Yo fui uno de aquellos que disfrutó de la Fórmula 1 en la época en la que se disputaban los primeros puestos algunos pilotos de leyenda como James Hunt, Niki Lauda, Jody Scheckter, Jacques Laffite, Clay Regazzoni, Carlos Reutemann o Mario Andretti. Incluso fui uno de los que se sintió estremecido por el terrible accidente que tuvo Lauda en Nürburgring, atrapado en un infierno del que le salvó Arturo Merzario. No quise imaginar todo lo que había sufrido ese hombre que se había destrozado la cara cuando era el número uno del mundo.
Supe, en aquellos años, que aquellos pilotos y aquellos coches parecían estar hechos de una pasta diferente. Se estaban traspasando las fronteras de lo permitido en aras de la velocidad y la competencia era, desde luego, feroz. Un año después del accidente de Lauda vino aquel otro, también espantoso, del sueco Ronnie Peterson en Monza y tuve la certeza de que esos hombres que se escondían tras el éxito, las chicas y los coches de carreras, se jugaban la vida y que se enfrentaban a ella con algo más que técnica.
Ron Howard ha hurgado en las vidas de Hunt y de Lauda, retratando dos caracteres contrapuestos que resultan algo descompensados. Lauda era el piloto profesional, que sabía lo que quería a cada instante, que conocía su coche mejor que su cuerpo, que sabía hasta dónde arriesgar y cuándo parar. Hunt, por el contrario, era el niño guapo mediático, siempre con la frase adecuada a punto, que se arriesgaba echándole valor pero que no estaba interesado en ser el mejor de la historia. El inglés solo quería demostrarse a sí mismo que era capaz de ganar al mejor piloto del mundo y, luego, disfrutar de una fama efímera, una fama que emprenderá una huida similar a la que él protagonizó del mundo de la Fórmula 1. Lauda era el verdadero campeón, que trabajaba su talento. Hunt era el niño bonito, acostumbrado al éxito, que lo descuidaba continuamente.
Entre medias, Howard nos coloca algo del trasiego habitual que rodea al mundo de los mejores motores, unas cuantas escenas para describir a la incansable prensa que buscaba el sensacionalismo a través de la sangre, una torpe mirada sobre las vidas privadas de cada uno de los pilotos y, por supuesto, unas carreras bien recreadas, con bólidos propios de los años setenta, con la estética casposa de aquellos años y con los rugidos inevitables a siete mil revoluciones por minuto. Tal vez la misma velocidad que alcanzaban los latidos de los protagonistas de aquel circo.
Y es que saber ganar, a menudo, es tan difícil como saber perder. En medio de la competencia a la que nos obliga la vida, hay que saber cuándo retirarse porque el triunfo no está en los laureles, en la fama y en la vida fácil. Está en saber conservar el instinto que solo habita en el interior de los campeones. De esa forma se puede ir en busca de un nuevo éxito, de una meta más difícil, de un objetivo nunca alcanzado. Conformarse con llegar el primero y obtener el reconocimiento de los demás durante unos meses no es más que un fantasma que se llama vanidad y que, por lo general, destroza a todos los que caen en sus redes. El cambio de marchas es necesario y cambiar las gomas en el momento oportuno es toda una táctica. Y hacer perdurar la victoria en un síntoma de ases. Niki Lauda fue un as, uno de los mejores de su tiempo, un hombre valiente y un deportista que supo dominar su ambición y su ego. James Hunt fue un tipo simpático y conquistador que caía presa de la vanidad con la facilidad con la que ganaba. Y todos, por alguna razón que está escrita en las grietas de la piel del austriaco, recordamos a Niki Lauda. Tal vez porque supo ver que la vida era más valiosa que el éxito y que buscar ese mismo éxito también era vivir.
5 comentarios:
No sé, la verdad es que el desafío entre Nixón y Frost- fallecido recientemente- le salió bien a Howard, yo creo que es su mejor película. Veremos a ver qué tal le ha podido quedar este nuevo duelo. Me asaltan dudas, las mismas que tengo para colocar el sustantivo actor al lado de la palabra "Hemsworth". Daniel Brül ya es otra cosa y además me cae mejor pero nunca le hubiera visto en el perfil de Lauda.
Abrazos desde la pole
Pues "Rush" está, si no a ese nivel, un escaloncito por debajo, Dex. Yo también fui con muchas dudas con respecto, sobre todo, al reparto. Hemsworth no me parece un actor y Brühl, sinceramente, nunca me ha gustado. Pero...¡oh, sorpresa! Resulta que los dos están bien, incluso muy bien. Hemsworth da la talla como ese niño caprichoso que era Hunt y Brühl, para mí, hace su mejor trabajo, especialmente en la parte en la que queda desfigurado debido al accidente de Lauda y desaparece, literalmente, dentro de su personaje. Resulta que los dos tipos que yo creía que iban a ser los mayores obstáculos de la película se convierten en dos de sus principales activos. Nunca pensé que escribiría algo así sobre estos dos.
Abrazos desde los boxes.
A mi la peli me ha gustado bastante. Eso si, se nota a la legua que Howard es un director que sabe que hace cine para todos, tanto para los tiquismiquis que nos consideramos cineros y miramos cositas... como para el que va a la sala a hartarse de palomitas.
Siempre me han atrapado sus películas y sus narraciones. En concreto "Apollo 13" fue una cinta que me tuvo obsesionado un tiempo, y que no paraba de visionar.
