martes, 27 de febrero de 2018

YO, TONYA (2017), de Craig Gillespie

Los perdedores suelen ser mucho más fascinantes que los triunfadores y, quizá, Tonya Harding perdió desde el principio. Aunque fue la primera mujer capaz de ejecutar un triple Axel en una pista de hielo, fue derrotada en todas y cada una de las facetas de su vida tal vez porque le faltaba algo básico en su atribulada existencia. Ese algo se llama amor. A su alrededor se movían demasiados intereses personales más relacionados con el egoísmo que con cualquier otro motivo. Fue maltratada física y psicológicamente por su madre, por su marido, por los jueces, por el destino y, también, por sus propios patines.
Y fue algo tremendamente cruel porque sintió la caricia suave y prolongada de la gloria sin que nunca la tuviera entre sus manos y, mucho menos, en su ánimo. Hizo todo lo posible para alcanzar la felicidad y siempre hubo algún factor que se lo impidió. Bien es verdad que suele ser bastante común calificar a las personas según el ambiente que las rodean y ella tuvo un entorno hostil, que la odió desde el principio, que no le puso las cosas nada fáciles y que llevó a alguien que consiguió atesorar algo de talento a base de trabajo al fracaso vital. Y no es fácil asimilarlo. Quizá sólo la madurez supo aportarle algún retazo de sabiduría. Poca cosa para alguien que parecía estar destinada a subir a lo más alto con una medalla olímpica colgando del cuello.
Así que es posible que, además de ser una de las deportistas más aborrecidas de la historia, también cometiese errores de bulto que ponían en evidencia su corta inteligencia que, evidentemente, trataba de superar a base de tesón y empuje. Demasiadas correas la sujetaban, demasiadas agresiones, demasiadas palabras hirientes que la animaban a transgredir las reglas establecidas. No había probado otra cosa en su vida así que todo daba igual. Ella no sería nunca reconocida a pesar de sus logros. Y para ser campeona hacía falta algo más, algo que ella no poseía. Quizá era la magia de saber conectar con el público, con la gente que tenía que apreciar su esfuerzo titánico. Si hubiese tenido unas pequeñas dosis de hechizo, tal vez hubiera sido una leyenda. Pero no lo fue. Apenas si fue una digna competidora.

Esplendoroso trabajo de Margot Robbie en el papel principal, dando carne y fuego a la polémica patinadora que cortó el hielo con sus cuchillas para hacer trizas su vida. A su lado, una demoledora Allison Jenney que trata de ahogar cualquier resquicio de cariño en aras de una ambición que nació frustrada. Buen trabajo del director Craig Gillespie en las secuencias de patinaje aunque un tanto nervioso en el resto, como intentando trasladar al espectador la crispación que sentía la propia Tonya Harding. El conjunto resulta ágil e increíble porque parece imposible que tanta imbecilidad haya estado alrededor de alguien que estaba llamado a las más altas cotas del deporte. Y es que el éxito está jalonado de fracasos, pero, a veces, el camino es el contrario y es el fracaso el que está repleto de éxitos. Sobre todo si se desea con todas las fuerzas ser amada y sólo se consigue el rechazo y el despiadado sensacionalismo de unos medios que se centran en la polémica que haga vender exclusivas. Y más aún si está en juego una medalla, un prestigio, la estima del gran público y la seguridad de que cada paso en la vida influye en los resultados deportivos. Y más aún cuando se trata de hacer lo que nadie se atrevió antes.     

6 comentarios:

CARPET_WALLY dijo...

La verdad es que me apetece mucho (aun no la he visto) pero si es tan efectiva como el trailer que me movió a calificarla como la apuesta de la semana, me parece que podría ser una gran película a la que algunos defectos la bajan de la gloria.

Quizá sea sólo que el personaje y su deriva vital no es atractivo, ni ejemplarizante, ni con el que se pueda empatizar. Tal vez sea eso lo que hace que una historia (que como digo sólo aprecié a través del trailer) que me parece tan potente no esté más arriba en las valoraciones críticas.

Abrazos esperando las puntuaciones

César Bardés dijo...

A mí no me parece una película excelente, pero no me parece una película mala. Quizá su principal problema es haber enfocado todo desde el punto de vista de Martin Scorsese y ya se sabe que Martin sólo hay uno. Me parece que el trabajo de las actrices, de las dos, es fantástico (a Margot Robbie hay que valorarle también que ha tenido que patinar ella misma en más de una o dos escenas) y que, desde luego, existe un problema de identificación por parte del público. Es imposible identificarse con nadie y ya se sabe por dónde se mueve el crítico en general.
No, no es un personaje ejemplarizante, pero tampoco es el demonio sin entrañas que se nos vendió en su momento y la historia, desde luego, es potente. También hay un ligero desequilibrio en la historia, muy centrada en el incidente de Nancy Kerrington y que condenó literalmente a Tonya Harding a la cadena perpetua a pesar lo que había conseguido.
Abrazos con cuchilla.

Chus dijo...

