viernes, 15 de septiembre de 2017

CITA A CIEGAS (1987), de Blake Edwards

Es difícil explicar lo que se siente cuando se acude a una cita a ciegas. Estás obligado a ir con alguien a una cena muy importante y un amigo te proporciona a la chica en cuestión. En tu cabeza pasan miles de imágenes, pero siempre se tiende a pensar en lo peor. Alguna solterona sin clase, pasada de kilos, con la boca de un carretero y la dentadura manchada de carmín, seguro. Y ese seguro lo que esconde realmente es una gran inseguridad. Sin embargo, llega el momento y resulta que la chica es deslumbrante, tiene clase, es muy atractiva, tiene sentido del humor y te impulsa a tener algún detalle con ella para que tú también le parezcas atractivo. Puede que, incluso, la noche sea muy agradable. ¡Guau!
Lo peor de todo es cuando te das cuenta de que la chica tiene un defecto. Tu amigo ya te lo había advertido, pero no puede ser. Nadie pierde tanto el control cuando bebe. Eso es una leyenda urbana. Y menos cuando todo se reduce a una copita por aquí y otra por allá. Sí, la noche va a ser inolvidable. Por culpa del líquido, ácido y agresivo elemento resulta que a la chica se le va la chaveta y, de repente, pierdes el trabajo, la dignidad, el coche y hasta la camisa. Puede parecer increíble pero así es. Y, sin embargo, ella es tan atractiva… ¡guau!
Pasados unos días te das cuenta de que, a pesar de que la desgracia ha sido muy difícil de digerir, nunca has pasado una noche como aquélla. Fue todo una diversión que te hizo sufrir, pero una auténtica juerga. Si la vida con ella fuera tan trepidante, no habría sitio para el aburrimiento. Así que hay que luchar, amigo. Aunque el precio sea caer desde un segundo piso, enfrentarte a su ex – novio o provocar una auténtica guerra en un jardín idealmente burgués. ¿Y así de lejos puede llegar una cita a ciegas? Y estoy seguro de que aún las ha habido peores. Aunque quizá no tan divertidas. Guau.

Blake Edwards puso en juego toda la comicidad de la que era capaz para narrar una historia de amor a primera vista a pesar de ser una cita a ciegas. Confirmó que Kim Basinger podía ser una excelente actriz de comedia y ofreció el primer papel estelar a Bruce Willis. Con estos mimbres, Edwards hizo una de las mejores screwball comedies del cine moderno en la que las carcajadas se unían implacablemente con la piedad que sientes por ese hombre inmerso en la vorágine de lo socialmente establecido que tiene que romper todas las reglas si quiere conseguir a la mujer que le ha sorbido el seso desde el principio. Divertida y salvaje, la película no se para en ofrecer una comedieta amable e intrascendente, ni tampoco en despreciar al respetable con una serie de situaciones tontas, pretendidamente graciosas, para pergeñar una película comercial más de taquilla fácil y paso rápido por la cartelera. Cita a ciegas es fresca, brillante, oportuna, con detalles que delatan el pulso de un maestro de la comedia que sabe dirigir a sus actores y los coloca en situaciones desternillantes basadas en la desgracia. Quizá para intentar trasladarnos que todo depende del ángulo con el que lo mires. Mientras tanto, procuren no beber alcohol…y, por favor, que maten al perro.

2 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

Que divertida es esta película. Que grande John Larroquetteen un personaje impagable. Y es cierto que Kim daba muy bien en comedia pero eso si se sabía dirigirla, en "Nadine" o en "Ella siempre dice si", la fórmula funcionó peor, claro no estaba Edwards para ponerle tanto talento. Es curioso que para ambos, Bruce y Kim, esta película se convirtiera en una lanazadera pero que Kim fue cayendo en películas cada vez menores ("Mi novia es una extraterrestre" es terrible) mientras que Willis se enganchó al carro del éxito de por vida, claro que él se encontró con un bombón como John Mclane en el camino, mientras que la Bassinger tuvo que esperar a finales de los 90 para cazar su participación en "L.A. Confidencial".

De todas formas, con alcohol o sin él, quien hubiera pillado en una cita a ciegas un pibón como ese. Como se suele decir, esas cosas pasan sólo en las películas.

Abrazos en el juzgado.

César Bardés dijo...

A mí me parece, quizá, la mejor comedia de los ochenta, con un aroma inconfundible a "screwball comedy" pero que, como bien dices, gracias a que la dirige Edwards tiene un ritmo maravilloso que, luego, otros no sabían ni cómo colocar. Recuerdo que en la época hubo un crítico que llegó a decir que "ya teníamos un recambio para Katharine Hepburn" (recordemos que Kim Basinger, en un registro totalmente diferente, ya había trabajado para Edwards en "Mis problemas con las mujeres", con Burt Reynolds). Lástima que no siempre los directores pudieran entender eso y citas dos ejemplos muy bien traídos.
Me ha chocado siempre cómo Bruce Willis ha demostrado tener un talento innato para la comedia y, en realidad, ha hecho muy pocas comedias puras en su carrera. Eso sí, en sus personajes siempre hay un toque cómico, muy cínico, muy perplejo en ocasiones, pero comedias, comedias, lo que se dice comedias, muy pocas. Y ahí teníamos a un tipo que podía ser elegante e irremediablemente gracioso.
Te contaré un secreto. Yo una vez tuve una cita a ciegas con un auténtico bombón. No era muy alta, era muy atractiva, fue con una falda que, sin llegar a provocar, se adivinaban unas piernas muy bien torneadas y además, tenía una ventaja añadida, tenía más dinero que el que yo he llegado a tener nunca (bien es verdad que era muy joven por entonces, tendría unos 21). El caso es que congeniamos, fue todo bien, nos despedimos en la puerta de su casa (un chalet en pleno Madrid), dijimos de llamarnos...y, sin embargo, nunca nos llamamos. Nunca nos volvimos a ver. Ni siquiera sé lo que fue de ella. Según parece, una amiga la aconsejó que se dejase de historias conmigo y eso la acobardó. Bien es verdad que me pareció muy tímida, pero siempre me pregunté cómo hubiera resultado aquello si hubiera tirado del bolsillo de mi americana...
Abrazos imaginarios.