viernes, 8 de julio de 2016

LOS PUENTES DE MADISON (1995), de Clint Eastwood

Se puede morir de amor aunque se tarde muchos años en hacerlo. Basta con tener grabadas las fotografías de los momentos inolvidables en el corazón y dejar que sean parte de tu vida. Y así la vida se encuentra con la muerte, y la razón con la sinrazón, y el sentido con el todo porque, de improviso, te das cuenta de que naciste para amar y ser amado. No importa la distancia o la razón de peso. No importa que ella no se atreviera a abrir la portezuela del coche en aquel día de lágrimas y lluvia. No importa más que la seguridad de que, de algún modo misterioso, esas dos almas estarán indisolublemente unidas. Y entonces la mirada se hace más sabia, se hace más profunda, se hace más experta, se hace más eterna. Porque los momentos pasados son el verdadero tesoro del presente y siempre se tendrá la sensación del roce de la piel, del olor tan particular, de ese instante de color amor que inundó la visión y el ánimo. Es como si esos fugaces minutos se hubieran quedado suspendidos en el tiempo y en la memoria. Es como si, por fin, se hubiese alcanzado la inmortalidad.
Sí, porque no importa el dolor que emana de los ojos cuando se tiene que tomar la decisión definitiva y última de no volverse a ver. Eso es una inquietud mundana que no afecta al amor. El amor solo se deteriora y se destruye cuando se empieza a dejar de sentir al otro, cuando esos momentos comienzan a difuminarse en el recuerdo y el rostro de tu amor comienza a ser algo borroso, indeterminado y etéreo, inalcanzable. Y cuando ya no te acuerdas de que lo tuviste tan cerca que pudiste darte cuenta de las imperfecciones de su piel, del lunar travieso que está en algún rincón de sus facciones, de esa venilla roja que surcó su ojo a punto de cerrarse por un beso que nunca ha vuelto a ser igual, te das cuenta de la importancia de aquellos puentes, de aquel color verde de los maizales, de aquel viento que soplaba acariciando las palabras que ya ni parecen las mismas. La fotografía se quedó allí, en ese segundo de complicidad, en esa frase que unió aún más, en esa obligación ingrata de intentar seguir con una existencia que nunca fue la mejor aunque, quizá, fue la correcta. Las bromas inocentes y las experiencias contadas. Los momentos en común. La unión más allá de las palabras y la cercanía. Un lazo que no se puede romper. Una transmisión de pensamiento que perdura incluso en la muerte. Robert…Francesca… ¿por qué me hicisteis pensar tanto?
Compartir la muerte cuando se ha negado la vida no deja de ser una recompensa llena de satisfacciones porque, tal vez, no haya ningún otro acto tan íntimo. A veces, ella mira sus manos y ve las de él abrazándose entre sus dedos. A veces, él se mira al espejo e intuye la mirada de ella más allá de los kilómetros y las horas. A veces los dos se encuentran por las noches, cuando nadie les ve, cuando la intimidad es la invitada y, por arte de magia, se nota un leve roce en los labios, enviado con el pensamiento, sentido con la suavidad del recogimiento, tocado por la seguridad de que se está solo pero que nunca se está solo. Puentes, días, años, cielo, luz, amor…

4 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Ayssss... menuda semanita, sólo el estreno semanal nos baja del pedestal de las sensaciones.

Hemos hablado tanto de esta peli....Y tan bien.

El otro día la volví a ver y...quizá no suene bien, pero creo que la historia de los hijos no está tan contrainidcada como siempre has sostenido. Cierto es que rebaja el enorme nivel de la historia de Francesca y Kincaid, pero sirve y mucho en el relato, le da pausa y perspectiva, nos rebaja y da credibilidad el aluvión de emociones que conlleva ese fin de semana tan "productivo". es cierto, que se muestra algo convencional, sobre todo en el caso del hijo, pero para Clint, ya lo sabemos, ese tema de la incomprensión padres-hijos es básico en su temática y no podía pasar una ocasión así para tratarlo.

Además está, como siempre, su planteamiento del dilema moral, lo que aparentemente está mal pero termina convenciéndonos que es lo correcto. ¿Cuantas veces hemos visto la triste historia del tipo que cuenta que su madre se fugó con un tipo que pasó pos allí y nos hace sentir incomprensión hacía esa madre desnaturalizada? Pues aquí Eastwood nos lleva no sólo a entender sino a tomar partido a favor de esa mujer para que lo abandone todo y goce de una vida que tenía vetada. La postura final de Francesca nos hace sentirnos aun más indignos, más dolidos, más conmovidos.

Pocos la calificarían como una de las cumbres del director, hay pondrían sin duda a "Million Dollar Baby" sobre la que ya he comentado varias veces que, para mi está mucho más que sobrevalorada. A mi "Los puentes...", "Sin perdón" y "Mystic River" ocupan el verdadero podio de un tipo al que le cuesta hacer una mala película....Ahora bien, ¿sería capaz de hacer una comedia?

Abrazos con flores venenosas

César Bardés dijo...

No cabe duda de que, da igual lo que yo pueda decir, es una estupendísima película que te toca la fibra más sensible. He oído opiniones diversas sobre ella. Que si Meryl Streep está sobreactuada, que si no entienden lo de la puerta y el retrovisor...pero lo cierto es que es una película de esas de la que es imposible hablar de forma neutra. Todo siempre es apasionado, y eso es por algo.
La historia de los chicos puede que tenga todo eso que dices. Lo primero de todo es que no me gustan nada los actores que les dan vida. Y palidece...digamos que desequilibra el resto de la película.
De lo que no cabe duda es que todos hemos llorado, y nos ha tocado el corazón porque Eastwood pone toda su sabiduría al servicio de una historia de amor que se nos antoja única aunque sigo creyendo que todas las historias de amor no son más que versiones de "Breve encuentro".
Yo siento disentir de nuevo con "Million Dollar Baby". También la metería en esa terna. Creo que hay mucho amor en esa pel´ciula.
En cuanto a la pregunta de la comedia...difícil de responder...más que nada porque Eastwood tampoco se ha desenvuelto demasiado bien en ese terreno cuando le ha tocado interpretarlas. Recordemos el fiasco de "El cadillac rosa" por ejemplo, aunque hay que reconocer que hay momentos de alta comedia en su denostada "Jersey boys" y también en la "pirata" "Golpe de efecto".
Abrazos desde el objetivo.

Alí Reyes dijo...

Lo que has escrito està de maravilla. Es más, de una vez te advierto que tomarè tus palabras a la hora que me toque escribir acerca de esta, tan amada pelìcula. Por cierto, comienzo a llorar desde que entran los crèditos de presentaciòn.
Muy de acuerdo tambièn con las palabras de Wally

César Bardés dijo...

Muchas gracias por elogio, Alí. Siempre ayudan a no perder el ánimo a la hora de escribir porque, como dijo Mariano José de Larra, "En España, escribir es llorar".
Un saludo y gracias.