En esta película... pues un poco de todo. Creo que el guión está forzadillo en cuanto a algunos diálogos y en cuanto al postureo de los dos roles. Coincido que las vidas privadas... pues están ahí un poco de relleno, y que si no apareciesen "las respectivas" pues tampoco pasaría nada.
Hay subrayados típicos del comentarista de óliver y benji, que no pueden faltar en toda épica deportiva salchichera que se precie (eso es de las cosas que mas me gustaron de Invictus, al evitarse). Pero creo que se hace con bastante gusto.
Y la ambientación, a mi me moló. Creo que está muy bien conseguido el ambientillo de los 70 (claro que yo no los viví...).
En cuanto a los actores..., yo creo que Chris Hemsworth adelanta por la derecha a Brühl. El rubiales tiene momentos en que está muy bien. Pero el postureo del segundo en muchos momentos está forzado. (ojo, que a mi me encantó en malditos bastardos, única cinta suya que he visto). Pero me faltan mas personajes en esta historia, demasiado bipolaridad... echo en falta un Robert Duvall o algún actorazo mas dando apoyo a la historia.
Y también creo que la historia va redundando contínuamente sobre lo mismo. Demasiada carrera repetitiva con puntuaciones y alternativas y tal en el metraje. Pero salirse de ahí y contar otros prismas del campeonato del mundo no hubiese estado mal. Un poco básico todo.
Yo le doy un 6.
Abrazos de un doblado.
Chus
Ah, y creo que el montaje de la película es bastante notable. Sobre todo en las carreras.
Abrazos apostilladores.
Hay varias cosas que apuntas que son interesantes y algunas otras con las que no estoy tan de acuerdo.
Es cierto que el montaje es notable, que las carreras están muy bien cuidadas en su realización (evidentemente, hay mucho ordenador por ahí y canta en alguna ocasión, incluso). También estoy de acuerdo en que Howard hace cine para contentar a todos y, generalmente, a los tiquismiquis no nos contenta demasiado porque, en muchas ocasiones, cae en lo facilón.
También es cierto que "Apolo 13" es una excelente película, una de sus cimas, al igual que lo es "Frost contra Nixon", como apuntaba Dexter. Lo que pasa es que "Frost contra Nixon" tiene un punto por encima de todo lo que ha hecho por una sencilla razón: no es una historia que contenga acción, la acción está en los personajes, en sus diálogos, en sus duelos dialécticos y en ese periodista que trata de salir de la frivolidad haciendo una de las entrevistas más arriesgadas que se han hecho nunca.
El tema de las vidas privadas también es cierto que sobra un poco, en especial en lo que se refiere a Suzy Hunt, luego Burton, un personaje prescindible que, aún así, está interpretado por una actriz bastante competente como Olivia Wilde. En todo caso, me parece mucho más importante la inclusión de la mujer de Lauda porque fue una parte importantísima en la recuperación del piloto, estuvo con él a su lado a pesar de la más que evidente desfiguración de su rostro y yo creo que ese apoyo sí enriquece la película.
Buen gusto en la épica deportiva, que la hubo en este caso, y en cuanto a la bipolaridad...amigo, es que eso es lo que ocurrió en la realidad. Dos caracteres contrapuestos que entendían el triunfo de una manera totalmente distinta. Hunt representa el éxito que tanto se ha puesto hoy de vigencia, el éxito inmediato y fugaz, no muy trabajado, basado en otras circunstancias. Lauda es el éxito a través del esfuerzo, de un hombre que estaba hecho de otra pasta y, sin duda, algo que no he incluido en el artículo, que también era ligeramente marciano. Yo creo que sí se podría haber dado un poco más de cancha a Clay Regazzoni pero es que, de verdad, en aquel Campeonato del Mundo los demás contaban bastante poco. Era un circo en el que se esperaba la muerte y nadie lo reconocía. Nada que ver con las repetidas salidas del "safety car" que hacen hoy en día y demás medidas de seguridad (a mí me parecen muy bien, no se puede jugar con las vidas de los protagonistas del circo). El tema estaba muy competido en aquel año y es por eso el tema de las clasificaciones y de los puntos porque así es como fue. Howard es fiel a la historia y a lo que ocurrió. Eso sí, podríamos decir que la historia en sí misma puede estar algo mediatizada porque cuenta como Lauda como asesor histórico.
No es que Daniel Brühl esté forzado...es que Lauda era alguien muy forzado. Era un hombre que lo pasaba mal en las ruedas de prensa, que no le gustaba hablar en público, que destacaba por su introversión (de ahí su enorme rivalidad por un héroe mediático como Hunt) y que solo quería que le dejaran correr. Incluso después del accidente fue un hombre tremendamente introvertido y algún periodista cruel llegó a decir que su carácter se había igualado con su cara...Lauda era forzado, entre otras cosas, porque también era un "friki" y yo no conozco a ningún "friki" que no se comporte de una manera un tanto forzada.
Lo facilón de la película, sin duda, es que más allá de un duelo dialéctico entre dos campeones, que no existió nunca (porque, si te fijas, apenas hay enfrentamientos verbales entre ellos) es que la rivalidad se ponía de manifiesto en las carreras y en esa forma de correr que tenían uno y otro. Howard tiene media película hecha antes de empezar solo describiendo lo que ocurrió en cada gran premio y eso es lo facilón. Pero tengo que reconocer una cosa: es un retrato muy, muy fiel de cómo eran las cosas en la Fórmula 1 en los años setenta. Yo no me perdía ningún gran premio de los que televisaban.
Abrazos en sexta.
Publicar un comentario