miércoles, 8 de marzo de 2017

LA HOGUERA DE LAS VANIDADES (1990), de Brian de Palma

¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si por el camino pierde su alma? Es una pregunta que gira y gira en torno a los destinos de los triunfadores, que ven cómo su alma se pudre mientras el dinero y el éxito llaman a sus puertas con la fuerza de una mentira bien dicha. Quizá lo primero que habría que decir es que para sobrevivir en medio de una ciudad hecha de corazones de cemento, hay que empedrar el interior de uno mismo, prescindir de los sentimientos, morder antes de que te muerdan. Las historias que hierven en la gran ciudad son parte de su mobiliario y todo se puede exagerar, todo se puede tergiversar, todo, incluso, se puede pervertir. Y, casi sin saberlo, uno puede verse arrastrado por la corriente sin ningún asidero a mano. Y además se puede dar la terrible y cómica paradoja de que solo una mentira puede salvarte del atolladero. Con una mentira se acallarán las bocas que solo escupen ira oportunista, con una mentira se dará el merecido a la estúpida que ha intentado esconderse tras una cortina de millones, con una mentira los titulares injuriosos cesarán de verter mentiras como cántaros de soberbia y desprecio. No es tan difícil mentir. Basta con prescindir de algo tan fácil y olvidable como es la conciencia.
Y precisamente es la conciencia lo que hace que un periodista comience a trastocar la trayectoria básica de cualquier historia contada al gran público porque ve que la crucifixión es demasiado rentable para algunos y obstinadamente dañina para otros. Por esa burda manipulación de hechos contados a medias y sin pruebas fehacientes, un hombre puede perderlo todo. Ahora bien…¿es lícito que ese hombre lo pierda todo cuando lo que ha ganado ha sido sin demasiado esfuerzo? La vida fácil se presenta en los hogares sin ninguna razón aparente y solo la rabia de los más desfavorecidos es capaz de poner en solfa un apartamento de lujo, un coche europeo, unas ropas carísimas, unos viajes de ensueño. Eso y el titular oportuno, en el momento oportuno y en el medio oportuno para que la opinión pública sea convenientemente manipulada. Y todo el mundo sabe, o al menos todo el que tenga dos dedos de frente lo sabe, que la masa es voluble y, por lo general, bastante estúpida. Se lo cree todo. Se le olvida todo. Y lo que es aún peor. Arremete contra todo.

Vilipendiada en la época de su estreno porque no resistía las comparaciones con el original literario de Tom Wolfe, La hoguera de las vanidades contiene una historia que llega a ser apasionante y que está dirigida con imaginación por Brian de Palma, que consigue imprimir vigor a una trama que podría haberse quedado en la plomiza y maniquea descripción de malos, aún más malos y desalmados. En la hoguera, todos juegan al sálvese quien pueda, al arañazo del siguiente cero y a la auténtica demostración de vanidad que supone obviar la verdad para servir la carnaza que el pueblo llano y plano necesita. De Palma, como igualando el delante y el detrás de las cámaras, tuvo innumerables problemas para realizar la película (entre otras cosas uno de sus mayores problemas fue Melanie Griffith que, en medio del rodaje, decidió irse a Miami a tomar el sol y hacerse una operación de aumento de pecho con lo que la continuidad de la película quedaba bastante comprometida) y supo, de primera mano, que el éxito es una mujerzuela que sucumbe ante los gritos de los ignorantes. El dinero es agradable. El lujo, también. Pero no hay nada que se pueda comparar con la bajeza de alcanzar esas cosas a costa de destrozar la vida de otro…por mucho que se le tenga rabia.

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

A mi no me disgustó tanto la película como parecían afirmar aquellos que presumían de haberse leído el libro (yo no lo hice, no lo he hecho), pero si que me pareció una película fallida, que se movía entre el histrionismo y el drama sin saber muy bien a qué carta quedarse.
Me gustaron Hanks (¿ha hecho alguna vez una interpretación mediocre?) y Willis (con su perenne sonrisa cínica), pero lo de Melanie...uff. y fíjate que no me parece mala actriz y que en su momento ("Algo salvaje", "Doble cuerpo") me ponía bastante. Pero aquí está claro que no parece que estuviera muy metida en lo que hacía (a lo mejor estaba metida en otras cosas, que ya sabemos lo de sus caídas y recaídas), la anécdota que cuentas sobre el rodaje lo demuestra.

