martes, 3 de febrero de 2009

LA COLINA (1965), de Sidney Lumet


En medio justo del calor más asfixiante, hay una prisión disciplinaria para soldados ingleses que no saben cuál es el significado de una orden en plena guerra. En medio justo de esa prisión, en el arenoso patio de ejercicios, hay una colina artificial que sirve como castigo de Sísifo para los prisioneros más rebeldes. En medio justo de la rebeldía se halla un hombre que quiere seguir siendo hombre y no una máquina de matar. Y en medio justo de la crueldad, el carisma de ese hombre es el arma más peligrosa para quienes quieren convertir la inteligencia en una orden sin contradicciones, en un asentimiento sin réplica, en una ausencia del interrogante que tiene que dejar paso a la constante presencia de la obediencia torturada.
Él sabe que sólo poniendo en evidencia los inhumanos métodos de los carceleros podrá hacer que la razón se deje ver en la aridez del desierto. Esa es la mejor fuga. Y por eso sube y baja la agotadora colina, una y otra vez, hasta que el martillo de la extenuación derribe sus piernas llenas de voluntad y valentía, porque sabe que decir no, en ocasiones, es la mejor valentía, la más honesta de las bravuras. Alguien tiene que morir y alguien tiene que decir que ha muerto. El silencio de su obediencia desafiante se transforma en una paradoja hiriente que se clava como metralla en los despiadados guardianes. Y pronto, la conciencia hace su aparición por entre las ruinas del conformismo y de la complicidad mal entendida. Tener a alguien a quien se ha mandado a combatir en África y someterlo al yugo de la tortura de la más empinada de las cuestas no es justo. Eso no es patria. Eso no es una hendidura en la disciplina. Es una cordillera en la sinrazón. Es una cadena montañosa del poder. Y sabe que cada vez que sube esa colina, su sufrimiento es una victoria, un avance hacia el triunfo de obligar a abrir los ojos a quien los tiene permanentemente cerrados en una espiral de violencia latente pero que tiene que vigilar para que no estalle porque, en el momento en que la fuerza sea utilizada, tendrá tanta razón como la que tienen sus torturadores. Y la colina sigue ahí, cada vez más inclinada, cada vez más retadora, cada vez más impasible a pesar de las pisadas que van dejando los que mueren cuando suben por el lado del esfuerzo y bajan por la cara sur del revolcón en la arena.
Con Sean Connery, excepcional, encabezando un reparto que incluye a Ian Bannen, Michael Redgrave y un brutal Harry Andrews, “La colina” es una excelente película dirigida por el irregular Sidney Lumet, un director que ha sido capaz de lo mejor y de lo peor y que en esta ocasión nos hizo subir a la cima de un cerro construido de sangre y endurecido por un sudor que llegamos a pensar que es nuestro. Ese mismo sudor que deja de pertenecernos filtrándose por los mismos poros del asesinato disfrazado de rebelión.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ignoraba por completo la existencia de esta película de Lumet, no sé si tengo que pedir perdón a alguien o confesarme por ello. Tendré que seguirle la pista. Totalmente de acuerdo en tu apreciación de que este tipo es capaz de lo mejor y de lo peor. Hace poco revisé Tarde de perros y volvió a dejarme impresionado, de cómo algo que empieza pareciendo una comedieta intrascedendente puede acabar golpeándote hasta lo más dentro. Claro que para noqueos también tenemos Network. Hay muchas más. Quizá me siga quedando con Doce hombres sin piedad, para mí uno de los debuts más brillantes de la Historia del Cine, pero sí que es verdad que las películas y la trayectoria de Mr Lumet plantean más de una duda razonable. Saludos cinéfilos. Dexter

Anónimo dijo...

Yo si recordaba esta película aunque muy vagamente, también la vi hace siglos y la cruzaba en mi mente de forma absurda con "La patrulla perdida" de Ford, ignoro porqué, ya que como en el caso de "El salario del miedo" tengo conciencia de haber visto el film pero hay una nebulosa sobre ella que me impide percibir los detalles.

Sobre Lumet, es cierto lo de las dudas porque, al contrario de lo que ocurre con otros directores no se puede decir que las cosas buenas las hace cuando son obras personales y las malas cuando son encargos.
Al menos, dudo que "Asesinato en el Orient Express" sea una obra personal, más parece un encargo y sin embargo me parece no sólo la mejor adaptación de Agatha Christie al cine ( tamposo es muy dificil eso ) sino una muy , pero que muy apreciable película en si misma. Y también está ese "Veredicto final" con el gran Newman, aunque tal vez la película no sería tan interesante si hubiera sido interpretada por otro.

Finalmente, esa nueva ( para mi, que hasta que no las ponen en la tele, para mi son estrenos) " Antes de que el diablo sepa que has muerto" recogió grandes críticas puede que eso haga que le perdonemos cosas como "el abogado del diablo" o la innecesaria revisión de "Gloria".

Abrazos, Carpet.

César Bardés dijo...

Bueno, os contesto los dos a la vez puesto que parece que confluís en el tema de Lumet. Es cierto que Lumet es un director que ha tenido todos los medios para triunfar y hacer verdaderas obras maestras y ha sido un ejemplo de irregularidad. No cabe duda de que "Tarde de perros" es una película maravillosa, que "Serpico" es fantástica, que "Doce hombres sin piedad" además del tema exhibe un repertorio técnico que es absolutamente maestro y que, encima, pasa totalmente desapercibido; que "Network" es una película que se nos ha anticipado cuando en aquella época creíamos que esas cosas sólo podían pasar en Estados Unidos. Tiene una auténtica joya pequeñita que es "El prestamista", posiblemente la mejor interpretación de toda la carrera de Rod Steiger; "Asesinato en el Orient Express" es formidable en la dirección de actores y contiene una interpretación antológica de Albert Finney con una construcción ejemplar de Hercules Poirot, es más, yo cuando pienso en Poirot pienso en ESE Poirot. Y, sin duda, me parece que "Veredicto final" es su mejor película, y que no la fastidió por obra y gracia de Paul Newman porque, en principio, la película estaba destinada a ser dirigida por él e interpretada por Robert Redford y comenzaron a hacer cambios en el insuperable guión de David Mamet. Redford abandonó el proyecto y entró Newman y leyó el guión original de Mamet y su reacción fue: "¿Estáis tontos? Esta es la película que hay que hacer. Sin cambios".
Pero, madre mía, también piensas que es el responsable de esa horrible versión de "Gloria", que "El abogado del diablo" es horrorosa, que "Estado crítico" es una de las peores películas hechas jamás en un hospital, que "Una extraña entre nosotros" es una copia infame de "Único testigo", que "Panorama desde el puente" no llegó a las expectativas y que, posiblemente, sea el único director del mundo capaz de coger una película con Sean Connery y Dustin Hoffman en el reparto y que le salga un bodrio del tamaño de "Negocios de familia"; o esa extrañísima "Poder" con Richard Gere y Kate Capshaw sobre el mundo de la publicidad. También me gustan mucho "Larga jornada hacia la noche" y la adaptación de John Le Carré "Llamada para el muerto" pero su irregularidad es llamativa y, sin duda, yo no le calificaría como un "autor" sino como un hombre que ha sabido manejar muy bien la cámara en espacios cerrados y estableció una especie de realismo sucio en los setenta que fue muy eficaz. "La colina" es una estupenda película que os recomiendo como una parábola inmejorable sobre la brutalidad, la tortura y las reglas del juego militar.
Gracias por ambos comentarios, son muy interesantes y engrandecéis el blog.