A mi me ha gustado la película por lo "incómodo" que resulta a veces verla. Estás en la butaca en un contínuo... maaadre mía. Creo que trata el tema del maltrato desde una perspectiva interesante y sin falsedades morales, al sumergirlo en un ambiente donde a veces lo que vemos es una competición de a ver quien es mas imbécil. Dejando muy claro el síndrome de dependencia que genera en muchas mujeres.

La interpretación de Margot Robbie me parece sublime. Es capaz de dotar a su personaje de momentos tremendamente luminosos, de otros con unaoscuridad y mezquindad tremenda. Y cuidado que (aunque se nota el cartón) hacer creíble que pase por una patinadora olímpica me parece a destacar.

También adoro a Allison Janney, de quien soy fan absoluto desde su Jackal en el ala Oeste de la casa blanca. Hace un papelón bestial encarnando a esa madre que ama a su hija desde el desprecio que genera la exigencia mas absoluta, vestida de complejos.

A veces parece una peli de los Coen, y es cierto que está un poco desestructurada. Pero me pareció de lo mas interesante que he visto en los últimos tiempos.

Abrazos desestructurados

César Bardés dijo...

Desde luego es incómoda de ver y hay que reconocer que el mayor activo de la película está en las dos actrices que hacen un trabajo superior. Bien apuntado el mérito de Robbie que huye del papel de rubia explosiva para hacer un personaje que, a veces, dan ganas de abrazar y, en otras, te sale la rabia que merece la chica.
Es cierto que ha escocido bastante la imbecilidad que reina en el mundo del patinaje y la exigencia, en estos niveles, casi sobrehumana. Y me parece muy importante algo que apuntas. Aborda el tema del maltrato desde una perspectiva interesante, sin cartonajes, sin falsedades morales y sin postureos de ninguna clase. A mí la propuesta me parece, por supuesto, interesante. Más que una película de los Coen, sigo viendo a Scorsese, con esas explosiones de violencia, esas entrevistas mirando a cámara, reconduciendo la historia que, a duras penas, se puede contener por la cantidad de implicaciones morales que posee. Y sí, el ordenador hace maravillas (ese triple Axel repetido hasta la saciedad es muy reprresentativo) pero la Robbie patina con mucha soltura cuando no hay microprocesadores de por medio y eso no es fácil de conseguir. Creo que si se cuida, tenemos una actriz de quitarse el sombrero.
Abrazos de rodillas.

dexterzgz dijo...

Pues ya la he visto y he de decir que me sorprendió muy gratamente, porque es de esas típicas películas que te da bastante más de lo que esperas. Quiero decir que la idea preconcebida- menor conforme vas leyendo críticas y enterándote de cosas- es que vas a ver un telefilm más o menos de lujo con dos actrices portentosas. Y desde luego ofrece dos interpretaciones magistrales - Robbie es una chica que se va a quedar aquí y nos va a regalar muchos papeles buenos en el futuro- pero también otras cosas. Me sorprendió mucho el montaje - justamente nominado- que le proporciona a la película un ritmo endiablado y adecuado. Sí, hablar de Scorsese es quizá algo atrevido, pero el mérito de Gillespie es el desparpajo que muestra en algunas situaciones y eso desde luego es muy de alabar. Los momentos de patinaje son espectaculares, la cámara se mueve muy bien y se ve que Robbie ha tenido que aprender una mínima técnica para rodar esas escenas (como Emma en "La batalla de los sexos").

Un amigo de los que nos acompañó a la proyección se quejaba de que le resultaba poco creíble de que todo en la vida de esta chica hubiesen sido golpes y palizas sin un resquicio para el amor y la felicidad (yo sí la vi en la relación con el padre y en los primeros meses de matrimonio), y que después de toda la odisea al final la historia la haya "absuelto" (tampoco lo veo yo tan claro) como se demuestran en esos rótulos finales. Personalmente, me mosquea a veces esa forma de terminar las películas basadas en hechos reales con esos rótulos que te informan (a veces demasiado) de lo que ha sido el devenir de los protagonistas

Abrazos olímpicos

César Bardés dijo...

Sí, Robbie y Janney están maravillosas y el montaje está muy estudiado. Creo que Gillespie se luce especialmente en las secuencias de patinaje, con algunos planos realmente buenos.
Lo de tu amigo...bueno, es evidente que no se hace una idea de la presión que puede llegar a existir en el mundo del deporte y más aún cuando despuntas por alguna razón. En cualquier caso, yo tampoco vi una felicidad así muy clara porque creo que Tonya Harding no la tuvo en ningún momento hasta que, justamente, dejó el patinaje (quizá su único momento feliz es cuando ejecuta por primera vez el Triple Axel). Lo que sí es la película y ahí radica uno de sus puntos fuertes, es un buen retrato de la "White Trash América" de la que tanto se habla y que ha sido un firme puntal para propiciar la elección de Donald Trump aunque esta historia sea de los noventa.
Yo veo lógico que pongan los rótulos. Mucha gente (más de los que nos pensamos) no tenía ni idea de quién era Tonya Harding, ni de lo que pasó en aquellos años de brutal competencia.
Abrazos mundiales.