miércoles, 25 de febrero de 2009

ADIÓS, CHARLIE (1964), de Vincente Minnelli


Mientras nos dejamos llevar por los relajados caminos de la fantasía puede que alguien nos suelte alguna fábula sobre las relaciones del amor con el odio, o más bien el interminable flirteo del odio con el amor, o, incluso, el agresivo idilio que siempre establece el amor con su contrario. En este caso, nos enfrentamos con el tema de la reencarnación y en cómo un hombre despreciable se convierte en una adorable mujer. De hecho, si yo fuera hombre, no dudaría en convertirme en ella. Con premisas de una gamberrada amable, Vincente Minnelli articuló una comedia divertida, entretenida, llena de agudeza en sus inefables líneas de diálogo y adornada con su inconfundible estilo visual que hace que, de un simple y llano fogonazo, tengamos la certeza de que esta película no es en color, ni es en blanco y negro, es en Minnelli.
Endiabladamente basada en una obra de teatro del gran escritor y guionista George Axelrod, Adiós, Charlie, es una de esas joyas escondidas que casi nadie supo apreciar a través de los años y que puede llegar a ser sublime si tenemos sonrisas suficientes como para llegar al final. Es una película que te atrapa desde los mismos títulos de crédito, preludio absolutamente brillante a la divertida trama que surge desde las tinieblas del infierno apoyada en unas interpretaciones fantásticas, ante todo y sobre todo, de Debbie Reynolds ayudada eficazmente por Tony Curtis y un corrosivo e inolvidable Walter Matthau. Sin duda, hay momentos de idiotez suma, pero la idiotez no es un defecto si la historia reclama suficientes dosis de imbecilidad medianamente inteligente. Y es que a pesar de ser una comedia ligera (y no pretender ser otra cosa), aún deja un cierto poso de incomodidad en un mensaje que tenemos que descifrar entre tanto jeroglífico de carcajadas que pueden partir de una mujer que es un hombre que no sabe que es mujer.
No cabe duda de que Blake Edwards, bastantes años después, realizó una versión aceptable sobre el mismo tema con Ellen Barkin de protagonista y con el título de Una rubia muy dudosa pero salpicó todo de un humor demasiado grueso (que gustó en la época en la que se hizo) y se alejó peligrosamente del estilo siempre elegante, siempre puntual de un Vincente Minnelli que era mucho, mucho más preciso a la hora de meter el dedo en la llaga. Ejem, perdonen el chiste erótico.
El caso es que, vistos los tiempos que corren con tanta “crisis” en la boca de agoreros, analistas y prestidigitadores, yo siempre regreso al cine…sí, ahí mismo, delante de ustedes, donde me nacen todas las risas, se me vuelven de través todos los sueños, me descolocan todas las ideas, me posibilitan todos los caminos…y, de repente, como por arte de magia, todo lo que me parecía imposible tiene una salida, un escape, una evasión, un aplazamiento, aunque sólo sea durante el breve instante en el que dura un pasajero cambio de actitud. Así que tengan mucho cuidado…cuando estén viendo la película, miren de reojo a su pareja… ¿Ella es quien dice ser o es alguien al que siempre odiamos cuando nos dice adiós?...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no recuerdo si he visto esta película, pero me apetece verla por lo que cuentas de ella. Sobre todo por ese párrafo en el que me siento tan identificada con lo que dices. Ahí donde se descolocan los sueños, nacen las risas, se posibilitan los caminos, donde lo que parecía imposible tiene una salida, un aplazamiento.. aunque sólo sea durante el ratito que dura la película. He sentido muchas veces todo eso. Me gusta también lo que comentas del color. Ese color que no lo es, que tampoco es blanco y negro.. es Minelli. Siempre he pensado que el color de Minelli es especial, pero nunca habría podido decirlo de una manera tan bonita como esa.
Sólo una cosa,lo del chiste erótico no lo he entendido...
Gema

César Bardés dijo...

