martes, 20 de febrero de 2018

HANNIBAL (2001), de Ridley Scott

Ingmar Bergman en "La gran evasión" de Radiópolis Sevilla a través de su película "Persona". Podéis escucharlo aquí.

Siento mucho anunciarles que ya no es el crítico que suele rellenar estas páginas el que les escribe. Digamos que ha pasado a formar parte del imaginario que narraba al entrar en una suerte de eternidad con una deliciosa salsa de queso, perejil, tres vinagres y aceite de oliva italiano. Creía que me había cogido, pero no es así. Hace falta ser algo más que un crítico de tres al cuarto para atraparme. Así que ha ido, entre fogones, a cumplir con su destino. Ya saben. A cada uno le corresponde lo suyo.
Antes de emprender su largo viaje gastronómico, me comentó que quería escribir sobre esta historia en la que un viejo, ajado y decrépito millonario con la cara deformada me quiso cazar con la ayuda de un policía italiano. Al final, por supuesto, los cazados fueron ellos y yo me dediqué a lo que mejor se me da, que no es otra cosa que preparar platos exóticos con carne que lleva un certificado de calidad especial. Se trata de un tipo de res que trata por todos los medios de apartar a Clarice Starling de sus obligaciones. Con el conveniente aderezo, será un placer engullir tales ambiciones como si fuera cualquier plato especiado.
Quizá, bien mirado, no sea tan apasionante, ni tan sorprendente como aquella otra historia en la que los corderos dejaron de balar, pero hay que confiar un poco cuando detrás de las letras se hallan dos guionistas, a los que les haré una próxima visita, como Steven Zaillian y David Mamet, dos de esas personas que, afortunadamente, tienen una pluma afilada y bien dispuesta y hacen de este mundo algo interesante. Por otro lado, Starling, mi querida Clarice, tiene otro físico, pero eso no importa. Me la comería igual.
En algunos momentos de esta historia, parece como que hay tensiones bien entretejidas, para solaz y sosiego de aquellos que me siguen con pasión aún a riesgo de que les arranque algún plato especial regado con una buena botella de Chianti. Y la dirección de Ridley Scott parece que está bien templada, como un buen tinto francés del siglo pasado. Es evidente que le llegaron mis avisos y que la tontería huyó de él casi completamente aunque, quizá, se le fue un poquito la mano que a mí me falta al final… ¿verdad, Ridley? Tal vez, en algún momento, entre extraterrestres y  falta de ideas, me decida a hacerte una visita de cortesía.
Por lo demás, queridos amigos, Clarice, no dejéis de disfrutar de algunas de mis expresiones, de mis rasgos de estilo que me hacen tan gourmet de las sensaciones, de mis originales párrafos llenos de doble verdad. Estoy seguro de que pronto, muy pronto, nos volveremos a ver. Y también tengo la certeza de que mañana vendrá cualquier otro crítico que, con toda probabilidad, lo hará mejor que este desdichado lleno de traumas que ahora reposa a trozos tranquilamente en algún lugar oscuro, bañándose en las viscosas aguas de un buen Borgoña de 1953.
                                                                            A más ver,

                                                                                                                  H.

4 comentarios:

dexterzgz dijo...

Querido Hannibal:

Sin duda, una gran pérdida la del crítico que te acabas de zampar regado en Borgoña. Me da una gran tristeza, era un buen tipo, aunque últimamente teníamos nuestras discusiones, y es que el gachó estaba de lo más susceptible. Fíjate que puso "The florida project" y "El hilo invisible" a caer de un burro y pidió poco menos que el paredón para Paul Thomas Anderson y Sean Baker. No me quiero ni imaginar lo que hubiera dicho de "The party" o de "La forma del agua".

Si me permites un consejo, no te cebes con la nueva Sterling, por mucho que te pongan las pelirrojas y las pecas. Es una gran actriz y creo que todavía puede darnos alguna alegría más en el futuro. Quizá debieras intentarlo con Ridley Scott, lo que ha hecho en su última película merece sin duda que lo devoren (los críticos al menos). Ya sabes que la ola de puritanismo en el Hollywood de hoy es muy voraz. Y eso que con tu historia no hizo mal trabajo, más digno de lo que muchos piensan (a pesar de que por supuesto no supera lo que hizo Demme).

