Si hubiera que definir esta película en dos palabras no habría nada más fácil: Cary Grant. Él es el centro, el corazón y el peligro de ésta historia dirigida por un dramaturgo de calidad excepcional, Clifford Odets, que probó suerte en el campo de la dirección en este título y, años más tarde, en un desastre comercial para Rita Hayworth, Sangre en primera página. Odets, además, fue perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas precisamente porque la díscola madre de Ginger Rogers, Lela Rogers, escritora de profesión, dijo que ésta película que hoy nos ocupa era “el más perfecto ejemplo de propaganda comunista”. Por otro lado, Cary Grant siempre dijo que era una de sus películas favoritas porque le dio la oportunidad de mostrar un inusual y amplio registro de aptitudes dramáticas muy alejadas de las comedias a las que tenía acostumbrado al gran público. Y lo cierto es que no podemos evitar una cierta emoción al comprobar cómo un personaje como el suyo lucha por mantener su orgullo y su independencia por encima de cualquier otro valor porque cree firmemente en que el ser humano es mejor, puede ser mejor y debe ser mejor.
De hecho, Cary Grant entendió muy bien a su personaje. La acción se desarrolla en los suburbios de Londres y él interpreta a un hombre de acentuada tendencia cockney, precisamente lo que él mismo fue mucho, mucho antes de convertirse en Cary Grant. Detrás de él, en el papel de su madre, está esa extraordinaria dama, de mirada inquietante e intensa como sólo la ancianidad puede serlo, de nombre Ethel Barrymore y que ganó el Oscar a la mejor actriz secundaria por su trabajo en la película.
La historia es fascinante, con gruesas advertencias de injusticia social y no cabe duda de que puede haber una cierta extrañeza en su visionado pues, tal vez, los problemas de las clases sociales bajas en una Inglaterra que es desconocida para el gran público nos resultan claramente ajenas aunque haya una cierta magia oscura y misteriosa en cada uno de los callejones de almas perdidas que jalonan el mapa de los sentimientos de los demás. Y cuando se habla de sentimientos puede que la luz al final del horizonte sea la de un dulce sol que nos baña con rayos de amargura. A veces es difícil, muy difícil, saber cuál es el camino correcto para una vida llena de drama con la calle como único rincón para detener los latidos de tu propio corazón.
Y es que hay mucha más poesía en esta historia de la que nos suponemos. Sin ir más lejos, su título original, None but the lonely heart, es el de un poema compuesto por Johann Wolfgang Goethe y en estos versos se inspira la película:
De hecho, Cary Grant entendió muy bien a su personaje. La acción se desarrolla en los suburbios de Londres y él interpreta a un hombre de acentuada tendencia cockney, precisamente lo que él mismo fue mucho, mucho antes de convertirse en Cary Grant. Detrás de él, en el papel de su madre, está esa extraordinaria dama, de mirada inquietante e intensa como sólo la ancianidad puede serlo, de nombre Ethel Barrymore y que ganó el Oscar a la mejor actriz secundaria por su trabajo en la película.
La historia es fascinante, con gruesas advertencias de injusticia social y no cabe duda de que puede haber una cierta extrañeza en su visionado pues, tal vez, los problemas de las clases sociales bajas en una Inglaterra que es desconocida para el gran público nos resultan claramente ajenas aunque haya una cierta magia oscura y misteriosa en cada uno de los callejones de almas perdidas que jalonan el mapa de los sentimientos de los demás. Y cuando se habla de sentimientos puede que la luz al final del horizonte sea la de un dulce sol que nos baña con rayos de amargura. A veces es difícil, muy difícil, saber cuál es el camino correcto para una vida llena de drama con la calle como único rincón para detener los latidos de tu propio corazón.
Y es que hay mucha más poesía en esta historia de la que nos suponemos. Sin ir más lejos, su título original, None but the lonely heart, es el de un poema compuesto por Johann Wolfgang Goethe y en estos versos se inspira la película:
Sólo el que conoce la soledad
Puede entender mi sufrimiento y mi tormento
Miro hacia el horizonte en aquella dirección
Y quien me conocía y me amaba está demasiado lejos.
Sólo el que conoce la soledad
Puede entender mi sufrimiento y mi tormento
Arde mi corazón…
Y sólo el que conoce la soledad
Puede entender mi sufrimiento y mi tormento…
Después de esto, la película resulta convincente y algo se nos remueve allí mismo, en el corazón. No puede pasar otra cosa cuando es una historia que nos habla del fascismo, del materialismo, de la inevitable guerra, del salto generacional, de la hermandad entre los hombres, de la dialéctica hegeliana en la que los extremos llegan a tocarse y del mito del eterno regreso al hogar… Quizá, después de ver esta película, el corazón que esté en peligro sea el nuestro.
2 comentarios:
Hace poco he terminado de leer la biografia de Grant. Uno de mis actores preferidos. Este hombre empezaba a reirse de él para terminar riéndose del mundo entero. He buscado en el libro lo que comenta el autor sobre ésta peli y dice que es la única en que insistió a Mike Nichols para que incluyera fragmentos sobre ella en el montaje de secuencias de sus películas que se proyectaron antes de que le concedieran el Oscar honorífico. Imagino que por algo sería. No añado nada más de lo que comenta sobre ella, porque es mucho más bonito todo lo que tu dices.
El poema, precioso.
Un saludo
En verano también he tenido la oportunidad de leer la biografía de Cary Grant. Aunque es evidente que cae en algunas contradicciones en el repaso de ciertos pasajes de la vida del grandísimo actor, no cabe duda de que es un intento de acercamiento muy útil para entender los altos y bajos de una personalidad encumbrada por su representación de un ideal. Bien es cierto que "Un corazón en peligro" es una de sus películas favoritas y en esa misma biografía se detalla cómo, durante algunos, Grant estuvo obsesionado con ser nominado y ganar el Oscar. Lo cierto es que es una película llena de belleza y que parte de los maravillosos versos de Goethe...Qué grande es el cine...de la poesía a la imagen...¿verdad?
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