Sí, Minnelli imprimía un color especial a sus películas. Aún recuerdo un artículo que hice hace un buen montón de años (malísimo) que, en un afán de originalidad, lo llamé "Vincente Minnelli: Un esteta en la corte del rey color". En fin, joven que era uno.
La película, ante todo, es entretenidad, te hace pasar un buen rato, es divertida, te ríes unas cuantas veces...quería poner algo así después de la trascendencia de "Las uvas de la ira".
Lo del chiste erótico, chiste malo desde luego, es que el argumento de la película es de un hombre que se reencarna en mujer y no sabe que es mujer y en el artículo digo algo de "meter el dedo en la llaga". "Meter dedo..."..."llaga"....en fin, serán cosas mías.

Anónimo dijo...

Que color tan bonito y especial tenía "Un americano en Paris",verdad?. Sí te quedó algo pedantona la frasecita de Minelli en tu artículo de juventud pero bueno, en ella ya se vislumbraba el encantador "pedante" que serías en la madurez. En cuanto a que no haya pillado tu chiste no te preocupes, el problema es mío. Hace unos días en un consultorio sexológico de un periódico digital leí lo siguiente:"en el helicóptero deja que ella haga todo" y pensé, joder yo nunca hice el amor en un helicóptero. Luego ya leí todo el comentario y claro...En fin, se lo conté a mis hijas y su contestación fue: " mamá... una más de las tuyas...".
Gema

Anónimo dijo...

Es un problema varonil, que vemos el chiste sesuar a todo. Yo leo la frase "un esteta en la corte del color"...y en seguida pienso en los senos de Lana Turner en "Cautivos del mal" por ejemplo.

Una de las pelis que más me gusrtan de Minelli es una de las que no se suelen mencionar cuando hablan de su filmografia, "Madame Bovary", también junto a "Jennie", una de las que más me gustan de Jennifer Jones. Tal vez el merito resida en la historia tanto como en el propio director...Además en la adapatación de la obra de Flaubert aparece un gran Van Heflin como marido cornudo pero comprensivo.

Carpet, el bocas.

César Bardés dijo...

Por supuesto, además de otras cosas "Un americano en París" es todo un homenaje al impresionismo pictórico y el color de esa película es especial, igual que lo es el de "Dos semanas en otra ciudad" o el de ese musical maravilloso que es "El pirata" o la estupenda comedia que es "Mi desconfiada esposa" o tantas otras. Yo es que de jovencito sí tenía bastante de pedante. Una vez incluso me burlé de un compañero mío del BUP que me dijo que había visto una "película bestial de un director que se llamaba Stanley Rubik". En fin, me odió durante el resto del bachiller.
En cuanto a "Madame Bovary" estoy de acuerdo, es una estupenda película y destaco principalmente de esa película la maravillosa banda sonora de Miklos Rozsa, uno de los grandes. Sin embargo, a mí me gusta más por ejemplo "Cautivos del mal" o "El padre de la novia", extraordinarias películas en blanco y negro. No olvidemos tampoco "Castillos en la arena", con un guión de quitarse el sombrero de Dalton Trumbo. Jennifer Jones nunca ha sido santa de mi devoción pero reconozco que tanto en "Madame Bovary" como en "Jennie" como en una estupenda película titulada "Desde que te fuiste" me tiene a su favor.
Dicho queda por el pedantón por excelencia.

Anónimo dijo...

"Castillos en la arena" una película muy especial para mí, preciosa. Me encanta el papel de la Taylor de mujer inconformista. Me gusta ese mundo suyo que se fabrica en su casita de la playa dejando afuera toda la hipocresía de la sociedad.
Gema

César Bardés dijo...

"Castillos en la arena" que fue un sonoro fracaso en la época de su estreno, es una excelente película, llevada con pulso muy firme por Minnelli y que es difícil de interpretar tanto en los papeles de la Taylor y el Burton. Estoy deseando que la editen en DVD y que o la redoblen (el doblaje en español de esta película es nefasto) o que la dejen en una decorosa y atractiva versión original subtitulada para poder disfrutar, sobre todo, de la maravillosa voz de Burton. Es una buena película.