jueves, 11 de junio de 2020

CALIFORNIA SUITE (1978), de Herbert Ross


Recibir un Oscar no es algo que una actriz haga todos los días. Más aún cuando la madurez llama peligrosamente a su puerta y debe viajar con su marido para que se convierta en su paño de lágrimas justo antes de la ceremonia de entrega. ¿Ganará? ¿No ganará? La ansiedad por el resultado unida al climaterio resulta insoportable. Mientras tanto, el marido, que sólo lo es de título, asistirá a los imposibles cambios de carácter, a sus idas y venidas, a su irritante vanidad y a su falsa modestia. No, no es fácil ser el marido de una estrella…incluso cuando lo que de verdad cuenta no es el sexo femenino.
Dos eminentes médicos de color deciden coger unas vacaciones con sus encantadoras esposas. Lo único que no entra en los planes es el maldito coche. Se rompe. Se arregla. Se tiene un accidente. Las vacaciones al traste. Y Los Ángeles al cuerno. La culpa es del otro sin ninguna duda. Venirse hasta aquí para quedarse en la carretera. Más valdría no haber salido del consultorio, diablos.
Uno de los mayores temores de las parejas rotas es volver a encontrarse con la persona a la que se amó y con la que se convivió durante mucho tiempo. Pero eso también ocurre en la Suite de un hotel californiano. El peligro está en esas ascuas que pueden quedar debajo del olvido y que corren el riesgo de avivarse con un gesto, con una palabra, con una frase mal (o bien) dicha. Nueve años sin verse es mucho, pero quizá sólo sea un paréntesis fácilmente eliminable en la memoria de la pasión.
La ceremonia de entrada en la edad adulta en la tradición judía es una cosa muy seria. Se llama bar mitzvah y es una gran celebración para toda la familia. Y lo que va a ser una celebración es el hecho de no viajar nunca con la propia esposa. Mejor yo cojo un avión, y tú coges otro al día siguiente. Así tengo veinticuatro horas libres y van a ser de muerte. Aunque no lo creas.
Y esto es una comedia de episodios de Neil Simon. En el reparto tenemos a Michael Caine, Maggie Smith (galardonada con un Oscar a la mejor actriz secundaria por ese papel de estrella de cine al borde de un ataque de nervios), Jane Fonda, Alan Alda, Bill Cosby, Richard Pryor, Walter Matthau y Elaine May. Algunos de los capítulos sólo arrancan una sonrisa. Otros, la carcajada. Y, en el fondo, son todos ellos un perfecto mosaico de lo infelices que somos y de cómo se buscan consuelos donde no los hay. La falsedad, el engaño, la ira, la nostalgia, el día, la larga, larguísima noche…hay más talento en unas historias que en otras (especialmente las de Michael Caine y Maggie Smith y la tronchante de Walter Matthau con Elaine May), pero hay que reconocer que tanta ironía, tanto buen humor con carga de profundidad es difícil de encontrar en la habitación de cualquier hotel. No dejen de reservar una suite. Merece mucho la pena pasar un buen rato con toda esta gente.

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