Y tenía mucha clase.
Abrazos mitológicos.

Anónimo dijo...

Hablando de comedias, podiamos ir calentando motores:


http://cultura.elpais.com/cultura/2013/02/19/actualidad/1361288328_391315.html

(Quizá para lo que ahora interesa nos centramos en lo que dice a partir del párrafo sexto; lo del autobombo mejor lo dejamos para otro día)

Abrazos cómicos

César Bardés dijo...

Pues de momento dice que no sabe lo que es dirigir teatro, cosa que es cierta. Pero que no me venga con excusas porque él sabe muy bien lo que es el teatro porque actuó en el teatro junto a Carmen Maura en un montaje de "Las manos sucias" de Jean Paul Sartre. Luego ya viene lo de las reglas de la comedia (ponerle reglas a un género es harto difícil) y con un solo objetivo. Digo las reglas de la comedia clásica y luego presento una película que no sigue ni una sola de esas reglas. Original, sí.
Abrazos tronchados.

Carpet dijo...

Lo dicho, a mi me parece un artículo de lo más mediocre. Uno espera que alguien que supuestamente (y creo que en su caso no es sólo suposición) sabe mucho de cine, nos cuente bastante más o bastante mejor, pero lo que él ha escrito (excepto la parte autobombo) lo podría haber dicho hasta yo. Y no es por presumir sino todo lo contrario.

Abrazos partidos (que me rio a brazo partido, vamos)

César Bardés dijo...

Sí es mediocre, sí. Lo que pasa es que está hecho con esa intención que he apuntado antes. Digo las reglas, luego me las salto si van a ver la película y así tengo algo de genial y también de provocador. No hay nada nuevo bajo el sol almodovariano. Y estoy de acuerdo. Ese artículo podría haberlo escrito cualquiera aunque con tu afición a los transversales me juego la barba a que a ti te saldría un artículo bastantr más interesante.
Abrazos evidentes.