A ver si nos juntamos un día, aunque sea a picar algo. Tengo un Cariñena del 88 que tiene que ser excelente.

Abrazos shshshshshshsh

César Bardés dijo...

Estimado Dexter:
Estoy convencido de que la "víctima" no estaba haciendo buenas digestiones. El sabor de su hígado, aunque muy jugoso, era algo extraño, signo inequívoco de que no estaba demasiado contento con los títulos que veía. Eso es algo que no le hubiera pasado si en lugar de ver esas películas que comentas, se hubiera puesto alguna que otra pieza de Arcangelo Corelli, buen barroco italiano, y hubiese ocupado su tiempo con el solaz de la lectura de "La divina comedia", de Dante, o similar. En cualquier caso, merecía que le invitase a cenar. Al fin y al cabo, era un crítico muy mediocre que tenía muy poco que decir.
En cuanto a lo del puritanismo...¿qué puedo decir yo que estoy deseando comerme a Clarice? Estoy seguro de que alguna mente bienpensante de este siglo dice que eso también es un signo preclaro de machismo, o de heteropatriarcado, o de cualquiera de esas nuevas palabras que sólo traen confusión a un mundo que es bonito y que sólo está ensuciado por la presencia del ser humano. Si el crítico en cuestión era mediocre, no quiero ni pensar la calificación que se puede colgar a algunos que siguen la corriente en un intento patético por conservar su público aún a costa de lo único que verdaderamente merece la pena del ser humano, como es el arte.
Cualquier día de éstos, te sorprenderé invitándote a cenar. Con mucho gusto probaré ese Cariñena del 88, al que acompañaremos con algún manjar algo visceral.
A más ver.
H.

CARPET_WALLY dijo...

Estimados ambos:

Nunca me llamaron manjar visceral con tanto descaro y eso que aun estoy para comerme y no especifico por qué parte del cuerpo empezar por no despertar a los puritanos.

A mi también me sorprendió el tono de la dirección de Scott en esta película que me parece que tiene dos partes muy diferenciadas. La primera, la parte veneciana, está hecha con mucho gusto, con control del tempo y de la tensión (muy a lo Scott inicial "Alien", "Bkade Runner"), la segunda, post venecia, está hecha con oficio pero sin personalidad, la tensión y la credibilidad de la narración se viene abaja, falta elegancia, y el ritmo es convencional (muy a lo Scott actual).

Además ese final...nunca muerdas la mano que te da de comer, Ridley.

Abrazos con la Neri (que esa si estaba pa comersela).



César Bardés dijo...

Apreciado Carpet:
Nunca empezaríamos por ese apéndice del cuerpo que insinúas...antes hay muchos otros lugares que resultan más apetitosos y atractivos. ¿Sabías que de la parte trasera, aquella sobre la que te sientas, se pueden sacar unos jamones que, bien curados y aireados, superan al ibérico español? ¿Tienes idea de lo "delicatessen" que es, incluso frío, una lonchita de sesos bien aliñada con ajo y perejil y una pizca de aceite de oliva virgen italiano?
No cabe duda de que estoy mejor en mi primera parte de esta película que en la segunda. Mi amigo, Ridley Scott, no sabe mantener ese aire de ambigüedad que flota durante todo ese metraje y luego la cosa decae demasiado. Se deja querer y cede a las demandas de alguna escena, digamos, de gusto discutible, a pesar de que el señor Thomas Harris, bienhadado donde esté, ya lo incluyó en su novela. Una demostración preclara de que no tenía ninguna gana de escribir la secuela de "El silencio de los corderos" y de que, como sabía que surgiría otra adaptación al cine, se dedicó a ponerlo de lo más difícil para que los guionistas sudaran lo suyo a la hora de encontrar salidas más o menos lógicas y resultonas. Aún así el conjunto está por encima del bien y por debajo del notable. Y si no estás de acuerdo, estaré encantado de discutirlo contigo en torno a una buena botella de Burdeos del 36, querido Carpet.
La Neri estaba tan buena que no dudo en comérmela con los ojos en la única escena en la que compartimos. ¿No lo di a entender de forma concisa y evidente?
A más ver.
H.