En definitiva yo creo que no es una película equilibrada (probablemente tampoco lo fuera la novela), uno de los grandes males de De Palma, que rodando es la bomba, pero que a veces se excede y otras se queda corto dentro de la misma película con lo que te quedas un poco desorientado y creo que esta peli es la mejor prueba de ese tipo de errores.

El fondo de la historia ya es otra cosa, algo que parecía lejos de nuestro mundo entonces, en la España de los 90 destruir a alguien por proclamas, grupos de presión y una prensa poco ética parecía imposible, eso era cosa de los americanos...fíjate ahora 27 años después que se puede machacar una película (al director, al productor, a los distribuidores, a los exhibidores, al elenco, etc) porque una actriz secundaria dice unas memeces en un momento estúpido.

En fin, algunas cosas nos llegan con retraso pero nos llegan, incluso las malas.

Abrazos en el cementerio

César Bardés dijo...

Es cierto que es una película desequilibrada que trata de ser compensada por la inmensa creatividad de de Palma en su planificación (ágil, original, agresiva, técnicamente impecable) y que, también tiene algunos aciertos que son muy buenos. Uno de ellos es que el personaje de Hanks no es que sea un santo varón acusado injustamente sino que es un tiburón de las finanzas bastante al borde del abismo de la falta de escrúpulos. Todo lo contrario del personaje de Willis, en el fondo un tío sin muchos escrúpulos que, al final, se alegra de lo que hace el personaje de Hanks aunque ello signifique mentir. Bien es verdad que la falta de escrúpulos de Willis está motivada por la falta de escrúpulos de todo el entorno, que le ha llevado a ser un descreído del ser humano. Lo de Melanie, sin duda, es el punto más flaco de la película. Creo que, además, ese personaje podría haberse sacado con más elegancia. Ella compone un personaje que está dibujado como tonto y cruel y quizá podría haber tenido algo más de elegancia, sin perder un ápice de sensualidad. Ése sí que es un papel que podría haber hecho cualquier otra actriz de la época con más sensibilidad y más tino. Luego aparte está el hecho de que ella, muy centrada, parece ser que no estaba y los quebraderos de cabeza de de Palma fueron épicos.
Otro de los defectos de la película está precisamente en lo que tú comentas sobre de Palma. En algunos momentos, te maravilla, te transporta literalmente con esa cámara que vuela por encima de las cabezas de los personajes y te coloca donde él quiere y, en otras, parece como que se conforma haciendo gala de una irregularidad que ya parece ser un sello personal en su estilo (aún recuerdo cómo, ilusionado, me fui a ver "En nombre de Caín" al cine y salí echando verdaderas pestes).
En cuanto al fondo de la historia es algo que está pasando con muchas muestras del cine americano. Ahí tienes "Network" que alertaba contra los "realities" y el sensacionalismo televisivo y aún recuerdo cómo algunos críticos decían que era una película lejana porque eso jamás podría pasar en un país como España. Lo mismo pasa con esta. No, esto no podía pasar en España, solo en esos tipos podridos de dinero de Wall Street porque perdían el oremus con el lujo y las mujeres y los coches y demás. En cualquier caso, la resolución es brillante y no hay que perder de vista el sermón jurídico que echa ese juez interpretado por Morgan Freeman.
En cuanto a lo de esta chica que dice memeces...sinceramente, yo es algo que jamás le he dado importancia porque, si nos pusiéramos así, no veríamos ninguna película. De acuerdo en que ella no estuvo ni un poquito afortunada y mucho me temo que no va a ser demasiado contratada por el "aparato español" y que, tal vez, también se saque la consabida noticia de que "el racismo nacionalista español" se niega a contratar a la chica en cuestión con los consabidos calificativos de odio, desprecio, invasor de cultura, etc, etc, que ya empiezan a ser bastante cansinos.
En cualquier caso, "La hoguera de las vanidades" siempre me ha parecido una película bastante entretenida y, vista hoy en día, tiene, incluso, más vigencia.
Abrazos con cinta magnetofónica.